Partida Rol por web

- ¿Pero qué está pasando ahí fuera? - exclamó el tendero al oír el estruendo y sentir al vibración que se había desencadenado en su tienda. Rápidamente bordeó el mostrador y se dirigió a la puerta, junto a Nadaiba. Al mirar al exterior y contemplar la nave y sus ocupantes se quedó paralizado un instante por el terror, tras el cual susurró:

- Rung Tse Fwo Tzoo Bao Yo Muhn...

Y se giró hacia su mujer, con el rostro desencajado por el pánico.

-Pero aún así se te ve contenta- Minek no pudo evitar sentirse algo asombrada por la capacidad de ánimo de su compañera, desde luego sería genial tener a alguien así entre la tripulación, la mayoría no veían el vaso medio lleno casi nunca pero aún así ya habían pasado a ser casi como su familia y les tenía cariño, aunque algunos más que otros.
-Creo que ahí es donde entramos nosotros...- admitió al mencionar la decisión del alcalde, aunque la conversación fue repentinamente interrumpida por el comunicador que cogió entre sus manos para escuchar mejor. Según parecía los bandidos debían de estar acercándose y el sonido del exterior lo dejaba claro.

Se acercó a Michael para mirar al exterior y disponerse a responder a Wyatt, sin embargo esa nave no era en absoluto lo que ella esperaba ver... y eso teniendo en cuenta que los bandidos ya le habrían dado miedo.
-Ta Ma Duh.... Reavers...- fue lo único que alcanzó a musitar totalmente perpleja, retrocediendo un par de pasos mientras temblaba de miedo.
Quería correr pero sus piernas no se movían del sitio y la rampa ya se había desplegado. Deseó fervientemente que sólo fueran esos malditos bandidos disfrazados pero lo dudaba bastante.

Tras la paralización momentánea acabó por acercarse nuevamente el comunicador:- Lo intentaremos- no es que pudiera prometer nada precisamente, así que tiró de Michael al interior de la tienda nuevamente.
-¿Hay alguna puerta trasera? O ventana que podamos usar para salir por un lado en el que no nos vean de forma inmediata... Tenemos que salir del pueblo- sabía que ahora ése lugar era su hogar, pero de nada les serviría quedarse allí excepto para morir de forma dolorosa y lenta así que cogió la mno de Sally y tiró de ella para ayudarla a decidirse, acercándose a cualquiera de las ventanas opuestas a la puerta de haberla.

La llegada de los Reavers no pareció afectar a Nadaiba: frunció el ceño y dirijió una rápida mirada al exterior de la tienda buscando la mejor alternativa para huir. Seguidamente se metió en el interior y prestó atención a Minek,esperando la respuesta de Michael o Sally.

"Una salida trasera sería la opción más sensata. Recemos a los espíritus y que ayuden al matrimonio a actuar con rapidez. Minek parece controlarse a pesar del sobresalto inicial..."

Mientras tanto agarró su  inseparable rifle de caza de su espalda y lo abrió para comprobar que estaba cargado.

El tendero se había quedado paralizado por el miedo. No dejaba de mirar fijamente hacia la nave que acababa de posarse en la plaza, y solo las palabras de Minek y la actitud fría de Nadaiba le hicieron reaccionar.

- ¿Puerta trasera? - dijo con voz temblorosa - ...¡Si! ¡P..po..por ahí!

Su mano señaló a la parte izquierda del fondo de la tienda, junto a unos sacos de semillas.

Luego miró a Nadaiba, que revisaba su rifle, asintió nerviosamente con la cabeza y se metió a trompicones detrás del mostrador. Busco con manos temblorosa debajo unos instantes y sacó una vieja escopeta de caza, con aspecto de no haber sido disparada en mucho tiempo.

- ¿Se puede saber que te propones? - gritó Sally, con voz quebrada, al ver a su marido empuñar aquel arma - ¿No pretenderás hacerte el héroe?

Su mano derecha aun estaba sujeta por Minek, que la aferraba con fuerza, pero se giró hacia el mostrador y miró directamente a Michael.

- No p... pretendo hacerme el heroe - contestó Michael - Pero si este caballero pretende plantar ca... cara a esos sa...salvajes yo quiero ayudarle... Ad..además así tu y tu amiga tendr..reis mas posibilidades de escapar...

Miró fijamente a su esposa. Su piel se había puesto totalmente blanca y temblaba de la cabeza a los pies, pero sus manos apretaban la vieja escopeta con todas sus fuerzas, como si de verdad le fuera la vida en ello.

Pareció recuperar por un momento las fuerzas y dijo:

- ¡Corred! ¡Nosotros les retendremos!

Efectivamente, al fondo de la tienda, tras unos sacos de semillas, se dejaba ver una sencilla puerta de madera. Su situación parecía indicar que daba a la parte trasera de la casa.

El rifle de Nadaiba estaba cargado y listo para usarse. Después de comprobarlo el indio alzó la vista, de nuevo hacia la plaza del pueblo y la nave. De sus compuertas salía una horda de hombres de aspecto salvaje, que se diseminaban por el pueblo sembrando el caos. Los granjeros corrían despavoridos en todas direcciones y aquí y allá se oía algún que otro disparo ocasional.

