Partida Rol por web

Habib rebuscó por los bloques de hielo en que se había convertido el monstruo. Sin duda no parecía algo que hubiera estado vivo alguna vez. Si el cristal de agua, que tanto abundaba en ese mundo, podía hacer vivir a algún ser, lo desconocía, pero tampoco había visto nunca una criatura de arena que no fuera sobrenatural. Esto olía a magia, aunque veía inútil lanzar un hechizo para detectarla, ya que su poder habría desaparecido con él. Aprovechó la luz para mirar por las paredes, acercándose lo que fuera necesario. Los enanos seguramente se mostrarían impacientes, pero tampoco iba a tardar tanto. 

Una vez contento, se colocó al lado de Zulf, que abría el camino, y así iluminarle el tiempo que todavía durara la luz. Cuando terminó el efecto, se colocó donde antes, agarrado del hombro de su compañero. 

Seguís adelante, el camino no se os hace monótono, todo es grandioso y espectacular, las formas naturales que toma el hielo resultan terriblemente fascinantes, es espectacular ... al menos para los enanos, pues para Habib resulta uno de sus peores viajes. Continuamente pierde el pie y resbala o tropieza con un escalón de hielo. Caminais larga la jornada, aunque el tiempo se os hace raro ahora que marchais bajo tierra... no estais acostumbrados a calcular el tiempo sin el casi imperceptible y tenue resplandor del sol tras las nubes, las variaciones de temperatura y los vientos.

Aquí debajo todo es intuición, cansancio, y hambre. El que más o el que menos quiere hacer un parón, para masajearse los tobillos y tomar algo para rellenar el depósito de combustible, pero temeis romper el ritmo de la marcha. Llegais entonces a una bifurcación del camino, se abren dos galerías gigantescas que deben ser la continuación del túnel, a pesar de dividirse, aprece que no pierda apenas tamaño la senda que os lleva.

A la derecha de una de las bifurcaciones hay una tercera entrada, muy pequeña y estrecha, claramente fué un camino más hasta que el lugar se derrumbara, ahora se abre una grieta de cuatro metros de ancho y 5 de alto que entra... y que a pesar de ser bastante amplia llama la atención por su pequeño tamaño en comparación con el resto.

Mientras seguía la luz, Habib se sentía seguro. Mas, al terminar, la absoluta oscuridad, potenciaba la sensación de vulnerabilidad absoluta. Cada sonido estimulaba su atención, pero no lograr identificar lo que era, le hacía sentir intranquilo. Por si fuera poco, caminar era una tortura. Ya no era tan agotador físicamente como cuando estaban fuera, pero sí en espíritu. Y el silencio de sus compañeros... la parquedad de lo enanos era poco tranquilizadora. Daba pasos cortos, adaptados a los de sus camaradas, además de porque eran más estables. Cerraba directamente los ojos, pues así se concentraba mejor. 

Al cabo de unas horas, el humano estaba acostumbrado al arrastrar de los pies, a las respiraciones rítmicas y graves, y a los ecos de cada uno de los pequeños ruidos, ya potenciados en su mente. 

De repente, pararon. No sabía porqué. 

Pasa algo, compañeros? Su voz denotaba el cansancio y la preocupación por si había algún peligro. Se sentía indefenso, aunque no se acobardaba. Aguantaría lo que fuera, como antes. 

Zybax ya no disfrutaba el paisaje, prefería estar al aire libre y saber que el peligro era el hielo... y no que se pudiera esconder en la inmensidad de roca que los rodeaba y por la que se movían. El cansancio comenzaba a hacer mella en el bárbaro y estuvo a punto, más de una vez, de proponer que descansaran, pero su orgullo se lo impidió. No sería el quien detuviera la marcha.

