Partida Rol por web

Frozy se lanza sobre el enano, no le sobresalta el chispazo que hace saltar la llama de Karstak en las pieles del sorprendido enano que ahora se ve encima a la loba lanzandole una dentellada sobre el brazo derecho, las costuras de sus pieles saltan al desgarro del mordisco del animal y da un par de puñetazos en los morros a la loba, que con el morro arrugado trata de echarlo al suelo tirando de él, finalmente el enano se desembaraza del animal, parece que le cuesta de nuevo coger el arma con el brazo mordido, pero se ve dispuesto a acabar con el lobo antes que con su dueño

Los enanos atacan con fiereza, parece que les ha dolido ver como Zybax daba un tremendo golpe que destrozaba la capucha de uno de ellos y le cercenaba directamente la cabeza. Ahora aprietan los dientes, los pómulos de sus ojos llorosos se ven elevados y gritan con rabia, descargan sus clavas sobre vosotros, el quejido de Frosty resulta desgarrador para su amo quien siente el golpe como si lo hubiera recibido él mismo, Frosty está sangrando por un costado, el pelaje se ha levantado pero ni siquiera echa la vista atrás sino que se prepara para atacar de nuevo.

Zybax recibe otro tremendo golpe, en su estado de rabia no se detiene, no se aminora y no da ni un solo paso atrás, con un par de piezas de metal aún clavadas se abalanza sobre el enano que aún está retirando su arma y muestra una expresión tan fiera y demencial como la suya propia.

Vorth por su parte esquiva por los pelos echandose a un lado de otro golpe, dando un salto al lado ha resbalado y el tobillo ha podido torcerse.... un daño mínimo comparado al golpe que podría haberle destrozado el hombro y quien sabe si le hubiera arrancado un brazo.

Karstark se agachó ligeramente, casi encogiéndose como si el golpe sufrido por su compañera lo hubiera recibido él mismo. Acto seguido, tomó un poco de nieve en su mano derecha y con la izquiera rozó a la loba mientras recitaba. La nieve mata pero la nieve cura.

Acto seguido, una pequeña escarcha se formó sobre la loba y gran parte de la herida se cerró bajo el hielo.

¡Ah! ¡Ah! ¡Aaaaauch!

Vorth cojea y se duele de su pie magullado. Por suerte, para bajar la inflamación, nada mejor que hielo: unde su pie en la nieve y suspira aliviado mientras esquiva un par de golpes más de garrote gracias a la distracción aportada por Flik.

Se acabaron las estratagemas. Si no funcionó lo de dividirlos ni lo de hacerles estallar, vamos con algo más contundente: frío.

Las manos del hechicero empezaron a despedir un aura color azul, y Vorth roza con sutileza la capucha del nómada. Como una sombra, la magia se desliza desde la capucha hasta la carne del hombro, y empieza a escocer... a quemar... a abrasar... como solo el hielo hace.

El dolor logra que la víctima de Flik se distraiga lo suficiente para que pueda morder un muslo y quedar ahí colgando. Rabioso.

Ngggg... Ng... Ngggggg...

 Tras recuperar el equilibrio y ver la brutalidad de la escaramuza, el firme Zulf se une a la refriega alzando su hacha contra el vagabundo atacado por el lobo que tan grave dentellada había causado, y que con tanto odio había correspondido.

 El hacha corto con la misma facilidad, aire, piel, carne y hueso. El duro filo de acero se abrió camino causando una profunda herida en aquel ser desquiciado.

 - Reúnete con tus anacestro, miserable.

Zybax aferra su hacha con cuidado, orgulloso del golpe, más que mortal, que acaba de propinarle a uno de los enanos y, al sentir como un hacha se clava en su pecho gruñe enojado - No, no, estaba matando a tu compañero, no debías hacer eso - le explica al enano que tiene frente a si antes de revolear su hacha y dejarla caer frente a si, buscando separar los huesos de quien lo ha herido de su carne

El hachazo de Zulf le da en plena cara al enano, destrozándola, la carne es cortada aunque los huesos parecen resistir. El enano cae hacia el lado que Zulf le propulsa, bajo suyo la nieve se tiñe de un rojo vivo y palpitante a enorme velocidad. La loba se gira gruñendo a Zulf, por unos instantes parece dubitativa en escoger a su siguiente enemigo

¡Son todos tan parecidos!

Frozy muerde al enano vagabundo que la ha intentado golpear por el otro lado, el pellejo de la ropa se rasga entre los dientes de la loba, pero el enano se la quita de encima de un solo golpe.

Frozy siente el escalofrío de la magia a través de ella. Compenetrada con su amo, no necesita siquiera girarse, ni perder medio segundo en dar las gracias, pues sabe que la mejor forma de agradecérselo es dar su vida defendiéndole.

