Partida Rol por web

Colibrí sonrió internamente tras el cambio de actitud del avaro Lankus tras que "Fay" le mencionara la comanda. Aunque en honor a la verdad, no se podría distinguir quién se había alegrado más, si el posadero o él. Se sentó mientras mantenía las manos en su regazo debajo de la mesa, para que nadie pudiera apreciar el ligero temblor que le había embargado tras mencionar la exquisita bebida.

Tras el tira y afloja entre Lankus y Varlie, el astuto halfling aprovechó la cercanía y ángulo mientras la pequeña camarera les servía para inclinarse sobre ella y tener una mejor visión de sus generosos pechos. Una vez la bebida y los vasos estuvieron a su alcance, el menudo halfling no tuvo más ojos que para la bebida, de la que distrajo su atención sólo después de haber dado un sorbo a su helado vaso, paladeando el exquisito licor con la actitud de un profesional.

- Ahhhhhh, esto es otra cosa... - devolvió la mirada al resto y a Varlie, tras lo que alargó su mano hacia el cuenco de almendrucos tomado un puñadito, parte del cual ofreció a la camarera. - ¿Quieres un par, Varlie? -

- El caso querida es que andamos buscando a un grupo de aventureros. Entre ellos había al menos una mujer, más o menos así de alta - Colibrí se subió en la silla para ayudarse con eso - de pelo oscuro y con aspecto de luchadora. Posiblemente venían de Seaton, y creemos que hablaron con alguien aquí que les pudo encomendar una misión; en todo caso fueron hacia un lugar llamado "La Casa Encantada". ¿Te suena haber visto a alguien así? -

Mientras hablaba, Colibrí echaba miradas sesgadas al resto de los ocupantes de la taberna por si alguien parecía interesado o sorprendido por sus palabras.

Colibrí no notó interés alguno en el resto de clientes sobre la conversación que estaban teniendo. Claro que el mediano apenas levantó la mirada de los redondos y vivaces pechos de Varlie para comprobarlo.

—¡Oh, sí! Me gustaría mucho probar los almendrucos —respondió la mediana relamiéndose por dentro—. ¿Me puedes partir unos pocos? Pareces un mocetón bien fuerte.

Varlie regaló a Colibrí una sonrisa de oreja a oreja. Cuando le preguntó por el grupo de aventureros frunció el ceño y se golpeó el labio inferior con el dedo índice.

—¿Grupo de aventureros? No, pero hace unos días se hospedó aquí una humana de Seaton y su hermano. Eran clérigos, o paladines quizá, de uno de esos dioses humanos. Lo siento, pero me pierdo con ellos, son muchos y me parecen todos iguales —se encogió de hombros en un gesto de disculpa a los humanos presentes, así como aquellos que parecían completamente humanos, pero no lo eran realmente.

Varlie se percató de que Colibrí había partido un par de almendrucos para ella de modo que cogió todas ellas en la palma de su mano y se las metió de golpe en la boca.

—El humano me preguntó por la Casa Encantada —relató, con la boca llena de almendras—. Le dije que hablara con el señor Anderhoff. Torkan estuvo allí una vez y siempre cuenta historias escalofriantes de lo que encontró allí. A mí me encanta escucharlas. Es un cazador, pero parece un bardo de lo bien que las cuenta.

Varlie sonrió y movió animadamente las piernas mientras masticaba a dos carrillos.

Gary estuvo haciendo burbujas en el Perico durante todo el tiempo que Varlie habló, como si quisiera hacer sidra o alguna nueva bebida espirituosa. Cuando lo hubo espumado al gusto, comenzó a sorber hasta casi meterse dentro del vaso. No sería la primera, ni la última vez, que su familiar se atascaba en una jarra cuando se quedaba frito tras pegarse un par de tragos de más. Oona lo dejó estar, por el momento, le interesaba más lo que la mediana tenía que decir.

-De modo que clérigos -murmuró. Tenía sentido si habían ido a exorcizar la casa-. ¿Dejó alguno de ellos su nombre en el registro? -preguntó mientras partía unos almendrucos y jugaba con ellos en la mano, esperando llamar la atención de la mujer pequeña-. Por cierto, no tengo ni idea de quién es el señor Anderhoff...

