Partida Rol por web

Respondió a su manera a las palabras del gnomo. —Vete a saber. Yo diría que la arrastró la corriente y se agarró al tronco para no ahogarse.— 

—Voto para acercarnos un momento. Si ya está muerta, no perdemos nada. Si está viva podremos dejarla en el embarcadero mas cercano.

Maldito lagarto, ya dije que no estaba convencido de esto, pero me hicieron caso? noooo, desde luego la posibilidad de recibir daño con este grupo aumenta peligrosamente a cada momento.

El capitán se hacía el interesante comentando el terreno por el que íbamos navegando, pero sus explicaciones eran tan inútiles como él, pero al menos podía apartar la mente del horroroso combate anterior.

La tranquilidad del viaje se ve interrumpida por la aparición de una mujer agarrada a un tronco.

- Rápido! Puede que aún este viva, hay que subirla al barco.

La satisfacción de Genann por su victoria sobre el mono de mierda quedó empañada ante la falta de vítores y aplausos. Parecía que el público e incluso sus compañeros no alcanzaban a comprender que Goebbels hubiera podido perder ante alguien como él. En otras circunstancias, su autoestima se hubiera visto más que dañada, pero para alguien a quien le gustaba abrazarse a árboles cuya respuesta emocional era idéntica a la de una piedra, aquel silencio asombrado solo mermó un tanto su alegría. La mirada que le dirigió Quiora al tener que pagar su deuda, precisamente por haber apostado en su contra, no ayudó tampoco aunque saber que el bribón del capitán había ganado por confiar en él, hizo que le dirigiera una tímida sonrisa y un gesto de agradecimiento con la cabeza. 

Pero todo pasó pronto a un segundo plano ante el descubrimiento del cuerpo de la mujer agarrada al tronco en la orilla del río. 

-Debemos ayudarla. Si está viva para curarla. Si está muerta para enterrarla. 

- Ojalá no hubiera combatido- respondió Alarico a sus compañeros, de buen humor- En serio, no os habéis perdido nada interesante. Mejor, no preguntar. Yo intento olvidar ese combate, en serio.

Luego meneó la cabeza y se dispuso a disfrutar del viaje en barco, sin mayores comentarios, aprovechando para mirar a sus compañeras y observar con tranquilidad el viaje. Al llegar y observar a la mujer, negó con la cabeza.

- ¿Bruja? Yo veo a una pobre muerta atrapada entre un tronco y una zona encallada. En mi opinión, acercarnos es locura. No somos una especie de compañía de salvadores buscando hacer cosas hermosas. Es poner en peligro el barco ante los posibles bajíos... ¿y por qué? Dicho lo anterior, asumiré lo que se decida por mayoría.
 

El viaje a bordo de la bañera del capitán N estaba sirviendo para que Fedora descansase, pues poco hacia además de escuchar las historias del marinero y criticar a propios y extraños cuando la ocasión lo requería. Pero todo cambió cuando el aviso del resto la sobresaltó. La norteña se asomó por la barandilla del barco para ver de que se trataba, aunque su vista era tan mala como la mayoría.

- Si, parreserr mujierr, da. Debemos ayudarrla. No tarrdarr mucho en rrescatarrla, perro alguien quedarr en barrco, con capitán... - Dijo con cierto aire de desconfianza.

-Yo estoy con Alarico...ese ultimo combate me ha dejado los huesos bastante molidos.- comentó Alanis distraidamente, mientras observaba la fría belleza de una muñeca de porcela tan habitual en su rostro, ahora cubierto por golpes y moretones debido a la pelea que habia tenido lugar.

La chica se encontraba aun sumida en sus propias cavilaciones, y no sentía la intención de expresar absolutamente nada, tomaríauna actitud de obediente respeto, ante la decisión que sus demás compañeros eligiesen para con los rumbos a tomar de ahora en adelante.

El Capitán Nathan Timothy ya se había puesto en movimiento. Corría por la cubierta de su balandro tensando o desatando cuerdas según convenía para maniobrar con el Virago.

Sapo se asomó por encima de la baranda para poder ver bien. Uno de sus ojos enfocó el cielo azul, y el otro el agua del río, pero le costaba encontrar ese tronco de árbol del que hablaban todos.

Genann, sin embargo, distinguió con todo detalle una mano de bebé saliendo de un agujero en el tronco hueco, acariciando el pelo de la mujer.

Mientras, Nathan Timothy había echado el ancla. El Virago pasó a estar perpendicular al tronco, y paralelo al islote. El Capitán apareció con dos aperos de marino. Uno era parecido a un cazamariposas. El otro era un gancho al final de un palo. Usando el gancho de pesca para clavarlo en un extremo de la corteza, un par de fortachones desencajó el tronco varado y lo aproximó hasta la escalerilla.