La enana a la que Vorth ha tocado cierra la boca y rechina sus dientes, por unos instantes parece sentir la descarga en su interior como un tremendo calambre en sus músculos, el armiño colgando de su teta parece un adorno o trofeo de no ser por el hilo de sangre que le gotea por la comisura de los labios. Lanza un golpe contra el mago, pero falla de lejos, su golpe parece haber sido más un espasmo que un verdadero intento de atacar.

Zybax rechaza al siguiente atacante enviándole de espaldas sobre su compañero, en una pila perfecta, el hachazo ha sido limpio en un costado, bajo el brazo y tras tambalearse un paso ha caído hacia atrás donde se ha revuelto contra su herida hasta quedar encogido, Zybax mira a su alrededor, esperando que el combate haya terminado para descansar y a la vez presto para saltar sobre un enemigo más si hubiera la ocasión.

El enano que queda junto a la loba no parece perturbado por ver al conjurador sanar las heridas de la loba, su atención está puesta sobre el animal y vuelve a dar un golpe, pero la loba le esquiva hábilmente echandose a un lado y dandole un golpe con el hocico

Al notar como acababa con otro de los enanos, Zybax sonrió y se preparó para continuar destripando vagabundos - Ayuda a la loba - le gritó a Zulf mientras el daba un pequeño rodeo antes de volver a golpe golpear con toda su furia, asiendo el hacha a dos manos e intentando acabar, de un solo golpe con el enano que tenía frente a si.

 Viendo como los famélicos enanos caen ante los hachazos y ataques suyos y de sus compañeros, a pesar de que pueden causar tremendos daños con sus ataques, se deja llevar por el frensí de la situación y se lanza a por el último de los seres a la vez que lanza un berrido de amenazador.

 YYAaaaghhhH

 Concentrado como estaba atacando a la loba, Zulf lo pilla con la guardia baja y logra conectar un tremendo golpe a la altura del hombro, sin saber exactamente que lugar bojo aquel montón de pieles.

El hachazo de Zybax salpicó a Vorth. Acaba de aprender que cuando haya gresca debe permanecer lejos y limpio o cerca y a salvo. La nieve también se tiñó de rojo. Karstak tenía razón. Cualquier bestia que sobrevolara la zona vería una zona manchada en un lienzo de inmaculado blanco.

Vorth gastó el último toque de frío contra el cuerpo de los nómadas que habían venido a morir aquí.

"Las estacas de Mattut" caen sobre la nieve, charcos de granizado de fresa se forman a su alrededor, los cuerpos quedan fríos enseguida, el viento sigue soplando, el aguanieve sigue cayendo y solo gracias a la magia de Vorth podeis evitar tiritar como un enanito en su primera larga-noche. Os echais un vistazo a las heridas, la mayoría estais bien, solo Zybax presenta serías heridas, registrais los cuerpos* pero no encontrais absolutamente nada de valor. La enana que se enfrentaba a Vorth era bella, la única chica entre los asaltantes.

Es el tercer día de luz, no deberíais perder más el tiempo, mañana deberíais ver las montañas y al final del día llegar hasta la entrada al laberinto, pero el camino aún está por hacer, y tal vez deberíais dedicar un momento a sanar vuestras heridas, porque no será éste el único percance que habrá en el camino

Zybax, hermano, ¿cómo os encontrais? preguntó Karstark mientras apagaba la llama de su mano. Solo me queda magia para llamar un pequeño ser pero el hielo me permite curarte con él si es necesario aunque eso me dejará sin nada más que pequeñas ilusiones hasta que descansemos.

Mientras, echaba un poco de nieve por encima de los muertos, cuando sus compañeros los terminaban de registrar, y murmuraba una pequeña plegaria para que el hielo les acogiera.

El bárbaro, al relajarse por el fin del combate, deja caer el hacha, y se mantiene erguido solo por su fuerza de voluntad

- Estoy bien, la sangre es de esos... - asegura, pero no resulta muy difícil darse cuenta que está más herido de lo que quiere reconocer. Mientras sus compañeros buscan entre las pertenencias de las Estacas el se siente en la nieve y respira profundamente

Finalmente vuelve a ponerse en movimiento - Llevemos las pieles, y si quieren el hacha, el resto no debe valer nada, pero ellas... en fin supongo que serviran para intercambiar -

Los abalorios los llevaré yo, nunca se sabe... dijo Karstark mientras se acercaba a Zybax y le posaba una mano lleva de nieve sobre la herida. La nieve mata pero la nieve cura.

Entonces miró serio al enano. Hermano, no sé a lo que estás acostumbrado pero uno solo no sobrevive en la nieve, así que no vuelvas a decir que no necesitas la curación de la nieve si la necesitas. Con dejar los cadaveres de estos en el hielo me basta...

 Zulf paseó por entre los cadáveres, respirando fuerte ante el estallido de rabia e ímpetu. Miraba los rostros en busca de uno familiar o algo característico. Su corazón se aliviaba al no reconocer a un hermano enloquecido en ninguno de ellos.

