Partida Rol por web

El día siguiente se mostró lluvioso y gris, como si el sol solo fuera un viejo recuerdo en aquellas tierras a pesar de que había brillado ayer. Dudaron en llevarse a Leisl y a Sasha con ellos. No eran muy populares en el Aquelarre, pero no tenían demasiadas oportunidades de obligar al afortunado monaguillo a encarar peligros reales.

Las calles de Barovia estaban vacías, más incluso que ayer. Pero esta vez no era porque los campesinos estuvieran en la siega. No. Algunas puertas y ventanas estaban abiertas, con el viento golpeándolas y haciéndolas rechinar. La aparición de los cuervos había llevado a media aldea a recluirse en sus casas (incluyendo a la familia Uthurlan), y a la otra mitad (incluyendo a los burgomaestres) a exiliarse en un éxodo hacia Vallaki, al oeste.

Al recorrer el Viejo Camino de Svalich, cruzaron campos de cultivo abandonados. La lluvia alimentaba el río Ivlis, y a su paso por el puente de piedra el caudal había subido tanto que era cuestión de horas que el puente quedara sumergido. Seguramente no podrían volver al pueblo al caer la tarde.

El siguiente paisaje fue el del bosque amenazante cercando el camino. El viento de la borrasca empujaba las ramas hacia el sendero, haciéndolo más claustrofóbico. Era como si los árboles se alabearan sobre las cabezas de los viajeros. Se sentían observados. El silbido del viento podía ocultar de manera sencilla el sonido de pasos en una emboscada.

¡Fsssssh!

La flecha llegó desde la izquierda, del sureste. El aire hacía vibrar el astil, pero no logró desviar el proyectil y la flecha se clavó en la tierra del camino. Había una nota enrollada. Al desplegarla, sujetándola con fuerza para que no volara de entre sus dedos, Leiath pudo leer en élfico:

Uno de vosotros huele a licántropo. No os confiéis.

Antes de retirarse a descansar, la bruja de Hala se aseguró de tratar con magia las heridas del grupo para que se fueran a dormir más a gusto.

Pese a la relativa seguridad de la que gozaban en la mansión abandonada, le pidió a sus compañeros que hicieran turnos de vigilancia, ella se encargaría del primero.

Por fortuna nada ocurrió aquella noche y al amanecer, Leiath renovó su magia divina.

A la mañana siguiente, se encargó de que desayunasen como unos héroes pues el día iba a ser largo (podía hasta ser el último) y se pusieron en marcha.

El clima era desapacible y ella se arrebujó en la oscura y gastada capa de viaje que llevaba desde que saliera de su casa en Barovia, en otra Barovia, hacía ya no se sabe cuánto tiempo (el tiempo y el espacio habían perdido su sentido para la joven sanadora).

No estaba muy convencida de la misión que se habían impuesto, y el viento no ayudaba a fortalecer la idea de que eso era lo mejor que podían hacer.

La flecha que surgió de repente de la nada, devolvió a la bruja al mundo real. La cogió y leyó en alto para todos. Luego miró a los alrededores.

¿Quién les estaba siguiendo? ¿Sería el pedorro ese de Sasha con la 'zorrilla' de su novia? Muy probablemente aunque, que estuviera en élfico, le recordaba al vampiro que habían dejado atrás después de una 'pequeña discusión sin importancia'. Pero lo importante era; ¿Qué querían conseguir con aquella acusación? ¿Querrían que dudasen entre ellos? Era muy fácil comprobar si alguno de ellos era licántropo. Un pequeño corte con una arma sencilla y verían si se regeneraba o no. No tenía mucho misterio.

- Kasder- llamó la atención del tímido mediano y le susurró: - usa esa habilidad tuya que tienes a ver si detectas algún mal por la zona, anda.

Mientras el paladín hacía su trabajo, Leiath se giró hacia el lugar donde venía la flecha.

- ¡¿Rathandal eres tú? Venga, sal. Hala está de tu parte y no te haré nada!