Resultó que la mujer estaba efectivamente muerta. El bebé estaba sano, y despierto, y una vez en cubierta miró a los demás con sus ojos grandes.

Nada, que dar con una bruja viva en aquel lugar era más difícil que en las semi desérticas montañas nevadas de las que Quiora provenía. Tan sólo había conocido una en su vida ; la chamán Greta. Era la que se dedicaba a sacar dinero a todos los poblados adyacentes ofreciendo curas amorosas y visiones de dudoso proceder. Además era la que se encargaba de las ceremonias, como sacrificar bebés para complacer a los dioses.

Bebés, qué ascazo!

La semiorca se retiró hasta la punta más alejada de la Virago para que no le llegase el desagradable olor de la bola sebosa moqueante y cagona. No quería tener nada que ver con el tema.

No habría estado de más sacar a la mujer del agua para registrarla por si llevase algo que les diese una pista de quién era, pero eso significaba acercarse demasiado a la criatura y no pensaba pasar por ello.

Genial pensó Heian al ver desde el barco al bebé. No podía creerse lo que estaba viendo y ahora seguro que sus compañeros tendrían la necesidad de socorrer a la criatura. La realidad es que de haber estado solo él también lo haría, pero como sabía que alguno lo haría por él, prefirió quedarse quieto sin mover un solo dedo contemplando al resto como hacía siempre.

No sabía el giro de los acontecimientos que podría dar la presencia de la pequeña criatura, pero temía que algo malo fuera a pasar, como si aquello fuese el presagio de alguna cosa. Solo confiaba en que si decidían cargar con el bebé, también lo hicieran con el cuerpo de la mujer para al menos darle una sepultura y después entregar al niño a la autoridad competente. 

Una sonrisa con un punto de perversión apareció en los labios de Alarico.

- Bien... Heian, Quiora, Fedora, Gennan, Menon... ya habéis rescatado el bebé. Todo vuestro.- miró entonces al capitán- ¿Podríamos subir el cadáver de la mujer al barco usando los bicheros? Ya que hemos llegado hasta aquí, tal vez podamos examinarlo.

La falta de empatía de Sapo le impedía comprender cómo el niño había llegado hasta allí. Si a lo que se hubiera enfrentado fuera un complejo problema matemático  no hubiera tardado ni un minuto en resolverlo. Para cuando logró deducir que la mujer podía ser la madre, puesto que un bebé humano no caminaba solo, ni sabía nadar, ya habían subido al retoño al barco

- Necesitará leche materna si no queremos que muera.- Y no quería, claro, no era un desalmado. Sus ojos saltones se posaron en los pechos de las hembras del peculiar grupo. ¿Alguna podría dar el pecho?Desde luego abundancia había.- Quizá la mujer siga teniendo algo de leche en los pechos.- Le daban asco los fluidos corporales. La nigromancia tampoco era lo que más gusto le daba, así que dejó que el Nigromante, como ya conocían a Alarico, tomara cartas en ese asunto.

La llegada del bebe perturbó algo al grupo, se ve que lidiar con cuidar a un bebe no entra en sus roles de tremendos aventureros y combatientes y eso les rompe los esquemas, deberían ser más flexibles, no todo es combatir, matar y coger tesoros.

- Como bien ha dicho Sapo, lo primero es asegurar que el bebe está bien, en cuanto hayamos visto lo que le ha pasado a la mujer podemos buscar un sitio para dejar al bebe y que se hagan cargo de el, no hay mayor problema.

En realidad seguro que era más complejo que eso, pero dar una imagen de tranquilidad es lo mejor en estas situaciones, pero somos muchos y cada uno querrá hacer las cosas de una manera.

El corazón de Genann dio un vuelco cuando viuo la mano del bebé asomando del tronco y acariciando los cabellos de la que posiblemente fuera su madre, una mujer que quizá hubiera sacrificado su vida por salvar la de su hijo. En cuanto el pequeño fue izado a bordo, no lo dudó y lo tomó entre sus brazos. Ignoraba el tiempo que ambos llevaban allí, a la intemperie, en la humedad del río, sin comer.

Lo miró de arriba abajo, con cuidado y gorjeando mientras lo hacía, observando su piel en busca de cualquier herida o rasguño, comprobando si estaba sucio y había que cambiar su pañal, si estaba frío... cualquier cosa que indicara que necesitara de unos cuidados inmediatos.

-La mujer, ¿ha muerto de forma natural o presenta heridas? Y mirad sus pechos. Si estaba lactando se hará evidente. Si sus pechos están secos, es que esta mujer no era la madre del pequeño -dijo a los otros, sin apartar sus ojos del bebé-. ¿Y alguien sabría decir cuánto lleva muerta?

—¿De verdad queréis saber lo que le pasó a la mujer...?— Lanzó miradas interrogantes a Genann y Alarico, que por lo que decían parecían los mas interesados en el cadáver.

