Partida Rol por web

Rob reunió al intrigante Milus, al sacerdote Eras y al callado semiorco Krah. Era hora de partir y no había tiempo ni recursos para muchos preparativos. Se detuvo en el patio del castillo, esperando a que apareciese el grupo de Cormac. Cuando salieron, se dirigió a ellos.

Cormac - dijo situándote delante de este - La anciana habló de que la caverna estaba cerca, que no nos llevaría ni un día de camino. Además dijo que tenía cuatro entradas, pero nada nos impide ir los dos grupos juntos hasta dar con la guarida de los kobolts y una vez allí, si de verdad hay más de una entrada, dividirnos para tener más posibilidades. 

Se quedo observando la reacción del caballero a sus palabras y luego continuó. - Es extraño que la anciana no conozca el lugar exácto de la caverna, pero si conozca que tiene cuatro entradas. No me fió de ella un pelo de mi barba, pero nuestro príncipe ha decidido seguir sus instrucciones y debemos cumplir sus ordenes. Pero seamos precavidos.

Si estas de acuerdo, viajaremos todos juntos hasta dar con la caverna. Yo me dirigiría a las montañas más cercanas y una vez allí, buscaría rastros. ¿Estamos?

Me parece un buen punto de partida, compartir conocimientos, buscar las cuevas y luego separarnos una vez encontradas las entradas.

Averiguar que unos kobolds han secuestrado soldados pero no tener idea de donde están es como poco sospechoso y lo de las cuatro entradas más aun, pero como bien dices si Hextor decide confiar en su palabra nosotros a cumplir. Además personalmente si existe la posibilidad de que esos soldados estén realmente ahí me sentiría bastante incomodo quedándome quieto y esperando.

Bien es hora de encontrar el camino, hasta donde yo sé Korbis ha estado examinando mapas, puede que tenga alguna pista y no se si entre nosotros contamos con alguien con habilidades "exploratorias"

Cormac miró hacia atrás esperando que sus compañeros contestasen.

Al  escuchar las palabras del mercenario Stephon sacudió levemente la cabeza.

-Secundo la propuesta de Rob, cuando antes nos vayamos antes volveremos. Korbis…- Se giro hacia el erudito.  -Tenéis una idea aproximada de la zona en la que se encuentran tras estudiar el mapa, ¿no?-

Se dirigió a la salida de la estancia. –En 15 minutos nos vemos en el patio del castillo para partir.–

Salió hacia sus aposentos a recoger sus cosas. Y cuando las hubo recogido fue al patio como había dicho a sus compañeros.

Apenas había tenido tiempo de hacer lo que quería cuando vinieron a buscarme para partir en la misión de rescate, lo que a mi juicio me parecía un error teniendo en cuenta todo el trabajo que había pendiente por aquí si pretendíamos equipar a todos esos arqueros o cualquier otro que se uniera bajo del estandarte de Hextor. Aún así callé, al menos hasta que se dirigieron a mi.

- Si - señalo sereno a pesar del desagrado - Pero sobre el terreno siempre es diferente.

Aclaro no empezaran a criticar mis conocimientos solamente porque no encontráramos el lugar a la primera una vez estuviéramos allá.

- Y yo no pondría en duda la existencia de esos arqueros, del mismo modo que asumo la presencia de las gentes de Heironeus y la posibilidad que de su lado tengan a un "anciano" con los mismos conocimientos que nuestra Kalem.

Quizás fuera hablar de más, pero esas prisas por acudir al lugar no habían caído en saco roto y era evidente que provocaban la suspicacia general en todo el mundo.

Tras la noticia de que saldría bajo el mando de Cormac no me encontré muy entusiasta íbamos a una posible trampa y mis hechizos no nos servirían de mucho en este momento. cuando todos estábamos preparados en el patio para partir me dirijo a cormac.

Me parece buena idea lo que a comentado Rob pero si vamos todos juntos podríamos delatar nuestra presencia y perderíamos el factor sorpresa y no sabemos si no nos encontraremos hombres de heironius como a insinuado Korbis hace un momento si alguien pudiera ir delante de avanzadilla no pasaría nada.

¿Acaso no confiáis en mi, que dejáis que vuestros aliados marchen solos? Yo puedo defender sola perfectamente el castillo. Tu padre lo sabía y por eso confió siempre en mi. Llevo trabajando para tu familia desde mucho antes de que naciera tu padre. ¿Por qué no me hacéis caso?

