Partida Rol por web

Mariam, que había quedado rezagada, toma la iniciativa y dando volteretas se acerca al cadaver andante que trata de merendarse al cambiante y comienza a realizar una serie de sucesivos golpes estudiados haciendo estragos en el zombie, finalmente con una técnica precisa lo agarra y lo aparta de Espina que comienza a toser.

Los cadáveres andantes se lanzan sobre sus víctimas alzando frenéticamente los brazos desnudos tratando de agarrar a su víctima para morderla. Sus mandíbulas se abren y se cierran tratando de encontrar carne fresca. Lombert consigue mantener a raya al zombie, pero Mariam no ha tenido tanta suerte. Mientras ésta le atestaba una sucesión de rápidos golpes y lo arrojaba fuera del alcance del cambiante herido, el cadáver putrefacto consigue agarrarla en la trayectoria del movimiento arrojándola al suelo. Aprovecha el momento para inmovilizarla con sus brazos y clavar sus dientes en la carne de la pobre Mariam, que mareada lanza un grito.

Espina aún no entendía la fortaleza de esas malditas criaturas, no entendía como podían seguir en pie, y no entendía como no conseguía arrancarles la cabeza, un tipo tan experimentado como él, una y otra vez las criaturas escapaban o paraban sus ataque, o estaba muy oxidado, o eso no era normal...

La situación parecía estar al lado de los aventureros. Por fin la balanza se había inclinado. Mientras el anciano observaba lejos del combate y reía y farfullada vanalidades y incoherencias, el resto pugnaban con coraje por su vida. De los dos zombies uno de ellos había caído por fin y sólo quedaba uno en pie. La criatura ajena a todo seguía abalanzándose hacia sus enemigos no siendo consciente de su inferioridad numérica.

Vio a uno se sus enemigos caer tras los poderosos golpes de Mariam. Vivo o muerto, ya era practicamente imposible que ese cuerpo se moviera con tantos huesos rotos y carne desgarrada. Podría haber sonreido para sí mismo por esa victoria, pero no le sabía a nada, todavía estaban muy lejos de lo que buscaban. Siguió impasible con la danza en torno de su presa, dando un nuevo rodeo y atacando desde arriba nuevamente, girando, saltando, usando sus dos hachas cual colmillos.

Lombert se permitió el lujo de esbozar una sonrisa la observar como el elfo de las hachas entraba en combate como alma que lleva el diablo. Le había recordado a ciertos bárbaros del norte que solían ser demasiado impetuosos. Sin embargo, la espectacular  demostración de la esgrima por parte de la mujer,no le asombro tanto, ya que el mismo se consideraba un experto en lo suyo.  Por el rabillo del ojo  se percató de que su anciano compañero  permanecía sentado observando el combate. Lombert  se encogió de hombros, suspiro algo entre dientes y agarró con mas fuerza su daga , para asestar un nuevo golpe al ser putrefacto con el que combatían.

Por desgracia, su puñalada  solo sesgó el aire,  debido a los intentos del escurridizo ser al evitar todos los impactos que caían sobre el.

Con cara de pocos amigos, inclino su cabeza en dirección a su anciano compañero y bramó:

- Abuelo! si quieres  hacer algo para ayudarnos, este sería un buen momento!.-

La luchadora monje comenzó a dar piruetas y dar golpes y patadas al cadáver animado que parecía ignorar sus golpes. Por fin, con precisión, evita un intento de agarrarla por parte del zombie y con maestría consigue apartar y arrojarlo hacia el otro lado apartándolo del humano, el elfo y el cambiante. Éste, inmune a la conmoción y aturdimiento se levanta y ataca a Mariam.

La criatura recibe un fuerte golpe y aterriza al suelo. Se puede oír como el cuello y una de sus piernas se rompen. Con la cabeza ladeada trata de alcanzar a Mariam, pero parece que se ha fracturado una de las piernas y se tambalea.

Espina estaba ya harto de aquella criatura inmunda, así que evocó las sombras que conocía para envolver a la criatura con unos mantos de sombra a los cual invocó mientras se movía rápidamente para flanquear a aquella criatura, por fortuna parecía algo indefensa, así que intentó clavarle ala cimitarra, mientras los mantos explotaban al unísono...

Ante el grito de su acompañante, el anciano se pone en pie de un salto. Tras estirar los músculos y quitarse la nieve pegada a su túnica, mira el combate, con otros ojos.

-Tienes razón, además, empezaba a quedarme frio. ¿Sabías que ha nevado? Mi culo empapado lo demuestra- El viejo se sacude y toma el bastón con una mano y lo levanta.

-¡Oh, shihsler guisler, parapara para, bleroclum, tic tac tic tam brummm aaaah…! Oye ¿estáis seguros de que queréis que os ayude? Mira que lo estabais haciendo muy bien. Que no quiero quitaros protagonismo y…-

El ataque de su compañero falla el golpe entonces asiente.

-Bueno, si me lo pides así. ¿Cómo era ese hechizo?- El anciano levanta los brazos, con su bastón en uno de ellos –¡Tuata dris nou, dijoel papa! no espera, ese era para convertir cerdos en personas. Dita sea ¿Cómo…?-

Intentando pensar en el hechizo, el viejo baja el bastón de golpe dando con la parte de abajo en el suelo. Entonces la punta se ilumina y la bola sale disparada hacia la criatura.

