Partida Rol por web

me acerco al Duque ...- Mi señor mi nombre es Lideon, tambien me llaman el bardo Felino, canto y ayudo por donde voy, y si puedo ayudar y apoyar posteriormente a la zona con una gesta digna de los mas grandes heroes, estoy seguro que lo lo lamentara - en sese momento saco mi laud y toco un poco un poema dificil y hermoso, que alegraba algo el corazon de los que lo escuchaban

Magd se arrodilló en el suelo mojado como señal de respeto hacia Sir Isteval.

 -Mi espada está siempre al servicio de las buenas gentes de estas tierras, señor. Ya sea sola o bien acompañada, marcharé hacia Cromm para ayudar en todo lo que pueda.

La guerrera no quería implicar a aquellas personas que acababa de conocer en contra de su voluntad, pero si ellos decidían motu proprio acompañarla, su ayuda sería más que bienvenida.

La primera en hablar fue la muchacha encapuchada, ofreciéndose directamente a colaborar sin dudarlo ni un momento. Magd se incorporó para mirarla y sonreírle. Tal muestra de determinación y valentía eran dignas de admiración. Como las que mostraba el felino, que también parecía más que dispuesto a acompañar a ambas mujeres hacia la aventura. Estaba claro que no se había juntado con aquella gente por casualidad.

El Druida se sorprende de que Sir Isteval tratase con tanta cercanía a la joven que hasta hace poco no le había reconocido, quizás la chica era corta de vista, o despistada. El Felino que se autoproclamó bardo llamado Lideon, la joven del pueblo llamada Magd y Kareen la viajera de paso, se adelantaron en la presentación al caballero, que a pesar de las circunstancias aún mantenía la compostura.

- Mi nombre es Kvothe, Sir - pronuncia el dracónico con su tono de voz profunda y salvaje, que desencajaba con la del resto del grupo - y es mi obligación ayudaros a enfrentar al peligro que ataca la baronía, pues nada bueno traen consigo los dragones negros... - termina en tono sombrío el druida, pues sabe que es muy probable que la corrupción del dragón ya haya afectado el equilibrio del pantano desde donde salió, y era su deber intentar restituir el balance natural que había en el.

El joven mediano ve el momento oportuno para hacer acto de presencia. Parece que se ha reunido un grupo bastante variopinto en el que pasar desapercibido, y del cual sacar algo de beneficio. –Es un placer para mi, un modesto comerciante de la zona, poner en disposición del honorable Sir Isteval mis mercancías, así como mis habilidades y aptitudes en pos de las buenas gentes de la Baronía de Cromm.– Saru sonrió ampliamente y apoyó ambas manos a cada lado de su cadera. 

Sin embargo, la cara del comerciante mudó sorpresivamente en segundos. –Deberíamos ponernos en marcha cuanto antes, ¿no cree?. El tiempo apremia y no sabemos demasiada información. Puede que el dragón se haya marchado y haya que socorrer heridos... 

El Duque Maldwyn echa una mirada preocupada a los cielos tormentosos y se vuelve hacia Isteval.
–"La mayor parte de la milicia se quedará en la villa, en caso de que el dragón nos ataque".
-"Por supuesto, su gracia -responde el Caballero. – Eso sería lo más sabio. Con una veintena de hombres a caballo debería ser suficientes. Ademas contaremos con la inestimable ayuda de estos aguerridos aventureros"

El Duque Maldwyn no tiene reparos en permitir que Isteval lidere a los refuerzos que marchen hacia la Baronía de Cromm.
Está contento de dejar el asunto en las capaces manos del caballero y se retira inmediatamente a la seguridad de su castillo. El Duque le pide a Lord Floshin que le acompañe y el elfo acepta humildemente.

Mientras la milicia de Vado de la Daga recluta una fuerza para marchar hacia la Baronía de Cromm, unos cuantos caballos son traídos para partir inmediatamente hacia la Baronía de Cromm, a través de la tormenta y con la mayor premura posible.

