Partida Rol por web

Feldespato celebra el exitoso golpe de Feldespato haciendo una ovación y se acerca a Obsidiana blandiendo igual su mazo.

- ¡Espera, que ahora viene lo bueno! ¡Toma del frasco!

Su entusiasmo se pierde por la boca porque el mazo choca contra el suelo. Obsidiana ha sido suficientemente rápida como para apartarse al último segundo, sabiendo que es mejor no recibir más golpes como el que ya ha sufrido.

- ¡Jo! ¡Hoy estoy gafada!- se queja Feldespato.

Variscita avanza con paso firme hacia Esme, que está en el suelo sin moverse. La fusión agarra el dao con ambas manos y lo levanta lentamente, como si realizara un ritual. Su rostro está lleno de lágrimas aunque de ella no escapa ni un solo sonido.

El arma desciende con precisión y firmeza, atravesando el pecho de la guerrera moribunda. Su cuerpo estalla en humo y oís el tintineo al rozar su gema con la superficie pedregosa.

Variscita se agacha, ajena a lo que ocurre entre vosotras y las feldespatos, y coge pausadamente la gema de Esme. Se queda contemplándola en silencio, bañada en sus propias lágrimas y con una sonrisa serena.

Sus ataque se estaban centrando en Obsidiana, tenía que protegerla. Me puse delante de la gema oscura y adopté un posición más defensiva. 

-¡¿Qué demonios queréis?! -le grité a las gemas enemigas.

Concentrándome, aumenté un poco mi tamaño para que Obsidiana pudiese cubrirse.

Apretaba los dientes al notar el ataque de una de los Feldespato que me dejó algo aturdida, resoplando y agarrando el cañón, ignorando el intento de ataque de la otra.

-¡Esmeralda, Variscita, Alabasto, encargáos de la otra!-

Dicho aquello agarré entre mis brazos el rifle y encañoné directa a la feldespato que había llegado a golpearme, sonriendo ladina.

-Evita esto si puedes...-

Dicho aquello apreté el gatillo, generando un brillo de la energía que se acumulaba en el cañón antes de disparar hacia la gema, impactando directamente contra ella.

La descarga de energía recorre el cuerpo entero de Feldespato, que empieza a temblar violentamente. Unas líneas amarillas se dibujan por su piel y la guerrera se contrae varias veces, gruñendo tan fuerte como puede. No puede continuar sosteniendo su mazo. Abre los ojos de par y par y mira a Obsidiana, intentando llegar a ella con las manos.

En menos de unos segundos, su cuerpo estalla y se convierte en humo blanco. Su gema, antes situada en el estómago, cae al suelo y rebota un par de veces. Se ha desintegrado.

La otra Feldespato se queda mirando la gema de su compañera y olvida todo lo que está pasando. Podéis ver el terror en sus ojos. Su arma se deshace en el aire y alza las manos.

- Esto... ¿paz?- pregunta con un hilo de voz, mirando al rifle de Obsidiana con miedo.

Alabastro se acerca a ella con clara intención de atacar pero al ver que deja su arma os mira, esperando una señal.

-Alabasto, quieta. Esmeralda, burbujea a Esme y a la Feldespato, ya en el santuario nos encargaremos de buscar otras respuestas. Mientras que tu...-

Mencionaba seria antes de apuntar con el cañón a la Feldespato restante, mirándola fijamente a los ojos, resoplando.

-...Si no quieres acabar con tu compañera más te vale que me digas que planeabais y como habéis conseguido meteros en la mente de Esme... E igualmente, de donde salís.-

Daba un leve empujón contra el torso de la Feldespato para intimidarla, acariciando levemente el gatillo sin apretarlo, intimidante.

-Soy de gatillo flojo, como has podido comprobar, así que más te vale decirme antes de que se me escape el dedo...-

No habría esperado jamás ver a Obsidiana como lo hacía ahora. Daba miedo.

-Más te vale hacer caso a la jefa, predrusco. -dije a la Feldespato.- Le llaman la "Rompegemas" por algo.

Dicho eso fui a donde yacían las gemas sin cuerpo. Me agaché, con mucho cuidado y concentración conseguí meterlas en burbujas. Luego, les di un toqué y esperé a que volviesen solas al Santuario.

Mientras Obsidiana acaba con Feldespato de un tiro limpio, Variscita observa con cuidado la gema de Esme. Nota cómo la energía de la guerrera se apaga por momentos hasta que es pequeña y sencilla. En su forma de gema es inofensiva.

La fusión mira fijamente la gema que tiene entre manos. Intenta usar su poder en ella para averiguar qué le ha ocurrido pero se encuentra con que no consigue recabar ninguna información útil. En este estado, la conciencia de Esme es casi nula. Vive en un mundo interior prácticamente inaccesible incluso para Variscita. Quizá sea necesario que Esmeralda vuelva a regenerarse para investigar qué le ha ocurrido, aunque sea doloroso para ella.

Eso sí, hay algo muy importante que no se le escapa a Variscita: ese brillo rosado ha desaparecido. Una oleada de energía invisible ha abandonado a Esme en cuanto ésta ha perdido su forma física. Lo que sea que la estuviera volviendo inestable ya no está en ella.

Sabiendo esto, Variscita le pasa la gema a Esmeralda para que la burbujee.

Variscita se seca las lágrimas, inspira y expira.

- Supongo que ha llegado el momento- dice un poco triste-. Ya nos veremos, amigas- añade mirándoos y sonriendo.

