Partida Rol por web

Tras hacer los preparativos para el viaje, y de dar órdenes específicas a mis hombres respecto a la manera de actuar como guardia personal en la travesía; me dirigí hacia la habitación de la reina. Me apetecía verla, y que me contara como había hecho en muchas ocasiones lo que pensaba de verdad. Carraspeé un poco nervioso y llamé a la puerta.

Daniella se encontraba encerrada en sus aposentos, se había sentado en un sillón e iba controlando como su sirvienta preparaba el gran baúl para el viaje. 

- No, ese vestido mejor que no... - La detuvo al ver entre sus manos el que había llevado en el último baile. - Coge ese otro, sí, el escarlata... - 

En aquel momento llamaron con suaves toques a la puerta. ¿Ya está aquí? Pensó, mientras levantaba la mirada. Creía que sería Connor, le había prometido una partida a las damas, aunque normalmente se presentaba algo más tarde. Enarcó una ceja y señaló hacia dicha puerta, la sirvienta se apresuró en abrirla.

La reina se sonrojó ligeramente al ver que no era la visita que esperaba. Una dulce sonrisa asomó a sus labios al descubrir de quién se trataba.

- ¡Oh! William... - Exclamó mientras se levantaba y esperaba que el joven se acercara. - No esperaba tu visita... - 

Sonreí al ver a Daniella. -Si estás ocupada puedo venir en otro momento... -le comenté entrando levemente en los aposentos. -Solo quería hablar contigo un rato, saber que piensas sobre... -miré de reojo a la sirvienta, no sabía si ela sabía algo. -...las últimas noticias. Tiendes a cayarte lo que piensas Daniella, y a mi me gustaría saber cual es tu opinión. -sonreí de forma sincera. Daniella era una mujer increiblemente inteligente y puede que mi padre o mi hermano no fueran conscientes de lo bueno que podría ser para el reino contar con su intelecto; pero yo si.

Daniella se sorprendió ante el interés de William. Sus mejillas adquirieron el suave tono de las rosas en plena primavera. Deslizó su mirada hacia la sirvienta, que intentando pasar desapercibida, había vuelto a rebuscar en el gran armario para seguir sacando vestidos. A la joven reina no le pasó desapercibido el gesto de la doncella. Siempre había sospechado que sus sirvientes eran espías del rey para vigilarla, y cada vez estaba más segura de ello. 

- Khaty, puedes terminar después, ahora déjanos solos... - Le dijo enarcando una ceja. Mientras la sirvienta remoloneaba antes de salir del dormitorio, Daniella se acercó al mueble donde guardaba sus exquisitos licores y cogió una botella con líquido de color ámbar. Sirvió dos copas y le tendió una a William. 

La reina se dirigió nuevamente al sillón y señaló su gemelo para que el príncipe cogiera asiento. 

- Hay demasiados oídos indiscretos... - Comentó antes de llevarse el borde de la copa a los labios. El líquido tenía un ligero sabor afrutado, entraba suave y calentaba ligeramente el estómago.

Tras apartar la copa de sus labios, clavó su mirada en la de William. - ¿Qué importancia tiene lo que yo piense? - Le preguntó sin dar más rodeos al asunto. - Vuestro padre nunca tendrá en cuenta mi opinión, me lo ha demostrado muchas veces, hoy mismo, cuando ni siquiera me ha mirado... - Comentó con un ligero tono de amargura. La joven reina volvió a llevarse la copa a los labios y apuró su contenido de un sólo trago. Tras eso la dejó sobre una pequeña mesa y sonrió con tristeza. - Pero no os preocupéis... Cuando vine a palacio ya sabía cuál era mi destino... - Sus ojos, de un verde jade, se clavaron en los de William. Sus rasgos se habían suavizado y una ligera sonrisa, triste, se había dibujado en sus labios. Le gustaba su compañía, William era alguien que sabía mostrar la atención que Daniella necesitaba. 

