Partida Rol por web

Heian se había mantenido callado todo el tiempo. Parecía un tipo muy silencioso y en ningún momento se había sentido con la necesidad de intervenir y tampoco consideraba que sus compañeros le necesitaban. Al fin y al cabo, él tan solo era un artesano que había decidido viajar por el mundo y se había encontrado en una situación un tanto inesperada.

Ahora, más que haberlas vivido, había visto muchas cosas pero había optado por dejar a sus compañeros intervenir. Pero cuando habían hablado de seres que se tatuaban glifos custodios para después levantarse como muertos vivientes, eso le había hecho estremecerse y sentir la necesidad de ser un poco más activo. Iba siendo hora que tomara parte en ese asunto, aunque no tenía muy claro si sus habilidades de artesanía ayudarían o no a la compañía. Pero lo que sí que sentía era curiosidad y mucha. Así que asintió informando de que podrían contar con él para ayudar.

Esta vez sí que actuaría. Acompañó al resto a hablar con Lord Aderre pero no formuló ninguna pregunta, simplemente dejó a sus compañeros que fueran ellos quienes consultasen las dudas que tuvieran. 

Una vez en la habitación del Lord, Corvino se mantuvo en segundo plano. Ya había causado suficientes problemas el día de su llegada y no deseaba llamar mas la atención. Además, sus "nuevos compañeros" estaban realizado una serie de preguntas bastante pertinaces y por el momento Corvino no se creía capaz de superarlas en cuanto a ingenio inquisitivo. Esta vez se limitaría a analizar en silencio las respuestas que les diese el señor de estas tierras.

Su mirada recorrió la habitación buscando algo fuera de lugar. Todo parecía de lo mas normal salvo el hecho de que el Lord llevara las manos enguantadas.

A su modo de ver, si fuese tan sólo por la lividez y la pérdida de memoria todo parecería indicar que Lord Aderre habría sufrido algún trauma nocturno durante su paseo por el bosque. Pero el hecho de que sanara tan velozmente tras su caída lo cambiaba todo y por ello Corvino tan sólo contemplaba la posibilidad de una maldición.

El encuentro con el noble no pudo ser más anodino, si una habitación bien surtida pero nada espectacular, mientras Quiora se lanza a la búsqueda o casi saqueo de la habitación, los demás dejan caer sus teorías o su magia como Sapo, pero en verdad el estado lamentable de Malocchio no tiene una explicación mundana, sino aparecen energías arcanas puede que el motivo este en otra parte.

- Es posible que algún veneno haya causado esto? Tenemos una línea temporal donde no se sabe nada de lo ocurrido, y la magia suele ser rápida en actuar, puede que un veneno este haciendo mella lentamente en el cuerpo de Lord Aderre y eso es algo al alcance de más gente que la magia.

Ya puestos a colaborar Menon no dejo escapar la oportunidad de lanzar su teoría.

La salida nocturna se produjo hace nueve días. Era algo que hacía a menudo, y siempre se acompañaba de dos perros fieros, especialmente entrenados, capaces de hacer frente a un lobo. Salía a cazar, solo durante unas horas, y volvía al castillo antes del amanecer.

Gabrielle Aderre es la madre de Malocchio Aderre. Fue la señora que mandaba en el castillo de Loupet antes que su hijo, y yo la serví, así que me abstengo de decir nada en contra de esa dama. Lo último que supe de ella es que vive en el castillo de Hunadora, al noreste de aquí. No daré más detalles sobre la relación con su hijo o sobre su marcha del castillo de Loupet.

El movimiento tras el grupo despertó la atención de Rupert, que se puso de puntillas para tratar de ver sobre sus cabezas. Frunció el ceño al ver a Quiora revolverlo todo.

¡Eh! ¡No toque eso! ¡Vuelva a poner esas botas en el baúl! ¡Pare! ¡No se toca! ¡¿Para qué toca?!

Quiora había encontrado ropa y calzado de buena factura, y en los cajones del escritorio encontró diversos papelajos oficiales con garabatos (o letras) que como bárbara no sabía leer. Sin embargo, su actuación traviesa y caótica había obligado a Rupert a abandonar su puesto junto a su señor para recogerlo todo.

Sin supervisión, Lord Aderre miró a Fedora, y luego a sus guantes, y se los quitó delante de todos. ¡Fue asombroso! ¡Eran unas manos sin pelo de pie de mediano! ¡Ni garras! ¡Ni tentáculos! Eran unas manos normales y corrientes.

