Partida Rol por web

Pequeña Zorra se dirigió a Onfale.

Oh, por favor... Tantos remilgos por un poco de aguas fecales... Menudos señoritos estáis hechos.

Llegaron a la primera marca de tiza, una especie de garabato. Leisl lo señaló.

Es como una rosa de los vientos en el que el norte apunta hacia arriba, representando el camino recto, y el ángulo irregular marca el camino a seguir. Este es izquierda. Oeste es derecha. Sur solo se marca cuando quieres señalar la tapa de alcantarilla por la que salir o el ladrillo tras el cual dejaste el tesoro, ese tipo de cosas.

Siguieron avanzando por el cada vez más laberíntico cruce de túneles, un par de marcas más.

Leisl... me gustaría preguntarte... ¿Conocías a la elfa de la que ibas disfrazada durante la puja? Nosotros nos cruzamos con ella, se llamaba Arabelle. Murió tratando de salvar a una niña de unas brujas...

Arabelle... ¿muerta?-mantuvo un breve silencio y cambió de tema-. Apurad el paso.

Al llegar al siguiente cruce, Pequeña Zorra se detuvo.

Esto no puede ser... Cogimos bien el último cruce, aquí debería haber otra marca.

El muro estaba impoluto, sin ningún resto de tiza. ¿Se habían perdido? En ese momento, en la retaguardia, Thimaz y Onfale escucharon el ruido de pasos detrás de ellos. Al retroceder para iluminar al atacante, el medallón de Leiath mostró a una criatura gorda, parecida a una rata, pero del tamaño de un enano, aferrada a la pared.

En una de las zarpas tenía un trapo sucio que frotaba contra la pared, tratando de borrar la última marca de tiza que vieron antes de perderse. La criatura les devolvió la mirada con sus ojos rojos y escabrosos al ser sorprendida.

¡Iiiiiih!

La criatura se soltó de la pared y trató de escapar arrojándose a las aguas fecales.

¿Qué ocurre? ¿Qué hay ahí?-dijo Leisl, que al igual que Rathandal estaban demasiado lejos como para ver lo que estaba pasando.

Thimaz pese a percatarse de aquella rata, le dio el suficiente Repelús como para no atacarla en primera instancia, dudó por ahí un momento, quizás porque no era algo que este fuera a comer por placer, o porque era del tamaño de un enano común, incluso estaba la opción de que no deseara manchar el hacha con esa inmundicia...

-Ugh... -Comentó asqueado con el hacha en mano.

El monje se gira cuando ve al roedor y corre hacia la criatura para evitar que huya, deslizándose entre sus compañeros sin apenas rozarles, pero ganando suficiente impulso como para llegar hasta donde el roedor se prepara para lanzarse a las aguas y justo cuando salta se encuentra con la pierna interpuesta de monje que lo lanza contra el suelo de vuelta a terreno sólido. Vinthrael no le deja moverse y rápidamente clava la punta de sus dedos, en forma de garra en el estómago de la criatura, en un golpe seco que anuncia la fractura de algunos de los huesos de la rata.

Pues si, en cuanto a olores Onfale era especialmente delicado. Su magia se veía afectada por ello. Es lo que le hubiera contestado a Leils, si es que la mujer le importara lo más mínimo. Como sólo la quería por el medallón no gastó su saliva.

Cuando la luz del medallón de Leiath iluminó a aquel ser deforme el rostro bajo el velo del eunuco se transformó en una mueca gorgónica. Se había quedado paralizado por el miedo, haciendo que su reacción fuera lenta y torpe, como la del enano.

- ¡Aaaaaah...!- Se había dado un susto de muerte que tardaría en olvidar.

Alice tuvo que contener una arcada al ver a la horrenda criatura. No fue capaza de levantar las manos para lanzar un misero proyectil mágico.

Leiath le estaba dando vueltas a lo que le acababa de decir Sasha. Le pasaban tantas cosas que su mente era incapaz de recordar todas (o quizás se estaba haciendo mayor a pasos agigantados).

Mmmmhhh- refunfuñaba, sin hacer mucho caso a lo que ocurría a su alrededor.

Hasta que dieron con aquella inmunda y obesa rata. Y por qué la seguía Vinthrael? No pensaría 'interrogarla'?

En su línea paranoica empezó a imaginarse lo que vendría después. Ese bicho debía ser el rey de aquella zona, y seguramente tendría un montón de seguidores que acudirían en su ayuda.

