Partida Rol por web

Daphnia había permanecido todo el combate extasiada, contenta de que al fin hubiera llegado el momento que había estado esperando, que todos habían estado anhelando: la justa, el verdadero combate donde se iba a decidir el ganador del torneo.

Mantuvo el semblante sereno, intentando no quedar como una chiquilla delante de Yersinia para no volver a recibir una reprimenda. Pero cuando Walder se desplomó sobre el caballo, una exclamación surgió a sus labios, sin poder remediarlo. El combate había sido magnífico, pero la joven estaba preocupada por el estado de Frey. 

¿Estaría herido? 

Sintiéndose impotente, le hubiera gustado bajar y comprobar que no le pasara nada, pero sabía que no debía abandonar las gradas hasta el final del torneo. 

Al oír el nombre de Rickard mi corazón dio un vuelco, quizá no me daría tiempo. Tenía que encontrarle cuanto antes. Recorrí todo el lugar buscandole hasta que al final en el último segundo di con él y traté de llevarle a un lugar un poco más privado antes de que comenzara la batalla.

- Rickard, espera por favor. - Dije dubitativa y con ojos llorosos. - Por favor... no lo hagas.

Me mostré nerviosa y asustada.

Rickard miraba hacía todos lados nervioso, le tocaba el turno y todavía no había venido su dama a entregarle la prenda como le había prometido.

Entonces la vio llegar y corriendo fue a sus brazos. -Mi bella dama, sabía que vendríais. -Dijo con una sonrisa que apenas le duro hasta que vio a la dama llorar. -¿Qué os ocurre? No hay nada que temer, con vuestra prenda seré intocable para los demás caballeros.- Le dijo tratando de calmarla.

Miré hacia abajo negando con la cabeza.

- He soñado con vos... - Dije con rostro triste, me tomé unos segundos antes de seguir y me aferré a sus brazos mientras las lágrimas caían por mis mejillas. - ...moríais en la justa.

Froté mis ojos contra su hombro secándome las lágrimas y luego me aparté para enseñarle de nuevo la tristeza de mis ojos.

- Por favor... mi señor... No luchéis... No puedo permitir que nada os ocurra, yo... yo... - Miré hacia abajo con vergüenza. - Yo os amo..

Rickard se conmovió por las lagrimas y la preocupación de Lady Darlyn.

-Está bien amada mía, si tanto os preocupa mi seguridad renunciaré al combate, pues yo ya me he llevado el mejor premio. Estar con vos. Iré a anunciar que me retiro y volveré para estar con vos. - Rickard la estrechó entre sus brazos y con delicadeza subió su barbilla para besarla.

Ser Dalmau estaba ya listo sobre su caballo para empezar la justa y el público se impacientaba ante la tardanza del comienzo de la segunda justa, fue entocnes cuando apareció Rickard a pie y se dirigió al centro de la arena donde iba a disputarse la justa y se dirigió al Rey Robert con una profunda reverencia.

-Excelentísima majestad, lamento comunicar ante vos y ante todos los presentes que no podré participar en el torneo pues me hallo indispuesto. Siento no poder brindaros el espectáculo que todos merecéis, en especial vos y la mano.- Hizo otra profunda reverencia y esperó a que el Rey se pronunciara.

El Rey Robert, que no era muy paciente, hizo un gesto con la mano para que se largara y pidió al heraldo que llamara a los siguientes contendientes, dando a Ser Dalmau Greyjoy como vencedor de la segundo justa.

Desde mi sitio mientras observo como el pequeño Rickard abandona la justa, una leve sonrisa aparece en mi cara, mientras por dentro siento ilusión y mis ojos parecen centellear mostrando una emoción reencontrada... Sí, todo sale según lo previsto, si todo sigue así al fin demostraré a todos que soy una verdadera lannister, e igual que ellos yo también se jugar a este juego... a el juego de tronos.

Abrí los ojos como platos. No podía creerlo. ¿Mi contrincante abandonaba? No se encontraba en la lista que me había dado el maestre pero eso tampoco quería decir nada.

Arrojé la lanza con desdén a mi escudero... no me encontraba en las mejores condiciones para justar pero anhelaba un buen combate. Bajé del caballo y comencé a quitarme todos los pertrechos... Dentro de un rato me tocaría justar de nuevo, y esta vez esperaba que fuera de verdad... pero al menos podría descansar un poco hasta que me tocara el turno.

Busqué con la mirada al maestre, quizá tuviera algo que me aliviara en parte.

El heraldo anunció el siguiente duelo.

-¡Ser Fiedrich de la casa Karstark contra Kaleon de los dothrakis!.- Algunos murmullos se escucharon tras el abandono del otro Karstark, la gente temía por el espectáculo y temían que fuera a abandonar también.

Sin embargo esta vez ambos contendientes salieron a la arena montados en sus respectivos corceles. Dispuestos para la batalla, había mucha expectación en ver como se las apañaba el dothraki a lomos de su caballo y si su fama de grandes jinetes era tan temida como se decía.

perdon por el retraso, he estado liado pero ya estoy disponible. Utilizo el punto de destino como me has propuesto, eliminando las penalizaciones en agilidad.

Kaleon aparece a lomos de su caballo tan bravo como obediente. Lamentándolo mucho no había podido participar con el suyo propio ya que no está acostumbrado a llevar armaduras tan pesadas, y tras dos horas de discusiones acaloradas con su escudero, había accedido a tomar uno en préstamo para las justas. Afortunadamente el corcel estaba entrenado para las justas y no rechazó en ningún momento a su nuevo jinete.

El dothraki levanta su lanza y apunta hacia delante tal y como había aprendido en sus entrenamientos con algunos de sus compañeros de la compañía de mercenarios. Tras unos segundos de concentración pica espuelas y el caballo empieza a correr hacia su adversario.

Fiedrich vestía con una sobria armadura gris y una capa gris a juego, eran los colores del Norte y como hombre del norte que era rechazaba las indumentarias vistosas y llamativas, llenas de decoraciones que no servían para nada. Espoleó a su caballo y se lanzó contra el dothraki, no le temía a él ni a ninguno de los participantes. Además estaba enfadado por el abandono de su hermano. Le iba a dar a él indisposiciones... sabía que lo había hecho por la niña esa. Lo había manejado a su antojo, tendría que hablar seriamente con ellos, aquella tontería podía afectar al honor de su casa.

Fiedrich puso la lanza apuntando hacía el dothraki y apretó los dientes para prepararse contra el impacto.

Ambos jinetes se lanzaron a la vez y el silencio de las gradas fue convirtiendose en un murmullo que se elevó hasta el momento cumbre en el que la lanza del dothraki se partió en el lugar donde debía hacerlo venciendo la defensa del norteño. Este que no puedo alcanzar a su rival del mismo modo, salió algo inclinado del impacto, y durante unos metros trató de volver a su silla y evitar caer del caballo en las primeras de cambio. Pero el golpe del dothraki le había desestabilizado lo suficiente como para hacerle perder el equilibrio y finalmente cayó a la arena perdiendo así el combate.

Kaleon se había convertido en el primer ganador por derribo, y en tan solo el primer envite. La gente aplaudió su hazaña.