Sin embargo, el paisaje, repentinamente cambió y el grupo, sin decir nada, se detuvo indeciso hasta que Habib planteó su pregunta "No ver y seguir avanzando... está más loco que yo" se planteó en silencio antes de contestarle

- Que llegamos a una bifurcación - respondió Zybax antes de acercarse lentamente al punto donde el camino se abría en dos y observaba con cuidado cada una de las posibilidades, acariciándose la barba, pensativo - Debíamos ir por el central... o eso nos dijeron - comentó en voz baja sin soltar su arco y dispuesto a utilizarlo si algo, o alguien, pretendía sorprenderlos

 Zulf había abierto la marcha, andando por aquel interminable y enorme pasaje sumido en la profundidad de la tierra, rodeados por un mar de piedra. A pesar de poder ver por donde pasaba, sus campo visual era mucho más reducido que cuando estaban en el exterior y si andar así ya era difícil, no quiso imaginarse como debería serlo completamente a ciegas como el tal Habib.

 El enano mantenía el ritmo por tener en su interior la esperanza de dar con su hermano en cualquier momento y reirse los dos a carcajadas por estos innombrables miedos que guardaban en su interior de no volver a verse el uno al otro.

 Pero finalmente un dilema les hizo parar a todos. Una bifurcación. Dos grandes sendas a seguir... y luego la peculiar hendedura, significativamente menor, pero de todos modos de gran tamaño. Se llevo de forma inconsciente la mano a la oreja para rascarse.

 - Bien... ¿y ahora?- Susurro a nadie en concreto mientras intentaba distinguir alguna diferencia entre los tres pasajes.

Karstark sabría por dónde seguir...-pero Karstark ya no estaba.

Centró todo el poder de su cerebro para recordar.

Mppppfh... Nggggg... ¡La mano!

Recordó su inefectivo mapa, puso el dedo índice sobre su mano izquierda y siguió la linea.

Era todo recto... Y luego a la derecha-giró la cabeza a un lado y vió la grieta.

A partir de ahora, todo a la derecha. Siempre. Tenemos que ir por la grieta. Creo...

A Vorth no le gustaba la idea de ir por la grieta, pero si lo decía su mano tendría que hacerle caso.

 Zulf miró confundido la escena. ¿Cuanto tiempo llevaría allí la gireta, sería reciente, o era esta la senda a seguier? Se acercó a ella para indagar algún rastro o alguna pista.

 - ¿Cuanto tiempo llevará la grieta aquí?

Zybax meneo la cabeza mientras insistía en su idea - NO, no. Lo recuerdo claramente... primero por el centro y luego siempre a la derecha... y el centro es ese - señaló la [bifurcación 2] considerando que la grieta era simplemente otro camino más

- Y después de la primer bifurcación había que ir siempre por la derecha... si eliminamos ese grieta, ese mismo túnel es... la derecha - concluyó seguro de si mismo y acercándose al que el creía era "el" camino para mirarlo con más cuidado - O acaso quieren vagar por aquí sin saber por donde salir? -

Vorth no quiso contrariar a Zybax. No porque sus argumentos fueran incontestables, sino porque era el loco inestable y agresivo que llevaba un hacha. Aunque ese es en sí mismo un argumento incontestable.

Vamos, Habib... descansaremos un poco.

Ayudó al extranjero a caminar. Se aproximaron a la pared de la derecha y le sentó con el hielo de respaldo. Después, Vorth se sentó junto a él.

Tenían la comida justa para el viaje. Si se equivocaban ahora morirían de hambre.

El humano agradeció profundamente el descanso. Una vez sentado con la ayuda de Vorth, se interesó por la dificultad de tomar la decisión correcta sobre el camino a seguir. 

No conozco las indicaciones que os dieron, camaradas, pero si me las contáis, quizá pueda ayudaros.

En su mundo había gente tan poco dada a la comunicación como este grupo de enanos. Quizá ordenar un poco las ideas, les permitiera aclararse. 

Si vamos a descansar, podría curaros. Esa extraña criatura de cristal de agua casi nos congela. Menos mal que reaccionaron con presteza. Siento no haber sido de más ayuda en esta ocasión. Pero puedo curaros las quemaduras del frío a cambio.

