Partida Rol por web

Era tiempo de cosecha en Barovia, por eso a media tarde la posada de la Viña de Sangre solo tenía cinco clientes.

Ey, Amelia, trae tu bonito culo aquí, anda. Ven a beber conmigo.

No deberías beber tanto, Andrei. Si los cazadores se han unido a la cosecha y no te traen piezas de caza para despiezar, ¿por qué no les ayudas tu también en la siega? Así por lo menos harías algo útil.

¡No va a quedar nada para cazar!-dijo un niño vistana, que compartía mesa con otros dos gitanos adultos-. Anoche vi un pájaro gigante surcar el cielo. Se va a comer a todos los corzos y los jabalíes, y luego atacará al ganado, y cuando ya no quede ganado se nos comerá a todos nosotros.

Uno de los adultos le pegó un tortazo.

¡A callar! ¡Come tranquilo y deja de inventar historias, Mikkhail!

Hostia puta, Petya. No le des tanto karriaka al chaval. Déjale a sus cosas-dijo el tercer gitano.

No te metas, Kolya. Es mi hijo, y lo enderezo como me sale del sparsino.

El quinto cliente era un niño disfrazado de caballero que tenía un perro bajo la mesa esperando a que le tiraran algún hueso. Se hacía llamar Kasder el Grande, solo que como acababa de llegar al pueblo aún no le conocía nadie por ese nombre.

¿Y tú qué, pequeñín? Si quieres ir a jugar con Mikkhail, te puedo recalentar la comida para luego. Que los niños estáis hechos para correr y jugar, guapísimo. ¡Qué encanto!

La posadera también tenía cariño que repartir con la montura de Kasder. La mujer se acuclilló para poner un plato con albóndigas en el suelo, y acarició el pelo del chucho.

Tú también eres guapísimo, que perro más guapo, te voy a comer todos los morros, cosita peludita... ¿Dónde está mi cosita peludita? ¿Dónde está?-hizo una pausa y se dirigió a Kasder de nuevo-. ¿Tiene nombre? El perro. ¿Cómo se llama?

Poco a poco, los clientes que se habían pasado toda la mañana durmiendo empezaban a bajar de las habitaciones. Los primeros eran Alice, Leiath, Onfale y Vinthrael, que después de pasar en vela toda la noche en las alcantarillas de Krezk habían necesitado darse un baño y descansar la primera mitad del día para volver a ser persona. Onfale tenía unas ronchas en la piel que le picaban un montón, y no salían con agua. Había enfermado por culpa del agua de cloaca y los mordiscos de todos aquellos roedores.

Leisl y Sasha seguían en cama, y conociendo a la Pequeña Zorra, seguro que se había colado entre las sábanas del monaguillo como una vulgar buscona. Eso significaba que tardarían más en bajar a comer.

Había podido lavarse a conciencia, como a él le gustaba, con calma y esmero. No paró hasta asegurarse de que el pestilente olor con el que habían llegado de su huida por las alcantarillas hubo desaparecido. Después se había dedicado al estudio, tratando de no desconcentrarse demasiado por el prurito producido por las pequeñas ronchas que ahora se dibujaban en su anteriormente piel sin mácula. Cuando bajó a la planta baja de la posada lo hizo sin el velo que había cubierto su rostro en Krezc. Parecía otra persona. El pelo largo y negro como el carbón caía liso por la espalda, brillante por los afeites que había empleado para domarlo.  Una amplia blusa y cómodos pantalones bombacho disimulaban su abultado vientre  y como seña más característica, llevaba un turbante que cubría el cráneo. Los enrevesados pliegues de la tela confluían en una enorme joya, junto en el centro de su frente.

La posaba no estaba demasiado llena, pues había cosecha, pero no pudo evitar fijarse en aquel niño vestido de caballero. Una punzada de nostalgia le atenazó la boca del estómago. ¿Le recordaba al Rey Bob? Una media sonrisa se dibujó en su rostro. Sin embargo, no tardó demasiado en darse cuenta de que aquello no era un disfraz. No, demasiado elaborado. Dejó al desconocido a un lado cuando vio a Leiath. Debía contarle lo de las ronchas en su piel. De hecho se estaba rascando ya de forma involuntaria en el antebrazo.

