Partida Rol por web

Alarico miró a los fulanos, y la situación. No le importaba que se mataran entre ellos, después de todo no eran amigos, ni unos ni otros, y tal vez si zurraban un poco al tal Nathan podrían luego "explicarle la conveniencia" de darles la información. Sin embargo existía la posibilidad que lo mataran.

Y para colmo sus compañeros ya estaban empezando a posicionarse, con lo que... Estas cosas eran mejor terminarlas antes que empezaran. Miró al marinero que pareciera más enfadado y más vivo y mientras invocaba mentalmente el poder de su dios, le ordenó con voz severa:

- Huye.

Probablemente si uno saliera disparado, el resto le siguiera antes que combatir. Probablemente.

Heian se puso algo tenso al ver la que se iba a montar en un momento si no hacía nada. Sus compañeros parecían querer intervenir para salvar el encuentro, unos añadiendo algo más de fuerza a la pelea y otros usando su magia para distraerles. A Heian se le ocurrió una idea y decidió tomar su sombrero para hacer una reverencia. ¡Un momento señores! ¡Nada de peleas, o nada de peleas aún! ¡Cálmense! Gritó mientras empezaba a dar vueltas a su gorro enseñándoselo a los demás. 

El oscuro sombrero que había llevado hasta ahora Nailo empezó a tomar diferentes formas y colores que llamaban poderosamente la atención de aquellos que quisieran mirarlo. Tenía la intención de distraer a todos los marineros para evitar que se liase un combate allí mismo. Con suerte, el capitán terminaría agradeciéndoselo.

Alanis habia regresado con Alarico, la información que habia obtenido era exactamente la misma que Menon, el hombre que a sus ojos, parecía estar enojado con la vida, estaba compartiendole a sus demás compañeros. La hechicera se limitó a asentir en silencio a las palabras de Menon, mientras ella cepillaba su cabello delicadamente, al regreso del paseo con Alarico, habia vuelto agitada, despeinada y con la ropa desarreglada, como si hubiera aprovechado la soledad para divertirse con el sacerdote, lo cierto es que a Bigotes lo habia perseguido una jauría de perros callejeros, y la desesperada marta, se habia trepado violentamente por las ropas de Alanis, hasta su cabeza, donde se habia encargado de enmarañar su sedosa cabellera azabache.

Y justo cuando estaba a punto de añadir algo, se iniciaron los golpes, un grupo de marinos habia sacado sus pistolas y se disponia a pelear, hasta que el silencioso Nailo habló  y comenzó a hacer trucos con su sombrero, Alanis aplaudió entusiasmada, divertida por el espectáculo, elevó sus manos por encima de su cabeza y les dijo a los hombres -Si, si!, venga chicos, disfrutad del espectáculo del maravilloso Heian Nailo!!, no todos los días verán a un ...artista de su talla...además no son formas de comportarse ante una dama!.- dijo Alanis intentando serenar los animos, aunque si eso no fallaba, ya sabia que iba a hacer...un buen sueño para todos, no les vendría mal.
 

La búsqueda por los puertos fue tediosa y algo frustrante, la gente no se mostraba  colaboradora y eso era horrible, cuando llegaron al punto de reunión compartió su escasa información, que no pudo ser aumentada por la parejita atareada, pero Menon no le dio vueltas al asunto.

Por pura suerte al encontrar a Quiora en un loca, también hallaron al hombre que buscaban, y como la suerte es así, no tardo en iniciarse una pelea tabernaria, su última experiencia en tabernas no era muy buena, así que Menon busco un sitio algo alejado donde poder usar con seguridad sus poderes.

- Hagan caso y bajen las armas, esa semi-orca tiene un genio de mil demonios y una fuerza descomunal, les recomiendo no iniciar nada que pueda traerles malas consecuencias- dice a la audiencia esperando calmar los ánimos.

- Ommmmmm... ¡Catastrrof, catastrrof! - Anunció a los cuatro vientos la norteña al ver caer a perra y druida de la montura de Mandryva .- ¿Tampoco saberr trratarr con yegua? Este drruida serr rrarro, rrarro, rrarro... - Atendió a pensar Fedora, que por lo poco que había conocido en su tierra, los druidas eran gentes solitarias que se llevaban bien con los animales y las plantas, más que las personas.