Genann no se conformó con eso, y aprovechó la lejanía de Rupert para examinar mejor las manos de Malocchio...

¡Eh, deténgase! No... Esa marca no tiene nada que ver con el caso. Se trata de "La Señal". El señor Malocchio tiene sangre vistana por parte de madre: gitanos. Dentro de la raza vistana, el don de ver el futuro está reservado para las mujeres. Cada cierto tiempo, nace un vistana varón con los mismos poderes adivinatorios que las mujeres vistani. Son malditos entre su pueblo, y se les reconoce porque en la palma de la mano tienen "La Señal". Esta marca es mucho más antigua que su reciente enfermedad, no afecta a la investigación del caso, y les rogaría que guardasen secreto sobre los orígenes mestizos de Malocchio Aderre fuera de esta sala.

Rupert regresó junto a la cama para volver a poner los guantes a su amo.

Como portador de "La Señal", Malocchio Aderre ha visto que en el futuro morirá por la mano de un vistana. A raíz de ello, se obsesionó con matar a cualquier gitano que pisara Invidia. Promovió leyes para despenalizar el asesinato cuando se producía contra un gitano, y el pueblo le aplaudió por ello. Sin más amenazas a su vida, empezó a sospechar que tal vez fuese su propia madre la que atentaría contra su vida. Grabrielle Aderre, también con capacidad para ver el futuro, lo previó y huyó del castillo antes de que su hijo pudiera tomar medidas drásticas contra ella.

Todo eso es el pasado. Céntrense en resolver los problemas del presente.

La versión de que Malocchio fuese de una raza con aptitudes sobrenaturales coincidía con la magia detectada por Sapo: el noble de la cama era un ser mágico, pero no tenía auras "ortodoxas" de distintas escuelas de magia, como pasa cuando alguien tiene un conjuro activo sobre sí mismo.

Antes siquiera de ver las palmas de las manos de Malocchio Aderre, la norteña torció el gesto cuando vió unas manos tan afeminadas. Lo cierto era que la mayoría de los nobles tenían las manos tan delicadas porque no solían realizar tareas manuales ni de fuerza, más que unos pocos que practicaban con la espada y nada más. Pero en el mundo de Fedora, cualquier noble que se precie, fuera hombre o mujer, tenía las manos robustas y fuertes, pues en su fría tierra se encallaban y se curtían, junto con el resto del cuerpo. Fue por ello por lo que torció el gesto, pero guardó sus pensamientos y comentarios, para no inoportunar más de lo debido.

Entonces, Malocchio Aderre mostró la palma de una de sus manos, que tenía una especie de escarificación en forma de estrella rodeada por un círculo. Ya había visto eso antes, también en su amada tierra. Donde marcaban a los pingüinos que no eran mascotas con esa extraña marca, o eso le parecía a la guerrera de espadas bastardas. Pero volvió a dejar sus pensamientos de lado al adelantarse Rupert, explicando el origen de "La señal".

- Ahhh. Ahorra entindierr. Si poderr verr futurro, deberría haberr podido venirr su pérrdida de memorria, ¿da? - Pensó en voz alta la norteña, haciendo sus propias conjeturas, a lo que siguió añadiendo. - Señiorr Aderre, hay algo que escama la mía narriz y que todos prresentes preguntarr. ¿Podrría explicarr como currar suyas herridas? Todos verr que golpearr con cabesa en suelo. Después herrida aparrecer en suya frrente. Y en pocos segundos, currarrse sola. Entenderrá que parreserr sospechioso, ¿da? ¿Eso ocurrirr siempree o solo desde haserr nueve noches? - Preguntó sin más.

El índice de Genann siguió la línea de la estrella de cinco puntas en la palma de Malocchio hasta que Rupert lo apartó y procedió a enguantar las manos de su señor. Se retiró un par de pasos pensativo.

Gabrielle Aderre había resultado ser la madre de Malocchio, una mujer con sangre vistana, sangre que había pasado a su hijo acompañada de una maldición para aquel pueblo. La visión oracular. Una mágica capacidad que le había servido para intuir su futuro y la amenaza que todo vistana, incluida su madre, representaba para él. Gabrielle había conseguido huir de la amenaza que representaba su hijo refugiándose en el castillo de Hunadora, pero a un tiempo, no era mujer que se amilanara ni esperara a que su hijo triunfara en su objetivo y el necrario que ahora estaba tendido una planta por debajo era un claro ejemplo de ello. Viejas rencillas de sangre que tal vez no tuvieran relación con lo que ahora le ocurría a Malocchio.

