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Caravana/Camino a Massura

Tu vida de arrepentimiento te llevó finalmente a salir de casa,  la comodidad del feudo de tu familia,  para probar suertes y tu valía en este mundo. 

Acercandote al camino principal,  finalmente pagaste la moneda de plata que te cobró el Mercader,  y montaste en la carreta tirada por dos caballos percherones mestizos que tiraban de ella, y una abundante carga que deja apenas espacio para tres personas. La carreta es enorme. 

En ella,  no vas sólo,  sino que además va el piloto de la carreta: Oreg Barbarroja, un enano fortacho y lleno de tatuajes en la brazos. 

Una tiflin de piel rojiza,  que no ha conversado nada durante el día que llevan de viaje,  no sabes ni su nombre. Un mediano cubierto con una raida capa de viaje,  que se ha dedicado a conversar todo el viaje con el enano piloto,  escuchaste que se hace llamar Sixto.

El viaje ha transcurrido tranquilo durante estas horas,  a medida que avanza la tarde ves como se refleja el término de la primavera,  ya que las temperaturas empiezan a hacerse notar.  De hecho te sientes increíblemente armado,  pero incómodo con tu cota de  mallas por el calor del día.

La temperatura empieza a descender con el correr de la tarde , y mientras los últimos rayos de sol se cuelan en el horizonte,  entre algunos árboles a la lejanía y justo cuando ya empezabas a dormirte,  sientes que la carreta disminuye su velocidad y finalmente se detiene. 

Caravana/Camino a Massura

La sed de venganza te ha mantenido siempre enfocada en las cosas,  excepto cuando estas viajando, como en esta oportunidad. 

Te montaste en una gran carreta que iba con destino a la capital y pagaste la moneda pensando que o en el camino, o en la capital podrías encontrar respuestas. 

Tu búsqueda implacable hace que durante el viaje te quedes mirando las cosas pasar,  como en una especie de trance.  No es que estés desvalida, es una sensación única que te hace estar completamente alerta,  pero a la vez con la mirada perdida. 

Tu secreto sentido del peligro y violencia,  hace que siempre estés pendiente. 

Llega un momento cuando extraes un poco de comida. 

En la carreta  no vas sóla,  sino que además va el piloto de la carreta: un enano fortacho y lleno de tatuajes en la brazos. 

Un mediano cubierto con una raida capa de viaje,  que se ha dedicado a conversar todo el viaje con el enano piloto,  escuchaste que se hace llamar Sixto.

Finalmente sientes a ratos,  la mirada de un humano,  enfundado en una cota de mallas brillante y pulcra.

Repentinamente,  y a medida que el día decae,  sientes que la carreta empieza a disminuir su velocidad. 

El camino estaba siendo largo y lo peor era no poder contar con su propia montura. Su destino había sufrido un serio revés, debido a su propia debilidad. Había sucumbido a una mujer, no había sido con ninguna mala intención sino lo contrario. Ya no importaba demasiado, una losa cayó sobre él, pero con esfuerzo podría alzarla, dejarla a un lado para regresar al buen hacer que desde pequeño le había caracterizado.

Ahora al detenerse la carreta, lo primero que hizo fue asegurarse de que tenía el escudo y la espada a mano. Con todo preparado, se asomó para ver algo más. Quizá algo impedía continuar, o podía ser que alcanzaran alguna posada en la que pudieran descansar. Siendo ya de noche esa era la opción más creíble y dormir en un lecho sería agradable, más todavía poder comer algo. No podía ganarse una reputación si la debilidad lo acompañaba.

No quiso decir nada, simplemente tomó la iniciativa para averigüar por su cuenta lo sucedido.

"He de encontrar una misión, no puedo ir a ciegas. Si doy con una posada tendré que hablar con todos los que vea."

Si encontrara algo concreto que hacer... rogó a los dioses para que le ayudaran, pero más aún, confió en que sus esfuerzos le condujeran bien esta vez.

Lerissta se tensó de forma casi inconsciente al notar la diferencia de velocidad de la carreta, pero al darse cuenta de que hace un rato que la luz del día ha disminuido supone que se trata simplemente de una parada práctica para pasar la noche.

