Partida Rol por web

El amanecer en el túmulo fue tranquilo. Thimaz, Soveliss y Redgar fueron desatados, y estos dos últimos se despidieron y volvieron a Vallaki para reunirse con sus familias. No eran los únicos que se querían ir por su cuenta...

Si en el paso de Tsolenka sacan de circulación las armas de plata, tendrán un arsenal de armas capaces de herir a Strahd. El símbolo sagrado ya no es una prioridad. Pero a pesar de todo... Ese medallón estuvo en el cuello de Tatyana Federovna, la amada de Strahd que luego se convirtió en la reencarnación de Anna. Aunque sea cierto que iba a permitir llevar a otro el medallón, mi raza es longeva. Tenía la esperanza de recuperar el medallón de vuestras manos más adelante, cuando las canas os obligaran a retiraros y pudierais dármelo por propia voluntad. Según pude hablar con Anna en vida, el Símbolo Sagrado del Cuervo atrae a sus sucesivas reencarnaciones. Necesito ese medallón no solo para acabar con Strahd, sino también para reunirme con mi amada.

El Símbolo Sagrado del Cuervo sigue siendo valioso para mí, y mis intenciones siguen siendo visitar Krezk cuanto antes para evitar volver a perder su pista. Sería posible llegar al paso de Tsolenka y acudir a tiempo a la subasta de dentro de siete noches. Si lo lográis, buscadme en la posada del Ascua Candente-y miró fijamente a Leiath-. ¿Aún sospechais de mí? Si es así, lo mejor será que no trabajemos juntos. Tenéis toda la información que os he podido facilitar, no solo del Símbolo Sagrado del Cuervo, sino sobre el arquitecto del castillo: Davith Uthurlan. Podéis acabar con Strahd sin mí, del mismo modo que yo puedo intentarlo sin vosotros.

Dragov tomó su hacha, de la que ya no se despegó en toda la noche. A la mañana siguiente, después de sus oraciones, pensó en todo lo que habían descubierto.

Al parecer el tal Strahd era muy astuto y había urdido un plan para hacer desaparecer todas las armas de plata de la zona. 

Con la información que el herrero les había desvelado, podían llegar hasta el lugar donde tenían que estregar las armas para desbaratar los planes del vampiro y de paso acabar con alguno más de sus secuaces. Pero ¿ Cómo iban a lograrlo si cuando acababan con los engendros se convertían en humo y volvían a sus ataúdes hasta recuperarse?

- Bueno, podemos ir  a ese paso, pero no tiene mucho sentido si no somos capaces de acabar con más engendros. Necesitamos una manera de acabar con ellos para siempre y que no vuelvan a sus ataúdes. De todos modos, ¿ Es de mucha utilidad llegar allí a quitarles las armas de plata que hayan podido conseguir? Si no somos capaces conseguirán su objetivo. Nosotros podemos luchar con las nuestras. Quizás sea más útil encontrar al arquitecto  antes de que lo haga Strahd, ahora que parce que sabe que lo buscamos. De hecho debemos avisarle, pues su vida puede correr peligro. ¿Sabéis dónde podemos encontrar al señor Uthurlan?   

- No todos aquí tienen armas de plata.- Contestó con suhabitual frialdad el eunuco al enano.- Con un poco de suerte encontremos alguna ecnatada mágicamente, como esta.- Dijo señalando al espadón de plata que le habían arrebatado a los ladronzuelos.- En mi opinión merece la pena el esfuerzo.- Si no, ¿para qué iba a Stradh perder el tiempo en algo así?-Son sólo suposiciones, pero puede que con el botín que nos hagamos allí, si todo va bien, podemos obtener dinero para pujar en la subasta. A no ser que os sobre el dinero...entonces no digo nada.- Se cruzó de brazos y con un gesto dela cabeza recolocó la melena negra a su espalda.

-Con respecto a Dhavit Uthurlan, la bola de cristal mostró que estaba en el pueblo de Barova, pero la magia de Stradh no deja ver mucho más allá, tal es su poder.- Le dio un escalofrío pensando en que el vampiro había conseguido rajar la superficie de la bola.

La preocupación de Onfale con respecto al medallón del cuervo iba en aumento. N estaba seguro de si lo que decía el elfo era cierto, pero no le gustaba como futurible novio de su...hija, si es que de verdad Tatyana Federovna iba a reeencarnarse, algo que veía difícil. Así se lo hacía saber aLeiath cuando tenían la oportunidad de intercambiar un par de palabras en privado.