Cabalgáis hacia el sur, pasando granjas y cabañas. Bajo los cielos tormentosos, la Baronía de Cromm es un castillo sombrío, poco más que un bajo alcázar rodeado por un muro exterior. Parece que los muros han sido reparados muchas veces a lo largo de los años. Galopando a través de un campo abierto que lleva hacia la aldea, no veis o escucháis signos de combate.
Los truenos resuenan en el cielo mientras os acercáis, la lluvia se convierte en bruma, mientras un fresco viento del mar sacude vuestras capas.
Las puertas de la Baronía de Cromm se abren según os vais acercando. Tras ellas podéis ver un granero con un pozo, unos
establos, un corral y un campo de entrenamiento. El alcázar en si es una simple casa fortificada que parece relativamente nueva. Veis una hilera de seis cuerpos tapados con lonas en el patio. También veis otros seis soldados haciendo guardia en el muro occidental.

Durante el viaje al galope y en mitad de la tempestad que nos azota quedo sumida en mis pensamientos por lo que permanezco silenciosa y cabizbaja, oculta bajo la capucha que me protege el rostro de la lluvia.

- Parece que llegamos al fin.- Rompo mi silencio en cuanto la aldea nos da la bienvenida dibujándose esta en el horizonte.

Había visto lugares mas sombrios, asentamientos mas pequeños y empobrecidos, pero este en especial poseía "algo" que me ponía la carne de gallina. Tal vez fuera esa densa bruma que lo arropaba o ese alcázar que se elevaba coronando el asentamiento y que quedaba iluminado por caprichosos relámpagos.

La vista no pudo evitar pasar por lo que se intuía eran seis cuerpos caídos en combate a nuestro paso hasta dar con los establos. Me bajé de la montura de un pequeño salto, colocando bien las riendas tras tocar tierra y recogiendo mis cosas.

Observé al grupo con detalle ahora que habíamos parado. Un Dracónico, un felino, una guerrera y un comerciante. Desde luego éramos un grupo bien dispar. Lejos de pensar en ellos solo como una compañía con una misión me llamó la idea ver su lado mas cercano, cálido y porqué no sexy. ¿Porque no les conociera un par de lunas antes?.

- Parece que tendremos que entrar para presentar nuestros respetos y ofrecer nuestra ayuda.- Apremié para ir hacia el alcázar. Sentía curiosidad, impaciencia por conocer la famosa figura que dirigía ese caserón.

El Druida partió junto con el grupo de desconocidos aventureros, que como él se habían ofrecido a ayudar la Baronía de Cromm, y un pequeño destacamento de milicianos, en el camino nadie conversaba, de seguro todos estaban preocupados por la situación, y dando rienda suelta a la imaginación. Pero había que aprovechar el camino, por lo que Kvothe intentaba identificar plantas curativas al paso, y recogía lo que encontrara, sin duda habría heridos durante del ataque del dragón, y luego de defender la Baronía, habría que ayudar a los heridos

Al llegar al castillo, nota que por lo que muestran las lonas, para 6 soldados ya es tarde - mmmm esto no pinta bien, espero poder ayudar a esta gente, y evitar más muertes - piensa, intentando darse ánimos

La joven viajera, lo saca de sus pensamientos, pues ha tomado la iniciativa y se adelanta a investigar el castillo - espera - dijo el dracónico - creo que Sir Isteval debe de presentarnos, pues si bien ofrecemos ayuda, somos desconocidos para esta gente que ha sufrido un ataque recientemente - continua el druida, intentando serenar al grupo, y evitar ser un estorbo en dónde no los han llamado. Mientras avanza con el grupo, observa a los caídos y a los guardias apostados en la muralla occidental, preguntándose si ese era todo el destacamento de la baronía. 

