Partida Rol por web

Aquella criatura, a pesar de no haber finido su vida, ya no representaba un peligro para el grupo, no como el resto de los seres que atormentaban al grupo.

Con una rápida carrera, se abalanzó a por el ser que atacaba Onfale también, iluminando con su colgante llameante la escena, distorsionada la luz por las perennes nieblas.

Flame respiró tranquila al comprobar que a pesar de que ella no fuera capaz de hacer casi nada por ayudar a sus compañeros, no la necesitaban para nada. A pesar de resistir bastante bien los conjuros que les lanzaban, parecían vulnerable a uno de los conjuros más sencillos que parecían tener, así que era cuestión de tiempo que tarde o temprano terminasen derrotándolos. 

En cuanto vio que uno de los fuegos se escapaba, intentó acabar con él, aunque no confiaba en tener mucho éxito, pero Ayash a veces resultaba más precioso de lo ella misma imaginaba.

La maga centro su atención en la maldita luz. Te vas a enterar maldita lucecilla de navidad. Sabía que con un único hechizo sería muy difícil terminar con ella, por ello empezó lanzando un hechizo para afinar su puntería.

Aire había dejado de usar su magia. Sus orbes no hacían efecto, se perdían como si las brumas llamaran a su magia y se la tragaran. Maldiciendo, se quedó a la espera, buscando la mínima oportunidad para poder lanzar un conjuro poderoso y acabar con todos ellos a la vez. Pero no llegaba, y eso la desquiciaba. Notaba una presión sobre los hombros, pero era capaz de destrozar a aquellas criaturas... Y vio que lo que hacían sus compañeros, aunque lento, era eficaz.

Y así, decidió que lanzar proyectiles mágicos no era tan mala idea. Y acompañó a Flame en los golpes contra el fuego fatuo que huía. No era partidaria de tender un puente de plata al enemigo que huye. Prefería acabar con ellos antes de que volvieran con más fuegos.

Entre Flame y la lluvia de proyectiles mágicos que siguió al fuego fatuo por las Brumas, y que seguro que dió en su blanco, era improbable que aquella aberración cobardica continuase con vida. El último de ellos arremetió dándole un calambrazo a Jadewo. En contraprestación, una burbuja ácida del escudo energético de Flame quemó a la luz, dejándola con una cicatriz en lo que seguramente era la cara. O la ingle.

Fosco miró a uno y otro lado, mientras veía que un montón de compañeros de viaje corrían hacia él. Onfale y Jadewo atacaron al Nyzh de la antorcha con una precisión quirúrgica. Leiath se acercó con las manos en forma de cuenco y las abrió sobre la antorcha, derramando un agua traída por Hala desde el mismísimo plano del Elíseo. El agua apagó la antorcha, y mojó la mano y la manga que la sostenían, y también al Nyzh. La criatura parpadeó en un sin fin de colores, y sin un fuego al que arrimarse, optó por poner cielo de por medio y ascender hasta una altura más segura.

El Nyzh que ya volaba alto lanzó un proyectil mágico a Aire, y se quedó tan pancho, pero nada garantizaba que su objetivo fuese ella y no Aristóteles. 

Bien hecho Leiath.- La Bruja de Hala no era partidaria de mostrar todo el poder de su diosa pero su sencillez muchas veces marcaba la diferencia. 

Cuando el nyzh intentó escapar viendo que ya no quedaba fuego donde regenerarse Onfale trató de rasgarlo en dos pero era como pegar al aire. Eran unos seres realmente escurridizos y quizá por eso no estuvieran acostumbrados a encontrarse un grupo de aventureros como ellos. El combate parecía ponerse a su favor aunque aún quedaba saber si los líderes del grupo enemigo seguirían atacando o acabarían huyendo. No le apetecía gastar más de su magia con ellos por lo que estudio si podría acertar con un buen tiro de su fiel ballesta.

De repente, de netre la brumosa niebla, aparecieron los cuerpos de Onfale, Leiath y el menudo Fosco, el temer dañarlos hizo que el ímpetu de su ataque lanzado al ser flotante que se alzaba puerdiera precisión. 

