Decido guarda el contenido del falso fondo en mi bolsa y luego me dispongo a dejar lo demás, incluido el doble fondo, donde estaba, dentro del baúl. Ya examinaré el objeto envuelto en el pañuelo cuando la necesidad y el tiempo no sean tan apremiantes...
Tras guardar el objeto colocas la tapa en su sitio y los objetos lo mejor posible en el arcón justo en el momento en que aparece el soldado resoplando corriendo a pos del carromato.
- Ayuda - dice estirando el brazo.
¿Te quedas con algo más o sólo el objeto?
Me apresuro, tras cerrar el arcón, antes de que pueda verlo abierto, a agarrar la mano del soldado y tirar de él, mientras le pregunto, con mi falso tono pomposo:
- ¿Ha encontrado la joya de mi esposa?.
Solo el objeto...
- Pues nó.
El rostro del soldado está perlado en sudor y muestra una mueca de desagrado.
-Allí no había ninguna joya - sus ojos mostraban una actitud incrédula y daba muestras de pedir explicaciones.
Una escena más de interacción y y finalizamos la escena.
Miré a Mara, fingiendo confusión:
- Cariñín, ¿estás segura de que lo perdiste donde le indicaste a este buen hombre?. Podrías haberlo perdido en el campamento, después de lo que pasó, ¿cuando fue la última vez que viste tu joya?.
Mara bajó la mirada.
- Podría ser - mira ceñuda al soldado - siento mucho haberos infortunado.
El soldado se sentó y aceptó las disculpas de mala gana. El tiempo de Solana tocaba a su fin y ya se podía ver las puertas abiertas de la ciudad que se hallaba a menos de 200 pasos. El estómago gruñía, lo que les recordaba que no habían comido nada desde el apresurado desayuno que habían degustado al alba. Estaban a punto de terminar la penúltima etapa y los bosques cercano a los Picos Perdidos. Luruar les daba la bienvenida.
Cambio de Escena