Que el señor del castillo salía por las noches era algo que Genann ya sabía de su conversación con el perro que le había atacado. Que salía para cazar humanos era algo que, sin embargo, no se había mencionado. Ni que los perros que lo habían acompañado hubieran desaparecido.

-No hay presente sin pasado, Rupert -dijo al mayordomo-. Aunque no lo parezca, todo puede estar relacionado. Entonces, ¿hace ya nueve días de su "accidente"? -comentó entrecomillando con los dedos su última palabra-. ¿Sabe a dónde marchó en su caza? ¿Sabe igualmente si los perros fueron hallados y en ese caso, dónde se encuentran? Y por último, ¿qué solía cazar el señor Aderre en sus batidas nocturnas?

Recordó por un instante la devoción del perro al hablar de su "Amo", claramente el alfa de su manada, las correrías en la noche cazando humanos, el no importar morir por él.

Corvino se quedó pensativo mesándose la perilla. Se percato de algo. Miró al Lord, luego a su mayordomo y de nuevo al Lord.

Luego añadió de manera algo brusca, dirigiéndose al mayordomo: —Pero bueno, ¿va a dejar que el Lord responda a algo por si mismo?—

Hizo una breve pausa antes de añadir, dirigiéndose a Lord Aderre. —¿Acaso es usted mudo? ¿No sabe hablar por si mismo o qué demonios le pasa? —

Miró de nuevo al Mayordomo: —¿O es que durante su paseo por el bosque además de la memoria perdió también el seso?—

Nailo continuaba observando a sus compañeros sin mucho más que decir o que hacer. Se limitaba a escuchar las preguntas que iban formulando y las respuestas que iban dando por él. Cuando su compañero de más avanzada edad le acusó de no ser capaz de contestar por sus propios medios se dio cuenta de que tenía razón. 

Se quedó esperando a ver cuáles eran las respuestas para seguir sacando sus propias conclusiones de todo lo que había estado pasando allí. Pero en el fondo estaba de acuerdo con sus compañeros, especialmente con lo último mencionado por Gennan, "no hay presente sin pasado". Todo parecía estar conectado...

Lo que hizo detenerse a la semiorca no fueron los gritos desesperados del mayordomo intentando mantener el orden en la habitación, sino más bien la fantástica historia de la caza de brujas que se contó mientras terminaba de vaciar el baúl.

Fifiuuuuuuuuuuuuuuuuuu- emitió un silvido de asombro al final de tan oscuro relato. Una madre bruja que por despecho lanzaba a su hijo una maldición? Sí eso era seguramente lo que pasaba. Todo el mundo sabía que si te metías con las brujas al final te caía una maldición sí o sí. No había que ser muy listo para llegar a esa conclusión.

Agarró una de las plumas del escritorio del señor y la alzó teatralmente para llamar la atención.

- Claro, ya sé lo que pasa! Alguna de las brujas a por las que ha ido el 'señorito' le ha lanzado una maldición!

Y tener que ser ella quien resolviese el caso, hay que ver...

Dio una torpe pirueta y usó la pluma como si fuera un varita mágica para añadir la solución: - Solo tenemos que dar con una bruja y torturarla hasta que nos diga cómo quitar la maldición. Seguramente haya que matar a la que se lo ha hecho. Fácil!

De pronto se dio cuenta que la dichosa pluma le estaba manchando la mano de tinta (cómo iba a saber ella que la había cogido por el lado que no era) y la tiró  por el cuarto sin miramientos. Se quedó observando la mano con cara de asco y procedió a limpiarla con los papeles que había desordenado en el escritorio. Cuando vio que eso no funcionaba, procedió a intentarlo con una cortina.

-JA- Alanis lanzó una risotada corta de satisfacción, sacudió su cabello con un movimiento enérgico de su mano y bastante elegante, y le dijo al mayordomo Ruppert. -Me temo que no se pueden dejar evidencias fuera, ninguna cicatriz, ninguna marca, sobre todo las relacionadas con la magia, están ahí por casualidad o adorno, esa marca es solo un eslabón más de la cadena, pero tan importante como el resto de información que nos ha dado- volvió a reir divertida ante la actuación de Quiora y el caos que estaba desatando en aquella habitación.

Luego miró al joven Nailo, del que hasta esos momentos Alanis se percató de su presencia "Como es que nunca me di cuenta que venia con nosotros desde la taberna?, eso si que es saber pasar desapercibido." pensó la hechicera, imaginando que a lo mejor tenia el don de la desmaterialización y traslación astral.