Se encoge de hombros y suspira. Al instante todo su cuerpo se convierte en luz y se divide en dos. Las gemas se trasladan por el aire, rodeadas de esta luz intensa, hasta que se perfilan dos formas que ya conocéis.

Heliotropo y Piedra Lunar se materializan cogidas de la mano y abren los ojos.

Feldespato está más interesada en el arma de Obsidiana. La ingeniera la está apuntando con un aire muy amenazador y la guerrera está atemorizada después de haber visto cómo de fácil ha sido para vosotras acabar con su compañera.

- ¡Bueno, bueno! Calma, no hace falta dispararme con eso, ¿eh?- dice con una sonrisa nerviosa y temblando ligeramente-. Esta Esmeralda que acabáis de aplastar era nuestra nueva colega, ¿vale? La nueva recluta para Santuario. Nos habían dicho que había unas gemas rebeldes por aquí y que teníamos que acabar con ellas. ¡Supongo que sois vosotras!

Su mirada se posa en la enorme Esmeralda.

- No nos habían dicho que fuerais Gemas de Cristal, diantres... ¿Qué hacéis aquí?- pregunta extrañada.

Piedra Lunar se acerca a Feldespato y la mira fijamente.

- No tienes derecho a preguntar- dice con una severidad impropia de ella-. ¿Qué le habéis hecho a Esmeralda?

Feldespato se queda mirando a la pequeña gema que se ha unido al interrogatorio. Sonríe inconscientemente hasta que recuerda que está encañonada.

- Yo qué sé. Nos la encontramos por ahí y se la llevamos a nuestra jefa, que la reclutó para dársela a la gema esa de Santuario. ¡Yo qué sé!- repite nerviosamente.

Sosteniendo aun de la mano a Luna la abrazo, acariciando su pelo -bien hecho hermanita- le susurro -has sido valiente-. Así transcurren un par de segundos, hasta que Luna se relaja.

Es entonces que avanzo lentamente hasta la pira y tomo un par de leños improvisados ahora como antorchas. Yo sentía a mis alrededores pero menos que Variscita -las extrañé muchachas- comento bromeando sin dejar de ver al Fedelpasto.

Caminé hasta Alabastro y acaricié su mejilla -tu también has sido valiente, bien hecho-.

Finalmente miré a aquella que repetía el "Yo que sé". Arqueé mi ceja -Ohh vamos- exclamé ilusa pero útil -cualquiera conocería el nombre de su líder, o de la gema de Santuario que dices ¿Ehh?-.

Feldespato se cruza de brazos y da un paso atrás, agobiada por tanta presión.

- ¿Eh? Pues mi jefa es... ¿por qué tengo que decirlo?- vuelve a mirar el arma de Obsidiana-. Oh, claro. Mi jefa es Morganita. Y la gema esa de Santuario se llamaba... ¿cómo se llamaba?- mira hacia arriba, intentando recordar-. ¿Pelita? ¿Pelatita? No sé, eso no va conmigo...

Daba un lento paso hacia la Feldespato aun encañonándola para que se quedara entre la pared y el cañón del rifle.

-Vas a hablar bien claro sobre Morganita y lo que sabe de Petalita.-

Dicho eso iba acariciando el gatillo lentamente con la punta del dedo.

-¿Se encontró con una jade? ¿Cuales son los poderes de Morganita?-

Preguntaba apretando el mango, con la culata del rifle apoyada sobre mi hombro.

Feldespato se pega a la pared, intentando alejarse del cañón todo lo posible aunque lo tenga tan cerca. El miedo que siente se desvanece y niega con la cabeza con determinación.

- ¡Oye! ¡No voy a decirte eso! ¡Soy una soldado leal! ¡Y ni siquiera sé quiénes sois vosotras!- protesta indignada, aunque sigue sonriendo con nerviosismo.

Entonces levantaba poco a poco el cañón que, de estar contra el torso de la feldespato pasaba a estar en contacto directo con su gema.

-No estás en situación de exigir nada-

Pronunciaba tocando el gatillo con la punta del dedo, haciendo un amago de tirar de el

-O hablas ahora o acabarás como tu amiga y nos encargaremos nosotras de sacaros todo mediante los métodos que queramos... Y lo de ahora os parecerán caricias en comparación-

Es evidente que las amenazas de Obsidiana hacen mella en la voluntad de Feldespato, sin embargo la guerrera se traga su temor y mira a la ingeniera con el ceño fruncido y la nariz arrugada.

- Dispárame, me da igual- dice en voz baja, desafiándola.

Respira agitadamente pero no se mueve ni un ápice, dispuesta a recibir el disparo del rifle. Os mira a cada una, quizá intentando identificaros o averiguar quién sois, pero al final cierra los ojos para prepararse. Ya ha visto que ese rifle puede ser muy doloroso.

- Soy leal, soy leal...- susurra para darse fuerzas.

-Vale, vale. -dije levatando las manos. Debía detener esto, nadie quería ver una gema reducida a trozos. 

No iba para nadie en particular. Es decir, no creía que Obsidiana fuese a disparar a su gema directamente. Y Feldespato parecía que no iba a hablar.

-Te llevaremos al Santuario. Allí seguiremos con esto. -le dije a la gema rosácea.

Habíamos encontrado a Esme, que era la misión principal. En cualquier caso podríamos interrogar a la gema en nuestra base.

-Ahora bien, puedes venir por las buenas o te puffeamos*. -le dije seriamente.