Los turgentes y resultones pechos de Varlie habían dejado la atención de Colibrí sobre ellos de manera permanente. Cuando fue consciente de que su descripción se ajusta a algo que sí les podía ser de interés, e incluso se mencionaron un par de nombres, Ember se rascó la cabeza. No había visto a nadie interesado en lo que hablaban, pero a no ser que se ocultara en el escote de la pizpireta halfling, seguramente no se hubiera dado cuenta.

Cascó con sus manos un par de almendrucos más que tendió a la joven, mientras le lanzaba otra ronda de preguntas.

- Así que clérigos, puede que paladines. Puede que uno y otro, quién sabe. ¿Viste si llevaban armas y de qué tipo? O quizás puedas recordar algún símbolo que alguno de los dos o ambos llevaran visible, un medallón o colgante seguramente. -

Oona ya había echado el lazo de preguntar por el tal Torkan Anderhoff, así que Ember lanzó otro diferente.

- ¿Te dijeron esa pareja sus nombres por ventura? - comentó reforzando la pregunta de Oona - Por cierto que yo soy Colibrí, antiguo luchador de las Guerras Nelanther y ahora pescador de éxito. Vivo solo, por cierto, no me va mal. - El delgado halfling sacó pecho, mostrando sus encantos y su sonrisa a Varlie mientras echaba un sorbito del excelente ron que tenía en sus manos.

Aventureros, la historia seguía tomando la forma que ya se imaginaban con lo que sabían, aunque con un nuevo interlocutor Torkan Aderhoff. Hellas cogió el vaso con Perico Gamuza y lo vació de un buen trago. Después cogió la botella y volvió a llenárselo. Demasiado bien entraba a esas horas. ¿Debía de preocuparse?

Tenía que reconocerle a Colibrí que sabía manejar bien a la mediana. Aunque era igual de cierto que ésta no parecía especialmente lista. Sólo lo suficiente como para ejercer un trabajo como éste con eficacia si se le daban las órdenes adecuadas. La tendría en cuenta para cuando montara su propia taberna. 

La joven fue a preguntar algo más, pero decidió esperar a las respuestas de la mediana. Si la aturullaban a preguntas acabaría por no responder a ninguna. Varlie estaba entregada a su público, mejor dejarla hacer poco a poco.

Una buena camarera se fija en sus clientes, dijo Aranna, asintiendo con énfasis. Me gusta que me reconozcan y me hablan por el nombre en tabernas que llevo años sin visitar.

Los demás hablaban, y ella aprovechaba para saborear el ron. El de Perico Gamuza VI era de los mejores, y no era sorprendente, pues eran sus ancestros los primeros que lo habían importado a Faerun. Lo habían traído desde unas islas del lejano este, donde era popular, pero no tanto como el vino de arroz. Curiosamente, había tenido tanto éxito a lo largo de la Costa de la Espada, que habían decidido cultivar la caña de azúcar y producirlo directamente. Los marineros lo bebían como si fuese agua, y no pocos en lugar de esta, que consideraban de mal gusto. Incluso cuando cualquier druida o clérigo —y rara era la nave que seadentraba en alta mar que no llevaba a bordo a un servidor de Valkur o Umberlee— podía mantener el agua potable con una sencilla oración.

¿Dónde podemos encontrar a ese Anderhoff? preguntó.

—Oh, sí, me acuerdo que ella llevaba una lanza. Era enorme y aparatosa. Tenía que tener cuidado o iba chocando por todas partes —contestó Varlie, escenificándolo blandiendo una lanza imaginaria—. El hombre llevaba un arma más discreta. Una espada, creo, o tal vez fuera una maza, no sé. Ambos llevaban un símbolo que eran como dos manos juntas.

»Si dijeron su nombre no lo recuerdo —se disculpó la mediana—, pero Lankus siempre le pregunta el nombre a todos los viajeros que se hospedan aquí. Quizá él lo sepa. En cuanto a Torkan ahora debe estar revisando sus trampas. Se dejará caer por aquí antes de medio día, para vender la captura del día al jefe. Y pedirá huevos con salchichas caseras. Le encantan, y a mí también. Lankus las hace riquísimas, deberíais probarlas.

Soltó una risita cuando Colibrí se presentó formalmente y empezó a trazar un tirabuzón en su pelo con el dedo. Le tendió la otra mano al mediano shoal, la retiró para limpiársela en la falda y se la volvió a tender.