Suspiró y con cierto nerviosismo se apartó un mechón que le había caído sobre los ojos. - Creo que quién debería acompañar a vuestro padre es vuestro hermano. Él es el heredero y dejarle aquí, sin saberlo, está menospreciándolo delante de todo el reino... - Daniella sabía que podía confiar en William, así que finalmente, y sin tapujos, le dijo lo que creía.

Me senté en el sillón que me ofrecía Daniella, y tomé la copa que ella me ofrecía. Olisqueé y noté el olor del alcohol, así que apoyé la copa sin llevármela a los labios. Aún quedaban dos horas de mi guardia y no me iba a permitir flaquear, la vida de Daniella, mi padre y mi hermano dependía de mi buen hacer. -Puede mi que padre cometa ese error, y que mi hermano lo secunde, pero no yo Dani. -Sólo la llamaba así cuando estábamos solos, pues no podría tomarme esa confianza en público. -Yo valoro mucho tu opinión, se de sobra lo inteligente que eres. Tu opinión podría salvar vidas, o conseguir que nuestro Rey sea nombrado el sucesor. Si ellos no quieren saber tu opinión, yo podría ser tu voz ante ellos. 

Me acomodé en el sillón mirando fijamente a Daniella. Le había hablado con el corazón, ella era una persona en la que podía confiar, y la verdad es que no soportaba la situación en la que estaba metida a raíz del matrimonio con mi padre. -Yo creo que también mi hermano podría venir. Pero padre parecía firme en su decisión. Lo que temo es que Connor pueda enfadarse conmigo. Los celos podrían nublar su gran juicio.

Daniella sonrió, William era la única persona que le llamaba Dani, y le gustaba como sonaba. Aunque cuando el joven habló sobre su hermano, la sonrisa empezó a difuminarse hasta terminar desapareciendo.

- No sé cómo se lo habrá tomado Connor... Vuestro padre lo ha relevado delante de todos... - La joven reina suspiró y bajó la mirada. Distraídamente pasó la mano por una arruga que hacía su vestido. - Imagina... - Empezó a decir, levantando nuevamente la mirada y clavando sus profundos ojos jade en los de William - ¿cómo te habría sentado que, siendo el heredero, tu padre te apartara de en medio? Pero es tan orgulloso que no escucharía mis palabras... - Terminó diciendo. Intentó que una nueva sonrisa asomara a sus labios. 

- Y no, no me refiero a que tendrías que quedarte tú... - Por un momento Daniella temió que el joven príncipe creyera que lo relegaba a él. - Tendríais que acompañarlo ambos... No creo que le pase nada al castillo porque vayamos todos... - Comentó, bajando ligeramente el tono de voz.

Noté como el dulce rostro de Dani cambiaba al mencionar a Connor. Y si...no, no puede ser. -Me hubiera sentado fatal Dani, incluso sin ser el heredero. Por eso estoy de acuerdo con tus palabras. -Desestimé mis nefastos pensamientos con una leve cabezada. -Dices que no escucharía tus palabras, pero... -titubeé un poco por miedo a que se enfadara conmigo. -¿Acaso lo has intentado alguna vez? Se que el rey te impone, pero yo creo que si pudieras hablar con él a solas te escucharía. Pero si lo prefieres yo...yo podría hablar con él. -igual mi padre se enfadaba, posiblemente no me hiciera caso, pero por Dani podría olvidar todo eso y enfrentarme a la ira de mi padre.

El rostro de Daniella palideció ligeramente cuando William le propuso que hablara con el rey. Aunque tenía razón, estaba tan acostumbrada a ser ignorada, que nunca había intentado acercarse a él. Era consciente de lo que pensaba, procuraba que no le faltara de nada pero ella tan sólo era un acuerdo. 

Una débil sonrisa asomó a sus labios cuando el joven se ofreció para hablar con el rey. Pero no podía permitirlo, no quería ponerlo en contra de su padre, y temía que si le llevaba la contraria podría tener problemas.

- ¡Oh! No... No te preocupes... - Le dijo, volviendo a entrelazar su mirada con la de él. - Tienes razón, hablaré yo con él... No, no quiero que te enfrentes con tu padre por mi culpa... - El rostro de la reina se había sonrojado ligeramente... Bajó la mirada, clavándola, sin ser consciente de ello, en sus manos entrelazadas. 