- Buenos días Leiath. Espero que hayas podido descansar.- Entre los estudios y las pesadillas que había tenido con ratones subiéndosele por todo su cuerpo, no había sido su mejor noche, aunque había logrado descansar.- Tenemos que hablar.- Y eso lo dijo mirando a los demás, el monje y la Maga Roja, que también habían bajado de las habitaciones. El Aquelarre estaba desmenuzado. Con la muerte del enano, que en la mugre descanse, se habían quedado sin guerreros tras los que protegerse para usar su magia. Además estaban esas ronchas que lo torturaban con su picazón. Ah sí, y el tema de los dos tortolitos, uno de los cuales llevaba su reliquia. Necesitaban aquel collar para protegerse del vampiro y no se fiaba nada de Pequeña Zorra. Que no estuviera ya allí le hizo preocuparse aun más. ¿Y si huía?

La maga había conseguido descansar un poco y se había lavado en condiciones. Su pelo rojo con mechas de múltiples colores volvía a brillar. Las mechas de colores eran resultado de su abuso de la magia de evocación en el anterior combate.

Alice se sentó a la mesa con una taza llena de un líquido negro y humeante. Habría preferido tomar un café bien cargado, pero el café seguía siendo una rareza, entonces se conformo con una infusión de achicoria. Buenos días. Dijo con legañas aun en los ojos. Asintió a las palabras del perfumista, había que trazar un nuevo plan, había que decidir qué hacían con sus vidas. ¿No esperamos a la parejita? Dijo con cierto rintintin de envidia.  Esa zorra sigue teniendo el medallón, y el monje es la causa de muchos de nuestros problemas. 

EEEEHHH - dijo el monje con gesto ofendido a la maga roja - yo no soy la causa de los problemas. Jajaja, na, tranquila, se que hablabas del joven sacerdote. Creo que lo primero que deberiamos hacer es tener claro que objetos nos valen y cual debemos vender para poder equiparnos mejor para lo que viene. Una vez hecho esto, no descartaría contratar a un guerrero que pueda ayudarnos en tamaña misión, desde luego ayer casi fue la ultima vez que luchamos juntos. Yo necesitaría mejorar algo mi protección, quizá unos brazales o algo más, habrá que mirar el mercado central, pero para ello habrá, como ya he dicho, que ver lo que necesitamos y lo que no vender. ¿Podeis identificar el equipo de Exethander?

-Se llama Agus señora y seguro que le encantan las albóndigas, huelen muy bien. Él y yo nunca rechazamos un buen plato de comida digo sonriendo, por supuesto lo pagaré encantado.

Antes de eso Kasder se había acercado al maltratado chico y le había susurrado sin que su padre le oiga, -Eh, no te preocupes chico, eso que dices me importa, y no todo en este pueblo es malo, seguro que alguna pequeña luz de esperanza se pude encontrar para derrotar a tan grandes males, ¿cuéntame que mas sabes?

En cuanto a los huéspedes que acababan de bajar le suscitaban curiosidad, así que no pudo hacer otra cosa que estar atento a ver que se traían entre manos. Hablaban de objetos mágicos, y aventuras, seguro que los podría convencer para ayudarle a salvar este pueblo.

La bruja había dormido como una santa.

Nada más llegar a la posada se había quitado la mugre (más por deferencia a los habitantes de Barovia que por ella misma), se había repuesto el conjuro de Brillo Celestial del medallón sagrado de Hala que le colgaba sobre el pecho; un anillo con trece serpientes, cada una devorando la cola de la anterior y, por último, tejió un hechizo usando los hilos de esa magia que no era ni divina ni arcana, sino pura y eterna que rodea al multiuniverso, para proteger su sueño de intrusiones no deseadas.