-Yo no tengo ni idea de absolutamente nada de lo que decís; eso sí. Podéis contar conmigo para aplastar algunas cabezas, que probablemente no sean las vuestras. -Con eso dicho Thimaz se levantó y se estiró levemente, pues estar todo el tiempo atado fue cansino, incluso durante la pelea en la que no le liberaron- Yo iré donde vaya Leiath, que a fin de cuentas, parece ser la única que me tiene cierta estima.

El enano agarra su hacha y se la cuelga, a fin de cuentas por algún motivo, nadie quería robarsela durante la noche, algo que por algún otro motivo, le molestaba. En su cabeza tan solo cabían los pensamientos pesimistas y deshonrosos. ¿Acaso no lo consideraban un oponente digno?. ¡Thimaz el Terror del Huerto no era lo suficientemente digno a los ojos de los enemigos!.

A mí me gustaría tener un arma de plata para poder defenderme y no ser una molestia, pero tampoco tengo claro que fuese muy bueno blandiendo una espada. El herrero y su amigo me contaron antes de marchar que ellos no habían visto la balsa, así que no saben cómo de grande puede ser. Seguro que el jabalí es demasiado grande como para subirse. Sigue siendo un animal salvaje. Puede alimentarse si lo dejas en el bosque o podemos rechazar la idea de ir por el río, eso como veais.

Dragov llevaba muchos años con Recio. Se pasaba con el animal las veinticuatro horas del día. Cada vez que intentaba "desconvocarlo" al plano de los dioses, las Brumas lo impedían. Nunca dejaban que nada saliese de Ravenloft.

Yo vengo de la aldea de Barovia. Era el monaguillo de mi maestro, y tengo que decir que ningún Uthurlan vino nunca a misa. Debe de ser uno de esos ateos de cuidado-dijo con desaprobación-. Si es por el intento de adivinación, la imagen de la bola de cristal fue interceptada muy arriba en el cielo. Creo que Strahd sabe que estamos buscando algo en el pueblo, pero aún no sabe que se trata del arquitecto de su castillo.

A mi tambien me da igual hacia donde decidais encaminarnos - dijo vinthrael sintiendose parte del grupo que acometerian esta aventura - tengo armas de plata de sobra, pero lo cierto es que solo solo eso, de plata, no disponen de ningun encantamiento sobre ellas asi que quizá proveernos de mas armas nos pueda venir bien contra lo que nos depare la noche y encantar nuestras armas principales puede que no sea una mala idea si tenemos que enfrentarnos a criaturas de la noche.

Aquella ajetreada noche le había dejado algo indispuesta y no pensaba con claridad. Se guió pues por el consejo del perfumista.

Por mi bien, podemos ir a por las armas si pensáis que es lo mejor. Podría pedir a Hala que nos diera fuerzas para el camino y así no tener que detenernos tanto, quizás lleguemos antes y nos de tiempo para reunirnos con Rathandal- 'antes de que nos prepare otra emboscada', quiso añadir aún recelosa del duende orejudo, pero se contuvo. Al enemigo mejor tenerlo cerca y vigilado.

-En los momento que usemos para descansar, aquellos que no necesiten hacerlo tanto, podrían preparar algunas estacas. Si las usamos en los vampiros, no podrán huir. Como habéis comprobado son unos seres muy escurridizos.

Creo que ir por las armas no sería una mala idea, además de las armas puede que obtengamos algo más de información. Para mí, un arma de plata no sería de gran ayuda, mi punto fuerte es la magia. Aporto discretamente.

No hubo tiempo para copiar el conjuro de arma mágica al grimorio de Onfale, ni para ponerse a hacer estacas. Los que hicieron guardia, desayunaron y terminaron de dormir. Los que durmieron, estudiaron sus conjuros o rezaron a sus dioses. El grupo se puso en marcha para no perder más tiempo, en dirección oeste. Bordearon la aldea de Vallaki hasta llegar al puente que cruzaba el río luna.

Si vais a buscar la balsa, supongo que nuestros caminos se separan aquí.

Aunque si preferían ir por tierra, podrían acompañar a Rathandal un poco más.

Sasha dió un paso adelante y agarró al elfo de la manga.

Espera... ¿vas a cruzar ese puente solo? ¡¿Estás loco?! Los trolls viven bajo los puentes. Es peligroso.

Sasha, tranquilo. Ese puente se cruza cientos de veces a lo largo del día para ir de Vallaki a Krezk. Es seguro. No me va a pasar nada. Mira, te lo demostraré.

El elfo se adelantó, se asomó al río y dejó un brazo colgando cerca del ojo del puente. El mejor cebo para pescar a un troll es el que está vivo. Sin embargo, ninguna garra salió bajo el puente para agarrar a Rathandal.