-¡aaah! así es como era-

Observáis como el cadáver andante se tambalea tras el último ataque mágico del anciano de ropas andrajosas. Se puede oler a carne chamuscada. La criatura lanza un par de golpes al aire sin objetivo claro. Es la oportunidad de los aventureros para acabar con la resistente criatura.

Haciendo un último esfuerzo para finalizar el combate, el explorador dio nuevamente un rodeo para tomar distancia de su enemigo y lo embistió con potencia, esperando hacerle perder el equilibrio y dejarlo postrado, convirtiéndolo en un blanco fácil. Avanzó resoplando, cortando el viento y con ambas armas lo golpeó implacable. El sonido de la carne muerta al desgarrarse y los huesos al partirse sonó como un chasquido sordo. Cuando el cuerpo hubo caido como una bolsa de papas, prácticamente inerte, un último tajo le separó la cabeza.

La sangre negra regaba la nieve blaquísima, el espectáculo era horroso. Ralflinder hizo un gesto de asco, mientras sostenía ambas hachas colgado de sus brazos a los costados. Lanzó un bufido cargado de vapor. Sus ojos desde la penumbra de su capa y su cabello, seguían fijos en aquello que los había atacado.

Gracias por vuestra ayuda. Dijo sin casi moverse Es mejor que busquemos un sitio más tranquilo para presentarnos mejor.

El anciano asintió al ver a la última criatura caer al suelo. Tras atusarse la barba, contempla la escena y se acerca a lo que queda de los enemigos. El de las orejas picudas sugiere que busquen refugio, pero el viejo no puede apartar la mirada de la última criatura que ha caído. Su mirada se torna fría, su rostro se pone tenso, mientras en su cabeza bullen mil ideas. Su corazón se acelera, su respiración se agita, no aguanta más.

-¡No me mires así leches! ¡Que yo no he empezado!- El viejo estaba hablando con el muerto. -Bueno mira, yo creo que no hace falta que llames a las autoridades. Ninguno tenemos ganas de andar con todo el papeleo. Además, seguro que podemos llegar a... un acuerdo- mientras dice esto, se gira distraídamente y deja caer una moneda de bronce junto al cuerpo -No te lo gastes todo en vino jeje-

Entonces se da media vuelta y mira a todos.

-Bueno, asunto zanjado ¿Buscamos ese sitio calentito? Si no recuerdo mal, había por aquí una posada que servían muy buena cerveza, si me seguís-

Y haciéndoles una seña para que le sigan, se pone a la cabeza. Mientras anda, sonríe inocentemente.

-Vaya tiempo loco ¿eh? y eso que decían que hoy haría buen día-

Al escuchar las frases de su compañero, Lombert no pudo evitar llevar sus ojos al cielo mientras negaba con la cabeza. Se encogió de hombros mientras enfundaba su daga en su cinto, y finalmente se digno a pronunciar palabra:

- No os preocupéis por el abuelo esta un poco... tocado.- comentó tocándose la sien con el dedo indice de su mano derecha justo ene l momento en que su anciano compañero se giraba en busca de alguna posada.

- Pero  tiene razón en buscar un lugar mas cómodo para hablar.-  estudiando con un vistazo a los nuevos personajes que formaban un extraño trio de habilidades,  preguntó:

- ¿No sabréis de alguna por estos lares, verdad?-

Por fin, el cadáver inanimado permanece inmóvil tras el ataque del veloz y diestro elfo. Alrededor todo está en calma. Podía verse dispuestos tiendas llenas de nieve, parecían abandonadas. Un poco más hacia el norte del lugar donde los aventureros habían entablado combate, había varias barcas colocados cuidadósamente boca abajo. Mientras hablaban una de ellas resbaló y cayó hacia un lado. Volvéis casi al mismo tiempo la cabeza para ver como la barca que se había movido volvía a su posición inicial, no permanecía quieta, alguien o algo había oculto debajo.

Con su habitual rapidez, Ralflinder se puso en guardia nuevamente apenas el bote se movió, empuñando ambas armas con fuerza. Se deslizó cuidadosa pero grácilmente a una posición más baja sin perder la pose de combate para poder observar que se movía y habló con voz firme ¿Quién vive?

- No me hagáis daño, señor soy inofensivo.
La voz surgió evidentemente de debajo de la barca. Parecía que alguien estaba escondido debajo. Con la batalla nadie lo había percibido.
- No ha sido culpa mía - replica el desconocido con voz temblorosa - ya le dije que era mejor dejar las cosas como están.

Con cara de pocos amigos, Lombert se acercó con paso firme a la barca, y con severo puntapie ,aulló: - Por las dagas de las siete hermanas, sal de ahí debajo para que podamos verte. No me gusta nada  hablar al aire!-en su cara se dibujo una maléfica sonrisa mientras terminaba su amenaza: - ... si lo prefieres,  mi daga puede hacerte cambiar de opinión y hacerte salir mas rápido. Tu decides..-

Lentamente ,llevó su mano diestra a la funda donde había recogido su daga y sujetó con fuerza su empuñadura...

Un individuo de aspecto delgado, de ojos negros pequeños sale con temor de debajo de la barca. Sus ropajes están casi harapientos y tiene aspecto descuidado. Con piernas temblorosas sale con las manos levantadas.
- No me hagan daño, yo no he tenido nada que ver - responde con vos temblorosa - se lo dije, que traería la desgracia.
Con un gesto rápido señala el cadáver putrefacto.
- Ya lo sabía