—¡Encantada, Colibrí! Yo soy Varlie y también eh... vivo sola —dijo, y sin saber muy bien qué más añadir, dijo:—.  ¡Y mañana es mi día libre!

Amplió la sonrisa y parpadeó con coquetería.

Supongo que reconoceréis de inmediato el símbolo que describe Varlie, pero si no es así podéis tirar Saber (religión).

—Ilmater—afirmó Hellas—. Tiene sentido.

Hellas quería preguntarle a Varlie si recordaba algún nombre más, pero si ni siquiera recordaba los nombres de los aventureros, mucho menos iba a recordar cualquier otro nombre. Parecía que tendrían que esperar a la llegada de Anderhoff. Aun así lanzó una última pregunta.

—¿Hay algo más que te llamara la atención Varlie? ¿Algo que dijeran? ¿Algo que llevaran?

El dragoncito estaba ahogado en ron cuando Oona se levantó de la mesa sin decir nada y se dirigió hacia el tabernero. Esperó a que el hombre terminase de atender, tuviera un hueco en sus labores y la mirase para saber qué quería. Solo entonces, Oona decidió preguntar.

-Disculpe, señor Lankus. Varlie nos ha dicho que hace unos días se alojaron aquí dos clérigos de Ilmater, un hombre y una mujer. ¿Es posible que apuntara sus nombres en el registro de llegada? Me gustaría saber cómo se llamaban.

Varlie meditó un momento las preguntas de Hellas.

—Pues... no. Así, a bote pronto, no se me ocurre nada más. Lo siento.

Lankus no contestó inmediatamente a Oona sino que sacó un grueso volumen de debajo del mostrador y lo abrió por la última página. Recorrió las entradas con el dedo hasta localizar la que estaba buscando.

—Helvenya y Prunell Goldblade —informó el posadero, cerrando el libro—. ¿Los conocíais? 

La puerta se abrió de golpe y una estilizada figura se recortó contra la luz de la mañana.

—¡Eeeeeeeh... chavalería!

Un hombre moreno se dirigió directamente hacia vuestra mesa, con una sonrisa que era todo dientes. Por el camino saludó a Lankus con la mano, y el posadero le devolvió el gesto con un cabeceo.

—Disfrutando a tope la vida con Perico Gamuza, ¿eh? —os dijo, asomándose entre Hellas y Aranna.

El hombre metió la mano en el morral de cuero que llevaba cruzado y extrajo de él una botella sin etiquetar, que depositó en vuestra mesa junto a la de ron.

—Estamos destilando un whisky. Todavía no lo tenemos preparado para venderlo, pero me gustaría que lo probarais y me dierais vuestra opinión. ¡Invita la casa!

Perico se acercó a la barra, dedicó un guiño a Oona y le pidió a Lankus vasos limpios mientras le daba media docena de botellas como la que había puesto en vuestra mesa. Os trajo los vasos él mismo y se quedó acodado en la barra, charlando con Lankus.

Oona anotó mentalmente los nombres, antes de mirar a Lankus fijamente con sus grandes ojos del color del océano.

-No, no los conocía, pero ahora sí. Gracias, señor Lankus.

Por Helvenya ya nada podían hacer, más que llevar sus restos a Seaton para que su familia le diera sepultura. Se lo comentaría a su padre para que enviase una carta al clérigo local. Eso si el clérigo local no era su hermano Prunell y seguía en el barco, a punto de ser vendido como esclavo. 

En esos pensamientos estaba cuando la puerta se abrió de par en par para dar paso a... Perico Gamuza. Gary, desde la mesa, alzó la cabeza y luego el vuelo, entusiasmado, y se puso a hacer cabriolas en medio del salón mientras el joven destilador de ron entraba para depositar su nueva creación. Wishky. Oona se pasó la mano por la frente, primero ron de buena mañana y ahora wishky. ¡Así no avanzarían en su misión!

Se acercó a la mesa dónde estaban los demás.

-Gracias, Varlie. Con eso es suficiente. Ya tenemos sus nombres, de dónde venían y lo que eran. Es momento de marcharnos -comentó a los demás.

Gary revoloteó en torno al wishky, nada de acuerdo con Oona.