Dos individuos de aspecto temible, armados con espantosos machetes, se dirigían corriendo directamente haca la tienda...

"Tiene valor Mr. O-Malley, aunque un gran corazón con unos nervios tan poco templados no servirán de mucho... Los reavers no parecen tener armas de fuego, así que mejor salir corriendo. Si les hacemos frente, será mejor una vez hayamos abandonado la parte trasera de la tienda, para llamar menos la atención del resto de salvajes. "

- Señor, huyamos por la parte trasera. Si estos salvajes inmundos se acercan demasiado les haremos frente afuera.

Diciéndo esto agarró al señor O-Malley firmemente por el brazo y lo dirijió hacia la trastienda.

- Yo iré el último para cubrirnos las espaldas... ahora, ¡CORRED! - Naidaba se llevó la mano izquierda al hombro derecho y susurró para sí  mismo -"Macamo nimiqui, teteuhé!".

La mano de Minek seguía sujetando la de Sally con firmeza algo tensa, asintiendo rápidamente tras la indicación del bueno de Michael para dirigirse hacia esa puerta trasera, pero cuando le escuchó decir que pretendían hacerles frente su cuerpo se quedó casi petrificado por unos segundos, apoyando los dedos en el pomode la puerta sin llegar a girarlo.
Se disponía a protestar debidamente y hacer hincapié en lo absurdo de ésa decisión pero por suerte no hizo falta y el juicioso Nadaiba ya se encargó de ello, así que algo más aliviada acabó de abrir ésa puerta para observar entonces ése lado de la calle, deseando que ninguno de esos monstruos hubiera llegado a ella todavía.

-Vamos, ¡no hay tiempo que perder...!- espetó al resto mientras los gruñidos de dos de esos reavers se acercaban por la puerta delantera, momento en el que empezó a correr tirando de Sally con cierta insistencia hacia la salida del pueblo, cómo le había indicado Wyatt.

-¡De acuerdo!- Contestó Michael, algo aliviado, al ver que le indio no tenía intención mas que de ganar algo de tiempo.

Luego miró Minek y a su mujer, junto a la puerta, y dijo:

- Dejadme salir a mi primero... no vaya a ser que...

Agarró firmemente la escopeta y salió por la puerta trasera. Miró a ambos lados y se volvió hacia el interior.

- Parece despejado ¡Vamos!

Las dos mujeres cruzaron la puerta mientras Nadaiba cubría sus espaldas con el rifle preparado.

Salieron a una estrecha calle de casas de madera y barro (como todo el pueblo) completamente desierta. Se escuchaban muy cerca, sin embargo, los gritos de la gente aterrorizada y los desagradables aullidos y gruñidos que emitían los asaltantes, lo que indicaba que, aunque no a la vista, los atacantes estaban muy cerca.

El comunicador de Minek volvió a activarse, y por él salió la voz de Aryssa, claramente alterada:

- ¿Minek? ¿Estas ahí?

Mientras tanto, Nadaiba se encontraba aún dentro de la tienda, a escasamente un metro de la salida trasera. El primero de los salvajes que llegó a la puerta la reventó de una patada y se quedó mirando por un instante al indio. Iba vestido con extraños y horrendos ropajes, hechos aparentemente de muchos trozos de alguna clase de piel curtida. Tenía una gran cicatriz en la cara y el pelo sucio y revuelto. Respiraba pesadamente, resoplando, y tenía la mirada torcida y siniestra. Alzó el enorme machete que llevaba en la mano derecha y, aullando con todas sus fuerzas, cargó contra Nadaiba.

Naidaba estaba preparado ante tal situación, y manteniendo la calma pensó que si pudiese herir gravemente al primero, podría ralentizar su marcha y darles más tiempo para huir.

"Si le acierto bien, es posible que asustemos al segundo reaver."

Así pues apuntó al primer Reaver con su rifle y disparó.

Michael tomó la iniciativa, lo cuál parecía ser una buena idea teniendo en cuenta que tenía una arma entre las manos de la cuál ambas mujeres carecían.
En cuánto él empezó a avanzar, Minek le siguió, soltando a Sally a sabiendas de que les seguiría sin contratiempos mientras fuera acompañada de ambos.

Minek no dejaba de escuchar gritos y sonidos espantosos, pero se esforzó en hacer caso omiso y concentrarse en correr todo lo posible hacia donde Michael las guiaba, presuntamente la salida del pequeño poblado.
Fue entonces cuando la melodiosa voz de Aryssa interrumpió el caos del lugar y la joven mecánica volvió a buscar el comunicador entre las escasas pertenencias que colgaban de su cinto.
-¡Seguimos enteros...!- le respondió entre algún que otro jadeo provocado por la pequeña carrera que se veían obligados a llevar a cabo -Nos... dirijimos a la... salida, cómo dijo... Wyatt...- explicó entrecortadamente, pues no era el momento más adecuado para hablar y además podía delatar su posición, así que decidió apagar el comunicador mirando entonces de reojo hacia atrás sin apreciar a Nadaiba."¡Justo cuando creía que era un hombre razonable...!"