La reacción de Dani me sorprendió. Ella era una chica insegura, pero muy fuerte. Verdaderamente me dolía ver como la anulaba como persona el acuerdo matrimonial que la unía a mi padre. Una lucha se llevaba a cabo en mi interior, y la verdad es que la parte que llevaba mucho tiempo refrenando y perdiendo estaba empezando a ganar terreno. 

Intenté refrenar mis pensamientos y me centré en la situación. Me dolía ver así a Dani, la verdad es que no soportaba ver como sufría en su posición. Débilmente tomé su barbilla con una de mis manos y alcé su mirada. -Sabes que sí que me preocupo por tí. -le sonreí tímidamente. -No voy a enfrentarme a él. Voy a exponérselo como si fuese idea mía, nada más. No te preocupes ¿vale? -no sabía si mi padre iba a enfadarse, pero me daba igual. Dani tenía razón con lo que había razonado y yo iba a ayudar a que su voz fuese escuchada, aunque fuese indirectamente. 

Un ligero temblor sacudió el cuerpo de Daniella al sentir la mano firme de William sujetándole el mentón. Su corazón empezó a latir con fuerza y sus ojos brillaron... Por un momento se quedó en silencio, perdida en la mirada del joven. 

¿Qué estoy haciendo...? De repente fue consciente de lo cerca que estaban y del silencio cargado de emociones...

Se levantó del asiento, apartándose deliberadamente de William. Se acercó a la ventana y observó el jardín a través de las cortinas. Sentía como poco a poco empezaba a dominarse nuevamente...

Se volvió y miró nuevamente a William, tenía que controlarse, por un breve instante había deseado... No... Tenía que desterrarlo, tenía que olvidarse de esos sentimientos y mantener las distancias.

- ¿Estás seguro? A ti te escuchará, pero ya sabes lo orgullos que es... - Le dijo sin apartar su mirada de la de él.

Daniella amaba profundamente a William. Por eso intentaba mantener las distancias y no dejarse llevar por esos sentimientos que como torbellinos recorrían todo su cuerpo. 

Connor era diferente, y no pudo evitar pensar por un momento en él. Le quería, sí, pero sabía que no haría ninguna tontería por él... En cambio William... 

Todo eso pasó por su cabeza mientras se quedaba perdida en la mirada del joven príncipe.

La verdad es que no esperaba que reaccionara así a mi contacto. Algo en mi interior se resquebrajó, ya que no soportaba el rechazo de Daniella. Yo sabía lo que sentía, y también sabía que ese sentimiento era un condena,ya que una mujer como Daniella jamás se fijaría en alguien como yo. Pero no podía evitarlo. Aunque me había dolido, haría cualquier cosa por ella.

En mi rostro se podía ver el dolor pese a mis esfuerzos por controlarme. Mis ojos reflejaban todo lo que deseaba hacer y decir. Decirle que desde que había llegado al castillo no podía dejar de pensar en ella, que estaba locamente enamorado de ella, ya que era la persona más guapa y más especial que había conocido en mi vida. Decirle que daría mi vida simplemente por un beso, por una caricia correspondida.

Me levanté, suspiré e intenté sonreír. -No te preocupes, haré todo lo que pueda para hacerle cambiar de opinión. El no ya lo tenemos. Espero poder serte de ayuda a ti y a mi hermano. -No iba a aguantar mucho más, tenía ganas de llorar y me mordí con fuerza el labio para refrenar las lágrimas. No iba a llorar, y menos aún delante de ella. Contente William, eres un Astor, no des una imagen débil. Quedarás como un crío delante de ella. -No te molesto más, si me necesitas, estaré en mi habitación.

Una garra gélida atrapó el corazón de Daniella y empezó a desgarrarlo. Durante unos segundos, ella y William se quedaron mirándose... El dolor que reflejaba la mirada del joven dejaron sin aliento a la reina. Sus pupilas se dilataron cuando por fin la comprensión empezó a forjarse en su interior.