El camino habia sido largo ... y durante ese tiempo habia intentado tocar melodias de animo hacia los que ibamos al combate, asi como conocer a las dos hermosas mujeres que nos acompañaban, un bardo sabia identificar la belleza y ambas lo eran sin duda alguna, cantando alguna cancion pedidas por ellas, o teniendo conversaciones privadas en los momentos de descanso ( por si el master desea poner una zona de conversaciones entre eventos)

cuando llegamos en las proximidades ..., veo los cuerpos tapados, y ya podia imaginarme de que se trataba ... luchar contra un dragon no era una aventura exenta de peligros y muerte ...

En el momento que la hermosa señorita Stronghorm, nos incita a avanzar hasta el castillo, intento detenerla, con suavidad ... - Mi señora, calmese, somos invitados y conociendo la reputacion del castillo, temo que no sean tan amigables como en la ciudad de partida ... - le digo en voz baja para que nadie nos escuchara, salvo el grupito de aventureros.

A pesar de la incesante lluvia, el camino hacia Cromm fue rápido gracias a sus monturas. Magd y sus compañeros habían salido derechos hacia allí nada más ofrecerse voluntarios. Apenas sí habían tenido tiempo de coger lo necesario para una tarea de aquella envergadura antes de salir, pero al menos la guerrera se había podido despedir de su padre antes de marchar al galope hacia la baronía.

A medida que se acercaban a su objetivo, Magd respiró aliviada al no oír ruidos de combate, creyendo que habían llegado antes que el nefasto dragón. Los cadáveres tapados con lonas que se hallaban en el patio le hicieron darse cuenta de lo contrario.

La mujer encapuchada fue la primera en aventurarse hacia el alcázar, pero rápidamente el dracónico y el felino intentaron detenerla, alegando que eran unos desconocidos allí y que por tanto debían tener mucho cuidado.

 -No os preocupéis, sólo tenemos que presentarnos como enviados de Sir Isteval. No creo que nos pongan pegas para entrar, dada la situación en la que se encuentran.

Dicho esto, Magd fue junto con la hechicera hacia el alcázar, concretamente hacia el guardia más cercano.

 -¡Ah del castillo! ¡Somos enviados del Vado de la Daga, venimos a ayudar a Cromm en este momento de necesidad!

La mujer se adelantó un poco más para que pudieran ver su rostro con claridad, sin hacer ademán alguno de coger sus armas para que vieran que venía en son de paz.

 -Soy Magd Brunhe, miembro de la milicia del Vado de la Daga. Mis compañeros y yo hemos sido enviados por Sir Isteval en persona para luchar contra el dragón que os amenaza.

El mediano torció el gesto a medida que la baronía se hacía visible entre granjas y cabañas. Aquello era una simple casa, poco de valor habría allí dentro. Tal vez hubiera sido mejor idea haberse quedado en Vado de Daga. Pero ya estaban llegando y no podría dar marcha atrás sin levantar sospechas. Así que continuó junto al grupo, que se hacía paso entre las entrañas del pequeño acuartelamiento. Saru arrugó la nariz en cuanto intuyó los cadáveres bajo las diferentes lonas, no le daba buena espina, aquello no iba a reportarle muchas alegrías. 

–Nuestro amigo dracónido tiene toda la razón. Deberíamos mantener la boca cerrada y esperar a que quien nos guía haga las pertinentes presentaciones...– Sus palabras se perdieron entre los gritos de la imponente guerrera. El enjuto comerciante, en comparación con su compañera, miró para otro lado. Prefería mantenerse al margen que ser aplastado por un puñetazo de la dama...

Durante el trayecto hacia la Baronía de Cromm, Kvothe pudo identificar algunas hiervas curativas cercanas al camino, pero la tormenta y la premura con la que os movíais le impidieron bajarse del caballo para recogerlas. Al menos pudo identificar el lugar para volver más tarde a recogerlas.

