Partida Rol por web

Rashud, todo palote entre las ramas animaba a sus comapañeros.

-Vamos, vamos, que ya casí está. Yo lo distraigo, ¡dadle fuerte!

De nuevo, el brujo arcano, con una sonrisa macabra en su lagartuno rostro, lanzó una nueva explosión arcana sobre el cerdo, impactando de lleno en él, debilitándolo un poco más.

-¡Que no huya!

A cú-cú, le resbaló media lagrimita al recordar al chillón, solo media puesto que la sed de educación mazazera ya se notaba, levanto bien su maza y... catacrac, no era el golpe más eficiente del mundo, pero menos era nada. Ya podía relamer su media lagrimita del ojo y sonreír, pero no sentía que hubiera domado a la bestia, aquel ciervo que parecía al puerco raptado de su aldea, no parecía aun ni siquiera tenerle en cuenta. Por lo que molesto "dejó caer" uno de sus dardos sobre la trufa para ver que pasaba.

Con trote cochinero, la finísima y delicada Princesa Cortezas dejó de cavar en el suelo, y corrió en dirección a Rashud, tan feliz, mientras masticaba otra trufa explosiva. Se paró en seco, de modo que la inercia hiciese que Cú-cú diese una voltereta en su lomo y quedase colgando de sus greñas con la cabecita de kóbold del revés delante de la jabalí. Se cruzaron las miradas. Saltaron chispas. Y finalmente la Princesa Cortezas escupió un aliento de fuego de mil pares de demonios, que redujo el árbol verde florido en el que se refugiaba Rashud en una madera carbonizada con ramas deshojadas.

El rayo de la muerte de Rashud seguía con su inexorable pero lento éxito, pero Cú-cú tenía más problemas para herir la carne dura y la piel correosa de la Princesa Cortezas. Smoralek se puso en pie y caminó tambaleándose, malherido, hasta la jabalí, blandiendo el todopoderoso rajaperros flamígero armadelahostia.

Mientras, Klucky cambiaba el dichoso incienso que no había manera de volver a encender por una vela aromática ocultapedos terapéutica, que olía parecido. Se arrodilló junto a Slorb y empezó a rezar...

 Kurtulmak, el que no arde. Kurtulmak, el rompedor de cadenaz. Kurtulmak, el que no ez madre de dragonez porque ez macho y porque zería indigno que un dioz kóbold parieze a una raza débil como loz dragonez en vez de todopoderozoz y chachiz kóboldz. Acoge a tu tronco Zlorbo entre tuz ezcamaz...

Cú-cú se colocó de nuevo y se rascó la cabeza con su maza, por algún motivo que no alcanzaba a comprender sus lecciones no alcanzaban al animal. - oye, ¿no me lo echtash poniendo fácil shabesh? Tendríash que echtar másh dichpuechta a colaborar, para sher un ciervo con achpecto de jabalí, ¿eresh rara shabesh? Bueno, mash rara que un ciervo con achpecto de jabalí quiero decir... Tras su comentario, cogió con fuerza su mazita y arreó otro golpe que volvió a rebotar en el animal, cansado de que su educación fuera inútil, se agarró con fuerza a las crines del animal...

WwaaaarrgghHHH

El chorro de llamas engulló a Rashud, gritos de agonía escaparon de sus fauces mientras las llamas lamían sus escamas y ropas, así como todas las hojas del árbol. No obstante, a pesar de las llamas y el infernal dolor, se mantuvo aferrado al árbol sí, las llamas eran terribles, pero los colmillos de la bestia no lo parecían menos.

Su mente pensó en la poción contra fuego, pero a estas alturas ya no le servía de mucho... a menos que dejara a la marrana volver a comer trufas de esas chungas. Mejor acabar con ella cuanto antes.

-¡Acabad con ella!

Dijo mientras decargaba otro rayo, esta vez fallando por poco, pues aún tenía los ojos secos por el fuego, por eso se los lamió, afinando su puntería.