El disparo de Nadaiba dio de lleno en en el hombro del primer asaltante, que giró 90 grados sobre si mismo por la fuerza del impacto y calló sobre uno de los expositores de la tienda lleno de platos de cerámica, llenándolo todo de sangre y causando un gran estruendo. El segundo parecía no haberse inmutado por el disparo ni el derribo de su acompañante, y se lanzó como un poseso sobre el indio, aullando y babeando.

En el exterior Sally, Minek y Michael corrían por el callejón, en dirección a la salida sur del poblado. No habían avanzado ni diez metros desde la puerta trasera de la tienda cuando, en un cruce un poco mas adelante, aparecieron dos individuos de aspecto barbárico, armados con machetes. El primero no pareció darse cuenta de la presencia de las dos mujeres y el hombre, pero el segundo le hizo un gesto para llamar su atención, y ambos cargaron hacia ellos chillando, con las armas en alto.

- F'n Zse... - dijo Michael al ver las dos figuras acercarse - ...nos c...cortan el camino

Se echó la escopeta a la cara, en actitud de disparo. Las manos le temblaban, pero la adrenalina estaba empezando a hacer efecto y, aunque nervioso, no parecía tan desesperado como antes.

- ¡Corred! - dijo a las mujeres - ¡Tendremos que dar un rodeo!

Dicho esto volvió a mirar al frente, apuntó como pudo y disparó a los asaltantes.

Tras de sí, en el interior de la tienda, un disparo retumbó provocando todavía más tensión en el pequeño cuerpo de Minek. Suponía que habría sido su compañero ya que los reavers disfrutaban más con el poder destrozar a alguien a golpes y cortes o cosas peores. Al menos eso es lo que siempre había oído y viendo su aspecto y actitud de cerca no le cabía demasiada duda de que así debía ser.
En esos momentos su mano ya apretaba la de Sally con demasiada fuerza, pero no podía evitarlo pues apenas era consciente de ello, el miedo le agarrotaba parcialmente los músculos y agitaba su adrenalina y su respiración, lo cuál ayudaba a seguir corriendo cómo alma que lleva el diablo.

Se detuvo repentinamente al toparse con dos de esos "seres", pues probablemente denominarlos humanos no sería correcto, ahogó un grito y se llevó una mano a su pequeño cinto interior, pero de él apenas pendía una pequeña bolsa con algo de dinero cedido por el capitán, no era propensa a llevar armas si podía evitarlo y además Nadaiba ya portaba su rifle.

Así pues no quedaban demasiadas alternativas. Dirigió una mirada aprensiva y preocupada a Michael y volvió a tirar de su reencontrada amiga para dirigirse a otro callejón lateral a través del cuál poder acceder hasta su querido Oasis, El Cuervo. Sin duda la carrera se estaba convirtiendo en una larga pesadilla.

Al pobre Michael solo le dio tiempo a disparar una vez su arma (y fallar) antes de que el primero de los bárbaros se abalanzase sobre él gritando como un poseso. Los dos rodaron forcejeando por el suelo de la calle y la escopeta salió despedida unos metros.

El otro salvaje no había reparado en la pelea entre Michael y su compañero, y corría en dirección a las mujeres.

- ¡Michael! - grito Sally horrorizada al ver a su marido caer al suelo forcejeando con el salvaje.

Se detuvo un momento, como aturdida por al situación, mirando fijamente a su marido, que luchaba desesperadamente por su vida.

No se daba cuenta que el otro atacante estaba a punto de alcanzarla...

Minek se encogió de forma instintiva con el estruendoso disparo de la vieja pero contundente arma de Michael, aunque de poco sirvió dado el estado de nervios del tendero bonachón y esas horripilantes criaturas no dudaron en lanzarse sobre él sin contemplaciones.
En ése momento la mirada asustada y alarmada de Minek miró por un instante tras de ella esperando que Nadaiba apareciera de la nada para sacarles del apuro, pero tal cosa no iba a suceder, ya se había quedado rezagado... deberían haber huído todos juntos.

-¡Sally apártate!- gritó entonces con la voz agudizada debido al nudo que apretaba su garganta, recogiendo el arma del suelo y apuntando sin demasiada precisión al reaver, con el pulso algo tembloroso.
No le gustaba usar armas de fuego, no era ni mucho menos su especialidad, pero algunas ocasiones cómo ésta lo requerían y ya se habái visto obligada a disparar alguna sin emasiado acierto.

Apretó el gatillo deseando impactar en su objetivo fervientemente, topándose entonces con la fuerza de retroceso de la escopeta que la hizo dar un traspiés y emitir un quejido debido al golpe recibido entre pecho y hombro.

Tras disparar con su rifle Naidaba se vió completamente obligado a intentar esquivar al salvaje. En un último intento de evitar ser embestido por el Reaver disparó el segundo cartucho de su rifle.

- Con Liechtek no podrás, amigo.