William siempre había sido tan atento, y ella había estado tan preocupada por ocultar sus propios sentimientos, que no había sido consciente de que éstos eran recíprocos.

Lágrimas como cristales empezaron a formarse en los ojos de Daniella. Pestañeó rápidamente, intentando controlarlas y que no salieran rodando por sus tersas mejillas. No quería que William se preocupara, no quería destrozarle el futuro que tenía en el reino...

Consciente de que ambos tendrían que vivir con ese dolor como condena, simplemente asintió con un suave gesto de cabeza.

-Sí, será mejor... que te vayas... - Le costaba tanto decir esas palabras. Deseaba que se quedara, que corriera hasta ella y la abrazara. Pero no podían... No, no podían dejarse llevar por aquellos sentimientos tan profundos y hermosos... Se volvió de nuevo hacia la ventana y cogiendo la cortina la apartó levemente. Mantuvo sujeto el terciopelo, apretando con fuerza mientras sus nudillos se volvían blancos. Se quedó en silencio, sintiendo su corazón latir con fuerza y esperando escuchar cerrarse la puerta...

La visión de los ojos llorosos de Dani me conmovió, no podía soportar verla sufrir. Desde que la había visto bajar de aquel carruaje que la había traído al castillo había perdido la cabeza por ella. La amaba, como nunca había amado a nadie. Siempre estaba pendiente de que no le pasara nada, de que nada ni nadie le hiciera daño ya que antes tendrían que pasar por encima de mi cadáver. Sufría cuando ella sufría, ver como lo pasaba mal por el trato que le brindaba mi padre me quemaba.

Cerré la puerta y acorté la distancia entre los dos con un par de largas zancadas, quedando a excesos centímetros de su cuerpo. -No llores, porque si lloras me muero. No podría abandonar esta habitación sabiendo cual es tu estado. No soporto la idea de verte mal, eres demasiado buena para sufrir ya que eres de las pocas personas que merecen la pena en este mundo de guerra y muerte. -acaricié su rostro con mi mano- Aun nose porque te estoy diciendo todo esto, cuando ya se que jamás podrías fijarte en mi, y que nunca sentirás nada por mi. Es más, si alguien se entera de lo que siento seguramente amanezca muerto, pero si no lo digo exploto. No llores mi Dani, te lo ruego

La puerta no se cerró... Daniella había estado esperando ese sonido, estaba a punto de derrumbarse, pero quería aguantar delante de William. Por un momento cerró los ojos al sentir como se acercaba... No... William, no lo digas... Se volvió para mirarle a los ojos, su mirada rogaba que no dijera nada. Pero el muchacho finalmente expuso sus sentimientos, abriendo su corazón ante la reina. 

Ella ahogó un gemido. 

- No... - El aire salió de sus pulmones. No era consciente de cuánto había estado aguantando la respiración. Las lágrimas que había intentado contener empezaron a rodar por sus mejillas. William podía sentir como su cuerpo temblaba ligeramente. 

- No, William... No... - Tan sólo podía negar reiteradamente. Las palabras no conseguían formarse... Respiró, intentando controlar aquel vorágine de sentimientos  - No puedes amarme, estamos condenados... Si tu padre llegara a enterarse de cuáles son nuestr... tus sentimientos, no... no te lo perdonaría - . 

No podía decirle que ella también le amaba desde el primer día que le vio... Tenía miedo de destrozarle la vida. Aunque sus sentimientos afloraban por su piel, y por mucho que intentara ser fuerte, sus ojos jades le decían todo lo que sentía por él.

- No soy buena para ti... - Terminó diciendo mientras bajaba la mirada y nuevas lágrimas corrían por sus mejillas.

En aquel momento, Daniella se sentía destrozada por dentro... Todo aquel tiempo que había estado con Connor, engañándose a si misma e intentando olvidar sus verdaderos sentimientos, empezó a pesarle como una losa. Sentía que se había engañado, tanto a si misma como a William. Por un momento sintió deseos de desaparecer... En vez de la felicidad que debería sentir por ser correspondida por William, deseaba que el mundo la tragara... Se sentía ruin... 

