Partida Rol por web

Tan solo un día antes, las palabras de Leiath habrían tenido más aplomo. Pero cada vez que el meteorito se estrellaba en Nueva Lechberg, los visitantes tenían menos capacidad de convicción, y aquellos tozudos lugareños se enrocaban más en sus posturas.

¡Por el amor de Hala, niña! ¿Primero me dices que tienes un mensaje para el Padre Benancio y ahora dices que mi hermana puede romper la maldición pero que tengo que convencerla yo? ¿En qué quedamos? Además... Si no logré convencerla en setenta años para poner un pie en la iglesia, dudo mucho que me haga caso en algún tema. ¿Y el mensaje para el Padre Benancio? Bah, es igual... ¡No tengo tiempo para memeces! ¡Me voy!

Hermigia dió media vuelta y volvió a encarar la salida del callejón, zigzagueando entre los aventureros.

Jadewo iba a mantenerse en silencio, pero no podía dejar que esa oportunidad pasara. No le hacía ninguna gracia ese "sacrificio" para compensar el mal realizado, pero salvaría a todo ese pueblo.

¡Espere, por favor! ¡Ayúdenos! Queremos que todo esto se acabe, y usted juega un papel fundamental en esta historia. ¿Acaso no desea que los días dejen de repetirse? ¿No desea que el tiempo continúe con normalidad? Ayúdenos a ayudar a este pueblo y a romper la maldición.

Hermigia volvió la vista hacia Jadewo. Era un mancebo joven y atractivo al que merecía la pena escuchar.

Bueno... supongo que podéis contármelo todo mientras voy a la iglesia. Yo no puedo impedir que caminéis por la calle a mi misma altura.

La anciana siguió alejándose de su casa.

La cabeza le decía que debía quedarse a proteger a Meridia para que, así, lograra mantenerse virgen y pura un día más. Pero la idea de volver a separar al grupo no le gustaba. Acababa de ver cómo la simple Hermigia poseía una fuerza fuera de lo común para alguien de su complexión, edad y condición. ¿Podría Onfale proteger a la anciana virgen cuando apenas podía mantenerse en pie? Recogió la piedra ioun que le infundía fuerza y, con ello, la confianza que le faltaba.

- La protegeremos.- Dirigió aquellas palabras a Meridia mientras miraba a Leiath para ver cómo iba a conseguir la bruja de Hala convencer a su hermana.

No,no,no!- pensó frustrada una vez más. A sus ojos, aquella vieja cascarrabias no estaba interesada para nada en Hala, si no, por qué no seguir una 'recomendación' directa de una bruja? Esa mujer tenía otros intereses que no eran divinos, estaba claro. Miraba con ojillos brillantes a Jadewo, mientras desoía la petición de una enviada de su diosa.

Y vos os decís seguidora de Hala?!- gritó enfadada- Vos que no teneis ni la fé necesaria para escuchar las palabras de sus brujas? Mezquina e impía sois vos no vuestra hermana, pues ella va con la verdad por delante. Marchad pues y sed complices de esta maldición que parece que es lo que gusta.

Ofendida en lo más profundo, Leiath fue a entrar en la herbolistería. Ella haría todo lo posible por protejer a Meridia hasta que decidieran tomar otras medidas. No parecía estar en sus manos el convencer a Hermigia, solo esperaba que el apuesto Jadewo lograra aquello que una ferviente seguidora de Hala no había podido.

Jadewo vio la oportunidad y salió corriendo para ponerse a la altura de Hermigia. Sabía que podía defenderse, pero tras el día anterior, se había ganado a dos enemigos poderosos que, como le vieran, no dudarían en atacarle. Tendría que ser cortés, educado, convincente y rápido, todo junto y sin quedar chapucero. Respiró hondo mientras las palabras de Leiath llevaban hasta ellos. Dejó que una sonrisa tensa le asomara en el rostro