-Ya veo Lord Aderre, una decisión muy inteligente, no sería la primera vez que persiguen a los miembros de una secta verdad?- susurró Alanis para si misma, en el momento en que Bigotes salía una vez más de su blusa, y observaba al noble con curiosidad, le bastó que Alanis le diera dos golpes con el dedo indice en su cabeza, para entender que ni se le ocurriera salir de sus ropajes.

-Propongo entonces que le hagamos una visita a Lady Gabrielle, y que por favor...aprendan a conducirse con DI-PLO-MA-CIA-puntualizó mirando de reojo al viejito Corvino, tras escuchar el tono de voz rudo que habia tomado.-No he conocido a un noble, que le agrade que una tropa de viajeros muertos de hambre, le hablen como si fueran sus iguales, sobre todo, que en el supuesto de que fuera Lady Gabrielle, no me gustaria poner a prueba el humor de una mujer que tal vez esté buscando acabar con su hijo, aunque con ese don para regenerarse, seguro se va a tomar un buen tiempo en descubrir la forma de ponerle la soga al cuello.-terminó la muchacha, deslizando los dedos con suavidad entre su cabellera azabache.

—Claro. Claro. Vayamos a ver a la señora Aderre y con gran tacto y diplomacia preguntémosle si está implicada en un intento de asesinato de su hijo. Y ya puestos que nos entregue las pruebas que la impliquen en bandeja con un te y pastas.—

—Por favor...—

—Si hay un complot contra Lord Aderre por parte de su madre el implicado aun seguirá por aquí.—

—Es mas, el principal sospechoso sería ESE.— Señaló al mayordomo visiblemente. 

—Diganos, señor. ¿Por que dejo de servir a Gabrielle para servir a su hijo? ¿O quizas usted sigue sirviendo a su señora en secreto? ¿Quien mas ceecano que usted al Lord para envenenarle?—

Corvino siguió hablando: —También barajo la opción de que La Garra haya convertido al Lord en un vegetal para que firme cualquier papelito que le pongan delante, como un permiso para que las fuerzas Falkovnias entren en Invidia a paso de oca y sin oposición. Y si ya tienen la excusa de atentados Gundakaritas y del intento de asesinato del Lord por parte de Lady Aderre, la cual quizás pasase a gobernar Invidia si a Malocchio le pasase algo, pues ya tenemos el combo completo para la excusa de invasion exrranjera 'benevolente" perfecta. Ya sabemos lo librepensador que es sobre las fronteras de sus tierras el señor de Falkovnia. Ya ha mandado invadir otras naciones antes. En Darkon lo intentó al menos una vez, que recuerde. Pero las leales tropas de nuestro gran magnífico y benébolo monarca Azalin V (o VI, ni se cuantos Azalin van ya) acabaron con sus aspiraciones expansionistas.—

Todo estaba algo acalorado buscando respuestas, menos Quiora que se entretenía destrozando lo que pillara a mano, para ser una guerrera tan fuerte es curioso su comportamiento infantil cuando hay más gente alrededor, pero volviendo a lo que decían sus compañeros, tenían razón en que Lord Aderre debería hablar y no dejar todo en manos de su mayordomo, y la implicación de la madre era un buen punto de partido, pero arriesgado meterse en rencillas entre nobles, podría llevarles a muertes y gran cantidad de peleas si no se manejaban con cuidado.

- Creo que deberíamos dejar de agobiar a Lord Aderre, démosle la oportunidad de hablar para decirnos lo que crea conveniente, por otra parte antes de hablar con Lady Grabielle deberíamos tener algo mas que un montón de conjeturas o nos echaran a la hoguera.

Es lo malo de un grupo tan numeroso, todo el mundo opina algo y cree que es lo mejor, pero sino logramos avanzar nos meteremos en un punto muerto y no solucionaremos nada.

¡No! ¡No! ¡Las cortinas no!

Rupert recogió el cálamo y lo dejó en el tintero del escritorio, antes de cruzar la habitación para evitar que Quiora manchase las cortinas. Las acusaciones de Corvino le hicieron volver a prestar atención a la conversación. Rupert se cerró en banda, y dejó de inmediato de colaborar y responder a las preguntas de aquel grupo de impertinentes.

