Partida Rol por web

Habib, con su empatía, imaginó las intenciones del misterioso ser.

Creo que lo que el Señor de las Aguas quería decir, amigos, es que tiene prisa por regresar a sus obligaciones. No se ha negado a recompensar nuestros esfuerzos. Verdad, Señor? Como ve, tenemos diferentes demandas. Está en su mano elegir cual o cuales quiere o puede recompensar si así lo desea. 

Me siento honrado por escuchar la sabiduría de sus palabras. Ójala pudiera seguir conversando con vos, pues mucho he de aprender sobre los mundos y el pasado, asuntos que domina porque las ha vivido. 

 Cuando sus compañeros empezaron asaltar al ser liberado, las palabras de Vorth le hicieron reaccionar.

 - Rulf, mi hermano, dónde puedo encontrar a Rulf. Sigue vivo, está bien, donde puedo dar con él y retornarlo a nuestro hogar junto a nuestro anciano padre. Por favor, os lo suplico.

El ser burbujea - Si vuestros amigos están ahora en contacto con agua, vendrán.

Éste enorme bloque de hielo no estaba aquí antes, conozco tanto de él como vosotros, pero tan pronto como desaparezca será tan parte de mí como de él - Señala a Zybax - Su barba. Dejad que el agua os lleve hasta la salida. - Un montón de escarcha blanca empieza a surgir del faldón de su túnica extendiéndose por el suelo y cubriéndole por completo a gran velocidad, como si de una plaga de arañas se tratara que trepa por él contagiosamente. Cuando está completamente cubierto de escarcha. Ésta se deshace saltando en mil esquirlas, dejando una figura de carne y hueso en su lugar. Sin lugar a dudas para los enanos se trata del amigo de Habib, aunque no hay ni rastro del hermano de Zulf

- Porque habló de mi barba? Es mía! - exclamó Zybax acaraiciándosela preocupado y antes de sorprenderse por lo que estaba pasando y observar extrañado la figura del nuevo "no-enano" - Y porque desapareció el emelental? - le preguntó a sus compañeros demasiado sorprendido para entender nada de lo que estaba pasando a su alrededor

- Si al final parece que se escondió para no pagarnos? - completó su razonamiento mientras meneaba la cabeza malhumorado - Lo que es seguro es que a partir de ahora no confiaré en ningun emelental. No son nada confiables -

 El tatuado enano contempla aspectante el debenir de esa extraña magia, como se crean esos cercillos blancos y la posterior caída de estos, revelando la figura de otro tipo alto... y nada más. Ni el ser liberado del bloque de hielo... ni su hermano.

 Si vuestros amigos están ahora en contacto con agua, vendrán.

  - ¿Y Rulf? ¿Dónde está Rulf?- Mirando de un lado para otro, sintiendo como un nudo se le hacía en su estómago, cuando, poco a poco, la certeza de que no le volvería a ver, iba creciendo en su interior.- ¿Rulf?... ¿RULF?... ¿¡RULF!?... ¿¡RUUUUUUULF!?

 El último grito del enano resuena con fuerza contra las paraedes heladas de la colosal caverna. Llenándola toda de eco... al tiempo que se creaba un vacío en el interior del desdichado enano.

 Un par de gotas se helaron en sus megillas agrietadas por el frío, mientras se encogía el cansado enano, quien hasta el momento había hecho frente los rigores del camino al frente de todos, sentía como la fortaleza se le escapaba del cuerpo como el agua se escurría ente los dedos...

La criatura había hecho lo prometido, pero no explicó a los demás la manera en lo que lo iba a hacer, así que el enano estaba algo confuso...

Pero... No entiendo. ¿En realidad el Señor de las Aguas es un no-barbudo como Habib?

Desde luego, ahora el elemental infunde mucho menos miedo con esta nueva forma, ¡dónde va a parar!

La marta blanca de Vorth, mucho más espabiliada que el hechicero, vuelve a acercarse curiosa a la zona de batalla y olisquea al nuevo visitante, familiarizándose con su olor.

Plik, malnacido, no hagas eso. Vuelve aquí. Te va a convertir en un muñeco de nieve.

Rhaz tras un alto para descansar sus piernas congeladas y doloridas nota como su pies se hunden en el frio suelo y una especie de cristal blanco empieza a cubrirlo desde los pies para arriba, intenta escapar de el pero es imposible su cuerpo se queda inmovil - Qué está pasando? - piensa el pícaro mientras mira impotente como lentamente su cuerpo se congela y no puede hacer nada. Pero cuando creía que era su final el hielo empieza a desaparecer y puede ver la imagen de tres personas que le recuerdan a Rulf y a su amigo Habib.

- Habib? eres tú? - pregunta como si lo que estuviera viendo fuera una espejismo provocado por unos rayos de sol intenso de su tierra.