Corvino estaba allí cuando el capitán Nathan Timothy soltó su macabra historia sobre la isla. Todo aquello le daba muy mala espina, pero como quería largarse de allí lo antes posible, lanzó un par de miradas a la costa buscando un sitio donde pudiera dar pie antes de saltar al agua desde la borda.

Con  el agua al cinto se acercó hasta el cadáver de la mujer y ni corto ni perezoso lo agarró por una extremidad tirando de ella mientras volvía  de regreso hasta la quilla del Virago. Una vez junto al barco exclamó mientras alzaba la mujer muerta en brazos por encima de su cabeza y esperando que alguien le ayudara a subirla desde cubierta: —Venga, agarradla que pesa un huevo.—

Mientras el resto se quedaba observando al pequeño bebe, alrededor de el, la norteña no aguantó el impulso y lo lanzó al agua de una patada lo cogió entre sus brazos, arropándolo.

- Hola, pequeñín. Venirr con tía Fedorra. - Le iba diciendo mientras lo mecía.

Miró extrañada a Sapo cuando comentó lo de la leche. A decir verdad, necesitaría de la misma para alimentarse y seguir vivo, pero no tenía porque ser de la madre. De todas formas, una duda la inundó y tuvo que preguntar.

- ¿Cómo pensarr en sacarr leche de pechos de muerrta, Sapo? - Preguntó, aunque algunas ideas le llegaban a la cabeza, a cual más perversa. Mientras pensaba en ello, miró a Quiora, que era hembra de otra raza. - Quiorra, tu serr semiorrca. ¿Vosotrras darr leche solo cuando estarr prreñadas, como humanas? Tenerr buenas ubrres, como yo... - Añadió a su camarada.

Otra idea que pensó fue alimentarlo con leche de otro animal, práctica que hacían en su Nortalia natal. Chasqueó los dedos cuando lo recordó y lo comunicó al resto.

- En mía tierra, cuando tinierr que alimentarr bebés con leche de otrros animales, se usa leche de pingüinos hembrra. Estarr frresquita y serr nutrritiva, da. Perro no verr pingüinos porr aquí, desde que yo llegarr. ¿Haberr pingüinos cerrca, capitán N? - Preguntó.

Teniendo en cuenta que los pingüinos son ovíparos, y no tienen glándulas mamarias, era una auténtica cerdada el tipo de "leche" seminal que se bebían en las tierras natales de Fedora. Por lo demás, nadie más allía había visto un pingüino antes, así que no tenían en cuenta esos pequeños detalles. Tampoco el Capitán Ene tenía mucha idea del tema.

¿Pingüinos? Imagino que te refieres a algún tipo de animal mamífero de tu tierra, Fedora... Puede que haya visto alguno, solo que aquí los llamemos de otro modo. ¿Quizás tienen dos cuernos y dicen "mu"?

¡Ey! ¡¿Qué haces, viejo chocho?!-exclamó al ver que Corvino se tiraba al agua.

El anciano comprobó de primera mano que el agua estaba muy fría. A pesar de estar cerca del islote, la corriente seguía siendo fuerte, y si no estuviese haciendo pie, se lo habría llevado río abajo. Ayudó a manipular el cadáver de la mujer para que otros pudieran izarla a cubierta desde la escalerilla en el lateral del barco, y luego subió con los demás.

Antes de darte un chapuzón por aguas desconocidas, pensároslo dos veces: el Musarde se nutre de deshielos de las montañas de Barovia, a través de su afluente, el río Gundar. Son aguas frías y caudalosas, con corrientes traicioneras.

Genann y Fedora compartían al niño a partes iguales, tan cerca uno del otro que tenían el aspecto de ser los felizmente casados padres primerizos de la criatura, y la gran altura del druida ocultaba los pechos de Fedora del escrutinio de Sapo. En cuanto al cuerpo del bebé, estaba frío y pálido. Seguramente por eso no lloraba: la baja temperatura corporal lo adormilaba. Si se quedaba dormido del todo, probablemente moriría. El proceso lógico sería envolverlo en mantas para que ganara calor, mientras lo paseaban en brazos por cubierta para que el ajetreo lo espabilise.

Un poco más arriba está la ciudad de Beltis, bajo dominio de la facción de Malocchio. Seguramente estos dos vengan de allí. Vamos...

Cuando el Capitán Ene decía "vamos", como en otras facetas de su vida, usaba el plural mayestático. Era él el que iba, el que se tenía que poner en movimiento para levar el ancla y que la Virago prosiguiese su viaje. En los diez minutos siguientes, Alarico desnudó el cadáver en cubierta. Su análisis era concluyente: la baja temperatura del cuerpo implicaba que llevaba semanas muerta y marcas de dientes en los pezones indicaban que el bebé podría estar alimentándose de ella en su día. ¿Pero de qué se había estado alimentando el bebé desde que la madre murió. Se requería de una explicación sobrenatural del asunto, porque sino no se explicaba que encontraran al niño vivo, en lugar de muerto por el hambre.