Volviendo a asir las riendas de Mandryva, la mujer tuvo tiempo de refrenar a Quiora, ante el miedo que mostraba Sapo, al llamar su atención.

- Trranquila, Quiorra. Sapo no serr enemigo, guarrdarr tuyas fuerrzas. Segurro que haberr pelea prronto. Nesesitarrte en plenas facultades, da. - Asintió sonriente a la mestiza, para hacer que quitase sus ojos del gnomo del grupo.

El ilusionista era parte del grupo, era listo, pequeño y con eso bastaba para que la guerrera de espadas bastardas tuviese ciertos sentimientos fraternales que la guiaban a proteger tanto a Sapo como a Menon. El contrapunto era Quiora, a la cual comprendía y con quien se llevaba bien. Le gustaba el carácter de la semiorca, aunque había que controlarla de tanto en tanto, eso estaba claro.

No tardaron mucho en llegar a aquel antro portuario, donde fueron testigos de los juegos que se llevaban a cabo en una mesa, donde un tal capitán Nathan Timothy se había presentado al grupo, después de insultar a Sapo, aunque aquello ya se iba volviendo normal.

- La ene es de Nathan. Ene punto es como se escribe la inicial de su nombre de pila.

De nuevo asintió cuando escuchaba las explicaciones de su compañero gnomo. Aunque aquello lo había entendido a la primero, no le veía mucho sentido, acostumbrada a llamar a la gente por sus nombres o, en todo caso, sus apodos de guerra.

- Da, yo entenderr, Sapo. Perro parreserr costrumbrre estúpida. Yo no serr Efe Punto, serr Fedorra, con dos errres. Están locos estos envidianos... - Dijo por lo bajo, contestando al ilusionista, a la par que daba vueltas con su dede índice señalandose la cabeza, en clara alusión a la palabra "loco".

Pero de pronto, algo pasó en la mesa y los contrincantes de Nathan en el juego que se llevaba a cabo sacaron unos extraños instrumentos, parecidos a las varitas envidianas que ya había visto o escuchado su descripción no hacía mucho, motivo por el que la norteña se preparó para lo peor.

- Menon, Sapo detrrás de mi. - Dijo, llevándose la mano a la espalda, buscando el cálido tacto de la empuñadura de una de sus espadas bastardas.

En cuanto Quiora se puso tras el Capitán, uno de los marineros salió corriendo, saltó sobre la barra y se coló en la cocina. Se escucharon ruidos de cacharrada, cacerolas y sartenes retumbando durante la huída.

Otro de los marineros se acercó a ver los trucos del sombrerero.

Los trucos que no funcionaron fueron los de Sapo y Alanis: apelar al honor y a la caballerosidad no significaba nada en aquel antro. O como mucho, lograron hacer dudar lo mínimo al marinero cabreado para que Ene Punto tomase la iniciativa.

Espera... Soy un hombre de paz. No hay ningún motivo para que no podamos llevarnos bien...

¡BANG!

El Capitán del Virago disparó bajo la mesa, pero solo podía alcanzar la mitad inferior de su contrincante, y falló estrepitosamente. El marinero retrocedió para ir buscando cobertura, y volvió a disparar.

¡BANG!

El tiro casi alcanzó al Capitán Timothy, y siguió su trayectoria hasta casi alcanzar a Quiora. Es por eso que las varitas de pólvora jamás podrán competir con las varitas de proyectil mágico.

¿Sigue vigente tu oferta para deshacernos de ese imbécil, morritos verdes?-dijo a Quiora.

No se atrevía aquel gañán a disparar a la semiorca? Bueno, no era a ella a la que habían querido dar, pero cualquier escusa era buena para empezar a repartir.

- Pues claro que sigue en pie la oferta! Venga, que empiece la diversión!

Ni un segundo después ya estaba alzando el hacha con la intención de partirle el cráneo al desafortunado marinero que se había quedado a hacerles frente.

Genann aún chorreaba agua mientras se mantenía con aspecto mohíno en la retaguardia del grupo, agachado y con la hembra herida a sus pies. Suspiró alicaído y bastante pensativo, reflexionando acerca de qué estaba haciendo mal para ser objeto de las iras y persecuciones de cuantos perros se cruzaran en su camino.

