Partida Rol por web

Heian se quedó concentrado pensando en cuál sería la mejor táctica para acabar con su rival. Cuando lo atacó hizo un gesto sencillo para esquivar el golpe y no le dio más importancia. Después pensó que lo más sencillo sería hacer como hizo en la taberna. Sacó su sombrero y se puso a darle vueltas mientras trataba de hipnotizar al kobold. Era una criatura ínfima y probablemente, muy fácil de derrotar. Quizá con su ballesta fuera suficiente para acabar con él, pero prefería usar otro tipo de técnicas ya que eso era un espectáculo y sería más emocionante para los que lo estuvieran viendo.

Los combates del resto continuaban en los gallineros. Unos tenían más problemas que otros, pero la norteña tenía fe en sus camaradas. Por unos momentos, posó sus ojos enigmáticos y con una mirada de extrañeza sobre el tipo del sombrero que les acompañaba, el tal Nailo. Sus pensamientos le llevaron a conversar con Quiora a quién tenía justo al lado suyo.

- ¿Poderr verr a "mudito", Quiorra? Estarr allí, con suyo sombrrerro dando vueltas...Ahorra entendierr porrqué apodarr "El hombrre". Parreserr damisela en apurros y tinierr carra de doncella. ¡Ja, ja, ja, ja! Yio no llamarr Fedorra "La mujerr" ni tu serr Quiorra "La hembrra semiorrca". Saltar vista, ¿da? - Dijo juntando los hombros hacía adelante y moviendo sus voluptuosas ubres.

-  Parreserr que lo suyo no serr tan clarro... - Comentaba entre risas con su compañera de correrías.
 

El enfado se le había pasado rápido con tanta contienda, ahora bramaba y reía como una posesa animando a unos o a otros y compartiendo chascarrillos con Fedora.

Venga! Muérdele el culo!- sugería a los participantes- Apuesto 2 insípidos por el mono!

Qué pena que no le tocase el perro a Gennan, eh? Habría sido digno de ver. Muahahahhaha!

Veo tus dos insípidos, Quiora. Estamos hablando de un hombre hecho y derecho contra un mono. Genann no puede ser tan manco como para perder...

Mientras Heian daba vueltas a su sombrero, Slorbo trataba una y otra vez pincharle con su lanza.

¡Chunda-chunda, sombreculo!-bramó en dracónico.

Slorbo lo siguió intentando. Fallando y fracasando una vez. Al final el cansancio le hizo lanzar un gran bostezo. Con un gesto feo mandó a Heian a la mierda. Dando media vuelta, dió un saltito para agarrarse a la barandilla del corral y salió fuera a echarse un sueñecito.

Vaya, ¿quién lo habría previsto? ¡El sombrero vence a la lanza!

Goebbels lanzó un aullido, como un lobo, o un mono licántropo, o un mono aullador. El especialista en dagas bajó la cola para cambiar su centro de gravedad y se lanzó hacia arriba, con ambos cuchillos. Uno de ellos hirió a Genann en el muslo. Un ligero corte. El druida ni siquiera sangraba. Posiblemente el mayor dignificado era el pantalón de Genann.

Auuuu...

¡Ojos Saltones derrota a Pinkle, contra todo pronóstico!

Las miradas se alejaron del combate patético de Genann y la gente vió el resultado de lo que dos proyectiles mágicos pueden hacerle a un perro. De nuevo llegaron los camilleros para llevarse a Pinkle, o lo que quedaba del pobre perro, pero la fiera bestia viviría para luchar otro día.

¿Mo?-preguntó incrédulo el homúnculo, al ver parte de su mano en el suelo.

El humanoide recogió sus partes cercenadas y las lanzó a la cara de Corvino. Aquello era el término medio entre propinar un puñetazo reglamentario y jugar sucio lanzando arena a los ojos. La distracción sirvió para que Moboto mordiese a Corvino en un tobillo.

No es la idea más genial del mundo lanzarle rayos pirokinéticos a un lagarto cabreado. Sobretodo cuando se trata de un lagarto eléctrico. Una chispa recorrió el lomo del animal hasta lanzar un grupo de rayos dispersos hacia arriba. Los rayos quebraban en el aire, y uno encontró a Menon. Entre que el psiónico hubiese esquivado el rayo o no, poca diferencia habría: Blu le había incapacitado.

¡Blu derrota al espontáneo de la capucha azul!
¡Un fuerte aplauso para Blu!

Desde los límites de la arena, una caña con una paloma ensartada en el anzuelo fue suficiente para que los organizadores alejaran a Blu del malherido Menon. El psiónico podía estar orgulloso: le había tocado el rival más complicado, y aún así había durado más que Pincho.