Mientras apuraba la primera copa de Perico Gamuza relamiéndose a cada traguito del preciado licor, Colibrí parecía complacido de que Varlie le hiciera ojitos, porque se los hacía, ¿no? Ember no tenía demasiada experiencia en estos asuntos, pero le pareció que iba por el buen camino.

- Porras, ahora estoy metido en este maldito asunto... Gramblfjghh... - Se decidió a exponer una buena excusa, una que no andaba lejana de la realidad y que le daría mejor aspecto aún a su reputación. - Ummm, me gustaría verte mañana Varlie, pero estamos metidos en una asunto importante, ya sabes, el Capitán Fireborn y el Consejo del pueblo están pendientes de nuestros progresos; me temo que andaré unos días liado... ¡Pero te prometo que cuando acabe vendré por aquí! En tu siguiente día libre a partir de que acabe este asunto, podemos ir a cenar o algo, ¿te parece? -

En ese momento, Perico Gamuza entró en la sala tras depositar un recipiente en la mesa, este capturó casi toda la atención de Colibrí.

- Pero, pero, ¡¡Periiiiico!! ¡Menudo honor! Perdona a mi amiga Oona, no se acuerda que aún tenemos cosas que hacer aquí; y mientras tanto, te agradecemos la oportunidad de probar uno de tus nuevos caldos, ¡me quito el sombrero! -

Cosa que Colibrí hizo, levantándose de la silla y haciendo una pronunciada reverencia con sombrero en mano al afamado destilador. Cuando Gamuza volvió con los vasos, un tan emocionado Colibrí al que temblaban las manos sirvió los vasos con la adecuada reverencia, poniendo su anterior vaso de ron (ahora sin una gota del mismo, pero que frotó con la manga aún así)  a disposición de Varlie para que catara el whisky. Le estaba haciendo un gran honor a la muchacha, esperaba que ella se lo agradeciera algún día. Luego cuchicheó a Oona de tal manera que su voz no se proyectó más allá de la mesa, siendo audible para los que estaban sentados a la misma.

- Oye Onna, ¿cómo nos vamos a ir? Aún hay que espera al tal Torkan Anderhoff, el trampero con lengua de bardo. Me gustaría hablar con él por dos razones, una dice que ha estado en la casa encantada y ha visto cosas escalofriantes allí, y dos, fue de los últimos que habló con los hermanos Goldblade. - Luego eleva algo el tono.

- Además yo creo que vamos a necesitar esas salchichas caseras con huevos después de toda esta bebida, si es que queremos salir andando de la posada, ¿no creéis? - Luego, ni corto ni perezoso, se arrea un traguito del whisky que Perico Gamuza les había dejado en la mesa, en aras de poder dar su opinión sobre el destilado.

A tu salud, dijo Aranna, vaciando el vaso que acababa de llenar con whisky. El gusto que le quedó en el paladar le trajo a la mente el olor de la madera quemada. No le presagiaba éxito por esos lares, donde los marineros adoraban al ron por encima de Valkur y Umberlee. Sabe a beso de fumador de pipa y  noche de campamento, opinó. Tal vez tierra adentro las gentes estuvieran abiertas a otras experiencias.

Oona tenía prisa por marcharse. La muchacha se comportaba de forma muy profesional, aunque Aranna suponía que no se sentía nada cómoda con toda aquella situación, y simplemente quería salir de la taberna lo antes posible.

Solo son unas horas, dijo a la genasí, guiñando un ojo. No tenemos prisa. Merece la pena esperar.

Aranna no esperaba que los cuentos de ese Anderhoff fueran a serles de utilidad, pero si los Goldblade habían hablado con él, había una posibilidad bastante decente de que el tipo tuviese que ver con lo que estaba pasando en esa casa, que fuese él quien había avisado a sus compinches de que un par de bienhechores iban a meter las narices en sus asuntos. Otra sospechosa era Varlie, pero la mediana parecía tan inofensiva, que solo una persona más suspicaz que la aventi se hubiese tomado en serio la idea.

Dice la verdad Colibrí, dijo a la camarera, acercando la cabeza a su oído. Terminaremos con este asunto lo antes posible y te lo dejaremos sano y salvo y bien descansado.

¡Rayos! Para un día que no tenía que llamar la atención y aparecía el mismísimo Perico Gamuza. Estaba claro que hoy no era el día de Hellas. La joven, cómo la genasí, también quería marcharse del lugar, no le gustaba estar rodeada de tanta gente.