 También se fijó en las palabras que se cruzan Zybax y Karstark. Vieno como se comporta el orgulloso guerrero añade.

 - Cierto, somos un grupo. Si queremos llegar alguna parte debemos hacerlo juntos y confiando los unos en los otros. Mientras no termines de sanar las heridas, habiendo tenido la suerte de que no me hirieran, lo sensato sería que ahora abriera yo la marcha hasta aque llegue la hora de descansar.- El tono de sus palabras buscan ser las de alguien pragmático.

Ngggg. Ngggg. Ngggg.

Plik aún seguía mordiendo a la enana. Si expusieron a una chica tan guapa a la batalla, puede que en su tribu no queden suficientes hombres para tomar las armas. O puede que al contrario, que los que hoy murieron fueron las últimas estacas.

Será guapa, pero con qué salvajismo movía el garrote.

Al final no fue para tanto. Pasando por alto el estado de salud de Zybax, Vorth no había recibido ni un solo golpe. Su pie le sigue doliendo, pero haría un esfuerzo para no retrasar a los demás. Deberían acampar lejos, Karstark lo dijo: los depredadores vendrán.

Yo llevaré dos pieles más. El hacha es muy valiosa para dársela a los elfos. Deberíamos llevarla de vuelta cuando completemos la misión. Tal vez para el joven Grölm, que ya tiene edad para defenderse, o para Irwin, que tiene un hacha que ya no corta como antes.

Vamos, Plik-silbó dos veces.

El armiño soltó su presa y se relamió como si se le hubiese quedado la boca seca de tanto desperdiciar saliba mordiendo el correoso cuero acolchado. El animal siguió a Vorth y caminó a su lado.

- Ya veremos - contesta el enano de malhumor ante las palabras de sus compañeros - la llevo y vemos cuanto nos quieren dar por ella... despues de todo las armas hay que ganarselas uno mismo - completó orgulloso de la forma en que el las había conseguido.

Las palabras de Zulf lo hieren en su orgullo, aunque para sus adentros sabe que tiene razón no quiere dar el brazo a torcer por lo que cede... a medias - Bueno, pero solo por un rato. Yo cubriré la retaguardia - concede mientras busca con la vista el arco que dejó caer y se lo cuelga a la espalda - Sigamos. Este no es un lugar para descansar. No con estos cadaveres y la sangre - completa mientras busca con la mirada la flecha que utilizó al comienzo del combate. No tiene tantas como para no hacer el esfuerzo de recuperarla.

Sin embargo, cuando por fin consigue encontrarla observa que es irrecuperable. Su punta se ha destrozado contra la única roca que se observa en kilómetros de distancia.

 Habiendo logrado, en parte, que Zybax entre en razón, el fornido enano se pone en marcha de nuevo, por aquella desoladora llanura blanca que tan monótono hacía el paisaje. Se caló la capucha de nuevo para protegerse de la molesta aguanieve que se precipitaba encima suyo.

De nuevo os poneis en marcha, de nuevo un horizonte borroso no se distingue frente a vosotros, no se ve destino alguno y la lluvia y el viento no dan tregua aunque al menos es débil y es sabido que aunque se desatara una tormenta, las tormentas diurnas no acostumbran a ser peligrosas.

Horas de camino, la nieve siempre se resiste a ser apartada aún con la fuerza de las pisadas de Zulf, el frío trata de colarse como un gélido hilo a través de vuestro cuerpo desde la zona de las lumbares donde sentís más pinchazos, los calambres de las piernas y vuestro cansancio es solo un signo de que estais avanzando a buen ritmo.

La lluvia que ha ido cayendo a ráfagas durante la tarde parece que solo es ahora gotas de humedad que son empujadas por el viento. Calculais que deberíais descansar, pues estais agotados, la sola idea de tener que cavar el pequeño hoyo para guareceros del viento ya os desanima, frente a vosotros una silueta oscura se recorta ¿Las montañas? Imposible, demasiado diminuta.

Os acercais un poco más, podeis ver una arboleda, está completamente seca, solo son troncos muertos, ni las resistentes coníferas han podido resistir por aquí, es una isla, una pequeña isla, a juzgar desde vuestra posición no debe tener más de cien metros cuadrados. Aún así podría ser ideal para un buen descanso.

Sabeis que si no teneis noticias* de esta isla es que no debe ser apta para el paso, sin embargo se os presenta la posibilidad de aprovecharla. Las rutas no están marcadas, y tal vez pocos o ningún viajero de Midgunheim pasara por aquí, es suficientemente pequeña como para pasar desapercibida. El peligro es grande, tanto, como la recompensa que pudierais conseguir, aunque dado vuestro estado, tal vez deberíais reconsiderar pasar de largo y descansar lejos de ella.