Y en aquella lides mentales se hallaba el druida, bastante ajeno a lo que acaecía apenas un par de metros más adelante cuando una tormenta pareció estallar dentro de la taberna. Truenos y fogonazos procedentes de aquellos extraños objetos que el tipo al que parecían estar buscando manejaba con soltura perono demasiado acierto.

Genann, abrazó a la perra protegiéndola y permaneció en silencio mientras que la voz de Quiora se hacía oír por encima del bullicio generado por la pelea.

Alarico casi quiso suspirar... pero era lo que había. No iba a ponerse ahora a detenerse. Miró con rapidez a otro de los fulanos armados, y le señaló el arma.

- Suelta.

Aquellos malditos aparatos de pólvora empezaron a detonar. Corvino provenía de Darkon, un dominio aún algo anclado en tiempos pretéritos medievales y en el que ese tipo de artilugios no eran para nada comunes, pero los viajes por diversos dominios del núcleo le habían hecho contemplar el uso de algunas de esas "armas modernas" por parte otros individuos, sobre todo sobre el cuerpo de diversos animales durante alguna caza.

Aquellos cacharros le le acongojaban un poco, así que al oír las balas zumbando alrededor corrió a refugiarse tras la barra y aun estando tras la misma no dudó en ocultarse tras su su escudo, sólo por si acaso.

Heian continuaba llamando la atención del hombre que tenía frente a él mientras los disparos resonaban por toda la taberna. Por un momento estuvo a punto de sacar su espada corta y rebanarle la garganta al que se había liado a tiros, pero ya que frente así estaba distrayendo a uno de ellos decidió seguir con su truco y al menos no distraerle.

Quizá sus compañeros podrían hacerse cargo del que poseía la varita de pólvora y cuando lo eliminases podrían ir a por el que había sido presa de sus trucos y eliminarle sin que se diera cuenta. Sin duda ese era el plan más sencillo y confiaba en que sus compañeros se aprovechasen de que le estaba distrayendo.

Menon siguió contemplando el intercambio entre las armas comunes de Quiora y las extrañas armas de fuego de los marineros, de momento la situación estaba controlada y no se atrevía a lanzar sus hechizos pues el de grasa podía afectar a sus compañeros y lanzar un rayo al tumulto podría ser peor, si fuera del todo necesario los usaría, ojala no sea si.

- Cubrid a Quiora si todo va bien esto terminará rápido, mientras cubramos las salidas por si algún rufian intenta escapar.

Menon mismo se preparo, si alguno intentaba pasarse de listo lanzaría un rayo que le quitaría las ganas de meterse en nada.

- ¡¡¡ к нагрузке !!!¹ - Como si de pronto fuera poseída, la norteña gritó a los cuatro vientos y se lanzó cargando hacía la batalla.

No es que Fedora estuviera poseída, bueno un poco si, es que Suse había aprovechado el caos para aflorar a la superficie de la psique de Fedora y hacer de las suyas. Quien prestase atención a la mirada de la guerrera, apreciaría el sutil cambio en el iris de sus ojos, y la rabia que despedía su mirada cuando se lanzó de improviso al ataque.

Las dos bestias pardas sacaron el filo de sus armas del marinero, y sin ese sostén perdió la verticalidad y cayó hacia atrás. Quedó en el suelo, medio lelo y tembloroso. Ni siquiera fue necesario un segundo conjuro de Bane, canalizado por la mala lengua de Alarico.

¡Bien! ¡Esto hay que celebrarlo! Tabernero, invito a todos los que hay en el local... a un vaso de agua.

El Capitán terminó de meter el dinero en su bolsa de oro, salvo cinco insípidos dejados sobre la mesa para Quiora, y se puso en pie mostrando sus tres brazos: el izquierdo, el más normal, llevaba las monedas; el derecho, de madera, errático y en forma de ele; y el otro derecho, salía bajo la camisa y sujetaba la varita de pólvora cuyo cañón seguía humeante.

Espera, me olvidaba mis dados trucados de la suerte.

Ene punto Timothy enfundó su arma y usó la mano libre para coger los dos dados que había sobre la mesa. Cuando se dirigió a la salida, se encontró con media docena de personas junto a la puerta, obstruyéndole el paso.

Caballeros... Dama... Gente pequeña... ¿Me permiten pasar? Soy un hombre muy ocupado.

Ja,ja,ja!- Bramó la semiorca al ver que su amiga Fedora era tan buena como ella.- Buen golpe!