Y llegó el turno de los despropósitos. No turno como si esto fuera un juego con tiempos de combate reglados, sino que le habían llegado la vez. Cú-cú golpeó con la fuerza de una estirge, las quemaduras de segundo grado no dejaron a Rashud estirar el dedo lo suficientemente bien como para disparar un rayo con la suficiente puntería, la Princesa Cortezas corneó al aire como sufriendo un ataque epiléptico y Smoralek tuvo suerte de no clavarse la espada en el juanete del pie.

 Lo eztáiz haciendo de putízima madre, coleguiz. Tenéiz a eze cochino ciervo contra laz cuerdaz.

Klucky no estaba mucho más atinado con lo suyo. Tras rodear el cadáver de flores, empezó a empujar tierra con las manos para sepultar a Slorbo. ¡Pero el pobrecillo seguía vivo! Si tan solo las monturas de sus gafas de broma llevasen cristales, Klucky podría haber notado cómo se empañaban por contraste del frío de la mañana y el calor de la respiración de un animal de sangre fría.

En esto, la Princesa Cortezas volvió a olisquear el aire, como si hubiese detectado la ubicación de otra trufa explosiva enterrada en el suelo, de esas que le permiten escupir fuego.

Sus ojos resecos se abrieron de pánico ante la búsqueda de la marrana, otra vez una explosión ígnea...

¡No gracias!

Sin dudarlos sacó el tapón de la poción de resitencia al fuego y se tragó su contenido ávidamente, como si un sediento estuviera a punto de morir de sed en un desierto...

Cú-cú, bien cogido a la jabata, tomó un dardo en una de sus manos, parecía que el animal iba a buscar otra trufa de esas, y esta vez estaría preparado, cual llanero kobolditario sobre su montura y puesto que sus educativos mamporros rebotaban, creyó que estaría bien darle un poco de enseñanza de "yo no te he dicho que hagas eso", y con eso en la cabeza se agarró con pies y cola, con la intención de quitarle la trufa y comérsela él.

Mientras Rashud se daba a la bebida (no alcoholica, baja en calorías, y ahora con un 10% más de magia), Cú-cú trepó hasta el cogote de la Princesa Cortezas. En cuando la porcina sacó sus morros del agujero en el que había cavado, con una trufa explosiva entre sus poderosas y femeninas mandíbulas. Cú-cú metió el bracito para coger el tentempié. Las mandibulas masticaron la trufa explosiva, con brazo incluído, pero como era un brazo de kóbold delgado, y le coincidió en el espacio interdental de dos colmillos con diastema. Así, después de que la jabalí se tragase la trufa, Cú-cú pudo sacar su brazo, muy babado pero por lo demás ileso.

La Princesa Cortezas salió al trote de nuevo hacia el árbol en el que estaba Rashud, escapándose del filo de la rajaperros de Smoralek por un pelo. En la cara de cerdo, del lado de la mano que coge el cubierto para pinchar a otros kóbolds mientras duermen, colgaba Cú-cú, que no había tenido tiempo de volverse a subir a la chepa. Y al final sí, se cayó. La Princesa Cortezas llegó hasta Rashud y soltó una nueva bocanada de fuego. A Rashud no le pasó nada, pero el árbol estaba quedando fino.

Mientras tanto, cansado de tanto trabajo, Klucky rebuscaba en su mochilita. Había visto a Rashud beber, y también le había entrado la sed. Sacó un tarro de cristal con un líquido rojo, seguramente gazpacho, que no recordaba desde cuando lo tenía.

 Puah, zeguro que ezto ya eztá caducao.

Echó el tarro hacia atrás, por encima de su hombro. Cuando se estrelló accidentalmente en el costado de la Princesa Cortezas, su pelaje empezó a arder. Mira tú qué tontería: al final no era gazpacho sino un frasco de fuego de alquimista.

¡Oiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiink!