Después de lanzar un hechizo de luz, curó a los enanos. Primero con los hechizos más poderosos y luego con los menores a Vorth y Zulf. Para terminar, pues aún le quedaba poder, se curó él mismo. Pero aún debían comer, así que regresó a sus raciones descompuestas y las revivió mágicamente. 

Pero, como el aspecto de la comida no era vivificante, aprovechó la duración de su luz para observar la encrucijada. Tres galerías, una semiderruida, pero todavía accesible. Escuchó, miró y olió cada una de ellas. En las largas horas de oscuridad, se había dado cuenta de que el olor era una buena guía. Una brisa de viento leve de aire puro podía indicar una salida cercana y un olor rancio, todo lo contrario: una caverna sin final. Olfateó especialmente la semiderruida. Si el final estaba bloqueado, el ambiente sería más espeso en teoría. Sin embargo, le parecía que olían igual. La nariz demasiado fría de un humano no era gran cosa. 

Pero escucharía algo?

Habib alumbra la zona y los enanos debaten qué camino coger, Zybax señala claramente la [bifurcación2], colocándose frente a ella y señalandola con ahínco, Vorth, opta por la grieta pequeña, Zulf la inspecciona, la zona está muy helada y no encuentra ningún rastro que pueda dar alguna pista acerca del camino a tomar. Unos pasos tras vosotros hacen que os gireis, sobresaltados, asustados, alerta.

Os cubrís preparandoos para un aliento de ésa criatura de hielo que antes os ha atacado, pero en vez de ello, aparece trotando y riendo un muñequito de pelos cuyos ojos quedan escondidos entre la pelusa. Con una enorme nariz negra parece canturrear: gl'gggl'wp'thxfpl

A ojos de Habib aún está lejos, pero escucha el canturreo y escucha el claro y simpático trote del monstruito, algo que se acerca sin temor. Cuando sujetais bien las armas, comienza a trotar cada vez más rápido hasta que convierte su avance en una extraña carrera... el bichito, en su pequeño tamaño, parece que corra para hacer un placaje a alguno de vosotros, sin duda, es tenaz, y tal vez peligroso.

Sin lugar a dudas, todo en el laberinto es peligroso

 Zulf, que estaba inspeccionando la grieta tenía el oído atento. Motivo por el que no le tomó por sopresa la aparición de aquel ser, que tan despreocupadamente llegaba canturreando.

 En un primer momento se mantuvo aspectante, pero cuando se percato de que la criatura venía con intenciones hostiles, el enano no lo dudo, levantó la ballesta y desjarreteó un virotazo.

 - Atentos, nos atacan.

- Que se supone que es eso? - preguntó Zybaxal escuchar la voz de su compañero y girarse para ver de que se trataba el aviso.

Por un momento el bárbaro dudó si atacar, o defenderse, o simplemente esperar pero la velocidad con el pequeño ser se movía hacia su posición lo hizo tomar una decisión acorde a su forma de reaccionar ante la vida.

Tensionando sus brazos estiró la cuerda y apuntó rápidamente a la pequeña y peluda criatura, soltando sus dedos en el momento justo como para que el camino del peluche andante y la flecha se encontraran a medio camino.

- No se que será... pero no lo quiero a mis espaldas - aclaró - Porque el hielo es peligroso, mi hacha también, pero eso... no lo sé... supongo que puede ser aún MAS peligroso -

El humano pudo ver perfectamente la pequeña bestia que se les abalanzaba. Había venido como si fuera un niño juguetón. Su carrera no tenía porqué ser un ataque. Quizá ni siquiera iba hacia ellos. Miró atrás por si acaso, lo que le hizo reaccionar tarde.

Esperad, no creo que sea peligroso!

Pero su petición llegó tarde. Zulf y Zybax ya habían disparado. Sólo deseó que errasen el tiro. Pero parecían directos al pequeño ser. Quizá conocía los túneles y podía guiarles, pero si le atacaban, desaparecería o volvería con refuerzos. 