¡¿Cómo se atreve?! Serví al Barón Bakholis. Cuando Gabrielle Aderre le mató, pasé a servir a esta. Y cuando Malocchio Aderre se hizo con el control del castillo, se convirtió en mi amo. Mis funciones son cuidar del señor de Loupet, ocupe quién ocupe ese cargo. No he participado en ninguna riña familiar, ni he tomado parte por ningún bando. Mi cargo me exige estar por encima de ese politiqueo.

El noble se levantó de la cama con pesadez, y arrastró los pies por el suelo hasta su escritorio. Allí abrió un cajón y se hizo con un abrecartas. Hundió el filo en la palma de su mano hasta hacerse sangrar, y comprobó que la herida se cerraba, como habían dicho los extranjeros que le había pasado en la caída de las escaleras.

No puedo explicar qué ha sido de mi corte, ni si ya tenía ese poder antes de perder la memoria. Supongo que si estoy destinado a morir por la mano de un vistana, cualquier otra herida que me cause no está destinada a infectarse ni a provocar mi muerte. Aún así, sigo sintiendo dolor si me lastimo.

Me contaron que no encontraron a mis perros. También he escuchado en la última semana historias sobre Bakholis, el antiguo soberano de Invidia. Él también salía a cazar por las noches, siguiendo los dictados del Dios Lobo. Bakholis volvía al castillo sin ninguna pieza, ya que dejaba a sus presas en el bosque como tributo al Dios Lobo, para que los lobos sagrados de Vulpwood se alimentaran de los animales abatidos.

Mi suposición es que al crecer entré en contacto con ese culto, y me fascinó de tal modo que yo también empecé a practicar esas cacerías nocturnas.

No... No es una suposición. Mis poderes como Dukkar, es decir, como adivino marcado con "La Señal", me han permitido leer la mente de Rupert y conocer a través de sus ojos una parte de mi pasado. Rupert es leal a mí. No ha hecho nada para ponerme en esta situación. Y los recuerdos de Rupert también me sirven para responder a su otra pregunta, señor Genann... Las piezas que estuve cazando hasta que perdí la memoria... mis presas... mis víctimas... ellos eran, muy a mi pesar, seres humanos.

Malocchio se llevó una mano a la cara, visiblemente carcomido por la culpa.

—Disculpe mis palabras  Milord Malocchio. Realmente pensé que estaba usted en un estado... semicomatoso. Lamento si le he ofendido.— Miró de reojo al mayordomo: —Y lo mismo digo respecto a usted señor Rupert. Yo estaba barajando cualquier posibilidad, cualquiera, pero ha quedado claro por las palabras de Lord Aderre que las circunstancias van por unos derroteros totálmente diferentes a los que me imaginaba.—

—Voy a volver a soltar otra impertinencia, si me lo permiten. ¿No sería prudente, ejem... quizás encadenar a su excelencia por las noches para que no pueda hacer daño a nadie mas? No sabemos si sigue aún bajo el influjo de lo que sea que le lleve a cazar personas de noche. —

—SI se coloca una argolla en aquella pared, incluso podría descansar en su propia cama. Sé que no suena muy bien, pero la alternativa es poco halagüeña.—

Tirando de la ropa de Fedora, Sapo le hizo saber que sí, que lo que contaban parecía ser cierto. Malocchio tenía un aura mágica, pero una muy peculiar, nada que Sapo hubiera visto antes. Preguntas y respuestas se fueron sucediendo sin descanso para asimilar toda la información, aunque no para una mente privilegiada como la del gnomo. El viejo Corvino ponía encima de la mesa que el problema que tenían entre manos era uno bien complejo, por mucho que Quiora se esforzara por simplificarlo.

Puede que Malocchio no tuviera las manos peludas, pero no cabía duda de que, por lo que se decía, la hipótesis de que fuera un hombre lobo iba cobrando fuerza. Sapo se acercó a sus compañeros, incluso a Quiora, y les sugirió algunas ideas.

- Si nos tienen que pagar que nos paguen en plata.- Sapo no era muy empático, pero aún así le parecía una barbaridad tener que trabajar para un cliente que se dedicaba a asesinar indiscriminadamente con tal de salvar su pellejo. Se preocupaba también del suyo propio, claro. Asintió a la idea de Corvino. Debían encerrar al noble, así estarían todos más seguros.- ¿Qué se sabe del padre de Malocchio Aderre?- Preguntó como si el noble no estuviera presente. Pensaba en la infernal mezcla que sería la sangre de un vistana con la de un licántropo.

Así que el noble venido a menos acaba de confesar que es un asesino que disfruta cazando humanos, este caso es cada vez más truculento, no sólo hay enfrentamientos personales e intrigas políticas, aparte hay muerte, maldiciones, asesinatos, parece una novela barata pero por desgracia es real.