Aún así hay algo que no le acaba de dejar tranquila, y las miradas del humano han colaborado a ello. Disimulando un poco pero sin poder evitar el movimiento de su cola, comprueba si sus compañeros de viaje han reaccionado antes de girarse para mirar al conductor.

- ¿A qué distancia estamos de la ciudad?

"Erhhh Hola allá atrás... el peso de la carreta y el tiempo de viaje amerita una detención para las pobre s bestias.  Además,  mire adelante...er.. señorita.."

Extiende la mano sobre la parte delantera de la carreta y a pesar de estar oscureciendo,  pueden darse cuenta de una empinada colina por la cual asciende el camino a la capital. 

"... No nos apresuremos, podemos dejar pastar los caballos en ese pastizal alto,  y mientras descansais un poco,  yo puedo hacer guardia..."- los ojos cansados del Mercader parpadean un segundo antes de continuar. 

"... pensaba llegar antes del anochecer al pueblo de Akkaran , unos pocos kilómetros más allá,  pero ya ven,  uno no siempre tiene lo que quiere..."

Dice mientras arrastra los caballos a un sector al lado del camino,  y los desengancha con cuidado. 

Luego,  extrae unas estacas de la parte baja de la carreta y pone unas cuantas en la carreta y otras un poco más alejadas, en el pastizal a unos cuantos metros en el campo. 

"lamento el inconveniente pero es todo cuanto puedo hacer por ahora, descansad un poco."

Acto seguido extrae una ración de comida y se apoya en la carreta,  mirando los alrededores. 

Los titubeos del enano hacen que Lerissta ruede los ojos, aprovechando que no es un gesto visible por su ausencia de pupilas. Tenía la esperanza de llegar a Massura cuanto antes para hacerse a la ciudad e intentar localizar algún contacto, pero si los caballos no pueden continuar no queda otra que hacer caso al conductor y descansar un poco.

Lerissta baja de la carreta y aprovecha para estirar los músculos después de las horas de viajes, dirigiéndose después hacia los compañeros y aprovechando para mirar cómo de armados están.

​- ¿Haremos turnos de guardia entoncess para pasar la noche? ¿Alguien sabe cómo de frecuentada ess esta carretera?

El caballero había bajado de la carreta, encontrándose con una conversación entre el enano y una joven tiflin.

- Buenas noches, señorita, yo soy Sir Gael Taulo no tuve el gusto de poder presentarme antes. - Mostró una suave sonrisa cortés, aunque pronto siguió cavilando sobre lo que les acontecía - Así que no llegaremos antes del anochecer. No va a ser inconveniente siempre que estemos atentos para anticipar problemas.

Si venían unos bandidos veía bastante probable que pudiera hacerles huir, pues Gael contaba con una excelente defensa.

- He viajado un poco por estas tierras antes y son agradables. La vista es hermosa, sus gentes tranquilas.

Ya lo había visto antes, que las personas de allí se dedicaban a sus asuntos. Mientras pensaba, miró el frontal del escudo para después mirar todo lo lejos que le era posible, tratando de hacerse una idea del lugar donde se encontraban.

- Puede llamarme Loli - se presenta brevemente la tiflin-. ¿Ven entoncess poco probable que surjan problemass? ¿Ha viajado mucho por essta zona?

Dirige la última pregunta a Gael, ya que parece confiado en la situación. De momento ella no ha visto nada que le haga estar especialmente precavida, pero no está nada acostumbrada a dormir en medio del campo y menos con personas que no conoce.

La tierra en la que estaban no era conocida por tener grandes problemas, pero pensó que lo correcto era ser prudente.

- Muy bien, Loli. Somos tres, así que podemos hacer tres guardias.

Ya que ella había sacado el tema podía imaginar que no era la primera vez que hacía tal cosa.

- La noche se nos puede hacer un poco larga pero ya mañana Massura nos ha de recibir con los brazos abiertos. Echemos un vistazo a un lado y a otro si os apetece. Vendrá bien caminar un poco, después será cuestión de cenar algo.

No habían muchas opciones más, sólo asegurarse de que era buen sitio para acampar.

Oreg cambia su peso desde un pie a otro, mientras extrae una pipa enana, unta un poco de tabaco y dice:

"Como quieran, normalmente hago este tipo de guardias solo, asi que bien me convendría tener otra compañía, aparte de ....esto.. " - dice mientras bajo el asiento, extrae un arma larga de asta y sonrie.

