Partida Rol por web

Con voz temblorosa la mujer fija su mirada en el clérigo.-Son...están muertos. Los convirtió en muertos putrefactos y...-las lágrimas casi ahogan la última frase de la mujer.-..me habría convertido en uno de ellos.-La mujer llora desconsolada en el suelo. 

La mujer estaba hablando de muertos vivientes. Eso le gustaba, de ese modo podía resarcirse del error cometido con los esqueletos. - Bajemos y liberemos a los demás. Rezongó con una voz firme. - Cuanto antes acabemos con esto mucho mejor.

- Bajemos a por esos muertos, pero mi heridas no han cerrado. Estad preparados para el combate cuerpo a cuerpo si me derriban. Señora, debería ir al pueblo o esperarnos aquí. No sé que será más seguro, la verdad.

Dicho esto, coge la armadura pensando en el oro que les darán.

La mujer no se quedaría allí ni por todo el oro de aguas profundas y decide seguiros quedándose atrás. Bajais las escaleras donde la mujer grita al ver el cadáver de "esa cosa" que parece un baúl vivo. Continuáis bajando hasta la planta baja donde cruzáis la estancia. Asomándoos a las escaleras de bajada, un leve olor a podrido os asalta la nariz surgiendo de la total oscuridad.

Annael deja de rebuscar entre los ropajes del clérigo muerto y encogiéndose de hombros se levanta y les dice a sus compañeros.- Vajemos... por lo visto no hay nada más donde poder rascar.

Iniciando su camino hacia las escaleras, el elfo se detiene, se da la vuelta y cogiendo la mano de la mujer le dice sonriéndola y besándole la misma.- Annael a su entero servicio, me alegro de que estéis viva, pues sin duda este mundo habría perdido una joya- dice sonriente y tras hacer esta cursilada se gira y se dirige escaleras abajo.

Resoplando por el dolor que le causan sus heridas, el semiorco murmura mientras desciende:

- Elfos, tan pegajosos como la miel ...

El clérigo bajaba las escalera cuando oyó gritar a la mujer cundo vió el baúl muerto. - Por favor. Le dijo. - No grite porque nos delatará. Y continuó bajando las escaleras. Cuando llegó a la planta baja se asomó a las escaleras que bajaban al sótano y antes de bajar, con su aura del dios Pelor, intentó detectar qué criaturas malignas les esperaban abajo, cuántas y dónde.

- Da igual, creo que tendremos problemas hagamos lo que hagamos- dijo guiñandole el ojo a la mujer para apoyarla ante la bronca de Elmorn.

Luego miró a sus compañeros y les dijo- ¿Voy delante?... y ¿tenemos algo con lo que poder ver... antorchas o algo por el estilo?- les preguntó.

Esperais mientras el clérigo enfoca sus manos hacia la escalera. Su rostro expresa su concentración. Pasados unos minutos vuelve en sí.

Las irradiaccions malignas llegan hasta ti con claridad. Son auras débiles, no mas de cuatro y concentradas en un mismo área. Deambulan lentamente como si fuera un pasillo, en línea recta de arriba a abajo constantemente. Sigues concentrado vislumbrando su naturaleza...muertos vivientes.

- Aunque débil, noto la presencia de cuatro muertos vivientes en lo que debe de ser un pasillo. Dijo el clérigo a sus compañeros. - Baja tu primero, Annael, pues Dench está malherido y yo iré en segundo lugar para poder realizar tras de tí una expulsión de dichas criaturas. Y diriguiéndose a la mujer. -Usted vaya la última, si las cosas se ponen feas, huya. Sacó una antorcha y se laofreció a Annael.

Dench gruñe, molesto por no estar en primera linea, pero no dice nada comprendiendo lo razonable de la propuesta.

El elfo asintió y aferró la antorcha que le había cedido Elmorn. Tras encenderla, desenvainól su espada larga y siguió  escaleras abajo para ver si era cierto lo que el clérigo haía sentido.

Con la antorcha por delante Annael bajó los últimos escalones teniendo cuidado de donde ponía los pies, pues nada de aquel castillo parecía ser lo que era.

La titilante luz de la antorcha desvanece las sombras a medida que bajais por las escaleras y el hedor de la podredumbre se intensifica en vuestra nariz. Al terminar las escaleras un arco de piedra da paso a un pasillo con puertas de madera a ambos lados. En el fondo, desde las sombras, unas figuras se acercan lentamente. Su cuerpo podrido revela su naturaleza, zombies.

Dench sonrie con fiereza a sus compañeros.

- No nací para quedarme en retaguardia, si puedes expulsalos clérigo, y si no ¡¡MANDEMOSLOS AL INFIERNO!! ¡JA!

Y dicho esto, se lanza a la carga contra el más cercano.

Encogiéndose de hombros el elfo, soltó la antorcha y cargó junto al semiorco en pos de los muertos vivientes, mientras gritaba al clérigo y a la cuchacha.- ¡¡Clerigo, ayudanos con tus cojuros!! ¡¡Chica guapa, intenta abrir las celdas quizás consigamos más aliados!!- tras decir esto salió a la carga juto a Dench.

Mientras sus compañeros atacaban a los zombies y le cubrían, Elmorn, volvió a invicar a su dios para expulsar a esos mal nacidos. Se concentró lo máximo que pudo y murmuró una pequeña plegaria pero el resultado no era el que esperaba pues lo zombies seguían allí, y cada vez se acercaban más.

Dench se acerco al primero, dispuesto a llevarselo por delante y lanzo un temible tajo dispuesto a cortar al zombie en dos.