Ante el alud de ataques que recibieran los seres, esos optaron por mantenerse a distancia, Jad, tenía complicado el dañarles, pues a diferencia de Aire y Alice, sus recursos arcanos eran sensiblemente limitados. Y más ante unos seres como esos con aptitudes especiales ante la magia o el fuego.

Sin perder tiempo se apartó un par de pasos mientras envainaba su cimitarra y desenrollaba su vieja y sencilla honda...

Flame sintió que el ácido de su aliento empezaba a brotar en su interior. Sabía que volvía a poder usarlo, así que sonrió y alzó la cabeza. El nyzh había decidido salir huyendo y sobrevolarles a 20', pero su aliento tenía un alcance mayor, así que aprovechó que lo tenía a tiro para escupirle con toda la precisión de la que fuera capaz. 

Leiath estuvo a punto de echarle una nueva bronca al mediano. Pero se lo pensó mejor y se tragó sus palabras. Eso sí, la mirada de reprobación fué bastante fulminante.

En vez de malgastar su candorosa vocecilla en los duros oídos de Fosco, sacó su varita mágica y apuntó al fuego fatuo que seguía amenazándoles.

La maga empuñó su fiel y mortífera ballesta, Onfale podía dar cuenta de ello. Pero ahora el virote se encontraba imbuido por la magia, ahora la maga pelirroja no podía fallar.

El proyectil mágico del Nyzh se estrelló contra el culo de Aire, que dio un salto al tiempo que gritaba ¡Auh! más por la sorpresa que por el dolor. Sus ojos negros se giraron para observar a esa llama flotante y no la mató porque su mirada no tenía esa capacidad. Respiró hondo mientras se frotaba allí donde había recibido el impacto mientras apretaba con fuerza el brazo de Aristóteles. Le rechinaron los dientes de la furia, pero tenía que ser práctica, y no era el enemigo a derrotar en ese momento.

Su mano se alzó y apuntó al fuego fatuo que quedaba. Tras su caída, ya iría a por el Nyzh, y si era necesario apagaría con Aristóteles sus llamas.

Los proyectiles mágicos de Aire y Leiath no fueron suficientes como para acabar con el fuego fatuo que, malherido, inició una maniobra de retirada flotando en oblicuo hasta situarse tan alto como los dos Nyzh. En esto, el vómito de Flame rocía al Nyzh, y lo disuelve en ácidos gástricos hasta desaparecer, esta vez sin dejar un cadáver pellejudo. Algunas gotas caen sobre las ropas de sus compañeros, sin causar ningún daño colateral, por fortuna.

Luego llegan las torpezas... cuando Alice trata de cargar su ballesta, no encuentra su munición, no se sabe si por los nervios o porque no lleva ningún virote encima. A Onfale sí le queda munición pero la desperdicia en un disparo desviado, al más puro estilo de Alice. Y lo peor de todo, es que el eunuco ya no puede ver el estoque que confiadamente dejó caer al suelo cubierto de Brumas.

El Nyzh que queda no lanzó proyectil mágico en aquel momento... Tenía que recargarse antes de volver a disparar.

Al perder de vista el estoque Onfale se preocupó, sólo por perderlo, que también, pues le tenía cariño, sino por la presencia de las brumas. ¿Ya estaban ahí? Lo recogió con rapidez. No quería que se quedara ahí y luego, después de un tiempo, les persiguiera un estoque con patas y resentido por haberlo abandonado, transformado pro la influencia de las brumas.

- ¡Eh, tú! Quizá ahora tengas más ganas de hablar. No tendremos piedad. Aún puedes hacer un trato con nosotros.- Más que nunca ahora el solitario nyhz necesitaba un fuego para reproducirse.

La maga se acordó de todos los parientes muerto de su grupo y no para bien. ! Malditos! ¿Quien tiene mis virotes?

Con sus armas habituales, cimitarra y escudo, guardadas y con la honda en la mano, el joven sacó una bala de plomo y la armó, con un par de rápidas vueltas lanzó el proyectil, y a pesar de su humildad como arma, la bala dio en el blanco con un choff desagradable, pero efectivo.