¿Qué he estado haciendo? ... Dios mio... 

Espera, ¿ha dicho "nuestros" ? No, no puede ser verdad. Estaba en estado de shock. Mi cerebro iba a toda velocidad, procesando toda la información de todo lo que me había dicho Daniella. Sus ojos la delataban, esos ojos en los que podría perderme días enteros. No entendía como había estado tan ciego como para no darme cuenta de que ella sentía lo mismo por mi. Tenía que hacer algo, y nunca tendría mejor momento que este para hacerlo. Por otro lado seguía llorando, por lo que aquella labor era dura de llevar a cabo, ya que no podía pensar bien sabiendo que ella sufría. -Si...estoy condenado -conseguí balbucear. -Pe...pero estoy condenado a quererte hasta el fin de mis días, o hasta que los dioses destruyan este mundo por mera diversión. Pero es una condena que cargaré jocoso Dani, porque este sentimiento es lo más grande que me ha pasado en la vida. 

Acorté la poca distancia que había entre los dos, casi dejando nuestros cuerpos pegados; encajados como las piezas de un puzzle que encajan a la perfección. Volví a alzar su bello rostro por su mentón. Mi cuerpo ardía, ya no sabía si por los nervios o por la pasión. Besé suavemente su mejilla, bebiendo una de sus lagrimas. -No me llores, por favor. -Volví a besarla, sorbiendo otra de sus lagrimas, y otra más. -Si tu no eres buena, nadie lo será. Eres la persona más especial que conozco. Y sin hay alguna razón por la que dar la vida, tu amor es la única que se me ocurre. -Me quedé mirando aquellos ojos llorosos durante un segundo y, sin pensarlo, besé sus labios. Era un beso tierno, con el que intentaba que se diera cuenta que lo que sentía por ella iba enserio. En ese momento me olvidé de mi padre, de la posible guerra con los Lenguer, de los posibles celos de Connor. Para mi en ese momento solo existía ella.Mi Dani.

Tanto tiempo amándole en secreto, suspirando por una caricia, una mirada, una palabra... Tanto tiempo, que en aquel momento, cuando sus sueños parecían volverse realidad, Daniella sentía que flotaba. Los labios de él bebían cada una de sus lágrimas, sus fuertes brazos la sujetaron por la cintura, y por un instante la reina sintió que si estiraba la mano, podía llegar a rozar el cielo con la punta de sus dedos.

- Te amo... - Le susurró con un hilo de voz. Ya no tenía sentido seguir ocultando aquellos sentimientos que ardían en su interior. Sus labios se unieron en un dulce beso, que poco a poco se fue tornando apasionado. En aquel momento también olvidó al rey, a Connor y todos los problemas con los Lenger. Solo existía William y él sentía lo mismo... ¿Cómo había podido estar tan ciega? ¿Cuántas veces había deseado llegar a estar entre sus fuertes brazos? Siempre escondida, ocultándose ante los ojos de William, amándole en silencio... 

Al escuchar las dulces palabras de Dani junto con aquel apasionado beso la bestia que había estado refrenando todo este tiempo rugió de pura alegría. Acerqué su cuerpo al mío y mi mano fue a parar a su cabeza, acariciándola. En medio de aquel apasionado beso nuestras lenguas se enzarzaron en una lucha sin un claro ganador. Me sentía extasiado, en una nube. Debo de estar soñando, esto no puede ser verdad.

Nos separamos levemente, buscando aire para nuestros pulmones. Respiraba agitadamente, mezcla de aquel beso y del descontrolado latido de mi corazón. Acaricié su cara sonriendo como un bobo. -Yo también te amo, mi Dani.

Sin poder refrenarme tomé entre mis brazos y la alcé en el aire mientras daba giros, contento como no lo había estado en mi vida. La deposité en la cama con delicadeza y volví a perderme en aquellos preciosos ojos verdes que me habían robado el corazón. Me tumbé encima de ella con cuidado de no hacerl daño y volví a besarla dulcemente en los labios. -Esto...es un sueño ¿verdad? Porque no quiero despertarme nunca.