Sir Isteval y la veintena de hombres que pudo reclutar iban con vosotros, pero al llegar a la Baronía os adelantasteis a ellos unos metros. Madgh fue, de sus compañeros, la que dio el primer paso y se acercó a uno de los guardias para pedir audiencia con la autoridad del alcázar, en este caso la Baronesa Wrynne. El guarda dudó unos segundos pero al mencionar a Sir Isteval, y al ver el grueso de refuerzos que llegaban detrás de vosotros (el caballero entre ellos), no dudó en llamar a su señora.

Segundos después, y mientras Sir Isteval se ponía a vuestro lado, una mujer con armadura de unos treinta y pico años sale de la pequeña fortaleza, acompañada por el guardia que había entrado a buscarla y otro hombre con armadura que porta un
brazo en cabestrillo. Según os acercáis, la mujer se quita uno de sus guanteletes y extiende la mano a Sir Isteval.
- ¡Bienvenidos a la Baronía de Cromm!
- Baronesa Wynne – replica el caballero – ¿No me diga, mi señora, que ya ha dado muerte y enterrado al dragón?
- Me temo que no - contesta ella de forma seca. –Ya no soy tan joven como antes. Pero basta de eso. Pasad, haremos las presentaciones pertinentes junto al calor de la chimenea.

El interior de la fortaleza era bastante austero. La Baronesa os conduce al salón donde tiene la chimenea encendida para que os podáis secar un poco, y a penas os puede ofrecer algo de agua o vino para beber.

A juicio del druida las muchachas tenían los humos muy subidos en su mente, tomando atribuciones que no les correspondían, pasando por encima de Sir Isteval y los demás milicianos, siendo que estaban ahí para brindar apoyo. Pero quizás las jóvenes sentían que no respondían a la cadena de mando, cómo era el caso de Kvothe, cuya lealtad era hacía su círculo y a la Madre Naturaleza, a quién debía de respetar y proteger.

El dracónico puede notar que la Baronesa Wynne, ha visto más de un combate y que sus hombres la respetan por ello, sigue a la comitiva hacia el interior de la fortaleza, y agradece el calor ofrecido por la chimenea así como el vino ofrecido para entrar en calor - Baronesa, mi nombre es Kvothe y he venido a ofrecer mi ayuda - dice con su tono de voz particular, y se detiene para dar un sorbo más al vino que le "ayuda a entrar en calor" - frente a la situación en la que os encontraís, ahora que el ataque a pasado puedo ayudar a sanar a los heridos - continua mientras lanza una mirada al cabestrillo del soldado que acompaña a la Baronesa - o en otra labor que creaís que se deba priorizar - termina, intentando dejar claro que su intención es ayudar, dentro de lo que sea posible

Cuando Sir Isteval se puso a su altura, la guerrera retrocedió respetuosamente, dejándole hablar. Tal vez había sido un poco demasiado atrevida adelantándose al caballero, pero la preocupación por el inminente ataque de un dragón se impuso a toda prudencia y educación. Puede que no fuera lo más correcto para alguien de su rango, pero ya asumiría las consecuencias de sus actos más tarde, cuando una población no estuviera bajo una amenaza tan grande.

Cuando la Baronesa hizo acto de presencia, Magd hizo un saludo militar sin mediar palabra. Ya se había adelantado a Sir Isteval una vez, no quería pisarle el diálogo con la dirigente de Cromm también. En silencio y junto a sus compañeros, siguió al caballero y la Baronesa hacia el interior del alcázar, donde les ofrecieron una bebida. Magd rechazó el vino, ya que no quería que el alcohol embotara sus sentidos. Llegado el momento de las presentaciones, el dracónido fue el primero en hablar, ofreciendo sus habilidades como curandero a la Baronesa y expresando su gran deseo de ayudar. La guerrera asintió al ver aquello y sonrió, satisfecha de tener compañeros con corazones tan nobles.

Una vez Kvothe terminó de hablar, Magd se acercó a la Baronesa y se arrodilló delante de ella.

 -Se presenta Magd Bruhne, su excelencia. Mi espada está a vuestro servicio y al de vuestra gente.