Estos días habían sido productivos, había sido salvado, se había re-encontrado con el grupo, había aplastado sapos, había presenciado un nacimiento, dos muertes y una resurrección. Había ido a un funeral con unboxing, había derrotado a cuervos usando adivinanzas, había jugado con niños, había paseado, había comprado un anillo, había recibido una proposición de Leiath para vivir con ella, había devuelto un anillo, había visto al Dios Muerto, habían chamuscado a más cuervos... un día completo.

Que alguien decidiera atacar a Leiath hizo que el enano desenfundara su hacha y mirara a todos lados en busca de los culpables para hacerles saber que, lo que fuera que estuvieran haciendo, no era correcto y se lo iba a decir con unas palabras firmes y contundentes... y luego tratar de clavarle el hacha en el pecho.

-¿Por qué confías en él para averiguar quien es?. -Inquirió Thimaz algo dolido por las palabras de Leiath- ¡Yo también puedo averiguar quien es el Licántropo!. -Buscando algún palo en el suelo, el enano lo zarandearía frente a todos y lo lanzaría lejos- ¡Busca!.

El astil de la flecha aún se cimbreaba cuando Vinthrael aguzó su vista a todos lados, a donde ahora apuntaban las plumas de la propia flecha tratando de ver algo aunque fácilmente podría haber lanzado el proyectil y haberse movido en lo que la flecha volaba.

¿Un licántropo entre nosotros? - preguntó en voz alta mientras extraía una de sus muchas armas de plata - No lo creo, más bien parece una forma de crear dudas entre nosotros o una advertencia mal hecha, ¿podemos haber estado cerca de algún licántropo y oler como ellos? - El monje deslizo el filo por la mano y un pequeño hilo rojo se abrió repentinamente, dejó que la sangre brotara lentamente y observó la herida. Había resucitado y no podía estar seguro de si había pasado algo en esos segundos. Su mano se iluminó levemente y la herida se cerró cuando parecía que no se iba a cerrar sola. ¿Alguien más quiere asegurarse cortándose?

Agus corrió hacia delante en el camino, persiguiendo el palo de Thimaz y demostrando sin lugar a dudas que era un perro licántropo, un licantroperro. En su lomo, Kasder se tambaleaba en su silla a la vez que caía delante de sus ojos la visera de su yelmo dificultándole la visión e impidiendo que localizara la presencia de mal alguno.

Aunque Leiath no lograba ver nada, la vista entrenada de Vinthrael discernía media docena de elfos encorvados y salvajes saltando de rama en rama, ninguno con las ropas que le suponían a Rathandal. Uno de los elfos devolvió la mirada al monje, y al verse descubierto emitió un silbido. A continuación los elfos se alejaron del camino a la altura de las copas de los árboles.

Puede que no dispusieran de un montaraz para seguir el rastro de esos elfos, pero el olfato de Agus y el olor de la flecha bastaría para que el perro les guiara. Por otro lado, necesitaban todas las fuerzas para medirse al dragón fantasmal... ¿No sería mejor ignorar a los orejas picudas y seguir por el camino en dirección al castillo?

El aguerrido guerrero enano lo tenía claro, señalando su dedo acusador a Agus (el perro), este se giró hacia Leiath para recibir alguna palabra de gratitud no solo por descubrir al licántropo, sino que, por alejar a aquella malvada criatura de ellos para poder prepararse para la batalla si resultaba ser hostil.

-¡ES ESE!. -Grito el enano contento- ¡ESE ES ESE!. ¡ESE ES!.

Demasiado musical había sido aquella acusación, por lo que, tratando de contener su alegría por hallar al culpable de ser un licántropo, el aguerrido guerrero enano más listo que el hambre, decidió explicar su razonamiento.

-¡Dije "Licántropo Busca"!. Así que el que fue a Buscar debe ser el Licántropo. -Tras explicar esto, se llevó las manos a la cabeza al percatarse de una nimiedad- ¡Y HA SECUESTRADO A KASDER!.

Onfale sopesó la información recibida en la misteriosa nota. ¿Habían estado en contacto con licántropos? La licantropía era una enfermedad contagiosa por lo que la acusación no era necesariamente  indicatorio de que alguno de ellos fuera un licántropo de forma consciente, sino que podían llevar la enfermedad sin saberlo. Se habían enfrentado hacía mucho a hombres lobo, pero no hacía tanto a otro tipo de licantropía, o como quisiera la ciencia llamarlo. Los hombres cuervo.