"Rubecinda nunca me ha decepcionado..." -sonrie nuevamente mientras pasa la mano por la punta de  lanza que tiene la larga arma.

"Como les digo, si quieren  me acompañan, o si quieren empiezo yo..."- dice mientras extrae una yesca y hace un poco de fuego en la pipa, empezando a humear de un aroma intenso a alguna hierba.

Un trueno resuena en la lejanía, haciendo retumbar el cielo.

"Ahh, maldicion..."-dice el enano- "...hace un tiempo cada vez que paso por esta área, hay mal clima..."-continua mientras apresura su pipa a humear.

Deja por un momento el arma de asta, y empieza a revisar los bultos que esten bien amarrados.

Repentinamente se topa con el mediano, entremedio de la carga, el pequeño encapuchado duerme plácidamente.

"Muevete haragán, ojala ayudaras tanto como hablas.."- apreta la carga mientras se dirige al dormido.

"y ..erhhhh..ustedes, van directo a Massura? Han estado ahi antes?" - dice despues, mirandolos con extrañeza.

El joven caballero tenía que valorar la determinada mente del enano, quien pensaba hacer la guardia toda la noche. La resistencia proverbial de los suyos podía jugar a su favor, impidiendo que la falta de sueño le supusiera una carga al día siguiente. En realidad no podía saberlo pues no era costumbre suya viajar en carreta junto a enanos. Por otro lado, la idea de tener al mediano cerca le parecía un problema, cuando el mismo conductor le recriminaba su inacción.

No quería malpensar de nadie, de haber tenido que quedar varados cuando además amenazaba tormenta sin techo que les resguardara.

- Yo he estado antes, los últimos años he viajado por la zona.

Era por ello que podría incluso reconocer esa hierba que iba a fumar, el detalle podía ser interesante.

Se fijó en que el enano no parecía anticipar lluvia, seguramente el trueno fue demasiado lejano. Miró en aquella dirección.

- Será sólo casualidad. Si no lo fuera, eso lo sabrían los habitantes de Massira.

Quienes eran buenos conversadores y no tardarían en relatar si algún problema les aquejaba. Gael por ahora sólo pensaba en seguir el viaje, pues esta vez disfrutar de él le iba costando.

- Yo no he esstado antes en Massura, pero me gustaría llegar pronto ​- comenta Loli mientras sigue las miradas hacia las nubes que amenazan con tormentas. ​- No me importa hacer la primera guardia si están cansadoss, y nuestro amigo no parece muy por la labor ​- añade con un gesto de cabeza hacia el mediano somnoliento.

Estaba mirando a su alrededor buscando el mejor sitio para acomodarse para la noche cuando recordó que esto no eran el tipo de guardias a las que estaba acostumbrada y que al fin y al cabo no conocía a quienes le rodeaban, lo que le llevó a preguntar:

​- ¿Prefieren hacer guardiass con dos personas o nos repartimos cuatro turnos?

Oreg los mira con una cara extraña de orgullo herido, especialmente a la tiflin y despectivamente dice:

"Hasta ahora nunca necesité ayuda de nadie en este tipo de viajes... pero si quieren ayudar,  hoy puede ser el día que los tontos se enfrenten a la furia de Rubecinda" dice mientras acaricia el filo y repentinamente, rápido como el rayo,  hace que la misma se clave con un sordo TWOOOCK en la madera de la carreta.

Al escuchar el tenue ruido,  pero sentir la vibración,  el mediano salta de su sueño,  se despereza y dice:

"Que diabl..." - mientras extrae una especie de daga de entre sus ropas y amenaza al aire. 

Mira al enano,  con el arma de asta clavada en la carreta, en la parte delantera y a ustedes conversando en la parte trasera. Al parecer le cuesta hilar los pensamientos al principio pero después les dice envalentonado:

"ahhh ustedes!!! ,   no se llevarán este carro,  no a menos que nos llevan con el,  cierto amigo Oreg??? "  - no se mueve,  como esperando la reacción del enano. 

"Ya caaalmaaatee...."- dice el enano con voz cansina -"-"Nadie aquí está asaltando a nadie".

 El cielo se ve calmo,  pero un nuevo trueno acaba con la tranquilidad. 