-Nada mal...

dicho eso ya empezó a rebuscar una nueva bala para recargar la honda.

Flame se acercó hasta Alice, no recordaba si los virotes que tenía eran suyos o no, pero en cualquier caso no tenía ningún problema en compartirlos con ella. Al fin y al cabo ella poseía un conjuro que podría servirle para disparar de forma muy precisa así que no dudó en acercarse a ella y pasarle una docena de ellos.

Onfale escuchó el molesto zumbido de la Maga Roja maldiciéndoles como si le hubieran robado los virotes. ¿El perfumista había transportado el preciado libro de conjuros de Alice durante todo el tiempo que había estado muerta y se pensaba que le iba a robar unos míseros virotes? Ya le iba a contestar de malos modos cuando se frenó en seco y, aquella mirada suya tan expresiva, de ojos azabache perfilados con bistre, se plantó de nuevo en el pequeño y molesto mediano. No hacían falta palabras.

El pequeño Fosco se había quedado embobado mirando el fuego y al Nimph. Esperaba una respuesta de este y la contestación nunca venía, parecía metido en su mundo y no prestaba atención a los gritos de la beata y mucho menos prestaba atención a Onfale. Sus miradas se clavarían en su espalda, pues el mediano estaba a otra cosa. Nada parecía disturbar la anodina concentración del mediano, pues este esperaba impaciente su contestación. Un cubo de agua cayó y apagó su antorcha. -Anda...- dijo mirando a todos los lados intentando encontrar el origen de ese agua tan aislado.. Los lacayos de Onfale iban de un lado a otro correteando tras las lucecillas, era bastante cómico. -¿Te puedes creer? ¿De dónde saldría esto?- Cuando volvió a girarse al Njymph al que hablaba ya no estaba, este había ascendido a las alturas. -¡Vaya, hasta luego!- Decía al Njymph reservado. Aquel combate era bastante aburrido y los lacayos de Onfale tenían la misma educación que las prostitutas a las que tanto había oído decir que cuidaba y entrenaba. De hecho era curioso que el grupo estaba íntegramente lleno de mujeres a excepción de Onfale, el cual había que decir que no tenía pito. -JUA JA JA JA.- río poniéndose en una postura más cómoda. Era bastante graciosa la observación a la que había llegado. El símil era tan gracioso que se volvió a escuchar otra de sus carcajadas -JUA JA JA JA.- sólo de recordarlo. Las lucecillas parecía que se apagaban y eso le hizo pensar en lo triste que era todo. Aquellas luces le caían en gracia y no entendía como habían podido llegar a ese extremo. Bueno, si que lo sabía. La bruja de Hala y su tacto 'divino'. -Jua ja ja ja...- seguía riendo el mediano con su nueva gracieta. Parecía que nadie divertía tanto a Fosco como los pensamientos del mismísimo Fosco. De hecho hacía tiempo que no tenía un espacio para sentarse y ver un espectáculo de peleles y fuegos artificiales parlantes. La madame Onfale parecía ser el maestro sin pene de ceremonias.

Que el fuego fatuo se alejara volando no suponía problema para su magia. La piedra ioun que giraba en torno a su cabeza parecía ayudarla a apuntar a la perfección. Esta vez el fuego no podría aguantar una nueva embestida de su poder mágico.

No perdió nota del ácido que había soltado Flame y lo rápido que se había muerto el otro fuego. Meditó si podría lanzar un conjuro lo suficientemente poderoso como para acabar con él de un golpe. Quizá con un poco de ayuda de su poder, no sería tan complicado acertar en el blanco.

Aire acabó con la vida del fuego fatuo. El Nyzh, tras recibir un golpe del disparo de Jadewo, le disparó un proyectil mágico y salió huyendo tan rápido que se confundió con la niebla. Tangrem se quedó mirando, preocupado, al enemigo que huía.

Será mejor que a partir de ahora no encendamos ningún fuego...

Los viajeros empezaron a congregarse alrededor de la primera baja de la expedición, si exceptuamos a los dos caballos, y quizás a la desaparecida guía, quién sabe. La gente no estaba muy abatida... la pena por la pérdida era sobrepasada con creces por el alivio de seguir con vida.