Tendrá que disculparnos. Como bien sabe, los nervios ante esta situación pueden llevar a que cualquiera pierda los nervios. Vos seguramente consiga templar el carácter, pues su mirada demuestra una gran inteligencia. Nosotros, sin embargo, somos torpes e ignoramos muchas veces lo que nos rodea, aunque intentamos aprender esperó que con sus palabras la mujer no le diera importancia a las de Leiath, y continuó Mi amiga, al igual que usted, es seguidora ferviente de Hala. Y rogó que la diera luz para poder encontrar la salvación de este pueblo. Y Hala, en su misericordia, ha escuchado las plegarias de sus seguidores, y ha respondido mantuvo el silencio un segundo para ver si el rostro de Hermigia mutaba o no Ha hablado, y ha dicho que las dos personas que son imprescindibles para solucionar este problema son usted y su hermana. Pero ella, Meridia, no es creyente de Hala como usted, y se nota que la misericordia de la Diosa no la ha arropado en sus rezos esperaba que las disputas entre las hermanas le ayudase a realzar la importancia de Hermigia y por eso es usted más importante que cualquiera que nosotros: Su hermana nos acompañará, siempre y cuando usted acceda a no ir al templo se detuvo. No sabía exactamente las razones por las que quería acudir a aquel lugar, si se sentía segura y prefería morir medio dormida, o porque su fe la llevaba allí directamente. No podía llamarla cobarde Comprendo su necesidad de hablar con su Diosa, pero Hala conoce la situación, y sabe que hará lo que tiene que hacer.

Onfale miraba inquieto a unos y otros mientras intercambiaban palabras. Leiath usaba su "tacto" y arremetía contra Hermigia. El perfumista tentado estuvo de taparse el rostro con la mano en un gesto de desesperación pero entonces intervino Jadewo, impecable, como siempre.

_{- Recuerda que la necesitamos para que Meridia acepte...}- Habló entre dientes ya situado junto a Leiath.

Justo en ese momento, Leiath cruzó la puerta de la herboristería. No por ello dejó de escuchar a Hermigia despotricar.

¡Me cagüen...! ¡Me ha llamado mezquina! A mí, que siempre dejo unas monedas en el cepillo. ¡E impía! A mí, que solo falté a misa durante mi sarampión. Brrrrr... Eso me pasa por ser buena y pararme-aunque realmente nunca detuvo sus pasos-a escuchar a unos chiquillos insolentes que no saben tener respeto por sus mayores. ¡Quién con niños se acuesta, mojado se levanta! ¡Yo lo que necesito es mezclarme con adultos de mi edad!

En el interior de la herboristería, Leiath pudo ver a Meridia arquear sus cejas y mirar el techo del establecimiento con hartazgo de la tozudez de su hermana. Meridia empezaba a vaciar el contenido de las estanterías de la tienda con el fin de usar sus tablas para tapiar la puerta y las ventanas.

Está bien, Leiath-dijo bajando la voz para que su hermana no supiese que se había salido con la suya-. Por lo menos lo habéis intentado. Mi hermana no tiene remedio, y creo que tú tampoco. Vamos a probar eso que dices que te ha dicho tu "amiga imaginaria". Por lo menos podré demostrarte a ti que no hay una diosa velando por la resolución de esta maldición.

Pssst... Baja la voz, rubiales-susurró a Jadewo-. No quiero que mi hermana piense que se ha salido con la suya, y tu amiga es una cretina integral que se cree que puede saber más de los designios de Hala que el buen Padre Benancio. Pero si Hala puede deshacer esta maldición, puede que mi hermana empiece a creer en ella. ¿Quién sabe? Hasta podría empezar a ir a misa. Explícame, ¿qué es lo que mi hermana y yo tenemos que hacer para Hala?

Las palabras de Meridia cayeron como agua fresca sobre su ardiente cabeza. Aquella anciana le empezaba a gustar; la mujer, pese a no tener fe, era bondadosa y paciente. Virtudes que ella apreciaba en cualquier creyente o no creyente.

Leiath inclinó la cabeza ante Meridia en forma de respeto y se asomó para susurrarle unas palabras a Onfale.

- Coge a los chicos y mételos dentro. Meridia a aceptado venir.

Trasmitido el mensaje se internó de nuevo en la casa.