La desconsolada llamada de Zulf a su hermano perdido le partió el corazón. Pero, la imagen era... no era una imagen, era el propio Rhaztamel Rapidfinger, su compañero, su amigo. Pero no era el momento de expresar alegría alguna. El dolor de Zulf merecía respeto y... poco podía hacer más que apoyar su mano en el hombro del guerrero. 

Encontraremos a Rulf. Me habéis ayudado más de lo que podía nadie. Ahora os ayudaré yo. Sus manos y su mirada estaban con el enano, pero su corazón palpitaba ansioso por acercarse a Rhaz y ver que era él de verdad.

Amigo mío, le dijo con la voz quebrada, tenemos una gran deuda con estos hombres. Han arriesgado su vida para ayudarme a encontrarte. Buscan al hermano de Zulf y la ciudad de los elfos. Sonrió... por fín. Y en silencio se acercó al recién llegado. El pícaro pudo ver su rostro de cerca. Era su amigo, sin duda. Más pálido, con el pelo helado y los huesos de la cara más marcados. Pero era Habib. Sus ojos brillaban conteniendo una lágrima, pero su voz y sus gestos seguían siendo los de un hombre duro del desierto. Alguien que no derramaría una gota de agua innecesariamente. Pero...

...algo era diferente en él. Algo que no podía reconocer... 

Zybax observó el encuentro entre lso dos no-enanos sin separar sus manos del hacha d ebatalal que tan bien sabía usar - El otro cobarde se fue - murmuró malhumorado - pero se olvidó la espada mágica, así que se la venderemos a los elfos y que ellos se encarnen en lo que sea - añadió sin entender de que estaba hablando

- Supongo que ahora deberemos ir por el "otro" camino. El que desde el principio sabiamos que debíamos usar... -

La cara de Rhaz se entristeció al escuchar que buscaban a Rulf, la imagen escalofriante de aquella criatura de hielo partiendo en dos el cuerpo del bravo Rulf - Habib amigo mio siento decirte, que Rulf no lo ha conseguido, estaba conmigo, nos encontramos en la caverna, cuando nos sorprendio una criatura de hielo monstruosa, Rulf lucho valientemente pero la criatura acabo con su vida - el pícaro agacho la cabeza en señal de lo sentía.

 Zulf, hundido en su desespero, solo reaccionó cuando el forastero nombró el nombre de su hermano. Entonces se giró repentínamente hacia él amigo de Habib y repitió.

 - Rulf, muerto en combate. ¿Contra una criatura de hielo?- Entonces el tatuado enano se levantó y se acercó al desconocido.- Cuéntame cómo pasó, ¿cóomo os conocisteis y como fue su muerte, por favor? Nuestro anciano padre querrá saberlo si algún día puedo regresar a nuestro hogar. Y yo... necesito saberlo también.

El pícaro asintio con la cabeza ante las palabras del que parecía tener un vinculo con Rulf. - Yo combatía sólo con una especie de largarto que me atacó y justo cuando pensaba que mi vida había acabado una flecha atraveso a la criatura, y al girarme para ver de donde provenía fué cuando ví por primera vez a Rulf, el me salvó - La tristeza se reflejaban en las palabras y la mirada de Rhaz, hizo una breve pausa y continuó - Empezamos a buscar una salida, hasta que llegamos a lo que parecía un camino sin salida. Después observamos que la pared de hielo con la que topamos podiamos escalarla, y así fué. Rulf decidió ir primero yo estaba herido y tuvo la amabilidad de ir primero. Tras subir Rulf escuché unas voces y ruidos he intenté subir todo lo rapido que pude, pero al llegar a la cima justo cuando pude apoyar mi codo derecho vi a esa criatura de hielo tenida cogido a Rulf por el pecho con una mano y por la piernas por el otro. - Rhaz agacho la cabeza en ese momento - Intenté llegar a tiempo pero la criatura lo partio por la mitad como si de un trozo de pergamino se tratase. No me quedo mas remedio que echar a correr como alma que lleva al diablo. Lo siguiente fué que un frio me recorria por los pies y iba subiendo muy rapidamente, momento en que pense que la criatura me había alcanzado. Cerré los ojos y cuando los abrí me encontre con vostro.- El pícaro agarrá con su mano derecha el hombro izquierdo del enano - Lo siento mucho, Rulf era un gran guerro, que los dioses lo tengan en su remanso - termina diciendo con la cabeza gacha en señal de respeto.

¿Rulf muerto? Eso era horrible... Era uno de los más grandes héroes de la aldea. Pero Zulf debería estar todavía más afectado. Vorth nunca había perdido a ningún ser querido, pero si le faltara Plik... si le faltara Plik sentiría un vacío muy hondo ahí en el pecho, dónde la patata. Se podía imaginar el dolor, la tristeza... el nudo en la garganta por la que ahora pasaba su amigo. Extendió la mano y la puso en su hombro. Y empezó a cantar una vieja tonadilla enana de despedida.