Le dio una amistosa palmada en la espalda; - Habeís llegado a tiempo justo para la diversión!

Recogió rápidamente sus cinco monedas antes que nadie se las quitase y fue a dar las gracias a su benefactor.

Ey, Capitán Ene! No te vayas hombre, que han venido mis compañeros! Siéntate con nosotros un rato y te los presento. Mira, hasta llevamos un malavarista!- dijo señalando con orgullo a Heian- Es algo calladito, pero fíjate, al final parece que tiene talento!

El pobre Heian no era consciente de grave error que había cometido, mostrando sus habilidades delante de la impresionable semiorca.

Al ver que la cosa se había calmado, Corvino salió detrás de la barra y guardó de nuevo disimuladamente su pequeño escudo. Siguió al tal "ene punto" en su camino hacia la salida varios metros por detrás, y comprobando por lo que veía del mismo (terceros brazos, dados de la suerte) que debía ser un pieza de cuidado. No le caían bien los tipos que "bordeaban el límite de la ley" como este. A buen seguro este malnacido había estafado a esos pobres incautos haciendo trampas. Quizás Corvino era un poco... demasiado inflexible en ese sentido.

Toco al insensato capitán en el hombro y, poniendo el ceño mas fruncido que tenía en su haber le dijo al capitán cuando este se giro a mirarle. —Haga caso a la señorita, "señor ene punto" . Vamos a hacerle unas preguntas, y luego podrá irse, no antes. Ella se lo ha pedido con amabilidad, yo en cambio no seré tan .....— En ese momento Corvino resbaló con (¿a alguien se le había caído una jarra de vino durante la refriega?) dándose con las posaderas en el suelo y al traste con toda posibilidad de amedrentar al individuo.

Desde nueva su posición en el suelo el avejentado hombre se tocó la cadera dolorido mientras balbuceaba: —Ay, oy... mi... mi ciática... Otra vez no.—

Durante los disparos Alanis habia tenido a bien ocultarse debajo de una mesa, a la mierda, que mueran los salvajes, ella iba a salvar su propio pellejo, y no estaba dispuesta a terminar en la carcel por una trifulca de borrachos inmundos, sabia bien que lo mejor que alguien podia hacer en situaciones dónde dos bandos se enfrentaban era no tomar partido por ninguno, y mantenerse en la neutralidad total, tenía una misión pendiente, el que a dos amos sirve, con alguno queda mal.

Cuando la trifulca terminó Alanis salió despació de debajo de la mesa, agachándose para recoger la insignia de su estirpe que se habia desprendido de su vestido, y brillaba en el suelo; un magnifico lirio blanco, rodeado por un dragón de oro, se lo prendió con cuidado nuevamente.

Mientras el caballero Timothy se alejaba se encontró con que en la puerta, el grupo de viaje lo estaba esperando para interceptar el paso, Alanis se sentó cruzando la pierna con elegancia sobre la mesa de madera en la que se habia ocultado, parando el oido para escuchar lo que tenia que decir aquel hombre.

La presencia de las luchadoras fue bastante para amedrentrar a cualquiera, con un poco de ensayo entre las dos seguramente no haría falta combatir nunca más.

El capitán exhibió con descaro sus trampas, sin esas cosas no hubiéramos tenido que pelear y correr riesgos, si este personaje nos va a resultar útil lo empiezo a dudar mucho. Corvino hizo su poco convincente intento de intimidar al truhan con bastante poco resultado, así que Menon no dio tiempo a reaccionar y hablo a su vez.

- No hay prisa capitán, sentaros un poco con estas señoritas sería una buena muestra de agradecimiento por la ayuda, un poco de charla y relax es lo que nos conviene ahora.

Supongo que los demás tendrán cubiertas las salidas, puede que este tipo tenga amigos ocultos o que sea tan cabezón como para intentar escapar.

Me acerco la puerta y me apoyo en el quicio de la misma, observando divertido las reacciones del capitán. Debo reconocerlo: ese tipo me cae simpatico. Desgraciadamente, sin duda es un vividor, un fantoche, un tramposo, y alguien sin el menor aprecio por la legalidad y el orden.

Pero cae bien el condenado, eso es verdad. Tras aprovechar para volver a repasar al bombón de Alanis, espero para "interceptar" llegado el caso al bueno del capitán "N punto"