Luego se había tumbado y descansado como Hala manda. Sin remordimientos, sin nigun pesar ni dolor. Todo aquello lo había perdido en las cloacas, al igual que la chispa de bondad que habitaba su corazón.

Había dormido tan profundamente que cuando despertó se sintió desorientada. Dónde estaban sus gatos? Por qué no la habían despertado? Tardó unos segundos en acordarse de dónde se encontraba. En realidad a pocas horas de su refugio. La tentación de volver allí y encerrarse en la cabaña era muy fuerte. Tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para bajar las escaleras de la posada y enfrentarse a sus compañeros de nuevo.

Su figura, cubierta por completo por una túnica negra, no dejaba ver la belleza de su rostro. El medallón sagrado se encontraba también oculto bajo la espesa capa.

Buenos días Onfale- respondió cuando el perfumista la saludó. Sabía por qué lo hacía, estaba preocupado por su estado. No había sido consciente que la bruja ya había usado magia para curar la enfermedad que lo afectaba. Tampoco ella le había avisado, no le había dado importancia.

Le tomó de una mano y le rascó una de las ronchas, que se cayó seca al suelo, dejando ver una piel sana debajo.

- No debes preocuparte. Si te frotas un poco se te caerán el resto. Estás bien, amigo mío.

Leaith sonrió. Pero no era una sonrisa de alegría sino amarga. Sabía que Onfale no era su amigo, solo estaba a su lado por interés. Le había contado darse cuenta, quitarse el velo rosa que le cubría los ojos, pero al final lo había visto tan claro como la luz de su medallón.

Loados seamos a la sombra de Hala! - saludó a Alice y a Vinthrael mientras se sentaba a la mesa.

Mientras el grupo hablaba de los tesoros que habían conseguido dando a cambio vidas de compañeros e inocencia perdida, ella dispuso un festín digno de los héroes en los que se habían convertido sobre la mesa de la posada. Vino dulce, zumos de las más jugosas frutas, pasteles ostentosos, jarras humeantes de té de hierbas, café para Alice, pan recién horneado, huevos, embutidos... Todo lo que se pudiera desear lo tenían para desayunar.

En cuanto el perro que descansaba debajo de la mesa de aquel curioso hombrecillo asomó la nariz olisqueando el manjar que Leaith había dispuesto, la bruja se volvió hacia su dueño.

Señor -la figura encapuchada se volvió hacia el ser de mediana altura-, tenemos comida de sobra. Si lo desea puede coger algo para usted y para su can. Hala es una diosa generosa.

Tras el ofrecimiento se volvió de nuevo hacia sus compañeros.

- Tengo dudas.

Dejó una larga pausa. Aquellas dos palabras era, en resumen, el estado emocional de la bruja frente a la misión que les había encomendado el duende orejudo. O debía decir el vampiro traidor?

En realidad todos aquellos que se habían encontrado en el camino y que querían luchar contra el señor de Ravenloft, el vampiro Strahd, no habían sido más que una decepción para la bruja. Había visto durante su viaje cómo muchas criaturas vivían en perfecta armonía con las normas del estricto señor, de hecho como en cualquier reino. No veía por qué debían intentar derrocarle. Hala tenía lugar para todas las criaturas. Bajo su punto de vista, lo que deberían hacer sería ir todos al templo y abrir el hospicio. Incluso quizás ayudar al propio Strahd a olvidarse de aquella sucia mujer que solo le hacía daño.

EL hospicio, el lugar que Leaith siempre había soñado en abrir, sería un lugar fabuloso para que Onfale diera a luz a su bebé.

- Os hablaré con sinceridad. Pienso que deberíamos dejar que la mujer y Sasha sigan su propio camino. No creo que su lucha sea la nuestra. Que se vayan con el medallón. Nosotros, los cinco- dijo poniendo una mano en el abultado vientre de Onfale- volvamos al Templo, hagamos de él nuestro hogar, esperemos a que la criatura nazca...

