Partida Rol por web

El viejo bill, autocomplacido de su ingeniosa frase y confiado en que a Daniel le van los tipos duros como él, tras escuchar las cautas palabras de Sancho guarda su sable; toma cualquier cosa que se parezca a un vaso o jarra y avanza más tranquilo.

Guerra os deja hacer a vuestro antojo, de manera que salís al patio y os encontráis con un lugar tranquilo, con barriles vacíos aquí y allá, unas cuantas frutas a la sombra y sobretodo un cobertizo. Junto a la puerta, cinco hombres con aspecto de matasietes conversan entre ellos y, al veros, tocan con sus manos las empuñaduras de sus armas.

-¿Eh?-Dice uno de ellos.

Amigos... no se si mis palabras os haran entrar en razón y olvidar las pretensiones de agujerearnos con esos aceros afilados pero aún asi rogare porque la gracia del señor hable a traves de mi:

Me sacudo el polvo de la ropra y digo friamente:

- Guardias, en la taberna, el tabernero os ha vendido y vienen a por Cascabel. De momento os hemos conseguido tiempo, pero necesitamos que nos lleveis a ver a Cascabel y salir de aqui como decimos los frailes "dejando la confesión a medias".

Esbozo una sonrisa mientras le enseño mis manos desarmadas como símbolo de no agresión.

La mención de la guardia en la puerta, acompañada de tu hábil verbo, hace que los sicarios se estremezcan. Casi podéis ver el vello de sus brazos erizarse ante la posibilidad de dar con sus huesos en la cárcel. Uno de ellos, todavía con algo de valentía, señala dentro del cobertizo que está junto a la tapia.

-¿Cascabel está ahi?ve a buscarle,tenemos que salir de aquí y no tenemos mucho tiempo-Le digo al que ha señalado el cobertizo mientras guardo el arma.
-¿Hay alguna salida desde aquí?-

Aún atónito, el sicario se levanta y da dos pasos hasta llegar a la puerta del cobertizo, abriéndola con facilidad. La puerta chirría levemente y deja ver el contenido de la estancia, que es... nada, absolutamente nada, salvo unos cuantos cordeles que cuelgan del techo y que seguramente debieron tener jamones colgados en algún momento pasado. El cobertizo tiene una minúscula ventana que da a la pared que linda con la calle, y está abierta. Nada más puede verse, y por supuesto a ningún Adolfo Cascabel.

-Mirád, está abierta- dice Andrés señalando hacia la ventana, relajando la mano que sujetaba su estoque desde el encuentro con los matasietes del patio. -Pero... ¿Por qué ha escapado? ¿Acaso ha podido ver a los guardias desde aquí? ¡Sus secuaces ni lo habían notado!- exclama justo antes de salir corriendo a mirar por la ventana.

-En ese caso no debe haber pasado mucho tiempo desde que saliera.-

Al examinar la escena no puedes evitar oír el golpear de unas riendas contar unos caballos y el repiquear de las ruedas de un carro, ¡Y suena justo al otro lado de la tapia!

Pardiez que esto se esta complicando, busquemos algo que nos digo hacia donde se ha ido o sino ese guardia nos hara un siete.

Distingues claramente el ruido de la madera contra el suelo. Seguramente el capitán de la guardia se ha impacientado y ha empezado a azuzar a sus matones contra vosotros, tirando las mesas al suelo en el proceso, ¡El tiempo vuela!

Rapido compañeros, ese capitan parece nervioso y nos va a echar encima toda clase de problemas. ¿Alguien ha visto hacia donde ha ido Cascabel?

Yo también me asomo por la ventana, intentando ver la calle más allá que mi hermano.

Ahora sí que nos hemos metido en una buena...

-Tranquilo Guillermo,solo son tres guardias,y no muy listos parece.-Saco el estoque y corto uno de los cordeles que hay en el cobertizo.-Sería muy fácil hacerles entrar y atarles para que no nos molesten por un tiempo.-
Entonces me quedo un momento pensando y me giro hacia el sicario.-Escuchame,necesitamos encontrar a Cascabel,le tenemos que proponer un trabajo que puedes creer que le va a interesar.Si nos ayudais y nos llevais hasta él nosotros os ayudaremos a salir de aqui.Dentro de un momento daré un grito y esos guardias entrarán aqui,ya sea para apresarlos o para que os apresen a vosotros,sea como sea,mis amigos y yo estaremos en superioridad numérica.-Digo esto con seriedad y el rostro severo y a los pocos segundos termino.-¿Que decis?-

Tras apartar a Andrés, echas un vistazo por la ventana justo a tiempo de ver cómo un carromato cargado de jamones y lo que parece ser botellas se esfuma por el extremo más alejado de la calle. A tus ojos, el hombre que azuza a los caballos encaja con la descripción de Adolfo Cascabel.

Los hombres se miran entre sí, diciendo después:

-¡Ta bien!, ¿Qué tenemo que hacer? ¡Se suponía que ese malaje estaba ahí metío!

A tus ojos son sinceros.

¡Ahí está! ¡Maldito sea!

Me meto por la ventana y salto a la calle.

¡Rápido! ¡Seguidme o se escapará!-parece que pienso medio segundo-. Si alguno prefiere no correr, estaría bien que fuese a donde los guardias y les dijera que Cascabel se ha ido por allí -y señalo hacia el lugar contrario al que me dirijo-. Nos veremos en el lugar donde dejamos la barca. Andrés, tú conmigo.

Y echo a correr tras el carro.

Me vuelvo y me dirijo hacia dentro de la taberna.

¡¡Señor señor!!,.-hago como que me falta el aliento por la carrera.- Cascabel huye, ha salido por una ventana y huye a pie en aquella dirección (sigo las instrucciones de Guillermo). El buen señor ha tenido la suerte que pueda verle antes de marchar. Avanzad si quereis tras él puesto que ya hulle como el cobarde y viel que es. Mis compañeros stan ocupandose de sus compinches n estos momentos pero corred o se escapará

-¡Te sigo Guillermo!- Dice Andrés tras haberse percatado del sonido de los caballos y del carro, saltando por la ventana tras su hermano. -¿Crees que lo pillaremos corriendo tras el? Maldita sea, va a caballo. ¿Y si pudiéramos tomar uno prestado por el camino? Sería fantástico, pero nos meteríamos en un buen problema, seguro. Lo que temo es que la guardia nos confunda como algunos de sus compinches si corremos tras él. ¡Aunque no podemos perderle la vista!- Casi jadeaba ya, cuando sabía que siempre se le había dado mejor a su hermano pensar este tipo de cosas.

Sancho se encuentra cara a cara con el impaciente militar, que tiene una mirada de esceptisimo en el rostro. Al misionero le sorprende que no hay signos de violencia como se había imaginado. Manuel Guerra respira profundamente.

-Bien, aguardad aquí vigilándoles, vendremos a prenderlos. ¡Vamos!

Y sale de la taberna con sus compinches, dejando abandonado al tabernero.

Mientras tanto, fuera, los hermanos de Torres salen como buenamente pueden tras el carromato. No hay rastro alguno de caballos.

-Maldita sea Guillermo, no le cogeremos a este ritmo.- dice mientras lucha por salir, a cualquier costa, tras su hermano.
-¿Estás pensando... lo mismo que yo?- dice señalando a donde parecía haber un castrado que podría servirles como montura, pensando en no dudar usarlo, a pesar de poder meterse en problemas.
-Creo que es la única forma de alcanzarle...¿Sigues montando tan mal a caballo como yo? Se me da bien tratarlos... pero montarlos es harina de otro costal.-