Dicho esto, la mujer se levantó y retrocedió un poco, dejando espacio a los demás para que pudieran presentarse en condiciones ante la Baronesa.

No iba a ponerme en primera fila si había dispuestos guerreros con mas renombre que nos habrían paso y se ocupaban de los formulismos. 

Como una oveja mas en ese rebaño entré en el interior con ojos críticos y la boca cerrada. Tanto que por un momento ignoré las primeras presentaciones entre los mandamases perdida en mis propios pensamientos.ncluso cuando también lo hacían algunos integrantes del que ahora mi aguerrido grupo de compañeros. Por ello fue tal vez que tras apartarse a un lado mi buena amiga la guerrera me topé casi de bruces con la mujer con mas peso en aquel fortín.

 Copa en mano y con ojos resplandecientes iluminados por el fuego de la chimenea me salieron solas las primeras palabras- Mi señora..- Alcé los ojos y reprimí la sorpresa tras una máscara sonriente, al tiempo que improvisaba un saludo un tanto caballeresco usando el vuelo de mi capa llevado por mi diestra hacia delante. - Kareen Stronghorm, mis conocimientos mágicos están a su servicio, así como mi persona.- Como era habitual no esperaba que me respondiera o iniciara conversación, así que como el resto me aparté cuando lo prudente me dijo hacerlo. Pero no por ello le presté menor atención. Era una mujer madura, de buena cosecha, tal vez mejor que el propio sir Isteval que a su lado perdía bastantes puntos.

Era una mujer fuerte y con valia, eso era tan evidente que un trobador no lo pondria en una cancion ... sin embargo habia algo mas... era poderosa en alguna manera extraña ... ningun hombre intentaria someterla, si no quisiera ser degollado sin miramientos ..., me incline ampliamente antes alquien de tan alta alcurnia - Mi Señora, Lideon, el Bardo Felino se presenta para cantar la gesta de estos valiosos heroes que vienen  a acabar con las amenazas de su tierra, asi como en animar a los guerreros y ensalzar sus actos ... -  Tome una de las copas de vino y tome un largo trago, mientras que tomaba a continuacion mi Laud y comenzaba a tocar una cancion de fiesta animada y alegre para animar y poner calido el animo de todos los que volvian de la batalla y deseaban luchar para defender sus tierrras y familias ...

El sonido de las cuerdas del laud embriagó toda la estancia a medida que el bardo empezaba alguna de sus canciones. ¿Qué demonios iba a animar en esa situación?. Saru apretó con fuerzas los ojos, frunció el ceño con desagrado y se pasó la mano por la frente algo irritado. Aquello iba a ser largo y tedioso como aquel juglar aprovechara cualquier momento de pausa  para rasgar su instrumento durante los próximos días venideros. 

El mediano agarró una de las copas y se apoyó en una de las paredes del salón esperando que terminaran las formalidades entre caballeros. Mientras daba pequeños sorbos, para alargar todo lo que pudiera la ingesta de la bebida, observó como había hecho con anterioridad en el exterior del pequeño castillo, si podía aprovechar algo para sí mismo. Ya había visto algunas cosas interesantes...

Con cierto disimulo fue acercándose al soldado que llevaba el brazo colgando en un vendaje. –Oye, ¿no tendréis algo que nos pueda servir para ayudaros contra ese dragón? Algunos virotes, antorchas, herramientas... ¿Armas? Ya sabes, toda ayuda es bienvenida, como nosotros al venir aquí. –El comerciante le ofreció una de sus más amplias sonrisas.

Lion comienza a tocar una cancion animada para los comensales y comienza a cantarla tambien con los soldados de fuera para animar sus corazones y animar su honor y gloria para luchar y defender a sus familias y seres queridos .... un hacha podia cortar, pero la derrota solo se conseguia desde el corazon de los valientes dispuestos a arriesgar todos por los que amaban ...

Y comenzo a cantar una cancion sobre una princesa ... con poderes y valor ..., que se llamaba la princesa star ...