Héxtor esperó a que todo el mundo se fuera para contestar aquello, diciéndole que esperase con un gesto. Ponerle en duda en público con el liderazgo tenso que tenía era la clase de cosas que no podía permitirse.

-Kalem.

Había dicho su nombre como antes, pero eso no parecía afectarla. Sí que estaba acostumbrada a obedecer, sí, podía notarlo en ella.

-Te ganaste la confianza de mi padre, y eso te honra. Ahora, es el momento de hacer lo mismo conmigo. Alguien debe quedarse aquí para proteger este lugar, alguien que lo conozca. Si eres capaz de defender tú sola el castillo, ¿por qué insististe en mandar a todos esos hombres a que hicieran un trabajo que tú podrías haber solucionado chascando un dedo?

Quiero creerte, Kalem, pensó Héxtor, que no estaba precisamente nadando en aliados, ni del pasado ni del presente, pero me lo pones muy difícil.

- Veo que tu padre no te lo contó. Pero desde hace años soy La Guardiana del Castillo, vi a tu padre nacer y al padre de tu padre y muchas generaciones atrás. Mi poder está ligado a este castillo y apenas puedo separarme alguna milla. Estoy condenada a vivir en este castillo y no puedo marcharme de aquí. Tengo que protegerlo o mi vida se consumirá si es destruido. Por eso tengo que protegerlo y mi poder es poderoso, pero limitado en la distancia. No puedo ir detrás de enemigos, tan solo quedarme aquí y acabar con ellos en caso de ataque.

Escuchó aquello. ¿Era un cuento? El caso es que sonaba lo bastante descabellado como para serlo.

-No, nunca me lo contó.

Padre nunca me contaba nada, pensó, dejando que la amargura del pensamiento le quemase un poco, como el que tantea una llaga sabiendo que dolerá. Nunca hubiera pensado en contarle nada a su hijo, Héxtor. ¿Con ese nombre? El joven Heironeus era mucho mejor y auspicioso, y el joven era demasiado siniestro y se tomaba las cosas demasiado en serio; el entusiasmo está bien, si no es demasiado. Y si la gente no te juzgó y condenó antes de empezar por llamarte como un Dios del mal.

-Lo tendré en cuenta en un futuro, no tenía idea de esa clase de cosas. ¿Hay más secretos en este castillo que mi padre nunca se haya molestado en contarme?

- Si tu padre no te desveló más secretos es porque quizá debas aprender de ellos cuando llegue el momento. No seas precoz y no tengas prisa. Todo debe llegar a su debido momento. Y ahora dime, vos, ¿por qué dejáis que vuestros aliados viajen y se enfrenten solos a los peligros? ¿Por qué no tienes la misma valentía que tu padre que luchaba codo con codo con sus aliados? ¿Acaso tienes miedo de tu hermano y sus secuaces?

"¿MIEDO?"

Apretó la línea de su mandíbula, potente con su pelo corto, rapado a lo guerrero, para que no sudara ni estorbara bajo el casco, con un físico potente. Tragar con aquella clase de comentarios nunca le había sentado bien, tenía su orgullo, y este era fuerte. Pese a que nadie hubiera creído en él, seguía siendo un digno hijo de su padre. Mucho más que el inútil disipado de su hermano, ojalá se retirase, condenado fuera su pellejo, y ahorrase una lucha fraticida... pero si el reino lo requería derramar´í su sangre, por triste que fuese. El deber está incluso por encima de la sangre.

-No tenemos ese tiempo, y mi padre murió sin que nadie me instruyera -dijo, secamente, o al menos todo lo secamente que hubiera pretendido; dos cosas que no siempre coinciden- Mi padre contaba con huestes y con hombres. ¿Yo...? Estoy sólo ahora mismo. No rendiré este castillo a nadie, dejándolo desierto, por mucho que vos podáis con todos. Si vienen para invadir el acero que tendrán que catar sus patanes será el mío.

Gruñó. Levantó los ojos ante lo último, un fulgor en ellos.

-No volverás a insultarme, Kalem. El servicio a mi padre no te da derecho a tratarme como a un trapo, ¿me oyes?