Lo que nos faltaba...- Cuando vio que Angus y su jinete tiraban hacia adelante, Onfale desenfundó el cuchillo de Nikeras y se pinchó la yema del dedo índice con la afilada punta, imitando a Vinthrael.

El perfumista sabía lo que estaba haciendo, o al menos eso pensaba. Él había estado expuesto a aquel tipo de licantropía, en la iglesia, cuando los cuervos se le echaron encima .¿También era contagiosa? Lo que conocía de la licantropía era que para luchar contra esos engendros había que usar armas de plata, lo había sufrido varias veces en su corta vida. Si usaba el puñal de Nikeras delante de sus compañeros, y estos no se daban cuenta, podría ganar un poco de tiempo para saber si estaba infectado y cómo actuar. Estaba seguro de que el idiota de Thimaz ni se daría cuenta. Otro cantar era Vinthrael y la propia Leiath.

Prefería gobernar sus propias decisiones a que otros decidieran por él. No se fiaba del monaguillo. Una vez supiera si estaba infectado o no hablaría con Leiath en privado.

Onfale manejó la daga con habilidad, nadie había reparado en que el filo era de plata.

Agus regresó con Kasder. Agitó la cola con ánimo y abrió la boca para dejar el palo a los pies de Thimaz. Aunque fuera un licantroperro sin lugar a dudas, parecía que Agus tenía propósito de enmienda.

En cuanto a Onfale, al igual que como ocurrió con Vinthrael, pinchó su dedo e hizo sangre, mostrando que no era un licántropo. Al igual que el monje, Onfale no pudo cerrar su herida, pero no se iba a desangrar. Solo quedaban por hacer la prueba Leiath, Thimaz, Kasder y Alice (porque con Agus ya era una prueba redundante).

La bruja de Hala se acercó a Onfale y le susurró unas palabras al oído.

Leiath, atenta a los que estaban probando la teoría de la licantropía mediante la regeneración, se fijó en el detalle que Onfale usaba la daga de plata de Nikeras y no le gustó nada.

- ¿Eres tú, verdad? ¿Te has infectado?- le susurró para que no lo escucharan los demás.

La antigua Leiath se habría puesto a gritar como una posesa algo así como 'hereje corrupto y mal nacido' tras lo cual hubiera intentado acabar con su existencia, pero la nueva y aleccionada bruja de Hala veía todo desde otra perspectiva.

- No diré nada, no te preocupes. Si quieres puedo intentar algún hechizo para quitarte la maldición, aunque si deseas abrazar tus nuevos dones no voy a ser yo quien te lo impida.

Leiath le había pillado. Podría fingir, hacerse el sorprendido, como si no se hubiera dado cuenta de usar el puñal de plata de Nikeras para pincharse en el dedo. Pero entonces se vería obligado a realizar la prueba delante de los demás. 

Leiath, Leiath, Leiath...- Una media sonrisa se dibujó en su rostro. ¿Era una expresión maliciosa o simplemente fruto de la complicidad que sentía por la Bruja de Hala, tras tantas desventuras vividas juntos? A ella le había confesado su embarazo.

- No estoy seguro... pero no quiero que todos se enteren.- Puede que Thimaz pensara que un licántropo fuera un tipo de hortaliza y le clavara la enorme hacha en la cabeza. Alice y Vinthrael...no creería que fueran un problema, pero no se fiaba del monaguillo. Tampoco estaba seguro de ser él. Su treta, si hubiera salido bien, le hubiera servido para descartar que no fuera el único. Después con más calma, lejos de las suspicaces miradas de los demás, lo comprobaría el mismo.

Asintió a la Bruja cuando se ofreció a retirar la maldición.- Te buscaré luego.- Le dijo, pues ni siquiera sabía si estaba infectado. Había sido un eunuco toda su vida y, ahora que estaba completo, no le apetecía convertirse en otro bicho raro.