Por qué no le dejamos? Siempre podemos usar las bolas de adivinación para conocer la salida. Venga, ya sabemos que Strahd nos está vigilando de cerca- miró de reojo al elfo, todavía no muy convencida de que no fuera el mismísimo demonio disfrazado- y nos enviará a todas las criaturas que pueda para ponernos el camino difícil. No le demos esa satisfacción, verdad Rathandal?

Leiath pidió a la bola de cristal que le mostrara la salida de la alcantarilla. La superficie se dividió en al menos una veintena de fragmentos, cada uno mostrando una tapa de alcantarilla o un túnel que salía al exterior (algunos de los túneles tenían una reja de metal y ni siquiera eran una salida válida para una persona de tamaño medio. La bola de cristal podría mostrar la salida, pero no el camino para llegar a ella...

Vinthrael notó que la criatura era dura, pero aún así le hizo soltar un chirrido cuando la golpeó. A sus pies, el enemigo no luchó: saltó desde el suelo al río de excrementos y orines. El monje conectó un puñetazo en el aire que no logró hacer ni el menor daño. La rata del tamaño de un enano se transformó en una rata del tamaño de un perro, justo antes de sumergirse bajo las aguas fecales. La transformación fue la pista que Onfale y Alice necesitaban para identificar a la criatura como un licántropo rata, eso explicaba la resistencia a los puños de Vinthrael, que no eran de plata. Por fortuna no había mordido a nadie, pues podría haberles infectado.

Nos hemos perdido. Deberemos explorar el alcantarillado a fondo si queremos encontrar la salida... O siempre podemos deshacer el camino hecho y salir a la calle al lado de la Casa de Subastas, aunque seguro que aún está vigilado. ¿Qué era eso?

¡Malditas ratas licántropos! Ese bichejo no era tonto, alguien le ha enviado a borrar las marcas. Alguien sabía que estabas aquí Pequeña Zorra. ¿Quiénes sabían de tu “misión”? Pregunto la maga que aún tenía el corazón latiendo a mil por hora.

Luego comenzó a estudiar las paredes de las alcantarillas en busca de alguna muesca o signo que indicaran el camino. ¿Thimaz, tu raza no es muy hábil en estas cosas? Me refiero a cuevas y grutas.

El hecho de ser un enano no implicara que estaba en su salsa, mucho menos si esa salsa estaba compuesta por orines y material fecal. Aún así, este trató de hacer un esfuerzo y se fijó en las piedras por si hubiera alguna marca o indicación de quien sea que fuera el que hubo construido aquel sistema de cañerías... o alguien usual a pasear por ellas.

-Esto no es una cueva natural... y no parece ser un trabajo enano... Si lo fuera no habría esas ratas gigantes correteando por aquí y por allá como si fueran elfos en mitad de un festival de abrazar árboles o algo así.

- ¿Deshacer el camino? ¿Ahora?- Habían huido de la justicia pro ella y ahora pretendía que volvieran. No podían desandar sus pasos porque irían directamente a los brazos de sus perseguidores.- Tratemos de alejarnos más y encontrar una salida aceptable.

Dio un par de toquecitos a la bola de cristal. Había esperado más de aquel artilugio que ahora parecía un inútil adorno de mesa. Con un suspiro de resignación se lo volvió a guardar en la bolsa de contención.

Onfale no tendrás uno de esos aceites aromáticos que tanto te he visto usar?- el olor de las alcantarillas se le estaba empezando a hacer bastante molesto y quizás un pañuelo impregnado con unas gotas de perfume le ayudase a aclarar las ideas. Ideas que no dejaban de darle vueltas en la cabeza sobre aquel duende orejudo.

Con resolución avanzó hasta donde Rathandal se encontraba y se enfrentó a él.

- Como veo que no vamos a ningún sitio, tenemos tiempo para que nos expliques unas cuantas cosas. Primero; cómo es que tu padre está al servicio del vampiro? No se nos escapa ni una, te aviso. Y segundo, qué fue de tu amada Anna? Murió de vieja? Nos contaste que la habías conocido en un sanatorio mental y que decía ser la reencarnación de Tatyana, la amada del propio Strahd. Ahora tú también buscas a una mujer que se le parezca, nos preguntaste si habíamos visto alguien semejante, bella con el cabello rojo, como Alice, pero más bella supongo y sin tan mala uva.

Bueno, que me disperso, el caso es que necesitamos respuestas porque, que tengas relación con un conocido siervo del Diablo y que busques debajo de las piedras a la tal Tatyana no me hace confiar en tí en absoluto. De hecho tú podrías ser el mismísimo Strahd!

