Partida Rol por web

Miro molesta al miembro de las SS por su comentario.

- Gracias acomodador por su explicación. Oficial... perdone que me entrometa - sacudo mi melena hacia atrás, para que mi escote quede a la vista, y con media sonrisa y los ojos clavados en aquellas pupilas alemanas le digo- Es cierto que el tren va cargado con oficiales de las SS pero también hay más personas. No creo que haya querido decir que el resto de los pasajeros podamos desaparecer en la nada sin tener importancia. ¿Verdad que le he entendido mal?

Mis palabras exactas han sido "No creo que al Fuhrer le haga ninguna gracia que nos pierda por el camino". Probablemente a Musolini no le haga ninguna gracia que se pierdan ustedes por el camino. Respondo ante mi lider, no el suyo. Puede entender lo que le plazca.

Hein mira al camarero esperando su comida.

Lo que tenga me valdra...

Que desgraciados son estos alemanes. Nunca debimos aliarnos con ellos.

En fin, señorita y caballeros. Voy a acomodarme un poco en mi compartimento antes de que llegue la hora de comer.

Señorita Macinni, ¿me permitirá entonces que la busque cuando llegue la hora de la comida? ¿Cuál es su compartimento?

Permanezco en mi compartimiento, revisando algunos de los papeles que llevo en mi maletín.

Al observar por la ventana me doy cuenta que no hay mucho que mirar. Lo que antes podía ser calificado como un bonito paisaje hoy está muy lejos de serlo. Edificios destruídos por los bombardeos, familias en la calle... Sin duda las cosas han cambiado y seguirán cambiando todavía más.

Vuelvo a concentrarme en mis papeles, escucho voces que provienen de los otros compartimientos, me parece distinguir la de una mujer, seguramente están conversando con ella. Son seis horas de viaje antes de la primera parada, seguramente cuando hayamos llegado a Singra habré entablado conversación con alguno de los pasajeros con los que comparto vagón.

No me he fijado en uánto tiempo ha pasado desde que el tren dejó la estación, en realidad no es algo que me preocupe demasiado, el viaje es largo así que mientras menos me preocupe del tiempo transcurrido menos tedioso se me va a hacer.

Decido ir al vagón restaurante y pedir me sirvan un trago, pero cuando me pongo de pie para salir del compartimiento sufro una ligera sacudida. Puede que esté equivocado, pero me da la impresión de alguien accionó el freno de emergencia...

Estoy algo aburrida, las revistas no ofrecen más que un par de noticias jugosas, todo lo demás es algo relacionado con la guerra, guerra, guerra, guerra, maldita guerra. En fin...

Observo mis uñas , exhalo un suspiro y contemplo el paisaje. Más señales de la guerra. Maldita guerra...

Pasa un caballero y luego la joven que habló con Mario, mi esposo, en la cafetería. Mmmm... Me vendría bien tomar algo. Observo la hora, guardo las revistas y me incorporo con lentitud, unos largos y perezosos movimientos. Arreglo mi vestido, retoco mi peinado con la intención de dirigirme hacia el vagón-comedor, luciendo la mejor de mis sonrisas. Antes de partir, tomo mi cartera y controlo mi maquillaje con una mirada condescendiente. Salgo al largo y estrecho pasillo cuando una sacudida me atrapa distraida haciéndome tropezar con un caballero. Mi scusi, signore... Balbuceo con una sonrisa, azorada.

Miro a la señorita Maccini- en respuesta a su pregunta voy a Berlin para continuar mis estudios, mi padre se ha empeñado en que debo estudiar alli( bajo la voz para que no se me oiga) pero no me hace ninguna gracia tener que compartir el trayecto con estos alemanes.

¿Y usted por que viaja a Berlin?

Miro con desdén al alemán, y sonrio a Francesco, volviendo a ofrecerle mi mano.

- Por supuesto señor Alexandro, pero por favor, llámeme Sofía. Seguro que pasamos una comida agradable.

A la pregunta del señor Gario mis ojos vuelven a perderse en el infinito, antes de recuperar la compostura y reirme para quitarle importancia:

- Supongo que porque está de moda. Parece que todo el mundo viaja a Berlín.

Me despido de los caballeros y salgo del vagón cafetería con dirección a mi compartimento habiendo dejado sobre la barra suficientes liras para abonar mis consumiciones y las de Sofía.

Maldita sea que pasa ahora, ¿acabamos de salir y ya hacemos la primera parada?...

Me dirijo al señor Kassel para preguntarle ¿Qué ocurre Herr Kassel?

El señor Alexandro abandonda el vagón restaurante, el tren sigue parado y el señor Kassel le ofrece unas nueces, almendras, maíz y pistachos al teniente Senn.

Todos oís cómo alguien llama al señor Kassel desde el vagón de las SS.

Si me disculpan alguien solicita mi presencia, en seguida vuelvo.

Abandona el vagón restaurante en dirección al de las SS.

El señor Kassel entra en vuestro vagón desde el vagón restaurante.

¿Me han llamado? ¿Sí? Oh, la parada, no se preocupe, he telefoneado al maquinista, hay un tren que ocupa nuestra vía, un transporte de tropas, en cuanto pase reanudaremos la marcha.

¿Algo más teniente?

Hein come de los frutos secos dejados por el camarero.

Vamos a pasar hambre si todo lo que tienen es esto le dice a Walter en un leve susurro.

Aqui no hacemos nada, volvamos a nuestro vagon compañero. termina Hein mientras se despide con una leve inclinacion ante los italianos y se va.

Termino mi whisky mientras examino de arriba a abajo a Sofia sin recatarme ni un pelo.

-Sí, tienes razón. Ya he visto suficiente.

Y acompaño a Hein a nuestro vagón.

- Vamos Strags, que estas cosas son normales en un guerra como esta. Probablemente necesiten reforzar alguna parte del frente. No es para preocuparse demasiado. Ahora bien, si me necesitan estaré en el bar...

Dicho esto dio media vuelta y se fue con paso ligero.

-Gracias por la información, Herr Kassel.- Digo, amablemente. -Ahora iré a revisar los equipajes, y luego quizás vaya a presentar mis respetos ante los italianos.- Tras decir esto, me dirijo hacia el vagón de equipajes. 

Mientras el capitán Matog abandona el vagón en dirección a la cafetería seguido de Herr Kassel el alférez Berger habla al capitán Wilheim.

¿Y yo señor? ¿Qué debo hacer?

Cuando los tenientes Senn y Walter se disponen a abandonar el vagón entran en él el capitán Matog y el señor Kassel, los dos tenientes saludan.

¡Heil Hitler!

-Acompañeme, Berger.- Dice, mientras sale hacia el vagón de equipajes. 

El tren reanuda su marcha poco a poco y gana velocidad...

El alférez Berger y tú entráis en el vagón de equipajes, Karl cierra la puerta en cuanto entráis.

El vagón de equipajes está dividido en tres compartimentos, en uno se guardan todos los útiles necesarios para el servicio de los empleados.
En otro los equipajes de los civiles italianos, en tresgrandes baules y media docena de maletas. La última zona corresponde al equipaje de los SS, y aparte la carga, dos cajas metálicas y un arcón grande.
Hay además dos granes baules que contienen uno, cuatro rifles y munición y otro la carga que se ha ordenado transportar. Ambos cerrados con candados.

¿Qué hacemos aquí Wilheim? ¿Has encontrado micros en tu habitación? No me gusta, lo de Matog y Senn aún es comprensible, ¿pero que vengan Walter y Strags? Strags es muy útil en Italia, ¿por qué los trasladan?