- Mi señor, mis intentos no son de provocación. No señor, mis intentos son para mostrarle que quedarse aquí solo le hará aburrirse y desear estar muerto. Un líder como vos, debe estar con su equipo, aconsejarle y dirigirle pues cuando se suceda la gran batalla ellos no te tendrán respeto, o al menos no tendrán más respeto que a cualquiera de los que han dado su vida por ellos.

Cualquiera de los que has mandado a buscar a los arqueros, preferirá defender a un compañero que a su propio rey. Un rey que no lucha con sus siervos no es digno de recibir su respeto ni su defensa.

No lo entiendes, o no lo quieres entender. Si te quedas aquí tu ayuda no me servirá de nada. Yo sola te he dicho que puedo defender el castillo. Tú no aportarás nada aquí, ni tú ni tu acero. No quiero insultaros, mi señor, pero siempre he sido la consejera de tu padre y ahora creo que le debo obediencia a vos. Si quieres que te deje solo así lo haré, pero quizá el aburrimiento pueda llegar a ser peor que la muerte.

Como si no supiera que quedarse ahí era una pequeña muerte. Hizo un visaje incómodo, pero siguió escuchando, con los brazos cruzados. No es que hubiera mucho más que hacer en aquel momento, incluso si estaba armado para nada porque dudaba que alguien viniese a atacar.

-Kalem...

Negó lentamente, pero firme.

-Vos sois la que no queréis entender, porque lo entendéis perfectamente. ¡Hasta me acusas por la fe de mis hombres, sabiendo como sabes que es verme como alguien indigno lo que más me dolerá! De lo que ninguno de ellos se fiará es de un idiota infeliz que deja desprotegida su base al primer intento. No hay otra que hacer -negó- Piensa en ellos. Piensa que trabajas para alguien; es tu primer día, y el suyo, defendiendo el castillo. De repente el posadero dice ser un hada mágica que puede hacerlo todo él solo. El noble se fía de él y parte con sus tropas. Cuando vuelve, no tiene castillo... y sinceramente, no se lo merecería.

Sacudió la cabeza. No podía entender como era Kalem la que no podía entenderlo, en ese sentido.

-Da igual que lo seas, ellos no tienen garantía ninguna de que lo seas. ¿Qué clase de hombre se fiaría en esas condiciones? Nadie. La situación no es buena, y hubo que elegir entre un cobarde y un estúpido. Mala suerte. Siempre puedo luchar para recuperar mi prestigio a sus ojos, pero njunca hubiera sobrevivido cumpliendo semejante estupidez en el primer día.

Con todo eso que estás diciendo quieres decir que no te fías de mi. ¿Es eso? ¿No te das cuenta de que si quisiera hacerme con el Castillo ahora mismo, podría?

Héxtor, soy muy poderosa, más poderosa que cualquiera de todos tus aliados juntos. Podría acabar con ellos de un solo soplido y contigo podría acabar con una mano atada en mi espalda. Aquí y ahora.

Sólo te estoy diciendo que estar aquí me parece absurdo y que estoy tratando de convencerte para que te hagas a la idea de que puedo arreglármelas sola y que no llego a comprender la razón de tu estancia aquí. Y no te excuses en que no te fías de mi, pues si me lo repites una vez más te haré una muestra de mi poder y creeme cuando te diga que,rogarás a tu dios, poder reunirte con tu padre.

La línea de sus labios se tensó ostensiblemente, hasta formar algo perfectamente delineado con tiralíneas. Aquella clase de insultos escupidos uno detrás de otro eran una afrenta, tanto si eran bravuconadas como si eran la verdad. Es más, lo serían más si fueran la verdad.

-¿Para eso has venido? ¿Para exponer mi debilidad y alardear de mi poder? Porque si eso es lo que quieres, puedes irte. Quizá sea verdad y ninguno de ellos llegue a ser tan poderoso como tú, pero ninguno de ellos ha empezado haciendo tantas exigencias ni pretendiendo hacerse un todo él.

Estaría perdiendo un valiosísimo acceso, de ser verdad,. Pero por el mismo padre que mentaba que no iba a chupar culos para llegar hasta donde tuviera que llegar, no de manera tan descarada.

-¿En qué lugar me hubiera dejado eso, como rey? ¿Acceder a todas las exigencias de alguien que no conocen nada? Me pides que piense en la situación y en cambio tú no quieres ni verla desde otros puntos de vista, tan convencida de que el tuyo es mejor. Y una cosa más... me da igual tu lealtad pasada, las amenazas bajo mi techo no se tolerarán ni bajo una vida de ellas. Retira tus palabras, kalem.