El dedo acusador de la bruja casi tocaba la nariz del elfo.

Sí, claro. Los elfos hacemos eso: festivales para abrazar árboles-gruño al enano por lo bajo.

Las acusaciones de Leiath le tomaron con la guardia baja. No fue capaz de replicar hasta que la sacerdotisa termino de cantarle las cuarenta.

¿De qué estás hablando?

Puede que se perdiera algo de información cuando Onfale y Vinthrael contaron lo que habían escuchado a Leiath. Una pérdida de información que impedía a Rathandal entender algunas de las referencias que conformaban las preguntas. Eso de que no se les escapaba ni una no era del todo cierto.

Mi padre es de Cormyr, en Faerún. Hace siglos que no le veo. Te puedo garantizar que no ha estado a menos de mil millas de Strahd, no le conoce y desde luego no trabaja para él.

Mencionar a Anna es un golpe bajo... La conocí en un psiquiátrico de Faerún. Estaba bastante afectada por la terrible experiencia de los recuerdos de vidas pasadas, y que dijera que venía de una región que no parecía en los mapas no ayudaba mucho a que la creyeran. Yo sí la creí. Las Brumas invadieron nuestra habitación y oscuras sombras la reclamaron para devolverla a Barovia. Luché. Vencí. Pero cuando me volví hacia ella la vi sosteniendo mi daga contra su cuello. Se suicidó delante de mis ojos para protegerme, para que yo pudiera salvarme. Pero en lugar de ello me interné en las Brumas para venir a buscar su próxima reencarnación.

Por eso os preguntaba por alguien pelirroja. Me puse en movimiento cuando escuché el rumor de que Strahd estaba buscando una novia. Pensé que él había encontrado a la reencarnación de Anna antes que yo, pero se encaprichó de esta morena-dijo por Leisl-. Pequeña Zorra no se parece en nada a mi Anna, os aseguro que no es la encarnación de Tatyanna. Strahd me tendió una trampa para localizarme, seguro que yo saldría de mi escondrijo por Anna. O tal vez Strahd está intentando sacarse un clavo con otro clavo, pero si consigue a Leisl terminará por cansarse de ella. La matará.

Si os preguntáis porqué conozco tan bien a Strahd es porque él fue mi anfitrión en mis primeros años en Barovia. Nos vigilábamos mutuamente: él esperando que yo fuera el cebo que atrajera a la reencarnación de Tatyana a su castillo; yo tratando de conseguir la información que la red de espías de Strahd recopilaba sobre posibles apariciones de mujeres pelirrojas. Eso se acabó hace mucho.

Mientras las acusaciones seguían, la mayoría centradas en Rathandal, en el nuevo carácter de Leiath y en Leisl Pequeña Zorra, Alice se alejó de todo aquello y cortó con los dedos un trozo de pergamino. Sus conocimientos le bastaban para saber que las aguas fecales no se evacuaban solas: las alcantarillas están diseñadas con cierta pendiente casi imperceptible para que el río de mierda fluya. Hizo un barco de papel y lo puso sobre el agua. El barquito se deslizó en una dirección y torció al llegar al cruce de túneles.

¡Muy bien, pelirroja!-dijo, ya que aún no se sabía más nombres que el de Sasha-. ¡Daos prisa! ¡Corred o perderemos el rastro hasta la salida!

Apuraron el paso por varios pasillos y recodos más, pero al final la mugre terminó empapando el pergamino y el barco se hundió. Ya no importaba, un poco más adelante escuchaban el sonido de una cascada. ¿La salida? El túnel terminaba de manera abrupta en una caída peligrosa, formando una cascada de aguas fecales que terminaba en un canal más ancho. Cincuenta pies más abajo, iluminado por el medallón de Leiath, se veía otra acera por la que continuar el camino.

Alice se asomó a la caída para ver mejor, perdió un poco el equilibrio y se inclinó peligrosamente hacia adelante. Entonces sintió las manos de Sasha sujetándola por la cintura para que no se cayese. Entonces la maga sintió una intensa mirada pasivo-agresiva de parte de Leisl, a la que no le había gustado que Alice fuera el centro de atención.

Yo no vine por aquí, no había ningún desnivel. No digo que no sea la salida, tan solo que no es la salida que yo conozco.

Podían bajar con una cuerda sin dificultad los treinta primeros pies, pero los veinte pies más bajos gorgoteaban un verde espumoso que humedecería el último tramo de cuerda y la haría más resbaladiza.