Enanos y halflings debían de hacer buen equipo, aunque su forma de ver el trabajo parecía diferir. Le estaba sorprendiendo que Oreg quisiera pasar la noche sin dormir mientras que el mediano se había sumido al instante en el sueño y eso era algo que no le había gustado mucho pues era un síntoma de vagueza.

- No se preocupe, podemos hacer guardias también.

Se había percatado de que fumaba algo estimulante, quizá era el motivo por el que no fuera a necesitar tanto descanso esa noche.

El caballero miró a la tiflin asintiendo, le parecía bien que hiciera la primera guardia.

- Yo haré la última.

La guardia intermedia sería para Oreg, ya que no se había opuesto a las palabras de Loli. Era una distribución como cualquiera, ya se dedicó a mirar alrededor pues la conversación entre los carreteros les estaban distrayendo.

Loli se tensó al notar que Oreg se ponía tan a la defensiva. Poco acostumbrada a que las intenciones de alguien fueran a ser altruistas, no podía hacer más que empezar a sospechar un poco del enano. El despertar del mediano la sacó de su hilo de pensamiento, pero se alegró al ver que el caballero estaba más en su línea con respecto al tema de las guardias.

​- Perfecto entoncess. Pónganse cómodos y desspertaré a Oreg dentro unas horas.

Caravana/Camino a Massura

Un relampago cruza veloz por sus cabezas, cuando otro trueno hace retumbar vuestros oidos.

En una corazonada, Gael mira el camino, el campo y no ve nada... entonces se percata que tampoco se sienten sonidos animales, lo que le recuerda al guerrero, que donde deberían estar los caballos, varios pies mas allà, no están.

Oreg, parece seguir la mirada del guerrero, pero entre el relámpago que restaña y el trueno, mira a todos lados, como desconfiado de todo.

El mediano mientras, aun con la daga en la mano, se da cuenta de que no se ve una amenaza real, y poniendose colorado dice:

"Creo que me excedí, lo lamento, eso me despertó y sonó demasiado cerca para mi gusto... y vaya que yo sé de relampagos, me recuerdo una vez cuando estaba en Villafé que sonó un relampago asi de fuerte, y de repente se largo una lluvia que duró semanas!!..."

El enano hace callar al mediano, cuando apunta donde deberían estar los caballos, y entonces cae en la cuenta que no están.

Mira al guerrero y a la bárbara, y les hace señas, mientras recoge su arma de asta y hace señas hacia el lugar de los caballos.

Camina con rapidez y cuando ve al mediano le dice, con cierta duda:

"Tu te quedas, cuida la carreta, volveremos con los caballos..."

Acto seguido, sale corriendo hacia el campo.

Loli tarda unos segundos en darse cuenta de que los caballos han desaparecido, pero no duda en ir detrás del enano. Aunque tenía la esperanza de que este fuera un viaje tranquilo cuanto antes se solucione el problema, mejor. Mientras avanza todo lo rápido que puede va cogiendo en la mano su hacha de guerra.

El halfling se iba de la boca contando una anécdota irrelevante. Empezaba a perder la paciencia y fue consciente de eso, de que el mediano le ponía nervioso. No quería ser descortés, además tampoco había motivos para reaccionar mal ante una actitud que era inofensiva. La educación de Gael había ido en dirección contraria a la del pequeño, era evidente y así lo creía el caballero.

Se estaba fijando demasiado en el mediano, tenía que haber dicho de inmediato que no se escuchaban los caballos, por suerte Oreg se percató también, sin tardar en echar a correr. "Lo dicho, son como el Norte y el Sur, opuestos." Era una pareja curiosa. Entonces Loli agarró su hacha, a él le sorprendía que una dama recurriera a un arma tan pesada, sucediendo que ahora su educación le hacía sentir perplejidad por algo que no era tan infrecuente en el mundo real. Pero las damas debían de ser gráciles, incluso teniendo sangre demoníaca, o quizás es que ella era una excepción.

Un tanto intrigado por eso, el caballero echó a correr también en pos de esos caballos, el ladrón no debía de andar lejos y si había optado por el sigilo debía ser un granuja aislado o pocos de ellos, así que confió en que si lo encontraban podrían detenerlo con facilidad.