Poco a poco los ánimos se fueron relajando entre el público. No tenía pinta de que Frau Braun fuese a prolongar el show mucho más: es probable que los combates que más durasen fueran a declararse como empate tarde o temprano.

La daga rasgó la piel del druida y Gennan miró impertérrito primero, estupefacto después y finalmente furioso la raja de su pantalón. Y es que había llegado a su límite. Estaba hasta los procreativos de ser el objeto de todos los ataques de animales que se cruzaran, de las puyas que a sus espaldas y no tan a sus espaldas se decían, de la maldita mala suerte que le había maldecido desde que abandonó sus amados bosques, pero sobre todas las cosas estaba más que harto de aquel puto mono que se descojonaba de él. Así que enarboló su bastón, cerró los ojos y se encomendó a la sabia madre naturaleza para que guiara su mano, mientras gritaba.

-ME TIENES HASTA LOS COJONES, PUTO MAMABANANAS MUERDEALMOHADAS

Y la madre naturaleza pareció responder a sus ruegos, pues un sonoro clonck óseo se dejó oír cuando el leño golpeó la cabeza del simio. O algo así, porque Genann seguía con los ojos cerrados.

Alarico observaba el combate con una mezcla de curiosidad y desagrado. No es que los combates en la arena ofendieran su sentido moral, por supuesto. Y era innegable que era todo un entrentenimiento. Sin embargo el peculiarísimo elenco de adversarios y, en general, todo lo que les rodeaba, daba la sensación al sacerdote de ser más una burla bastante sofisticada que otra cosa.

Dio un largo suspiro al ver la derrota de Menon pero, al menos, el resto de los compañeros parecía irle bien.

- Fedora, Sapo, Heian... mis felicitaciones. Al menos no todo van a ser humillaciones hoy- dijo meneando la cabeza con una medio sonrisa.

En realidad no fue la distracción del muñaco al lanzarle los dedos lo que funcionó, si no los dos enormes globos bamboleantes de las gradas los que sirvieron para coger desprevenido al viejo verde.

Aquel mordisquito tan dulce en el tobillo le recordó que había pasado ya un buen rato de la hora de la siesta diaria, la cual no había tomado después del copioso almuerzo. Y con lo tarde que se le había hecho junto con su avanzada edad no pudo evitar desplomarse en el suelo y empezar a roncar.

Los ronquidos bastante sonoros y por ello molestos causaron que Frau Braun  declarase ese combate por terminado y que se llevaran de allí al ruidoso anciano en una camilla lo mas rápidamente posible.

Heian se caló el sombrero y sonrió porque había logrado esquivar todos los envites de la criatura y porque además el truco de su sombrero había surtido efecto sin mucha complicación. Con una sonrisa se dirigió hacia el resto de sus compañeros para contemplar como se desarrollaban el resto de combates.

Muchas gracias. Le dijo a Alarico que le había felicitado por su victoria. ¿Tú participaste? Le preguntó sin tener muy claro quién más había combatido, él había estado inmerso en el suyo y no se había preocupado de saber qué hacían los demás.

Cuando Sapo dejó al perro para el arrastre le entró un ataque de testosterona y se arrancó el pañuelo que cubría su ausente nariz de un arrebato.

-¡Grooooarg!- Rugió mostrando los dientes y golpeándose el pecho con los puños cerrados. Toda la frustración de haber sido humillado, vapuleado y maltratado a lo largo de su infancia explotaba ahora como un volcán que, dormido durante años, acaba expulsando lava y ceniza. NO tardó mucho en apagarse esa llama y volver a ser el Sapo de siempre.

- De nada.- Se forzó a decirle a Alarico por sus felicitaciones, como su maestro le había indicado que debía hacer. Se quedó observando el combate de Gennan, al que tenía pendiente decirle cómo acabar con sus problemas con los perros, ahora que él había machacado a uno.

Mientras seguía viendo como se sucedían los combates con mayor o menor suerte para sus compañeros de viaje, la norteña atendió a sonreir ante las palabras de Alarico, asintiendo con la cabeza.

- Deberrías haberr parrticipado, Alarrico. Serr buena forrma de estirrarr músculos. - Dijo sacando y apretando uno de sus biceps.

Después de aquello, ya con Sapo de vuelta con el grupo, Fedora miró con recelo al pequeño mago, no por enfado sino por la forma en que había ganado el combate.

- Tenerr suerrte tu, Sapo. Tuya magia serr poderrosa incluso parra perro. De no serr porr tuya magia, en combate con arrmas tu perrderr. Tuya magia poderrosa, da. Esperrarr tu estarr siemprre del lado de Fedorra, da. - Asintió al fin.