Vinthrael se colocó al borde de la caida, con las manos en la espalda y con el cuerpo formando casi un ángulo recto, observó el piso de abajo.

A mi no se me da muy bien trepar, la verdad que estoy echando de menos el haber entrenado esa faceta durante mi instrución en vez de tanta voltereta, pero parece que me está siendo util lo aprendido. Sin embargo creo que podria bajar sin ningún tipo de ayuda hasta abajo, estas dos paredes pueden ayudarme en la caida.

Puedo bajar el primero, para comprobar si hay algun problema abajo o quedarme aqui guardando que nadie venga por la espalda, lo que prefirais... - Con movimientos distraidos hace que el kama y un nunchaku, ambos de plata, giren en sus manos antes de volver a sus posiciones - Esta vez las ratas se llevarian un buen susto.

- Claro, tengo uno que te dejará los labios como si acabaras de morder una fruta jugosa.- Dijo sacando un pocillo con un untuoso aceite de perfume potente, pero agradable. Se lo ofreció a la mujer que no solía ni maquillarse ni sacarse demasiado partido.- Y huele de maravilla. Úntate los labios con una fina capa y así  se te hará más leve este cargado ambiente.

Alice había sido ocurrente y al menos había encontrado una dirección que tomar para salir de las pestilentes alcantarillas. Al ver el desnivel, el eunuco supo que había llegado su momento. Ahora podría esclipsar ala Maga Roja.

- Tengo un par de pergaminos para que al menos dos bajemos sin problema.- Por supuesto que uno sería él mismo.- Desde abajo quizá podamos ayudaros a sortear la caída.

Alice disfruto de su momento de gloria. Una idea tan simple sirvió para alimentar el ego de la maga pelirroja. Luego el abrazo de Sasha la trajo de vuelta a la realidad, estuvo a punto de increpar al monje por haberle metido mano. Sasha tenia las manos muy largas. Pero también era cierto que le había salvado la vida. Gracias Sasha. Podría haber sido otra muerte que añadir a mi lista de maneras de morir.

Miró el precipicio con curiosidad. Creo que tengo el hechizo necesario para bajar, y no es una bola de fuego. Así que, no es necesario que gastes tus valiosos pergaminos. Dijo con una sonrisa de superioridad.

El sabroso aroma del aceite que le impregnaba los labios, no aplacó la furia de la bruja, cuyo carácter se iba agriando con cada vicisitud que encontraban en el camino.

Por suerte para el elfo, Alice había resuelto la situación y pronto se pusieron en movimiento. Durante todo el trayecto se podían escuchar los gruñidos y pestilencias de la seguidora de Hala. 'Claro, Faerun, Cormyr... Qué sitio infecto debe ser ese? Un lugar de pesadilla sin duda donde los duendes orejudos campan a sus anchas secuestrando mujeres pelirrojas para robarles su virginidad. Paparruchas!'.

Finalmente llegaron a un desnivel en el suelo y aunque para ella no presentaba ningún problema gracias a sus botas de levitación, le preocupó el hecho que la salida estuviera 'hacia abajo' en vez de 'hacia arriba'.

De todas formas no podían volver atrás. Y dado que ella llevaba luz, activó la magia de las botas y fue bajando lentamente, deteniéndose a observar y escuchar todo a su alrededor según descendía. Aunque, para ser sinceros, no estaba a lo que estaba.

Le daba rabia tener que dejarse imbuir de la magia de la Maga Roja, y más no haber tenido preparado un conjuro básico para todo mago. La falta de la magia destructiva del Aquelarre de Hala, sobre todo ahora que Aire les había abandonado, le presionaba para sustituir la práctica magia que solía gustar de emplear por otra más, digámoslo así, llamativa.

La historia de Rathandal le hizo negar la cabeza. Ninguna mujer, ni hombre, merecía tanto penar, por muy buena que fuera la tal Tatyanna. Una vez abajo y seguros, el perfumista agarró del hombro al elfo.

- Rathandal, escuchamos tu conversación con Rafail.- Dijo con gesto serio tras el velo, apoyándola Leiath en aquella pequeña disputa.- Dijo expresamente que eras uno de los "hijos" de Stadh. ¿Te mordió?- Ese pequeño detalle lo había obviado en su aburrida historia sobre la persecución de su difunto amor. Los vampiros solían considerar su prole a todos aquellos a los que mordían y no les vaciaban hasta darles muerte.