Ninguno más intentó probar su humanidad. Creer que el aviso de los elfos era falso era suficiente alegato para no sospechar los unos de los otros. Continuaron el camino, que empezaba a ascender por la montaña. La lluvia no les dio ni un respiro. Entonces llegaron al puente de entrada del castillo.

Creo que lo que se corresponde es que yo haga un discurso motivacional... ¡Alzaos, valientes! Porque independientemente de que nos espere la victoria o la derrota, mañana seremos conocidos como los Siete de Kasder. Y los bardos cantarán canciones sobre nosotros. Y las doncellas suspirarán por nuestros huesos. Porque hay algo más importante que la vida. Y ese algo es... ¡LA GLORIA! Llegó el momento, bravos guerreros. Si tenéis que rezar a los dioses o encomendaros a vuestros trucos de brujería, es el momento de usar vuestras magias.

Espera, ¿no iba a entrar a la guarida de Strahd por la entrada que habían visto en la montaña? ¿Cómo habían acabado frente a las puertas principales del castillo?

¿Una señal de Hala para comunicar a su seguidora que debían intentar de nuevo el camino diplomático? ¡Pero, si nunca funcionaba!

Mientras esperaban y observaban la grandeza de la fortaleza de los Von Zarovich el mediano soltó una perorata que le recordó mucho a las que decía a Becky. Quién sabe, quizás volvía a ser Vecna disfrazado y manipulándolos. Era una posibilidad a tener en cuenta.

Pero lo más importante ; ¿Cuál era el plan? ¿Entrar en Ravenloft, matar al vampiro o rezar porque se hubiera ido de viaje para acabar con su mascota dracónida? Todo aquello le parecía una locura y no le encontraba propósito.

- ¿Cuál es el plan?- preguntó simplemente.

La llegada al castillo tranquilizó al enano, dado a que sus piernas son cortas tenía que darles más uso que cualquiera de los demás, por lo que, tras echar un vistazo a los alrededores se vio tentado a comentar algo pero en eso Kasder se les adelantó. Algo que el aguerrido guerrero enano le tomó por sorpresa.

-¿Acaba de contar al perro licántropo como uno de los 7?. -Se preguntó por lo bajo aquel aguerrido guerrero enano- Como sea, los 7 de Thimaz "el Terror de las Hortalizas" suena mejor.

Respecto a la pregunta de Leiath, Thimaz tuvo una idea diplomática.

-Podemos decirle que los vecinos se han quejado de su dragón por atacar a otras mascotas y que tiene que sacrificarlo porque está descontrolado... Si fuera un perro seguro que sería una opción válida.

La visión de la fortaleza, y por qué no decirlo, de su propio y variopinto grupo de aventureros, hizo que le flaquearan las fuerzas. No habían encontrado el camino que les llevara al castillo y poder así entrar de manera discreta y se encontraban ahora a las puertas de la boca del lobo. ¿Cómo proceder? Repasó mentalmente las palabras de Shikiv, el dragón, para ver si podía encontrar más motivación que en las del meapilas.

- Hala, con su acertijo, nos encaminó  a recuperar el cráneo de Argynvost. Eso implica enfrentarnos al dragón espectral. -Era un problema bien grande. Tras ver al pajarraco muerto que adoraban los cuervos había comprendido mejor las enigmáticas palabras que les había dirigido Shikiv cuando el había preguntado sobre cuánto tiempo tenían para completar la misión. Les había insinuado que iban a perder mucho tiempo de sus vidas y ahora lo comprendía. Un fallo contra el dragón espectral y se convertirían en unos viejos raquíticos a su merced.- Leiath, ¿qué magia protectora crees que podría servirnos contra algo así? Por otro lado, está el vampiro y sus engendros y criaturas. Necesitamos armas de plata encantadas. Y , pro si fuera poco, hay otro pequeño problema. Shikiv no nos comentó dónde está exactamente la localización del portal en el que activar la baliza que llevo en mi ojo. No sé si es que no lo sabe exactamente, o si nos lo comunicará en algún momento a través de este medallón. -Señaló el que colgaba de su delicado cuello de cisne.- Pero por ahora no nos queda otra que adentrarnos en el castillo y explorarlo.