Partida Rol por web

Acaeció que, meses después del suceso del león, coincidieron Bacis el matahombres, y Phoenix el poderoso, criado en los fríos brazos de la maternal Hera, en una de las batallas que enfretó al ejército del rey de la hermosa y hospitalaria polis de Mantinea, el amable Alteo, padre de Bacis, y digno ante los dioses, con las huestes del rey de Tegea. El motivo de la disputa había sido un asunto de ganado con la cercana y enemiga polis de Tegea, y eso había motivado que las familias de dos pastores se enfrentaran, y cada uno había traido a los suyos, hasta que la mortandad y el odio había extendido sus brazos, y Erinia, la diosa de la manzana, y de la discordia, había hecho que toda palabra y arreglo cayera en hora mala. Cuando Bacis supo de los problemas en su patria viajó hasta allí sin parar en fonda o posada.

Todo eso había ocurrido, y aun mas, pues por ambos bandos se contrataron mercenarios, e ignorante de ello, y de la relación de Bacis con el amable Alteo, plugo a los dioses que Phoenix El Poderoso, criado por Hera, la que se sienta junto a Zeus, combatiera junto a los ciudadanos de Tegea. Cuando Bacis contempló como su padre, que a pesar de su bonhomía tenía el pecho aun henchido con el valor que contemplan gustosos los dioses desde los palacios que el hábil Hefestos les construyó, estaba rodeado por enemigos, se inundó su pecho de cólera, y cargó contra ellos, causando gran mortandad con su espada.

Pero he aquí que vio como en el otro lado del campo de batalla un guerrero deiforme sajaba sin parar, causando pasmo y dolor, y dejando a muchas viudas entre las mujeres de la generosa Mantinea. Y pensó el matador de hombres "he aquí que un guerrero golpea a los hombres de mi padre, a mis vecinos, con gran furor, causando gran mortandad, y mostrando ser maestro con la espada. Combata yo con él, no vaya a ser que los hombres de mi padre sufran escarnio, o aun peor, hagan escarnio de mi estirpe diciendo: mira a este, que se dice amado por Ares, y no se atreve contra el mejor de nuestros enemigos"

Y con tal pensamiento se lanzó Bacis contra Phoenix, sin que entre ambos se reconocieran, puesto que llevaban calado el yelmo, y Erinia, deseosa de causar dolor a los mortales, nublóles la mente y los sentidos, para que no pudieran saber quien era quien, y la amistad no refrenara sus golpes. Grande fue el reto entre Phoenix el poderoso, caro a Hera, y el homicida Bacis, elegido por Ares. Sus espadas se cruzaron muchas veces, en combate digno de ser contemplado por los dioses, y muchas veces pareció ir a sucumbir uno, como tantas fue el otro quien parecía estar presto a caer. Pero he aquí que Bacis invocó a Ares con aladas palabras diciendo
- Ares, señor de la guerra, si es tu gusto que este guerrero desconocido tome sobre mi ventaja y victoria, y mi sangre manche las tierras de mi padre, sea, puesto que sabe usar la espada, y no muestra temor. Pero si en algo te ha agradado mi comportamiento dame las mieles del triunfo, puesto que mi brazo es fuerte, y mi padre observa nuestro combate, y los aqueos todos de uno y otro bando.

Parecieronle dignas a los dioses las palabras del valiente Bacis, o tal vez la mano del poderoso Phoenix, cansada por el rigor del combate, no pudo mantener más la espada entre los dedos ensangrentados, pues el nuevo golpe de la espada de Bacis, hizo que la espada de su amigo resbalara de entre sus dedos. Y fue Hera la que puso palabras de enfado en los labios de aquel que amamantó de niño, haciendo así que Bacis reconociera a su amigo, quien bien había respetado su vida en las calles ante el león furioso con lo que, puestos en fuga los tebanos, tendió su mano al amigo vencido y díjole

- No te aflija, mi buen Phoenix, esta derrota, puesto que bien pueden tus ancestros enorgullecerse de tu modo de combatir, y no en vano te llaman el Poderoso. Reconóceme, pues soy tu amigo Bacis, a quien salvaste, y por ese gesto hoy también debes ser salvado, pues solo el necio castiga a quien combatió valientemente. Jura, como yo lo hice en su momento, prestarme asistencia cuando te requiera, y consiente que te de cobijo, y mesa en el banquete, no como prisionero (eso jamás) sino como altísimo huesped en la mesa de mi padre. Ea, no discutamos más y reanudamos el vino y la amistad, donde aquel león, y este combate, dejó interrumpida

Reto a Medea de Tracia, señora de las bestias, hija de Xenia, a un duelo, siendo la habilidad elegida might (poder)

Acepto el desafio.