En esto que llegó Smoralek, con su habitual suerte en el manejo de las rajaperros, pero la mascota de Papá Picacarne estaba moviéndose tanto por el tema de estar ardiendo en llamas, que el kóbold negro volvió a fallar.

- ¡PERO BUENO! - cú-cú se sintió muy molesto con "su montura", no solo le tiraba, ¡si no que además se iba sin él! Bastante molesto con que no le hiciera caso, le lanzó un dardo al culo - ¡Shientate! - mientras daba su orden veía lo guay que le quedaba esa melena de fuego al aire, muy chula la melena suelta como un buen pájaro de fuego que si existiera, le pondría el nombre de fénix, ¿porque fénix? Y yo que se, no soy kobold para saber en que piensa este loco. Pero volviendo al combate... el dardo rebotaba en la carne de la jabata como si fuera una cama elástica y "boing boing boing,...", cú-cú se sorprendió con su increíble nuevo hechizo, era como un hipnótico sonido brujeril de tambor, por lo que empezó a bailar con los brazos en alto, se sorprendía él solo de lo poderoso que llegaba a ser, que incluso sin quererlo le salían conjuros de la manga (si hubiera mangas).

Una sensación de alivio recorrió su ser a la vez que las llamas de la trufa explosiva le recorrían la piel escamosa. Por Kurtulmak, que suerte el haberse tomado la poción a tiempo. Pero no bastaba con defenderse, tenían que acabar con ella antes de quedar demasiado menguados como para hacer fente la verdadera amenaza, el ogro... y posiblemente su hija.

-Ya flaquea, ya flaquea, ¡que no escape!

Graznó a la vez que lanzaba un rayo otra vez, impactando en el ancho lomo de la bestia, reforazando sus palabras.

El dedo de la muerte de Rashud supuso más pupa para la Princesa Cortezas. ¡Muerte! ¡Muerte a la Princesa Cortezas para mayor gloria de Kurtulmak! Lenta e ineficazmente... La Princesa Cortezas se revolvía del dolor, quizás por el rayo de Rashud o el dardo rebotado de Cú-cú que le golpeó por el lado plano, o ya menos probable, por estar ardiendo viva. La jabalí se golpeó el costado ardiente contra el tronco del árbol de Rashud hasta sofocar las llamas.

Smoralek al fin hizo algo útil, y le clavó la rajaperros en el vientre, rajó y perreó. La Princesa Cortezas chilló de dolor mientras sangraba.

¡¡¡HIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!

Klucky ya había acabado de tapar a Slorbo con tierra, salvo por la puntita del hocico, que dejaba las fosas nasales al descubierto. Pero el ruido de la gorrina llamó su atención.

 Ey, coleguiz... Todoz zomoz uno con el univerzo. Loz kóbolz... loz patilargoz... loz perroz... Bueno, loz perroz no. Loz perroz zon unoz cabronez hijoz de puta. Pero loz jabalíez zí forman parte de eze todo míztico. Zu dolor ez nueztro dolor. ¿Ezcucháiz ezo? Ez el llanto de una jabalí cornuda violeta con alaz zufriendo. ¿Entendéiz el zignificado de zu "hi"? Yo zí. Ez el "hi" de alguien que zolo quiere ezcapar zin hacernoz daño. Azí que ya zabéiz, koboldcitoz... ¡MATADLA ANTEZ DE QUE EZCAPEEEE! ¡AAAAAAARGH!

Klucky se transformó en ese bicho peludo informe, como hace siempre que le dan unos parraques. Como una bestia de furia desatada, se lanzó a por el cuello de la Princesa Cortezas y mordió con fuerza. La jabalí forcejeó, pataleó y al final se tumbó asfixiada con la tráquea aplastada, hinchando su estómago con cada inspiración, pero incapacitada y lista para que alguien más incisivo le diese el golpe de gracia.