- Así que ahora estamos dispuestos a trabajar para un asesino confeso, tanto nos vendemos por la plata? O creéis que está justificado por la falta de memoria? Tal y como lo cuenta parece disfrutar de sus cacerías. Por mi parte necesito meditar seriamente sobre este asunto, tanta intriga y no-muertos, maldiciones familiares, etc hay que desengranarlo para llegar al fondo del asunto. 

Esperaba que sus compañeros se mostraran más firmes ante el gran desprecio que se estaba demostrando en este castillo ante las vidas de los demás y las oscuras ambiciones que parecían cernirse sobre ellos.

La norteña giró la cabeza hacía un lado, buscando la mirada cómplice de Quiora. Sabía que la semiorca pensaría como ella¹. Cuando se trataba de ganar dinero, poco le importaba a qué dedicase el tiempo libre la persona que iba a pagarles, tan solo le importaría el trabajo y el pago. Así, hicieron un gesto de indiferencia cuando escucharon las palabras de Menon, que tenía algo más de conciencia que las dos chicarronas del grupo, eso estaba más que claro.

Pero la intervención de Sapo, hizo preguntarse a Fedora lo mismo. - ¿El padrre? ¿Qué imporrtar padrre de Malocchio en todo asunto? - Se preguntaba mentalmente.

Por supuesto, había un motivo para aquello, pues sus dos compañeros eran muy inteligentes, uno por dedicarse a la magia y otro a la psiónica, cosa que ya había comprobado de primera mano la guerrera de espadas bastardas.

Aún con todos esos pensamientos, seguía dándole vueltas al asunto de cazar gente. No porque le importasen los hobbys del noble, sino porque le parecía bastante extraño, así que lo compartió en voz baja con sus compañeros.

- ¿Porr qué casarr perrsonas? ¿Quizás tenierr sala trrofeos con cabesas humanas? ¿Se los comerrá? No verr muchio sentido a costumbrres de Invidia... - Comentaba.

Estaban hablando demasiado. Y cuanto más argumentaban, más lio se hacía la semiorca.

El grupo con el que había venido había sido contratado para averiguar qué diantres le pasaba a Lord Aderre. A su parecer lo habían resuelto con éxito y podían irse a informar en cualquier momento: el noble estaba vivito y coleando, se escapaba por las noches a cazar seres humanos y a su regreso decía no acordarse de nada.

Nadie les había pedido que le curasen lo que fuera que tuviese así que, tenía aquello a por lo que habían venido.

Luego, estaba la otra misión, aquella que acababa de aceptar sin querer por un arrebato de orgullo tonto; encontrar la causa de tal estado. Eso era lo que no tenía nada claro la semiorca. No sabía muy bien si lo que quería el noble era que le curasen la amnesia o la manía de matar gente.

Lo segundo tenía fácil arreglo, el viejete ya había propuesto la solución; se le ata por las noches cuando nadie le vigila y listo. Lo de la amnesia... Eso tenía que verlo un curandero o una bruja. Parecía mentira que con todos los listillos que pululaban por esa habitación, no había ni uno que pudiese dar con respuesta correcta.

Aburrida de tanto parloteo buscó algo más con lo que trastear.

Y qué hay por aquí?- se dirigió a la puerta que parecía dar al piso superior con la intención clara de abrirla e irse a explorar.

En su corta vida como artesano, Heian Nailo había tratado con mucha gente y entre las múltiples conversaciones algunos le habían hablado de licántropos. No solo los había hombres lobo, sino que había otros más desagradables como hombres rata y otros más majestuosos como los hombres tigre. La historia de la que hablaban invitaba a pensar quee efectivamente Maloccio podría tratarse de uno de ellos, así que la sugerencia de Corvino sobre atarle con una argolla le pareció la más eficaz, pero en el fondo pensó que dudaba mucho que la pusieran en práctica, pues no iban a encerrar a alguien como él solo por precaución. 

Después lanzó una mirada inquisitoria a Menon que insinuaba que el grupo estaba compuesto de unos tristes "vendidos" pero Heian se extrañó, ¿acaso eran un grupo de amigos? Se habían juntado por los azares del destino y si él no quería participar nadie le pedía que lo hiciera. Sabía dónde estaba la puerta para marcharse si no quería aceptar el trabajo. De todas maneras, Heian no iba a ser quien se pusiera a discutir con él, la verdad. Que hiciese y pensase lo que quisiese.