Déjeme que le ayude. Qué le parece si preparamos un té para salir con el estómago calentito?- decía mientras esperaba que el resto se unieran a ellos.

Onfale respiró aliviado al ver cómo la mujer parecía estar dispuesta. Al final las palabras de Leiath no habían ayudado, pero tampoco habían logrado el objetivo contrario. Miró hacia la herboristería, sintiendo que se les acababa el tiempo.

Agradezco que me escuche. Disculpe a mi amiga, tiene buena intención, pero su genio a veces la puede quiso zanjar el tema para no desvariar más del asunto

Le hubiese gustado tener tiempo para pensar, para hablar con los demás, y, de tener que mentir, se encargara otro. Pero no podía tener ese capricho, y optó por contar la verdad.

Hala nos ha pedido que su hermana venga con nosotros al centro del pueblo, a la plaza. Allí debemos esperar a que caiga el día y el meteorito llegue. Y ese gesto hará que la maldición se rompa... Siento no poder explicarle con más detalle, pero sólo soy un hombre, y las palabras de Hala no llegan a mi comprensión, sólo se que tiene razón, y hay que hacer eso que nos pide.

Su hermana sólo accede a ir con nosotros siempre y cuando usted no acuda al templo. Seguramente sea una prueba más de Hala para demostrar a su hermana la existencia de la Diosa.

Sintió que las explicaciones habían sido demasiado escuetas, pero tampoco sabía qué más decir. No quería decir "que era necesario una virgen para salvarlos a todos", porque era muy agresivo e innecesario en ese momento. Tampoco quería decir que muy posiblemente su hermana se sacrificaría, pero lo había dejado entrever en sus palabras.

Huelga decir que daré mi vida por proteger tanto la suya como la de su hermana de los pobres hombres de este pueblo que se han desviado del camino del bien.

Le hubiese gustado sacar la espada y ponerla a sus pies al tiempo que clavaba su rodilla en el suelo, pero le había pedido que no llamase la atención para que su hermana no se enterara de nada

En sus manos está cumplir los designios de Hala.

Meridia acababa de poner la tetera al fuego cuando sonó la campanita de la puerta del establecimiento. Onfale, Jadewo, Flame, Tangrem y Travis cruzaron el telón que separaba la tienda de la cocina. También llegó con ellos Hermigia. Las dos hermanas cruzaron miradas...

Así que... según he oído, te niegas a seguir los designios de Hala solo para fastidiarme, ¿hasta ese punto llega tu ruindad, vieja miserable?

¿Y qué hay de ti? La religión es tan vacía que ignoras a tu amigüita imaginaria para aferrarte a la monotonía de acudir a la iglesia solo por mantener las costumbres. ¿Te das cuenta de lo loca que estás, vieja pasa arrugada?

Meridia. Hermigia. Ambas frente a frente. Avanzaron una hacia la otra hasta fundirse en un abrazo.

Ya está bien, snif... Sin sentimentalismos. Tengo que hervir más agua para el té, no imaginé que tendría tantos invitados. Después probaremos a solucionar la maldición con el método de estos extranjeros.

Pasaron las horas en el interior de la herboristería. Las dos hermanas se pusieron a recordar viejos tiempos. Anécdotas de la infancia, y malentendidos de juventud. Al cabo de un rato, Meridia volvió a reconducir el asunto hacia la misión. Cogió un cuchillo, y empezó a trazar cortes en la mesa, dibujando un pequeño laberinto.

Tal y como lo veo yo, hay dos rutas para llegar a la plaza mayor. El camino corto desemboca en la plaza entre la posada y los juzgados. Es el que toma mi hermana para ir a la iglesia, y pasa por delante de la casa de su amiga Giralda.

Onfale evaluó la ruta. El tramo final coincidía con lo recorrido por él para llevar a Leiath y Jadewo desde la casa incendiada, en cuyo sótano les habló la voz misteriosa, hasta la iglesia, justo antes de hacer el ritual de adivinación para que Hala les marcase los objetivos a perseguir. Eso fue el segundo día en Nueva Lechberg. En aquella ocasión, había abrojos cortando el paso, pero Onfale se dió cuenta y pudo apartarlos para despejar el camino.