Su mente deseó parar o desviar ese virote. Algo, con una fuerza que no conocía hasta ese momento brotó de su dedo al señalarlo. Un pequeño rayo salió disparado hacia la saeta de Zulf. Sólo tenía que rozarla para lograr su cometido. 

¡Qué bichito más encantador! ¡Es como un Plik en rollizo!

...

¿A qué sabrá?

Sería estupendo que no fuera peligroso. Lo que sí parece es comestible. Estaría bien cazarlo para la cena... o el desayuno... o la comida... Sea cual sea la hora del día que haga aquí abajo, para la próxima vez que comamos estaría bien tener su carne.

Vorth se ajustó el bastón al cinto y sacó su ballesta.

Las flechas saltan en pedacitos de nieve cuando le tocan, esquirlas que brillan reflejando la luz que Habib emite y haciendo que la adorable aparición parezca salida de un cuento. Cuando el monstruito se acerca sentís un terrible frío que sube desde vuestros tobillos y empieza a propagarse en vuestro cuerpo, proviene sin duda alguna del peque-monstruo. No es un frío natural, todos sentís un elemento malvado y horriblemente antinatural en él, y a la vez, parece que forme parte de éste lugar tanto como el suelo por el que habeis andado y resbalado.

El duende corretea haciendo eses, es dificil saber a por quien va hasta que no se planta, justo y expresamente frente a Zulf, momento en el que se coloca frente al enano y hace un burlón saludo mientras enseña unos dientes afilados, solo Zulf siente el olor a muerte que desprende este enemigo. Con la mano que saluda trata de agarrar a Zulf, éste intenta liberarse pero le resulta difícil y el bichito agarra las pieles del pantalón, en ese momento Zulf se queda rígido.

Siente un terrible dolor, el dolor de las nieves del que los viajeros hablan, nota como la pierna comienza a ponerse rígida y el dolor desaparece del punto inicial para extenderse como una onda en el agua, es la terrible sensación de la congelación, y el enano se quita de encima la mano del duende para sentir que la sensación no remite todavía

¡La madre que lo parió!

Las flechas se rompían antes de llegar al monstruito del que Habib dijo, palabras textuales, "no creo que sea peligroso". Al ver que no servirán de nada sus intentos con la ballesta, Vorth la guardó.

¡Eh, tú! ¡Mirá lo que has hecho, renacuajo!

Se acerca para intentar agarrar a la criaturica. Al tocarla, se produce una reacción involuntaria... Vorth siente todo ese frío antinatural en la palma de su mano, por un lado. Por el otro, su afinidad mágica con el frío hace que una descarga de poder mágico salte al peluche. Una magia que agotaría a cualquiera.

¡Auch!

Zybax no pensaba dejar que un fallo con su arco, arma que no consideraba una verdadera arma le impidiera hacer lo que realmente sabía... llevarse por delante a cualquier enemigo que pudiera representar un peligro para el... o para su compañeros. Y ese pequeñajo, efectivamente, parecía ser un enemigo

- No duraras demasiado... mi hacha es más peligrosa que el frío - comentó dejaba caer el arco y tomando su hacha la blandía con ambas manos antes de lanzarse en una carrera desenfrenada hacia el pequeño ser que los estaba intentando congelar - Te partiré al medio... - gritó al dejar caer su arma sobre el sitio donde entendía que tenía su cabeza.

Sin embargo la refracción del hielo le jugó una mala pasada y el filo se estrello lejos de la cabeza a la que había apuntado - ... en cuanto dejes de moverte - añadió sin querer reconocer que el fallo era suyo.

 Zulf apartó rápido su pierna del contacto de aquel aborrecible ser de fro, a pesar de ello sintió en sus canres lo peligroso que podía llegar ser.

 Sin dudarlo dejó caer la ballesta para esgrimir con ambas manos el hacha, moviéndose justo para que el ser quedara entre él y Zybax. El hacha hizó un barrido horizontal, más para mantener lejos al ser que para realmente causar daños. Su cuerpo e instinto le instava a mantenerse lejos de aquel ser.