¿Lo ves? Bueno, ¿qué hay de vosotros? ¿Bajareis por la balsa o seguimos juntos por este camino un poco más?

-Por algún extraño motivo creo que voy a terminar en el fondo del río... -Dijo el Enano con un escalofrío en su espalda- ¿No podemos ir sobre tierra firme?. Aunque supongo que sin balsa; no creo que la balsa navegue bien en tierra firme...

El Enano realmente se veía molesto con la idea de cruzar aquella masa de agua, o al menos, con la idea de meterse en una balsa poco segura donde estarían a merced de los enemigos si estos decidieran emboscarles, o hubieran dejado en el camino alguna trampa... ¡Y si la balsa era la propia trampa!. ¡El enano no estaba dispuesto a tener una tumba subacuática!.

Aunque ir por el río sería lo más rápido y quizás lo más seguro -hay que recordar que los vampiros no pueden cruzar el agua-, el problema iba a estar en fabricar unas balsas que les transportase a todos. Cuánto tiempo les llevaría hacerlas?

El duende parecía saber que había balsas ya hechas por ahí cerca, pero si eso fuera así, seguramente pertenecían a alguien.

- Hay algún servicio de balseros por aquí? Por qué afirmas que hay balsas?

Era otro truco del vil Rathandal para quitárselos de en medio? Quería convertirlos a todos en unos prófugos de la justicia esta vez?

- Podemos acompañarte algo más, que me imagino lo estás deseando...

Sus palabras salían con cierto retintín; si se mordía la lengua con más fuerza seguramente se terminaría envenenado.

Onfale respiró hondo para responder a Leiath.

- Redgar confesó que los vampiros les habían preparado una balsa para que atajaran por el río hasta llegar el punto de encuentro. "Río abajo por el río Luna en tan solo tres días", eso fue lo que dijo.- Creía que todos habían estado presentes en el interrogatorio, aunque a lo mejor algo somnolientos por haber sido sobresaltados mientras dormían. - Debe estar escondida por alguna parte.- Miró al grupo que habían formado en la nueva y alocada misión en la que se habían embarcado. Un viejo, un par de ruidosos enanos, Flame, Alice, Leiath...Rezó a Hala para que al menos Vinthrael tuviera buena vista o dotes para el ratreo.

- Voy echando un vistazo.- Tendría que hacerlo con cuidado. Puede que Rathandal se hubiera librado de los troll, pero Onfale no solía tener tanta suerte. De puntillas se puso a buscar en los alrededores del río, en lugares donde pudiera esconderse una balsa.

-Eh? Uh? Dónde?

La bruja se puso a mirar por todos lados después de que Onfale le aclarase amablemente el lío mental que se había echo ella sola*. Ni una palabra de disculpa asomó de sus bellos labios hacia el elfo.

A la maga le gustaba el agua tan poco como al enano, ella era un alma consagrada a la magia de destrucción y al fuego como elemento primordial de esta destrucción. Pero no se quejó, simplemente comenzó a buscar la balsa. Entre antes llegaran al pueblo más vampiros mataría y más poderosa seria.

¡Que te den, Leiath! ¡Estoy harto de tu actitud pasivo-agresiva! Pareces una espía de Strahd que se ha infiltrado en el grupo para malmeter. ¡Madura!

Rathandal siguió su camino. Por un instante, Sasha hizo amago de seguirle. Llegó a la mitad del puente, y volvió la vista hacia el Aquelarre, Dragov, Vinthrael y Rannhard. Y tuvo que elegir. El joven monaguillo regresó con los demás y dejó ir al elfo.

No examinaron el terreno demasiado bien, pero Onfale era lo suficientemente listo como para saber dónde buscar una balsa de ese tamaño. En una pequeña arboleda, entre los arbustos, el eunuco vió los troncos atados. Entonces la tierra tembló.

¡NO!

Una lengua de tierra, coronada por un árbol cuyas raíces agarraban esa misma tierra, zigzagueó en medio de la arboleda como un tsunami. Onfale se agarró a las raíces para evitar ser arroyado, pero pronto empezó a resbalarse a los pies de la lengua de tierra.

¡DIJERON QUE SOLO VENDRÍAN DOS! ¡TENÍAMOS QUE GUARDAR LA BALSA PARA DOS HUMANOS, NADIE MÁS TENÍA QUE APARECER!-dijo el árbol que coronaba la lengua de tierra, abriendo y cerrando su corteza como si fuese una boca.

Rathandal ya les advirtió que Strahd tendría secuaces que podían actuar durante la luz del día.