—Oona tiene razón, no podemos estar esperando a Anderhoff hasta que Valkur quiera que aparezca—repuso Hellas se servía un vaso de whisky (una cosa es que tuviera prisa y otra que se fuera sin probar la bebida espirituosa)—. Hay alguien que nos necesita. Y cada segundo cuenta.

La joven se levantó y se bebió el vado de whisky de un trago. Delicioso sin duda alguna. Como todos los caldos del bueno de Perico.

Ojalá Anderhoff entrara para poder tomarme otro vaso la verdad.

Colibrí se repantigó en su silla más aún más cuando Hellas/Fay se levantó de la misma, mientras trasteaba en su cinturón en busca de algo.

- Lo cierto es que si se os ocurre algo de provecho que hacer en este tiempo, Fay, Oona y tú podéis llevarlo a cabo. Parece que Aranna y yo tenemos claro que hablar con ese cazador con alma de poeta es algo que merece la pena hacer, más aún con tan buen acompañamiento líquido, y pronto sólido.

Podemos reunirnos pasada una hora el mediodía donde digáis, no creo que tratar con el tal Anderhoff nos lleve más de una hora. Lo cual me recuerda Varlie que no te retenemos más, aunque puedes acabarte el whisky, claro, ¿te ha gustado? -

El escuálido halfling finalmente encontró lo que buscaba, y se encendió una pipa en cuanto tragó el primer sorbo de whisky. Aquel sabor a madera ahumada maridaba excelentemente con el sabor del tabaco, haciendo de su ingesta un doble placer, el de beber y una buena pipa.

Nadie estaba de acuerdo con Oona. Siempre le pasaba lo mismo, ¿es que nadie podía ser minimamente profesional? ¿O acaso ella tenía un sentido de la responsabilidad demasiado grande y no sabía disfrutar de los pequeños placeres de la vida? Ese era siempre un motivo de discusión con Eved. Otra razón más para haberse marchado sin más.

Gary se dio cuenta de que Oona estaba seria. El dragón experimentaba algo parecido a cuando una tormenta está a punto de estallar en mitad del océano. Las emociones de la genasí eran turbulentas, de modo que el familiar sobrevoló la taberna y se posó sobre el hombro de su ama para tranquilizarla. Ya había bebido su vasito de ron y lamido unas gotas de wishky, estaba más que satisfecho.

Oona miró a Hellas cuando le dio la razón. ¡Al fin alguien con sentido común!

-Muy bien, iremos a investigar la Casa Encantada -decidió sin más, mientras se encaminaba hacia la puerta-. Nos vemos allí cuando acabéis de hablar con Anderhoff.

Hellas y Oona se despidieron de vosotros y os dejaron con vuestro ron, vuestro whisky y las prometidas salchichas caseras de Lankus. Varlie vació el vaso de whisky que le tendió Colibrí de un trago. Encogió toda la cara y sacudió la cabeza enérgicamente.

—¡Uf, me ha quemado la garganta! —dijo—, pero queda un buen gusto al final.

Sonrió en dirección a Perico mientras se bajaba de la silla de un salto.

—¡Vale, ya sabes dónde estoy, Colibrí!

Se inclinó para escuchar el murmullo de Aranna, al que respondió con una risita tonta. Antes de ponerse roja como un tomate, la camarera agarró su bandeja y se dirigió a la taberna.

—¡Beso de fumador de pipa! —aplaudió Perico Gamuza y dirigió a Aranna un pulgar hacia arriba—. Bien visto. Es la madera que estamos utilizando para las barricas. Muy tostada, de roble mazticano. Estoy buscando precisamente esos aromas a humo y a tabaco.

Perico se rascó la barbilla.

—Pero ¿noche de campamento? No es exactamente lo que busco evocar. Hmmm. Gracias. Me has dado algo en lo que pensar.

»¿Fumáis? —dijo al ver a Colibrí preparar su pipa—. Espera, espera. Quiero que probéis otra cosa.

Perico extrajo de su faltriquera una pipa de madera, fabricada de una sola pieza. Se acercó a vuestra mesa, se sentó y se la pasó a Colibrí.

—Prueba en una de estas. Están fabricadas en madera de uno de nuestros barriles de ron de más de diez años —explicó—. Notarás los aromas cuando fumes. ¡Pruébalo!