Kalem se arrodilló ante tus propios ojos. No tenía intenciones de faltarte al respeto en ningún momento.

Mi señor, interpretas mal mis palabras. Solo quiero ayudarte, y pienso que como tú eres el más poderoso del grupo que se ha formado pensé que deberías ir con ellos. Pero si prefieres quedarte aquí, solo y aburrido eso será tu decisión. Si quieres puedo marcharme y dejarte solo.

Pero a veces pienso que el silencio y la soledad son peores que la muerte y también pienso que enviar a tus soldados solos y sin ningún líder fuerte pueden llevarles a un claro suicidio. Solo expongo mi punto de vista, antaño fui consejera de tu padre, pero si no necesitas mis consejos y crees estar obrando bien, me marcharé por esa puerta y me limitaré a proteger el castillo, pues mi vida está ligado a él y si él cae, caeré yo con él. 

Una vez más, la decisión está en tus manos.

-...

Es duro ser líder. Es más duro ser el líder de nadie, con secretos que no conoces por todos lados y una vida de superación a la que aferrarte. Cuando no importa eso, ¿a qué te agarras?

-No, no te marches. Gracias por tus palabras. Tu franqueza. Pero debo quedarme aquí. Ninguno de ellos tiene la experiencia que yo, cierto, pero aprenderán a trabajar en equipo... más nos vale -tosió- Pero entiendo lo que dices. Tampoco es mi ilusión quedarme aquí, pero no podría simplemente marcharme ahora. No hasta que hayamos conseguido la forma de que nadie sospeche de ello. La imagen de debilidad puede arruinar a un hombre ante otros más que ninguna otra cosa. Aunque no haya sido tu intención, confiar absolutamente sin pruebas puede ser visto como la mayor debilidad... la estupidez.

Él no era el más inteligente. Lo sabía, y eso le irritaba. Siempre hubiera querido ser mucho más culto y dispuesto, pero parecía simplemente no estar hecho para ello, por mucho que lo intentase. Igual es que Héxtor estaba destinado a ser un bruto, un zoquete sin conciencia ni moralidad.

Jamás.

-No voy a echarte. Agradezo tu consejo, y te pido que te quedes y proporciones ayuda. Pero no me iré... no esta vez, al menos. Aunque la idea de quedarme entre paredes sin hacer nada no me seduce -gruñó- ¿No dispondrás entre tus poderes de algo que permita que pueda hacer algo desde aquí, verdad?

Puedo llevarte hasta allí si quieres, es todo lo que puedo hacer, y sinceramente, tu grupo no tiene un líder firme ni fuerte sin ti. Has nombrado dos colíderes en ambos bandos, pero apenas los conoces y quizá están tomando decisiones erróneas, creando así disputas entre ellos. 

No se, Sir Héxtor, aún pienso que es una locura que sigas aquí, que necesitarías para poder ir con ellos? No hay nada que pueda hacer para convencerte?

Quizá lo esté haciendo. ¡Naturalmente que quizá, Kalem! ¡Qué otra cosa puede esperar uno en la vida, sino que cada una de sus desisiones sean minuciosamente inspeccionadas! No estoy en esto porque sepa que los dioses me sonríen o mis talentos desde la cuna sean inauditos, hechicera. Estoy en esto porque, simplemente, lo haré mejor.

-No, no lo creo -...- Es una locura para tí. Trata de verlo exactamente como lo verías si no estuvieras dentro, Kalem. Si fuera otro el que actuase así delante tuya.

Todo lo que puedo hacer es teletransportarte mágicamente hasta allí y nada más le sonaba... cuestionable. No sabía demasiado de la magia, pero si podía hacer eso ¿podía hacer otras cosas?

-Si tienes algún modo de que esté allí y aquí a la vez sería bueno saberlo.

¿Aquí y allí? ¿Todo en un momento? Héxtor, mis poderes son amplios pero no ilimitados. Hasta ahora no conozco magia ni poder* que haga a alguien capaz de estar en dos sitios a la vez. He dicho que puedo llevarte hasta allí rápidamente, no que te pueda teletransportar allí y mucho menos materializarte en dos lugares a la vez.