La ruta más larga pasa por delante de la casa de ese malnacido de Rabaglard. Por ahí, llegaríamos a la plaza por la calle que hay entre los juzgados y la torre de la alcaldía.

Toc...

Toc...

Toc...

Un escalofrío les recorrió la espalda a Onfale, Leiath y Flame. Detrás del telón, alguien había llamado a la puerta de la herboristería. Puede que fuese por azar, o puede que el número de golpes en la madera no fuese fortuíto. Conocían a alguien que llamaba tres veces antes de presentarse: un diablo barbado conocido como el Gentil que Llama.

Con toda la algarabía de la reunión, olvidé tapiar la puerta esta mañana...-susurró, asustada.

La campanilla de la puerta sonó de nuevo. Alguien la había empujado para entrar. Quedaron a la espectativa, detrás de la tela que separaba la tienda en la que estaba el desconocido, a la trastienda dónde estaban todos tomando el té.

Flame miró hacia la puerta, no esperaba visita. Se había mantenido callada durante todo el tiempo, pues estaba acostumbrada a que sus palabras no fueran de utilidad para nadie. Así que, simplemente, se había limitado a escuchar a los demás y analizar todo lo que estaban planeando.

Pero cuando escuchó el sonido de la puerta, no pudo evitar llevar la mano hacia Ayash y preparar su aliento de ácido. Desde que habían llegado a ese pueblo, raro era el que estuviera de su lado, y la mayoría estaban más locos que cuerdos, así que, estar preparados no estaría de más.

Se puso en pie y se colocó junto al lugar por donde tendría que aparecer el posible enemigo. Esperaba pillarle por sorpresa, y de ser necesario...

Estaba ayudando a recoger y lavar las tazas (su madre la había enseñado bueno modales desde pequeñita), cuando entraron a la tienda. Un escalofrío recorrió su espalda y rezó a Hala para que no fuese algo muy horrible.

Menos mal que el té y las curaciones les habían dejado buen cuerpo. Se sentía preparada para casi todo.

Tangrem coloco con sutileza cerca de sus rodillas el espadón. Pero era un espadón y no una daga, era un arma que no entiende de sutilezas así que su gesto no resulto ser sutil sino más bien amenazador, como cuando alguien se prepara para montar una carnicería. 

Satisfecho, Jadewo entró en la tienda en último lugar, cerrando la puerta tras él. No había visto que nadie les siguiera, pero era algo que no podía asegurar. Sólo podía sentir satisfacción por ver que el plan estaba saliendo bien, y cuando las hermanas se abrazaron, todo parecía cobrar sentido y parecía que la vida volvería a la normalidad.

Se sentó, escuchando las historias de las señoras, tomando te a ratos y sonriendo en los momentos oportunos. De todo se podía sacar algo, una experiencia, conocimiento, felicidad, tristeza... Y tanto Meridia como Hermigia podían transmitir todo eso y más. ¿Serían conscientes de que quizá era la última vez que tomaban el te juntas? ¿Que quizá Hermigia tendría que controlarse mientras veía como su hermana sufría la muerte por consejo de su diosa? ¿Encontraría consuelo en Hala? Y ellos, ¿podrían perdonarse haber sacrificado a una inocente para salvar sus vidas?

Jadewo empezaba a sentirse culpable por el plan. El te se le quedó frío y sus oídos ya no oían las palabras de las hermanas. Sólo se percató de que algo pasaba al notar el silencio casi absoluto del salón. Le llegó tarde el "toc, toc, toc" de la puerta, pero reaccionó con rapidez.

Desenfundó el espadón y miró a todo su alrededor. Le sabía mal que no fuera un lugar abierto, pero no tenían tiempo para más. Se colocó delante de las hermanas para protegerlas y se preparó para lo que pudiera llegar.

Con Ayash a su lado, Flame se encontraba preparada para la lucha, solo cabía esperar a que alguien abriese la puerta, o al menos mirase a ver de quién se trataba. Ella estaba dispuesta para lo que fuese que estaba por llegar.