Ya estaban, era el momento que le deparaba el Destino para alzarse con la victoria, un paso más hacia el control inapelable del clan, Kurtulmak era grande.

Regodeándose con la victoria, Rashud adoptó una pose estelar, para que todos le pudieran ver tras su golpe gloriosamente fatal, sacando pecho. Y entonces lanzó una nueva descarga de muerte...

Cú-cú animado por el "botiboing" de la jabata, tiró un segundo dardo con esperanza de añadir ritmo al tambor. Pero por algún motivo que no alcanzaba a entender, en vez de "boing-botiboing" sonó como tshhh,... en ese momento lo vio claro, acababa de inventar la ciervatería, eso podía ser un gran éxito en toda ciénaga kobold, hasta klucky querría ser el encargado de crear humo para los efectos especiales y las alucinaciones masivas de orquesta. Sin duda, si no se hacia líder y no lograba montura para hacerse caballero, se haría ciervatería ambulante.

Rashud le dió sin querer a Cú-cú, y Cú-cú le dió queriendo a la jabalí, aunque no con la onomatopeya perfecta. El caso es que la Princesa Cortezas había muerto. ¡Abajo la monarquía! Y contra todo pronóstico, los kóbolds habían sobrevivido en su mayoría. Klucky se desestresó y se destransformó, y volvió ser el kobold hippie de siempre.

 Caray, coleguiz... eztaiz hechoz unaz piltrafaz. Necezitaiz echar unaz caladitaz para relajaroz.

Klucky sacó unos porrillos, fumaron, rieron, bailaron desnudos alrededor de la tumba de Slorbo y terminaron cansados espatarrados por el suelo. Las fosas nasales de Slorbo, esas que sobresalían de la tierra, olisquearon el olorcillo a hierba y el difunto se enderezó de cintura para arriba, saliendo su torso del cúmulo.

¿Qué ha pazado? ¿Por qué eztaiz todoz deznuditoz?-dijo el kóbold venido según él de la tribu de los Chupapollas.

Slorbo se recolocó las gafas. El efecto alucinógeno de las hierbas "terapéuticas" de Klucky hacía que con las gafas inclinadas Slorbo se pareciese mucho a Slorb, aunque no tuvieran nada que ver. Pero ahora ya estaba todo en orden y Slorbo ya volvía a parecer Slorbo.

 Guau, colegui... Eztáz vivo. Cuánto me alegro. A miz brazoz.

Puaj, oléiz raro-protestó Slorbo-. ¿Eza ez la Princeza Cortezaz? ¿La habéiz matado? Zi la llevamoz entre todoz a la cueva de loz Mazcapájaroz zeguro que noz dejan holgazanear unoz díaz antez de volver a zacar el tema de Papá Picacarne.

Cú-cú estaba dolorido, al parecer las ciervaterías cuando se caían daban calambre, casi como si recibiera un rayo del mismísimo y todopoderso dios de los dioses. No podía dejar de bailar desnudo al saber que había sido elegido. - debemos volver, comer, festejar y después correr en masa sobre Picacarne,... - incluso fue capaz de hablar como un piernas largas, pero enseguida se dio cuenta y le dio mucho miedito - ochtia esho ha shido un mal preshagio, voto por no hacer casho al piernachlargash que ma psheido,... pero podríamosh comernosh a la ciervatería y dechcanshar un poco mash lejosh, y luego no correr todosh en masha, shi no como shiempre cada uno pa donde quiera.

Rashud se deslizó hacia el suelo, dejando tras de si un marchito y casi carbonizado árbol. Parecía envejecido, las escamas carbonizadas y restos de tela quemada acentuaban esa sensación de cansancio y agotamiento.

-Sí, un descanso iría bien. Cof-cof.

El menudo kóbold examinó a la marrana y luego los socavones que había hecho para sacar aquellas cosas explosivas.