 El tatuado enano escuchó atento el breve relato, asintiendo levemente ante las gestas y la grandeza de su hermano mayor. Su norte. Su guía. Quien le había servido desde joven como objetivo a quien emular. Su hermano mayor.

 Cuando las palabras terminaron y el extraño puso la mano en su hombro, la mirada de Rulf estaba extraviada asintiendo ante la muerte de su hermano. En un mundo tan duro como este, donde la muerte aguarda en cada momento, pocos eran los temerarios que se atrevían a soñara con un fin en la vejez, entre las pieles del lecho. Su hermano era consciente de ello, y en lugar de resignarse había decidido tomara el arco y el hacha y partir para desafiar al mundo y lograr encontrar una salvación para su pueblo. Murió libre, siguiendo sus deseos, plantando cara a la fría muerte.

 Entonces Zulf sintió el contacto de Vorth, y luego las notas graves de su voz, entonando el canto fúnebre destinado a los que se van. Quedamente en las primeras notas, Zulf se unió al canto. Sintiendo como este le liberaba, en parte, de la carga del pesar aceptando el ineludible fin de todo ser en ese mundo.

La mala noticia, contada por su amigo, le llenó de emoción. Los enanos, fuera de dramatismos, con un respeto profundo, entonaron una de las más bellas canciones que escuchara jamás. El humano, que no sabía la letra, se unió al coro con la vibración de su pecho. El techo, abovedado y frío, daba una resonancia especial. Los armónicos vibraban a través de los cuerpos, llenando de calor y tristeza.

Sus ojos derramaron el agua como si fuera hermano suyo. Cerró los ojos e hizo una plegaria por el alma de Rulf.

Si el cielo es lo único que tienen en común los mundos, sea el alma de Rulf una estrella que surque ambos hasta la luz ancestral, esté donde esté. 

Más allá que en el pueblo lo consideraran algo loco, lo cierto es que Zybax respetaba a Rulf. Alguna vez habían salido juntos a cazar y había demostrado su pericia con las armas - Lo que dices siuena como algo que hubiese hecho Rulf - reconoció ante las palabras del nuevo no-enano - Pero ahora debemos salir de aquí... no quisiera encontrar más problemas de los que ya encontramos. Supongo que debemos volver por donde vinimos - propuso, tratando de no demostrar la impresión que le había causado la narración

- Y estar atentos ante criaturas de hielo... no quisiera acompañar a ese valiente ante los diosos... no sin visitar primero a los elfos y venderles esta espada maldita -

Al terminar el canto, con las últimas notas esvaneciéndose entre el techo escondido en sombras del colosal salón, Zulf escucha a Zybax y asiente.

 - Sí, ha llegado el momento de retomar nuestro camino, y terminar lo que mi hermano Rulf empezara.- Dice con tono solmene.- Cuando el comercio se restablezca entre nosotros y los elfos. Vayamos.

Agh, por las barbas de mi abuela, qué poca gracia me hace volver a pasar por esos escalones helados.

Vorth se metió la espada por debajo del cinto para que colgara elegantemente. Sí... ya lo creo que esa espada era mágica: le hacía parecer mucho más atractivo. Qué porte... qué presencia... Miraba su reflejo en una de las paredes de hielo. Y de pronto se fijó que por encima de su hombro, ella no estaba.

¡Un momento! ¡¿Dónde está la chica cabra?! ¡Se ha ido!-dijo volviéndose y señalando la ausencia de la diablesa.

Ah, no, espera... No es esa pared...-Vorth se giró noventa grados hacia el último rincón en el que la vió.

La diablesa se pone en pie. - Estoy conmovida, de verdad, se me hielan las lágrimas. No tengo mucho más que hacer en este mundo... y probablemente sola por este laberinto me aburriría ¿qué pensais hacer conmigo? - La diablesa se presta de forma asertiva y sardónica a lo que el grupo decida.

Habib entendió rápidamente que la diablesa estaba acostumbrada o, incluso, sólo podía vivir para un fin impuesto por otro. Quizá no era o no sabía que era libre.

Dinos, criatura, nunca has deseado salir de este lugar para conocer algo más que estas cuevas? No eres libre de hacer lo que desees? Estás condenada, acaso, a obedecer una orden que te ate indefinidamente? Nosotros vamos a buscar el paso a la ciudad de los elfos. Si prometes no perjudicarnos, no veo problema alguno en que nos acompañes. Comprendo que luchaste contra nosotros porque eras la guardiana de este lugar, pero ya no estás atada a él. Ya no eres nuestra enemiga. Ni nosotros tus enemigos. Cuál es tu voluntad? Si coincide con la nuestra, podremos entendernos como seres libres. Si no, cada uno hará su camino. 

Iba atener que tomar una decisión.