Partida Rol por web

El gélido viento soplaba arrastrando partículas de nieve en suspensión. Las montañas del espinazo del mundo, según habíais podido descubrir, eran un lugar inhóspito, frío y estremecedor. La salida de la cueva presentaba un camino escarpado de roca, no mas grande que un sendero, por donde se debía iniciar el descenso. Un paso en falso y una caída directa a la muerte esperaba al infortunado.

Mengar y Braguer iniciaron la marcha por el sendero tapándose con las pieles que habían cogido de la mina. 

-Esta mina es una de las muchas que tiene Ukroma por las montañas. Con la ayuda de Osgos esclavizar casi todas de tribus bárbaras y mandarlos picar para buscar eso que llamais portales. Nuestra tribu ser guerrera y presentar batalla pero Ukroma muy fuerte y obligar a movernos constantemente. Osgos buscar tribu, pero no encontrar.-

El viento arrastraba sus palabras y a pesar de que os mantenías juntos para ayudaros en caso de tropezar, el bárbaro tenía que gritar para hacerse oír. El sendero se había ensanchado un poco. Lo suficiente como para permitir que una persona caminara sin ir pegada a la pared.

Esforzandose por hacerse oir Dench grita para preguntar al ex prisionero.

- ¿COMO HA ORGANIZADO A LOS OSGOS? ¡ESAS BESTIAS SUELEN PELEARSE ENTRE SÍ! ¿TANTO MIEDO LE TIENEN? ¿LE HABEIS VISTO?

Camino con cuidado para intentar no despeñarme por los senderos que nos llevan nuestros nuevos amigos, es un sendero tremendamente estrecho y me da miedo que mi peso más el de mi equipo haga que el suelo que piso se descrebaje y caiga, todo ello sumando a que tamopoco me gustan mucho las alturas y aquí hay unos cuantos pies de altura.

Al ver la conversaciÓn que mantienen los dos barbaros yo también añado algo a voz en grito. ¿NO SERÍA MEJOR QUE DEJARAMOS LOS DETALLES PARA CUANDO HUBIERAMOS LLEGADO A UN SITIO MÁS TRANQUILO Y SEGURO?

También me doy cuenta de lo mucho que he avanzado en mis habilidades de luchador desde que me he enbarcado en esta aventura y como poco a poco me voy haciendo mas poderoso y diestro.

El pequeño gnomo camina al abrigo de los bárbaros, por lo que la ventisca le resultaba menos molesta que al resto, algo bueno tenía que tener ser pequeño. Sin embargo, en lugar de desgañitarse intentando hablar por encima del ruido, se entregó a sus pensamientos acerca de aquella supuesta red de portales que estaba buscando Ukroma.

Como criatura simple y bruta que era Ukroma seguramente tendría una absurda ambición, como extender su cutre tribu a otras zonas civilizadas del mundo o algo así, pero para Gerbo se abría un nuevo negocio la mar de lucrativo. Tendría que estudiar esos portales con más detenimiento (y quitarle a ese Ukroma el control del resto que hubiera podido encontrar) pero a priori una ruta comercial que atraviese las montañas en un pispas pueda dar muchísimo dinero.

Gerbo se imagino montando su chiringuito en la cueva de los trolls (después de limpiarla a fondo, claro) y cobrando un peaje por utilizar su portal para pasar al otro lado... un poco de promoción y ¡Bam! Se haría rico en un abrir y cerra de ojos, y además los pueblos de las montañas le estarían eternamente agradecido por fomentar el comercio local.

Borkar miró a Gerbo "¿En qué estara pensando ese maldito pendenciero? Me sudan los dientes cuando lo oigo hablar pero cuando no despega los labios me parece mucho más temible"

Si... vayamos a resguardarnos en algún lugar...  Dijo el clérigo de Marthammor Duin mientras se protegía pobremente de la ventisca  Desde un sitio tranquilo despejaremos todas las dudas e ingeniaremos un plan para acabar con ese Ukroma.

De pronto la ventisca se convirtió en vendaval. El hielo se desprendía de las paredes castigando vuestros rostros doloridos por el frío y congelaba vuestros labios. Antes de que vuestras preguntas pudieran ser respondidas, un rugido se elevó por encima de la tormenta y heló vuestro corazón. 

vuestros ropajes ondeaban furiosamente, como si quisieran arrancároslos y una criatura cubrió el cielo proyectando su sombra sobre la cornisa en la que estábais. Al instante pudísteis adivinar el rictus de terror en el rostro de los bárbaros y como sus labios pronunciaban palabras ahogadas por el rugir del viento que no necesitaban traducción.

-ES UKROMA, ELLA ES FURIA.-Sus temerosos ojos miraban arriba, a una inmensa mole blanca como la nieve que en algunas partes reflejaba el color del hueso deslucido. Dos alas coriáceas batían el aire desprendiendo capas de nieve y hielo a su paso por la montaña y su cola, furiosa, golpeaba las laderas provocando alúdes.

En las montañas del espinazo del mundo pueden llamarlo como quieran, pero en los reinos vosotros lo llamais Dragón. 

-POR ESO LLAMAR FURIA.-Dice el bárbaro.-SABER QUE SU PORTAL NO GUSTAR. OSGOS MUERTOS.-  

-CALLAR-Dice apresuradamente Braguer.-ELLA OIR A TRAVÉS DEL VIENTO. NO MOVER.- 

- ¿Dragón? 