Podría entrar en comunión con Hala y preguntarle cuál son sus deseos exactos para nosotros si es que pensáis que no veo con claridad. El 'señor'- empleó esa palabra común para no decir su nombre- no nos ha hecho nada, en cambio solo hemos sido traicionados y tratados como objetos por la gente que se ha levantado en su contra.

Qué opináis? Vamos al Templo? Dejamos que la criatura de Onfale nazca en un entorno favorable?

-Vamos Agus, en este pueblo si que saben tratar a la gente, todavía no he empezado el día y ya hemos hecho 2 comidas. ¿habéis oído lo de la bestia voladora que aterroriza al pueblo?, perdonad, disculpad mis modales ni si quiera me he presentado, Soy Kasder y mi madre ya desde pequeñito me dijo que estaba destinado a hacer algo grande. No os dejéis engañar por mi tamaño, y este es mi fiel compañero Angus. 

La posadera se quedó mirando la mesa de las viandas.

No... No hacía falta que os molestarais. Yo podría haberos preparado algo...

Aunque la invitación de Leiath fue para el niño y su perro, los demás clientes se dieron por aludidos y también se acercaron a la comida.

Hombre, así da gusto. ¿Esto se come?-preguntó, antes de meterse en la boca un dátil-. Oh, es muy dulce. Prueba esto, Mikhail. Kolya, pásame la salsa.

Joderf, qué bfueno...-dijo Kolya mientras comía, metiéndose un panecillo horneado en el bolsillo para luego-. Ey, giorgios, no vais a comprar nada interesante en este pueblucho. Los vistani tenemos un campamento junto al lago. Haremos negocios. Tenemos material de calidad. Madame Maruschka es raunie, ella identifica cachibaches mágicos. Todo lo que tenemos es de primera calidad. Precio de amigo.

No sé mucho del pájaro, solo lo vi un minuto durante la noche, cuando salía a hacer pipí. Volaba en dirección al este, hacia este pueblo, pero era tan grande que con solo girar en vuelo podría poner su nido en cualquier parte.

También sé que la iglesia del pueblo está cerrada desde hace un par de semanas. El sacerdote desapareció misteriosamente. Algunas vistani iban allí para pedir en la puerta, pero ahora ya no hay misa.

Hay una chica rubia que viene en carro al pueblo de vez en cuando, a veces nos la encontramos en el camino hasta aquí. No saluda, no se para ni nos invita a llevarnos.

Por las noches se aparece la Santa Compaña. Los espíritus caminan entre los vivos. Pero en el campamento estamos a salvo.

Y cuidado con ir a los bosques. Los duendes Fey engañan a los niños pequeños como tú y como yo, los engatusan y hacen que se pierdan.

No... No hacía falta que os molestarais. Yo podría haberos preparado algo...

-No se preocupe señora, sus guisos son igual de exquisitos y conmigo por aquí seguro que no sobran, además veo que posiblemente tenga que quedarme por aquí unos cuantos días. ¿Tiene una habitación libre? Le dejaré pagadas varias noches por adelantado.

volvamos al Templo, hagamos de él nuestro hogar, esperemos a que la criatura nazca...

-Disculpen, ¿habláis de ir al templo?, he oído que lleva cerrado un par de semanas y que el antiguo sacerdote ha desaparecido misteriosamente, igual es peligroso. 

-Adoráis a Hala, contadme mas acerca de esa diosa desconocida para mi.

Todo ello lo dice Kasder sin dejar de comer en ningún momento.

Parece que no salimos de una y nos metemos en la siguiente - dijo el monje al oir hablar del sacerdote desaparecido y su curiosidad o su necesidad de ayudar le hicieron seguir preguntando - ¿cuanto hace que desapareció y como fue? Mi nombre es Vinthrael, por cierto.

-No se mucho, solo rumores, por lo visto la iglesia del pueblo lleva cerrada un par de semanas porque el sacerdote desapareció en extrañas circunstancias, sólo se me ocurre preguntar a los vistani que solían pedir allí a ver si han visto algo raro.