El rostro grotesco de Sapo le ganó la ovación del público. Estaba claro que los usuarios de estos tipos de espectáculos vienen a ver participantes excéntricos y combates ridículos.

Goebbels y Corvino también fueron retirados en camilla. Todos los combates habían terminado. Los que aún estaban conscientes fueron conducidos a otra habitación donde Frau Braun estaba dejando caer cera caliente sobre una carta para aplicarle el lacre. La carta fue entregada a Heian el Silencioso, ya que de todos los que habían sobrevivido a sus combates sin heridas, era el que pasaba por ser el tipo más normal de todos.

Horas más tarde, Menon y Corvino se despertaron en la cubierta del Virago.

Buenos días, bellas durmientes. La buena noticia es que lo hemos conseguido y tenemos nuestro salvoconducto. La buenisísima noticia es que Quiora me debe dos monedas de la apuesta del combate entre Genann y el macaco piojoso.

Os pondré al día. Estamos navegando por el río Musarde, rumbo a Tancos. A la izquierda tienen la Cresta C'martan...

La Cresta C'martan era un gran acantilado rojizo coronado por árboles y arbustos. En su base, hasta llegar al Musarde, se extendía un gran banco de arena.

A la derecha pueden contemplar el Bosque Ancho, que llega hasta las Brumas y más allá. Extranjeros que han llegado atravesando el bosque cuentas historias tenebrosas sobre un lugar llamado Sithicus, que del élfico se puede traducir como Tierra de los Espectros. Sithicus es el hogar de elfos siniestros con orejas puntiagudas y de medianos vampiro.

Una maraña verde de copas de árboles separaba el río Musarde de las Brumas. Una bandada de cuervos alzó el vuelo desde las ramas, como signo de mal augurio.

Y al frente... Oh, al frente. Al frente tenemos la Percha del Hombre Muerto.

El Capitán Ene señaló a proa, dónde se veía al Musarde rodear una isla en medio del río. La isla tenía cien yardas de largo y veinte de ancho, con arbustos y árboles frondosos, y se podía navegar perfectamente a su alrededor con un balandro tan voluminoso como el Virago.

Según la leyenda, si un barco trata de pasar por la Percha del Hombre Muerto por la noche, al amanecer habrá muerto al menos uno de sus tripulantes en extrañas circunstancias. Por suerte, aún es de día. No corremos ningún peligro...

Nathan Timothy interrumpió la frase, al percatarse de una imagen en la orilla de la isla. Una mujer, tal vez muerta, abrazaba el tronco de un árbol hueco que había encallado en la Percha del Hombre Muerto.

La semiorca gruñó cuando el Capitán Ene le recordó el dinero que le debía. Para una vez que ganaba Gennan y tenía que ser con el mono? En fin, como su anfitrión le caía simpático, se sacó las dos monedas y se las pagó al instante. Todavía no habían acordado el dinero que le tendría que pagar a Quiora por escoltar su barco, pero ya lo harían más adelante.

Fue escuchando con interés las descripciones que contaba, creyéndose palabra por palabra con cara de asombro, y vislumbró el supuesto cadáver de la mujer sobre el tronco casi antes que el propio guía. Su mente fantasiosa ya se había montado la película entera antes de comenzar a vociferar.

- La bruja! Es esa! Ahí está! Vamos a por ella! Venga, levad anclas, recoged vela, todo a babor!

Su conocimiento sobre navegación era similar a lo que sabía sobre magia arcana.

Heian tomó la carta que le habían entregado y la guardó entre sus ropajes sin darle mucha importancia. Una vez estaba a bordo del Virago se quedó callado para no variar. Fue entonces cuando el capitán se puso a hacer de guía turístico y a contarles todo lo que iban viendo con sus propios ojos. Así aprenderían del lugar, oían sus leyendas y también sus verdaderas historias.

Aún así receló de lo que contó sobre morir temprano. A él no le hacía ninguna gracia pasar por allí, no es que fuera supersticioso, es que simplemente no tenía ganas de desmentir leyendas populares.

Al ver a la mujer y escuchar a Quiora gritar sobre la bruja, suspiró hondo y se acomodó en su asiento. Prefería quedarse a esperar y ver qué pasaba y qué opinaban los demás.

El gnomo miraba , ora a a un lado, ora al otro, en función de las indicaciones del dicharachero guía. Todas las historias de aquellos exóticos parajes eran un poco macabras, al menos en boca del Capitán N. Cuando todos se pusieron a mirar hacia el islote el gnomo correteó impaciente hacia un taburete en el que subirse para alcanzar a ver algo, ya que la cubierta se lo impedía por su altura.

- ¿Está muerta o necesita ayuda?- Preguntó fijando su peculiar vista en el cuerpo de la mujer.