Partida Rol por web

Habiéndose asegurado que en uno de los bolsillos no estaba la llave, el gnomo invisible continuó el registro del cadáver. nada. Vacío. Seguramente, si es que alguno de aquelos panolis tuviera la llave, sería el que todavía estaba en pie.

Romesku registró el cuerpo del gundarakí a la búsqueda de las llaves con las que le había visto abrir la puerta de la iglesia, algo que no debía ser difícil de encontrar dada la vestimenta del tipo, un camisón. Una vez halladas, cerró el templo desde dentro para evitar sorpresas inesperadas. De regreso, observó el cuerpo de aquel elemento. Parecía estar moribundo, desangrándose por la brecha abierta en su cabeza a base de bastonazos. Y aunque el tipo no movía ni un dedo ni parecía que fuera a hacerlo, algo le decía a Romesku que mejor no correr riesgos así que cerrando sus manos en torno al cuello del inconsciente pueblerino, apretó y apretó hasta que este dejó de respirar.

Satisfecho, miró a aquel asesino y violador, y acabó escupiendo sobre su cuerpo con desprecio. Si Genann hubiera podido intervenir en todo aquello, hubiera vomitado hasta su última papilla y posiblemente después se hubiera cortado las venas, así que quizá lo mejor que pudieron hacer los dioses, fue evitar que tuviera consciencia de lo que su cuerpo poseído hacía. 

Después se paseó por el lugar. No tardó en llegar a la sacristía que no dudó en esquilmar. Vino, obleas, cáliz y demás útiles eclesiásticos acabaron en su zurrón. Todo podía ser útil en un futuro. Después, en una capilla lateral llegó el gran premio. Velas encendidas. Y Romesku sonrió.

Apiló contra dos de las paredes del templo una importante cantidad de bancos de madera, la base de la que sin duda sería una gran y gloriosa pira. Tras ello, colocó bajo ellos todas las velas que halló, con cuidado de que las llamas acariciaran la madera. No esperó a comprobar que aquello funcionara. El humo podía ser un mal enemigo si perdía el tiempo, así que se encaminó a la puerta, la abrió y tras salir al exterior, la volvió a cerrar. Sonrió en medio de la oscuridad, mientras meditaba cuál debía ser su siguiente paso para lo cual, debía escrutar lo que la oscuridad encerraba.

 Fedora, déjalo antes de que nos hagamos más daño.

Las dos guerreras se enfrentaron entre sí, haciendo chocar sus espadas. En el fondo, las cuatro (Quiora y las tres Fedoras) se morían de ganas de saber cual de ellas era la más fuerte.

Y llegaron los refuerzos. Alarico se acercó, sujetando un cristal de tres pies de largo. El Odem de Heian sintió cómo fuerzas más poderosas que él le ordenaban entrar en el interior del prisma. El humo negro fue absorvido por la gema, y el Odem trató una y otra vez de salir de su prisión sin éxito. Menon se acercó a Fedora y trató sin éxito de tocarle el culo para cambiar su personalidad.

Los gundarakíes también hicieron su trabajo. El soldado aprovechó la distracción de Menon para atacar por la espalda a Fedora y derrotarla por segunda vez. Si la habilidad de alguien se pudiese medir en niveles, el soldado habría subido de nivel. Otro gundarakí, un viejo sacerdote de Erlin (que acompañaba a Menon y Alarico), se acunclilló para atender las heridas de Fedora para que no muriese desangrada.

Mientras, Sapo y Genann se habían embarcado en dos tareas titánicas que le iban a llevar mucho, pero que mucho tiempo. Sapo era consciente de lo mal que se le daba registrar bolsillos, y Genann tan solo acababa de llegar a la sacristía cuando empezó a imaginar un plan en su cabeza.

Entonces empezó a amanecer. Fuera cual fuera la resolución del conflicto, era una historia que se contaría otro día...