Partida Rol por web

Aprovechando que parece que mis poderes han regresado me dirijo a la iglesia para dar gracias por la buena nueva y buscar en la misma un sitio donde esconder el artefacto.

Cerca del caserio no se ve nada raro, pero la puerta esta entreabierta, aunque del interior no sale ningún sonido. 

La iglesia es una humilde edificación de adobe y paja con alguna piedra haciendo un arco de mampostería, pero mal hecho con ansia. Parche no puede evitar sacar una sonrisilla, pues había visto enanos sin barba hacer mejores trabajos que eso. Dentro de la iglesia el espectáculo es desolador. Bancos de madera reducidos a astillas esparcidos por doquier, algunos telares con el emblema de la orden religiosa rasgados y un poco quemados, y lo que es el altar se ve que allí ha habido pelea. Que vergüenza, pelear en un lugar sagrado. 

La casa es una casa sin mas. Suelos de juncos, techo de paja y paredes de adobe. Y ruido ninguno. Que contentos tienen que estar sus vecinos, ni un mal ruido. 

El semi-elfo se dirigió a un rincón de la casa. De nuevo hizo mal uso de su espada y la utilizó para hundir entre los juncos del suelo, hacer palanca y levantar lo suficiente como para poder meter el aro por ahí.

Este es un buen sitio.

Como los juncos se habían astillado en el proceso, una vez que tuvo el aro debajo se encargó de llevar un mueble no demasiado pesado para poner encima y tapar el estropicio.

Lástima que la casa sea nada más que lo que viste al entrar. Y al entrar estaba la casa tal y como la viste al entrar. Y al entrar no viste ningun mueble. 

Pisó los juncos para que no sobresaliesen, pero cualquier vista rápida desde cerca revelaría la anomalía. Contaba Fälkeborg en sus cálculos con que no le atribuyesen a él el destrozo. Que si alguien entraba aquí, atribuyese los desperfectos en el suelo a que la casa estaba abandonada y no tenía mantenimiento ninguno.

Bien pensado pude hacer esto detrás de la puerta, para que cuando se abriera ocultara los juncos rotos...

Pero se resignó. Si ahora quería deshacer lo que había hecho, y recolocar el aro en otro sitio, tendría que retirar los juncos para cogerlo del suelo. Estaría creando un agujero más grande y llamativo. Así que lo dejó estar. Salió de la casa con intención de volver al punto de encuentro y esconderse hasta que los demás volviesen.

Me asomo lo mas cuidadosamente que puedo, sin entrar pero con intenciones de ver si puedo percibir algo de lo que pase adentro

Parche con curiosidad comienza a investigar todo al detalle para tener las mayores pistas posibles sobre lo sucedido.

Había sido fácil. Demasiado tal vez. Cerca de la plaza, rondando en la puerta del caserio ves a un grupo de unos 7 u 8 soldados. Ellos a ti no te han visto, y a decir verdad, parece que no se vean los unos a los otros. Esgrimen sus espadas, lanzando estocadas al aire, en un ademan de alejar o repeler a un enemigo, el cual sólo ellos ven. Parecen estar enfrascados en la batalla, pero a ti queda claro que no te ven. 

Tiene pinta de que alguien entró y destrozó todo el contenido sin más ánimo que el de destruir el recinto de lo sagrado. Tal vez alguien muy enfadado con el sacerdote del lugar, enemigo de la orden, un fanático de alguna deidad oponente, cualquier cosa pudo ser en aquel lugar olvidado de los dioses. 

Lo que es la entrada da sensación de humedad y frio en su interior, pero la falta de luz y sonido no te deja percibir nada más. 

No voy a poner un paso mas aquí, cualquier lugar puede ser una trampa...

Me retiro de la puerta al no escuchar nada y comienzo a dirigirme al punto de encuentro

Una ligera niebla mortecina se va formando, perezosa y arremolinandose en torno al pueblo. El ambiente huele a humedad y se huele el aire de una tormenta que se aproxima

Donde estarán estos dos que no vienen...no me gusta nada esto...

digo impaciente y empezando a mirar si llegan mis compañeros

Parche observa las pistas que le indiquen que deidad era la que alli se veneraba y en caso de que fuese benigna haria una plegaria a su dios para que transmitiese su pesar por lo alli ocurrido al dios que alli regia.
Aprovecho el desorden reinante para buscar un lugar en el que esconder su amuleto y guiar sus pasos de vuelta con sus compañeros.

Hay mucho desorden por lo que el aro se puede meter en basicamente cualquier parte. En todo ese caos, el aro de metal pasara facilmente desapercibido. Sobre el altar se ve un simbolo de la Orden Eterna. 

La niebla va cogiendo densidad a medida que pasa el tiempo, y los demás no aparecen por ninguna parte. 

¿Qué está pasando aquí? No tiene sentido. ¿Son reales? Cuando nos llevó a los campos, Harkor se hizo acompañar de unos guardias ficticios. Aquí veo tantos soldados como gente dijo Harkor que quedaban en Öboroak. Deben ser quimeras. ¿Pero quimeras que luchan contra algo que sus mentes creen ver? Es muy extraño, mejor me vuelvo.

Salió de la casa alejándose del supuesto combate para no llegar a ser visto. La presencias de guardias en la plaza, ficticios o no, le obligó a dar un amplio rodeo para volver al punto de encuentro.

Comienzo a refunfuñar y murmurar

Donde estarán estos dos, voy a tener que ir a buscarlos...

digo mientras pongo los brazos en jarra y comienzo a caminar de vuelta hacia adentro del pueblo