La voz del semiorco se convirtió en un susurro.

- ¿Estamos hablando de un maldito dragón escupemuerte lanzahechizos?

Al descubrir quien era Ukroma, Annael abrió los ojos de par en par y de un respingo se hizo a un lado en la entrada para que la tremenda criatura no pudiera verle.

- Esto nos supera- comentó en un susurro el elfo-. Ya podemos preparar el mejor plan del mundo pues sino seremos el aperitivo de Ukroma- comentó disgustado por la perspectiva.

Annael habló de "plan", y el enano clérigo se sintió profundamente responsable de poner en las mentes esa palabra a sus compañeros... más que responsable, culpable. 

Qué putada... Esa mierda nos jode. Nunca habíais oído hablar a Borkar usando palabrotas, demostrando sin querer la frustración que pesadamente había caído sobre el clérigo al ver aquel monstruo surcar con rabia el cielo. Sus alas despegaban del cielo un sonido que aterrorizaba a sus enemigos. Mi primer dragón. Pensó el enano... Para muchos el primer dragón suele ser el último. 

Tras dejar pasar unos segundos y asegurarse de que no eran vistos por Ukroma, el enano levantó la cabeza y reparó durante unos instantes sobre su hacha, símbolo de Marthammor Duin... mi señor no permitirá que ninguno de nosotros caiga... Esos segundos parecieron minutos para sus compañeros que quizá no todos se percataron de que la mente del enano trabajaba a gran velocidad, maquinando, buscando conjuros dentro del panteón divino, utilizando la sabiduría que ganó el parlamento político, en los templos como acólito... luego dijo:

Nada nos supera, si sabemos hacerlo bien...

- Deberíais haber empezado por ahí... - dijo Gerbo en un susurro mientras observaba el vuelo de Ukroma.

Tragó saliva y se mantuvo en silencio (por una vez en su vida) hasta que la criatura pasó de largo, siempre con el miedo de que se percatara de su presencia y decidiese convertilos en un bloque de hielo con su aliento. Todo se complicaba, y mucho, un dragón era algo a lo que había que temer, estaban en la cúspide de la cadena alimentaria y encima eran capaces de hacer magia tan bien o mejor que un mago.

Sin embargo, el gnomo descubrió un ápice de esperanza al recordar las cosas que sabía sobre los dragones. Tenían una posibilidad, y es que muchos expertos en dragones coinciden en que el blanco es con diferencia el más estúpido de todos. Eso podía ser bueno puesto que había una posibilidad de engaño, pero podía ser malo porque eliminaba las posibilidades de resolver aquel entuerto usando la diplomacia.

Una cosa estaba clara: si podían evitar enfrentarse a él debían hacerlo.

Dench observó el vuelo de la criatura aferrando su hacha. Si iba a por ellos, pensaba dejarle un recuerdo dificil de olvidar.

Ante los temblores, el viento y ese frío ante natural instintivamente me sale la reacción de pegar mi espalda a la pared de hielo y observar los alrededores para ver si consigo vislumbrar el motivo de tan repentinos cambios climáticos. De repente un sonido me hace mirar la cielo y es entonces cuando lo veo, Ukroma, un dragón, ni más ni menos.

Un dragón, esto nos viene grande, muy grande. Digo en un susurro mientras lentamente me llevo la mano a la espalda para coger mi escudo y ponermelo con el máximo cuidado posible para que no saltara el mayor destello posible.

Tras ponermelo me quedo lo mas quieto posible y pegado a la pared de hielo para resguardarme de las posibles caídas de hielo que se produzcan por el dragón, y de paso, de la vista del dragón.

- Ukoma. Ahora ya sabemos porque tenian miedo - susurro el barbaro impresionado ante la visión de la enorme bestia y mientras se pegaba a la pared e intentaba estar lo mas quieto posible.

La amenaza del dragón os pareció eterna mientras surcaba la ventisca como un cuchillo cortando mantequilla. Casi era palpable la rabia, la furia del animal al ver que había pasado en la mina.

Nos os disteis cuenta, hasta que Furia se perdió entre la ventisca del horizonte, que el viento había amainado, la nieve ya no se estrellaba contra vuestras caras y los ropajes no ondeaban al viento.

-Bajemos. Furia ser dragona persistente. Mejor irnos.-

Vámonos... esta noche prepararé unos conjuros de fuego aptos para dragones de hielo. Dependiendo de los que seamos tenemos buenas posibilidades.

- Si, partamos antes de que la lagartija blanca nos vea.

Dench escupió en el suelo con desprecio, pero sus manos seguían aferrando el hacha con fuerza, casi con desesperación.

Tras el susto inicial, el gnomo se quedó un instante pensativo.

- Bueeeno... al menos tenemos una forma de reconocer cuando se acerca ¿Os habéis dado cuenta de que ha amainado la tormenta? - dijo señalando al cielo.- Así que ya sabéis, si empieza a haber viento de repente y la nieve comienza a caer más fuerte... es que se acerca.

Dicho esto continuó cavilando acerca de las posibilidades de éxito de aquella aventura, aunque era demasiado pronto para urdir un plan. Pensó que quizás los bárbaros tuvieran más información al respecto, derribar un dragón no era moco de pavo, aunque si tenían una horda de zarrapastrosos para usarla de escudo sería más sencillo... y estaban los tesoros... ¡Si, los tesoros! Merecía la pena arriesgar la vida por ellos.