El proceloso mal se rebela, y Poseidón, enajenado por alguna afrenta desconocida, castiga vuestro navío con enormes olas espumosas. El barco no resiste el embate y el mástil se parte por la mitad con un crujido ensordecedor...

Artemis, sorry ahora pongo descripcion e historia

Victrix ^^

Ocurrió, días después de la victoria contra las fuerzas de Tegea, que Bacis, el que sigue a Ares, zarpó junto a Medea, amazona, señora de las bestias, en dirección a las costas de Creta. Y acaeció entonces que el temible Poseidón deseó recordar a los mortales cuán indefensos se encuentran frente a los caprichos de los dioses olímpicos, que tienen al mundo como su jardín privado para su deleite, y mandó sobre los mares todos olas enormes, que hacen aflorar el temor aun en los más valientes corazones.

Y así fue que el mástil se partió por la mitad con un sonido estremecedor, y cayó sobre los marineros y los héroes deiformes, Bacis, el mata hombres, y Medea, la cazadora de bestias que es querida por Artemisa. Sucedió entonces que ambos héroes sostuvieron con sus manos desnudas el mástil, evitando que el gran palo rompiera la cubierta, y los precipitara a las aguas embravecidas. Y mientras ambos héroes mantenían el mastil con sus manos poderosas, los marineros iban cortando cabos y velas, para evitar que todo se hundiera.

Y Bacis pretenciosamente dirigió palabras vanas a Medea, arquera grata a Artemisa
- Deberías, mujer, retirarte, puesto que tus músculos son menores que los míos, y solo lograrás lastimarte

Palabras vanas eran, pues Medea era amazona, y hábil con la fuerza, con el arco y con la caza, aunque no siempre con la palabra. Y en el alto Olimpo las palabras de Bacis molestaron a Hera, Atenea y Artemis, protectoras de las amazonas, y dijo una de ellas a las otras.
- ¿No oís como Bacis, el pretencioso, insulta a una de aquellas que cazan y demuestran ser tan valientes como los hombres? Eh aquí que este abusa de saber que ella ha abandonado el camino sangriento de sus hermanas, y le dirige palabras que no osaría dirigirle si estuviera con sus compañeras. Démosle una lección, y hagamos que sus músculos no soporten el peso del mástil, y así aprenderá a no insultar a aquellas a las que las diosas amamos

Y llegó entones un momento en que los músculos de Bacis flojearon, y fue entonces cuando Medea ganó gran gloria, y sostuvo ella sola el mastil mientras los marineros terminaban de cortar cabos, y velas, y entre todos lanzaron el pedazo de madera a las aguas. Calmoso el olímpico señor de los océanos, y reconoció Bacis su derrota, jurando a la amazona asistirle una vez cuando la ocasión lo requiera, y disculpando su rápida palabra, aunque quedándole la amargura de haber sido derrotado.

Veo que Bacis, el poderoso hombre que tantas hazañas ha llegado a cabo, aquel al que se conoce desde los dejanos desiertos de los persas, hasta las columnas de Hercules, no puede con el mastil de este trirreme, mas no os preocupeis, oh, fiel seguidor del dios Ares, aquel al que yo tanto adoro, que os ayudare aqui y en esto momento, pues al igual que en el pasado, los dioses unieron sus fuerzas para luchar contra titanes y gigantes, nosotros los humanos, uniremos las nuestras.

Pero no quedeis amargo por esta derrota, pues he de deciros que vuestras grandes heroicidades no quedaran en aguna mojada por este simple hecho, pues tras mi paso por el templo de Atenas, y la reflexion con las sacerdotisas alli presentes, me enseñaron que un solo hecho no puede borrar toda una vida de importantes gestas.Y mas os digo que agradezco vuestra promesa aqui cumplida, y yo en mis plegarias pedire a los dioses que os protejan para que podais llevarla a cabo.

Reto a Stalicos, el asesino de monstruos, hijo de Tratius, a Orate

Y fue entonces cuando los mercenarios, más preocupados por las riquezas que por la gloria, se amotinaron, y negarónse a combatir a pesar de que la batalla se avecinaba y se oían los cascos de los caballos acercándose...