Entraron en el auditorio y buscaron al elfo con la mirada. Estaba sentado en una de las últimas filas, a la izquierda. Cada vez que las botas embarradas hacían un "splash" con cada paso, los demás ricachones de la sala tosían y carraspeaban para pedir silencio. Rathandal también les escuchó llegar, manteniendo la mirada hasta que estuvieron lo suficiententemente cerca como para reprenderles entre susurros.
¿Dónde demonios estabais? Pensé que ya no llegabais...
Lo sentimos, señor elfo. Ha sido un viaje muy movido...-se disculpó Sasha en nombre de todos.
Esto de la forja es un arte fascinante...-dijo Sonja llegando al comedor desde la capilla de Baphomet, cuya estatua seguía tapada por una manta.
Sí, ¿quién se podía imaginar que cuando calientas un metal se convierte en líquido? ¿No serán más resistentes nuestras armas de madera?-dijo Tundra, entrando tras Sonja.
El tercero en llegar fue el viejo bárbaro.
En mis tiempos, si alguien hacía alquimia con los metales lo quemábamos en la hoguera por brujería.
Tras ellos llegaron Hewla y Ronan, rodeando las cinturas con los brazos.
Me parece a mí que esto de la forja no solo pone caliente a los metales, ¿eh, Ronie...?
La líder de los bárbaros dio una palmada a Ronan en el culo.
Juas, juas... Entre el polvo y el trabajo duro, además de caliente estoy hambriento.
Y eso que a ti te lo he comido todo, Hew. Grrrr...
Leiath había preparado el festín de los héroes con mucho mimo, con los cubiertos y platos perfectamente alineados. ¡Hasta había puesto servilletas! ¡Servilletas! Sin embargo, los bárbaros se estaban poniendo las botas sin fijarse en ningún detalle. No habían esperado a que la sacerdotisa bendijese la mesa y estaban comiendo con las manos. Hasta el lobo Volk puso las patas delanteras sobre la mesa y comió de las bandejas con su hocico húmedo.
Sonja se sirvió vino y acercó la boca de la botella a la copa de Tundra.
Nada de alcohol para mí, aún me da vuelta la cabeza tras la borrachera de ayer.
A mí nada de esto me tiene sabor. ¿Es eso normal? Creo que las pociones mágicas que bebí me dejaron sin sentido del gusto...
Cohen tiró de las costillas de un pollo dividiéndolo en dos. Un trozo de carne aviar aterrizó en el plato de Onfale.
Este pollo me recuerda a la historia del Asesino de Magos. El Asesino de Magos era un bárbaro hecho y derecho. Una vez se encontró con un mago, por tanto perverso, y por tanto debía morir. El Asesino de Magos agarró los brazos del maldito mago y entonces se desvaneció. Con desaire, resonó la voz del mago: "muahahaha... sin magia no eres nada; solo tengo que huir a mi castillo volador y tus puños ya no pueden alcanzarme, Asesino de Magos". ¿He contado ya lo del "muahahaha"?
Mordamos este zanco entre los dos, capullito de alhelí-dijo Hewla, interponiendo un zanco entre ella y su acompañante.
Y luego chuparemos esta uva juntos, pellizquito de jazmín.
Y entonces, el Asesino de Magos cazó un mamut y lo arrastró hasta un nido de roc. Cuando ese enorme pájaro gigante bajó para comer, el Asesino de Magos aprovechó para subirse a la grupa del roc y lo domó guiándolo como si estuviera montando un simple lobo huargo. El roc volaba más rápido que cualquier caballo, y en un periquete el Asesino de Magos se plantó en la fortaleza voladora del estúpido, estúpido mago. ¿De qué te sirve la magia ahora, eh, puto mago?
Me sigue faltando que Thimaz me diga lo que hacemos con la pieza de plata. ¿Arma sencilla completa o una parte del trabajo necesario para hacer un hacha de guerra enana de plata?
Podía aguantar, aunque el costaba, los malos modales de los bárbaros en la mesa, pero la historia del viejo tuerto mofándose de los magos era demasiado. Cuando el trozo de pollo cayó en su plato elevó la mirada.
- La historia no tiene ni pies ni cabeza.-Sentenció mientras jugueteaba con el tenedor en un montoncito de berzas de su plato.- Domar a un roc no es tarea fácil, sobre todo sin magia.- Dijo pensando en el bastón que habían obtenido y al que era necesario insuflar magia poderosa para que hiciera su efecto.- Pero supongo que ese Asesino de Magos no era de vuestro clan, claro...- El clan Cohen había sido esclavizado pro un mago no -muerto y liberado por un aquelarre.
El perfumista se limpió con delicadeza los labios mientras dirigía su mirada a la Bruja de Hala.
- Creo que este sería un lugar ideal para enterrar a Fosco.- Aún llevaba su cadáver pesado como una losa en una de sus bolsas mágicas.- A él le hubiera encantado el lugar, seguro.- Un suspiro de sonrisa se dibujó en sus labios, como un gesto tierno, pero lo que pensaba en realidad es que Fosco se encontraría de lujo entre aquellos cerdos sin modales. Era paradójico que el mediano pesetero acabara enterrado bajo el enorme tesoro del Aquelarre.
Seguro que si se levantara de entre los muertos le encantaría meterle mano.- Ese pensamiento dejó intranquilo al eunuco.
Por su parte Thimaz decidió hacer una pequeña lanza corta de plata, bien que quizás no fuera la mejor arma de todas, al menos podía tenerla lista para antes de la subasta y era la cosa más grande que podía hacer sin desear morirse. Y ya de paso, era lo más complejo que en aquel pequeño tiempo podía enseñar a los Bárbaros.
-¡Pese a que me encantaría hacer un hacha de guerra enana haremos una lanza corta! -Exclamó a los bárbaros- ¡Si alguien quiere tratar de hacerme un hacha de guerra enana a ver si habéis aprendido a hacerla bien, prometo volver algún día, a seguiros enseñando el noble arte de golpear cosas calientes con otras cosas!.
Si es que sobrevivía, claro está... Por otro lado, al menos se habían librado del otro enano. En este grupo solo había espacio para un solo enano y ese era Thimaz.
-Una lanza corta de plata (1 po x5 = 5 po; 5 po x10 = 50 unidades de trabajo; 50u x7 días / 432u) en 6'5 horas de trabajo.
Jojojojo... Golpear cosas calientes con otras cosas, ¡menudo viejo verde está hecho el maestro enano!
Chst-llamó la atención, dando a su compañera un codazo-. No digas eso, que no nos va a enseñar a fundir aleaciones.
Mientras, en otro punto de la mesa, la discusión seguía sobre el Asesino de Magos.
Mmmh... Lo de domar a un roc es un buen punto, pero pensé que el señor Onfale se iba a referir a que una persona sola no puede arrastrar a un mastodonte.
Bueno, bueno, bueno... Está claro que un mastodonte no, pero un mamut pequeñito, cuesta abajo por nieve resbaladiza, sí lo puede empujar hasta el más tirillas.
Se levantó de su silla.
Y el Asesino de Magos era de nuestro clan. ¡Y me da igual lo que digan esos flipados del clan del oso cavernario! Sus mujeres no parirían un héroe ni aunque la inseminase el mismísimo Nuevededos.
¿No me creéis? Venga, vamos... Os voy a llevar a domar un roc...
Hasta sus propios compañeros de clan se rieron. El anciano apretó los puños, enrabietado.
¡Pues sí! ¡Lo voy a hacer! ¡No estoy bromeando!