Partida Rol por web

 Viendo a Vorth tan confiado, y los hombres peces que amenazaban a Habib fuera de combate, Zulf asiente para ir a la caza del hombre-pez chamán. Haciendo caso omiso de la herida menor causada por el pivote, presto para no dejar a nadie que pueda ir a por refuerzos.

 Se desplaza hasta quedar a la vera del chamán, listo para ensartarle con el afilado y ensangrentado tridente.

Habib escuchó las órdenes de Vorth, pero temía que se enfrentara él sólo (bueno, junto a Plik) a uno de esos hombres-pez. No sabía que estaba desarmado, aunque había escuchado un gran ruido cuando destrozó su tridente. Así que, por si acaso, se acercó a ver. Y vio un enemigo que todavía hacía valer sus garras. 

Sognolencia súbita! 

Lanzando un hechizo de dormir al todavía peligroso enemigo. 

Zulf y Zybax salen corriendo tras el chamán pez, que parece tener las mismas dificultades para correr que los enanos sobre el resbaladizo suelo del laberinto, los enanos, hartos de perseguir a sus presas durante cacerías no tardan en alcanzar al chamán que tan solo puede revolverse y sacar un puñal de hueso de uno de sus bolsillos y apuñalar a Zybax, que embravecido por su rabia no siente ningún dolor a pesar de la profunda puñalada... el hombre chamán traga saliva, y no puede más que abrir los ojos para ser capaz de ver venir el dúo de mastodontes para tratar de aguantar el brutal asalto

Habib mueve frente a sí los dedos de sus manos y el hombre pez frente a él solo consigue dar un par de pasos en su dirección antes de quedarse tumbado suavemente y parpadear un par de veces antes de quedar profundamente dormido

Vorth, menos afortunado, se encara con un hombre pez que grita a todo pulmón, el más incómodo de los enemigos pues parece un desequilibrado... como aquél enano del pueblo que terminaron metiendo bajo el hielo para que se callara. El hombre pez no se detiene ni un segundo a mirar a Plik que se aferra a su espinilla mientras gruñe, y se lanza contra Vorth sujetándole los hombros, clavándole las uñas y tratando de darle una dentellada en la cara, los dientes pequeños, finos y largos de su boca provocan en Vorth una desagradable sensación al pensar en que se pudieran clavar en él

  Zulf, dominado por la rabia se abalanza sin miramiento alguno contra su presa, esgrimiendo con ambas manos el tridente, listo para emplarlo.

 El empuje y la inercia de la carrera dan al enano una fuerza imparable para el hombre-pez que ve con horror como los tres dientes se abren paso entre sus víceras, perforando y desgarrando cuando el enano sacude el tridente hacia atrás.

Los dos enanos, enrabietados, desaparecieron de su área de visión. Sólo se escuchaban los gritos, los golpes y los quejidos. Al que sí veía era al desarmado. Con esas garras y boca suponía un grave peligro para el hechicero y su animal. El cual, igual que su querido cuervo, que en paz descanse, lo daba todo por su amo. 

Sognolencia súbita!

Conjuró de nuevo. Aguanta Vorth, defiéndete! Sólo tenía que sobrevivir. Pronto acabaría todo.

Al notar como su compañero consigue acertarle con el tenedor al pescado del sonajero, Zybax, aun furioso por la situación, tiene un leve destello de habilidad e intenta rodearlo para impedirle que se defienda cómodamente

Sin analizar si eso le pudiera resultar peligroso aferra con fuerza su hacha y busca rebanarle el cuello al "conjurador de aguas" - Te lo expliqué? - le pregunta como al pasar - Mi hacha es peligrosa... MUY peligrosa - murmura mientras el filo de su arma corta piel y agallas en una clara demostración de la calidad de la misma - Y no me gustan los sonajeros! -

Aich, mi brazo.

Pero no tenía tiempo para dolerse. Vorth forcejeaba con el bastón como última barrera entre el pez y él.

¿Qué dices, Habib? No, tranquilo... Estaré bien mientras no me muerda en la cara.

Consiguió zafarse de su agresor lo suficiente como para propinarle un suave golpe en el pecho.

El chamán alcanza a dar una puñalada a Zybax antes que las dos hachas le cercenen el brazo izquierdo y la cabeza, no suena grito alguno ni siquiera la sangre al chorrear, solo el sonido plomizo del cuerpo al caer sobre el hielo quedando clavado en el lugar sin llegar siquiera a deslizarse un palmo. Zybax y Zulf se miran ahora uno al otro, eliminada la barrera visual ambos bárbaros pueden observar los músculos de su compañero y la sangre de sus hachas para tratar de determinar cuál ha sido el golpe fulminante.