La gente comenzo a animarse y la oscuridad de sus corazones comenzaron a disiparse, en brumas de color y emocion, en rayos de esperanza y amor ... el bardo sabia que los corazones hinchados de esperanza eran mas peligrosos que un ejercito o incluso que un dragon .... y parecia que tenia su efecto animando a todos los que rodeaba con su musica .... tanto nobles como pleveyos y sin ninguna duda los guardias parecian mas fuertes, mas tenaces y que jamas se rendirian ante las amenazas que se presentaban ante ellos ...

- Es un placer conoceros. Les presento también al capitán Falke, mi segundo hombre al mando - responde la Baronesa cuando os habéis presentado, presentando a su vez al hombre con el brazo en cabestrillo. Aunque enseguida su semblante se torna más taciturno y notáis como una vena en la frente se le hincha, al tiempo que un pequeño tic en el ojo le hace cerrarlo varias veces, todo esto en cuanto Lideon comienza a tocar y cantar su canción. - Ejem... - La Baronesa carraspea para interrumpir la actuación del bardo bruscamente - Señor Lideon, agradezco su intención de animar a mis hombres, pero por favor, haga el favor de esperar al menos hasta que hayamos tratado los asuntos importantes. 

- Maese Kvothe - dice seguidamente - si usted posee habilidades curativas, le estaría muy agradecida si pudiera tratar a algunos de mis hombres. Los que todavía están vivos, claro. - Señala hacia el fondo de la sala, a un rincón. Allí se encuentran tres hombres, uno de ellos tumbado sobre un improvisado lecho de pieles. - Dos de mis hombres todavía están malheridos y luego está mi sargento, Durenn - dice haciendo referencia al hombre tumbado - que ha sido herido con un dardo envenenado. Eso sería lo prioritario ahora, aunque tampoco podemos descuidar el asunto de ese maldito dragón traicionero.

Inspeccionas la zona con disimulo. Si bien el sitio es austero y carente de decoración, te llama la atención algunos objetos que están en una estantería, como un cáliz con pedrería o una estatuilla bañada en oro que representa a Apolo, así como la cubertería de plata que se vislumbra en un cajón mal cerrado.

El Druida no puede evitar sonreír ante la reprimenda que le brinda la Barones al bardo, si bien las intenciones de subir la moral de los ahí presentes, claramente no eran prioridad para la Baronesa - ¿Me podrían dar más detalles acerca de cómo resulto envenenado el sargento? - pregunta, sin dirigirse a nadie en específico - para ver que tipo de tratamiento es necesario - continúa su explicación mientras se acerca a examinar a los heridos.

Mmmm, sin duda es necesario fabricar un antídoto para salvar al sargento - piensa luego de realizar un breve examen al soldado que se encontraba tumbado en la improvisada cama de pieles, recuerda con amargura las plantas que vio en el camino hacía la fortaleza y que por la premura del viaje no pudo recolectar - ¿Alguno de ustedes tiene un antídoto dentro de sus pertenencias?- pregunta el Druida a sus nuevos compañeros, y se lo administra al envenenado en caso de que alguien lo entregue, en caso contrario - Es necesario que fabrique un antídoto para el veneno, camino hacía acá observé que se encuentran las hierbas medicinales necesarias, ¿es posible que las tengaís acá? - dice al tiempo que describe las plantas que le serían útiles para preparar la poción que salvaría al sargento, y espera que si no se encuentran en la fortaleza, alguien pueda ir a buscarlas indicando aproximadamente donde se encontraban mientras atiende a los 2 heridos.

Kvothe pone manos a la obra, y diligentemente trata al primer herido, aplicando cataplasmas y cosiendo las heridas de éste, luego se dirige hacia el segundo herido, y observa que su tratamiento es más complicado por lo cuál solicita la ayuda de alguno de sus compañeros - Necesito que alguien me ayude - dice mientras mira a sus compañeros, esperando que alguno tenga habilidades curativas, que lo puedan ayudar