Ya hemos... ¿llegado?

El cambio de tono en el Capitán indicaba que algo allí no estaba bien, o por lo menos no estaba como él esperaba que estuviese. Beltis estaba en la orilla izquierda del río, a los pies de la Cresta de C'martan. Algunos barcos en sus muelles estaban destruídos, y tejados tiznados y algunos incluso desmoronados eran la prueba de que algunas casas habían sido asoladas por las llamas hace días. No había, sin embargo, homínidos de ningún tipo: ni vivos ni muertos, ni humanos ni elfos. Parecía un pueblo fantasma.

¿A dónde ha ido la gente? La última vez que estuve aquí fue hace un mes, y todo estaba bien. Soy una persona carismática, la gente no se suele esconder de una cara tan guapa como la mía.

A la pregunta sobre cómo un semiorco amamantaba a su cría, Quiora respondió con un leve gruñido. Ni lo sabía ni tenía intención de averiguarlo.

Se mantuvo distante todo el camino hasta que llegaron a la ciudad y cuando el capitán Ene puntalizó que las cosas no estaban como deberían, la guerrera se puso en alerta y oteó el horizonte.

- Y si pasamos de largo y vamos a otro pueblo? No parece quedar nada vivo por aquí.

Miró al capitán de reojo cuando le mencionó.

—Disculpe, señor Nathan. Agradezco mucho sus consejos sobre la peligrosidad del río. He sido de los pocos aquí dispuesto a defenderle, así que... — Aquí cambió el gesto. Entre la paliza que le había dado el muñeco y lo mojado que estaba se encontraba en un momento sensible. — ...como vuelva a faltarme al respeto llamándome «viejo chocho» o un apelativo similar, le agarro del cuello, le estrangulo y arrojo su cadáver al río. ¿Me ha entendido?. —

En ese momento le pareció por un instante ver al espectro. El espíritu estaba junto a los nuevos "padres adoptivos", Gennan y Fedora. mirando a la bebe con curiosidad. ¿Estaba interesado en ella? Al descubrir a Corvino espiándola, la espectro desapareció de su vista tan rápido como la había visto.

Corvino se había quedado frente a Nathan, con el rostro girado mirando hacia algún punto "en medio de la nada" sobre la cubierta.

—¿Qué estaba diciendo? Ah, si...— Se volvió a  dirigir al bribonzuelo capitán de la nave, — Agradecería que a partir de ahora se guardarse esos comentarios para usted mismo.— Miró a su alrededor, confuso, como buscando algo.

—Me voy... uh...oh... a secar... será lo mejor. Estoy... muy... hummm... mojado...— En su periplo hacia la parte inferior de la nave donde secarse, casi pisa el cadáver de la mujer al que Alarico estaba examinando.—Disculpe, lo siento. — Dijo al sacerdote al darse cuente de que casi lo arrolla en su huida.

—Viejo chocho... ¡Habrase visto! ¡Si es que esta juventud de hoy en día no respeta nada!— Farfullaba como si fuera un viejo chocho mientras escapaba de allí como alma que lleva el diablo.

Estaba tan disgustado en ese momento que pasó por alto las ruinas abandonadas y quemadas del pueblo junto alq ue estaban navegando.

Al comprobar lo frío que estaba el bebé y siendo alguien procedente del norte y conocedor de los peligros de la congelación, se desabrochó la parte superior de su vestimenta y pegó al bebé contra su cuerpo para que fuera calando en el cuerpecillo su calor corporal. 

-¿Semanas muerta? Pero eso es imposible. El bebé debería haber muerto de hambre -dijo al tiempo que un escalofrío recorría su espalda-. ¿De qué se ha alimentado? -Era un humano. No cabía la posibilidad de haber entrado en un estado de hibernación o letargo. Todo generaba nuevas preguntas cuya respuesta parecía no estar a su alcance.

La llegada de la embarcación a su destino hizo que todo fuera aún más sombrío.

-Sin duda la mujer trató de huir para poner a su bebé a salvo, escapando por el río. Si como dices las aguas están frías por los deshielos, ella debió morir de hipotermia -concluyó-. ¿Te parece correcto, Sapo? -preguntó buscando la confirmación del mejor cerebro del grupo-. ¿Pasar de largo? ¿No sería mejor visitar el poblado? Aunque parece vacío quizá haya algún superviviente que nos pueda decir lo qué pasó. O quizá podamos ayudarle. Y si no hay nadie, siempre podremos abastecernos. Nada nos dice que las siguientes aldeas no hayan sufrido una suerte igual.