Vorth sigue en igualado combate contra un hombre pez que se resiste a los sortilegios de Habib y sigue atacando con ira ciega a Vorth sin reparar ni un momento al armiño que gruñe con ridícula ferocidad desde su espinilla... La ristra de ataques que lanza contra el enano son inútiles y salvo un leve arañazo en el pecho, Vorth puede decir que se está defendiendo con sobrada habilidad

Olvidándose del dolor, Zybax miró a su alrededor y solo vió pescados muertos... excepto el que amenazaba al hechicero - Ya voy! - gritó mientras enarbolaba su hacha y se dirigía hacia el y levantándola con ambas manos - Dejame que le explique que peligrosa es mi hacha - le pidió a su compañero - Aún más que el hielo -

Vorth siguió forcejeando con el último pez. Se empezaba a encontrar débil. ¿Pero qué derecho tenía a quejarse viendo las heridas de Zulf y especialmente Zybax? Habib no era enano, así que no entraba en la comparación.

El último hombre-pez, había resistido la magia adormecedora. Pero, por suerte para Vorth, los demás estaban rodeandolo y no tendría escapatoria. Mas era peligroso. Mejor acabar con lo inevitable sin lamentar bajas. Se acordó del guantelete y su poder menor.

Frío punzante. Pronunció señalando a la cabeza del medio pescado y casi fiambre. Un rayo blanco azulado le dio de lleno en la frente, congelando su cerebro a modo de shock. Echó una mirada a Vorth y a los demás. Estaban heridos y sólo tenía una curación más. 

El último de los hombres pez cae de rodillas tras el bastonazo de Vorth, aún se menea, sus brazos caen a un lado y encorvándose se apoya en el suelo, de forma solemne los enanos observan la muestra de tenacidad del guerrero pez, el rayo ácido de Habib atraviesa su pecho dejando una quemadura creciente a medida que pone los ojos en blanco y cae de bruces. De nuevo el silencio, de nuevo la enormidad de la cueva, de nuevo otro peligro del laberinto superado.

Unos instantes en los que solo se escucha el resollar fatigado de Zybax, el laberinto parece estar esperandoos, la penumbra del bastón de Habib alarga las distancias a ojos de los enanos.

Una vez acabado el combate, Zybax apoyo su hacha en la pared y se sentó, demostrando, finalmente, el cansancio que sentía

- Esos pescados no molestarán más. Ya son comida - anunció - Y al primero que deberíamos almorzarnos es al del sonajero. No se como hizo que esa cosa de agua nos atacara, pero era peligroso... claro que mi hacha lo es más - completó seguro

Respirando profundamente, poco a poco recuperó su espíritu - Deberíamos terminar de dormir, pero antes me gustaría saber si esos seres tienen algo que nos pueda servir - Rascándose la barba se acercó a los cadáveres y los miró con cuidado

- Y supongo que deberemos ir por donde debíamos haber ido de entrada - añadió con cierto retintín - Este, está claro, no es el camino... aunque sirvió para afilar mi hacha - intentó disimular su malhumor por el tiempo perdido al avanzar por el tunel erróneo - ... que es peligrosa como el hielo - no pudo con su genio y completó sus palabras con su frase de cabecera.

Habib se alegró de haber contribuido al combate con éxito, aunque estaba claro que eran buenos y valientes guerreros. Juntos podían ser buenos contrincantes.

Bien hecho, camaradas! 

Olvidándose de sus heridas, consciente del poco tiempo de luz que tendría, se acercó al cuerpo del chamán y luego los de los demás hombres-pez, arrastrándolos y colocándolos en una disposición circular. Se quitó un collar que tenía guardado debajo de los ropajes y lanzó un conjuro para detectar la magia. 

Sea el poder revelado. Primero lo dirigió al chamán desde el centro del círculo. Si había algo mágico lo detectaría. Si no, pasaría al siguiente y al siguiente. Así hasta finalizar. Una vez terminó, examinó cualquier hallazgo. Y si no encontró nada, examinó su collar. El cual sabía que era mágico, pero no conocía sus cualidades. 

No hubo gestos triunfalistas. Quedaba mucho trabajo por hacer.

Arf... arf... Aquí hay más comida de la que podemos llevar. Uhm... si no se la come Plik antes.

Vorth sacó su cuchilló y se puso sobre uno de los peces.

Eeeeeh... Mejor empieza tú, Zulf, y yo te ayudo.

Pero a la hora de trocear peces, Vorth seguía estorbando más que ayudando.

Este grupo no llevaba dinero, la ballesta es una ballesta de coral, y quedan 7 virotes hechos con espinas de pescado (se considera una ballesta ligera), los tridentes están hechos de coral (suponeis que éstos no tendrán valor para los elfos pero sí para vuestro pueblo enano que puede aprovechar el coral para hacer casi de todo)

 Zulf, con la ayuda de Vorth, se puso manos a la obra con los puñales para separar todo pedazo de carne/pescado que había en aquellos cuerpos que les pudiera servir para nutrir sus propios cuerpos, habría suficiente para varios días.

 - Tendremos carne fresca para varios días. Nos irá bien para compensar el tiempo perdido en... esta demora.