-Klucky, tú que sueles moverte bien por el bosque... ¿qué rayos eran aquellas cosas que masticaba la muy cerda? ¿Se pueden usar esas cosas con hondas o en tarros de cerámica para lanzar petardos?

 Creo que la kobold vieja roja laz llamó trufaz explozivaz, pero no eztoy zeguro. Mi ezpezialidad zon laz cozaz que ze pueden fumar. Laz trufaz explozivaz ze comen o ze beben en zumo. Funciona como una poción de tiritaz. Glup, glup, ñam, ñam, cru, cru... y a la tripita. Pero zon muy difícilez de encontrar. Ze necezita del olfato de un cerdo. Jabalíez, gorrinoz y puercoz también valen, zalvo zi zon puercoezpinez. ¡Ezoz malditoz cerdoz punkiez! Qué vagoz zon... ¡A plantar patataz loz enviaba yo!

Un par de horas después, la Princesa Cortezas se aproximaba subrepticiamente a la cueva de los Mascapájaros. Era un poco distinta, porque tenía cruces en vez de ojos, y la lengua de fuera, pero por lo demás era la misma gorrina con la que se enfrentó el Gobierno de los Mascapájaros en pleno. Caminaba raro, arrastrando las patas, y zigzagueando, pero eso se podía deber a que tenía a un puñado de kóbolds tirillas sujetándola con sus delgados bracitos sobre sus cabezas.

Finalmente no pudieron más con el peso, y la Princesa Cortezas se les cayó encima. Slorbo trató de salir apartando la pata izquierda. Smoralek la pata derecha. Al final estaban haciendo la silueta de un ángel, y ellos sin saberlo. Unas pisadas en la nieve hacían un sonido amortiguado que predijo la llegada de otro kóbold.

Vaya... ¿Aún seguís vivos debajo de todo ese peso?-dijo a los kóbolds de debajo.

Klucky trató de salir de debajo del cuello, y los movimientos hicieron que la cabeza de la Princesa Cortezas asintiese.

Vamos a cocinar un pastel gigante. Lo que sobre se usará para engrasaros y poder deslizar el jabalí por encima vuestra, para que hagáis de rodamientos. Tardaremos cuarenta y cinco minutos, sed pacientes.

Una hora después, los héroes estaban despatarrados y cogiendo aire, pero en el calorcito de una cueva, y lo que es más importante, sin una jabalí de mil libras de peso encima.

Bien, ahora podéis contarme... ¿Que os ha pasao? ¿Acabásteis con Papá Picacarne?

Cú-cú que no estaba de acuerdo en volver a la cueva porque si volvían tocaba menos jabalí por cabeza para comer, miró a la kobold roja y explicó "lo sucedido". - nosh topamosh con la cierva con achpecto de jabalina, y shin venir a cuento nos hizo fuggjjjjchhhh y bum y pim pan, klucky y chlorbo nosh ayudaron y cuando chlorbo she levantó a la cierva de dio un patatúsh al verle y en vez de hacer botiboing, hizo tssshhhh. Y un piernashlargash fantachma me posheyó y dije de seguir nuechtra misión antes de volver, pero chlorbo súper enamorau obsheshionau, por cierta kobold roja dijo de volver y dedicarte la pieza infartada que shabía cobrau. Y aquí echtamosh, pa comer, ponernosh fuertesh, y machacar al picacarne. Como siempre,... cú-cú igual de claro y preciso que siempre. (O eso cree él).

Rashud empezó a preocuparse, algo en su interior se percató de que trágicamente, empezaba a entender a Cú-cu sin esfuerzo... ¿a caso sería eso una señal de que estaba empezando a perder la cordura?

Tras la reflexión añadió.

-Además, lo que Picacarne se merce sufrir, no basta con expulsarlo o eliminarlo, tiene que sufrir por lo que ha hecho. Y este tiempo sin la cerda será una buena forma para empezar a sufrir... para que cuando vea lo que hacemos con la marrana el sufrimiento sea máximo... antes de palmarla.