Partida Rol por web

Tras retirarse unos pasos a la espalda de Bast, Alaric observó sorprendido cómo aparecían cuatro orcos desde el castillo de popa y detrás de una balista que había a su lado. ¿Pero cómo no los habíamos visto?

Preocupado de los dos orcos que habían aparecido a su espalda en la balista Alaric se volvió hacia ellos, pero uno cayó fulminado al instante por un gran disparo de Saik, desde la otra punta de la cubierta.

Aliviado por el ligero cambio de las tornas en su favor, Alaric avanzó hacia el orco restante e intentó un golpe ascendente con su maza, que el orco esquivó con mucha facilidad.

¡Pelor, no me abandones ahora!

La contrapartida de los enemigos no fue para nada eficaz, los trasgos atacaron tanto al mediano como al monje ya que eran los únicos que quedaban en la sala. Sus ataques llenos de furia y malas intenciones fueron esquivados por aquellos personajes que se habían embarcado en esta aventura épica contra las razas enemigas de la humanidad. Sus cicatrices sanaron de forma espontánea no sabiendo a qué se debían ni que conjuro lo hizo, pero alguien los ayudaba en la distancia mientras que los aventureros que se iban acercando con cada victoria más a los héroes narrados en tabernas y en las plazas de las grandes ciudades iban forjando su destino.

Ingvar "Matabestias" ya se había ganado su sobrenombre derribando el sólo al gran osgo del sollado, e inducido por su implacable ira y combate enfermizo contra los enemigos más fuertes, se aproximó corriendo hacia el camarote del capitán donde parecía que el paladín y el clérigo se encontraban en un apuro. Uno de los osgos que estaba apuntando con su arco en el castillo de proa disparó, pero era difícil poder acertar con el balanceo producido por el agua embravecida.

Mientras el osgo se quejaba de la maldita espada élfica - ¡duele! Espada hechizada dijo mientras uno de los orcos ocupaba su lugar dejando ver la fuerza monstruosa de estos seres, que además utilizaban armas a dos manos para amplificar todavía más el inmenso daño que podían llegar a hacer si impactaban. Su alfajón silbó por el aire para impactar con un golpe brutal en el escudo del paladín, que ansioso ante la presencia de entes malignos aguantó el impacto con firmeza y determinación. - ¡Tú morir guerrero del bien! decía mientras sus músculos engrandecían el arma que sujetaba con ambas manos.

Bien, Alaric se encargará de el otro, ahora debo concentrarme en esos - piensa el explorador mirando a lo alto del castillo de proa y viendo a los orcos en disposición de repetir el fuego - no son precisamente famosos por su puntería, pero no podemos dejar que disparen libremente.

Justo en el momento de liberar la tensión del arco, el barco dió una nueva sacudida, fruto del fuerte oleaje que lo azotaba, provocando el fallo en el impacto.

Un trasgo se acerca con la maza levantada tratando de golpearme, un error mortal. Esquivo fácilmente el embite de la maza girando sobre mis pies, dejando que la criatura se desestabilizara por el impulso.

Aprovechando el giro, lanzo un codazo hacia el enemigo. Debido al traspiés del trasgo, mi primer golpe falla por poco a la criatura. Golpeando el escudo que había quedado atrás y sin control alguno.
Impulsándome hacia atrás lanzo una patada oblicua desde arriba y el lado, el mejor golpe que conocía. El trasgo apenas logra ver lo que se le viene encima y mi talón golpea la clavícula del enemigo provocando un fuerte crujido seguido de un corto siseo de dolor.

-Que ellos se encarguen del último- Pienso al preparar los músculos de mis piernas para salir a la carrera por la puerta. Los ruidos que se oían no me gustaban demasiado.

Bast se percató del notable incremente de enemigos, pero al parecer sus amigos estaban ganando en sus respectivas posiciones, puede que al final no tuviera que reunirse con su Dios aún. Cuando Bast vio como el osgo se rajaba el hombre se rió a plena voz para ridiculizar aún más al estúpido osgo, y dijo:

-Jajajaja, ahí tienes tu merecido maldito, ¡nadie duda de Dios y sale indemne!.

Acto seguido encaró al orco que había arremetido contra su escudo y le dijo:

-Veo que no aprendéis, como queráis tu serás el siguiente en proba la ira divina - Dijo mientras le daba un fuerte sablazo de forma descendente, golpeándole el cuello y matándolo en el acto, no le cortó la cabeza, pero si que penetró gran parte y le partió la columna con el golpe. ¡No podéis derrotarme! ¡Dios está conmigo! Jajaja - dijo con una risa que reverberaba al salir de su frío casco de  hierro, helando aún más el corazón de sus enemigos.

Buenas victorias junto con un fallo se unen en este breve tiempo, Saik falla en su disparo con el arco. Tanto el monje como el paladín matan a sus oponentes el primero con un segundo golpe mortal y el paladín con un tajo que secciona una arteria vital del orco haciendo que se desangre al momento. La carnicería empezó por parte de los héroes aunque parecían que estaban en un aprieto los combates precedentes los habían instruido para poder enfrentarse a peligros mayores.

Los orcos siguen atacando...el paladín como siempre un muro de armadura y escudo de pinchos que impide que le den, la balista que dirige otros de los orcos apunta a Ingvar pero la inestabilidad producida por el balanceo continuo del barco hace que sea difícil acertarle. En cambio el único orco que estaba en cubierta luchando contra el clérigo le arrea un tajo con el alfanje impactando con su terrible arma en aquel cuerpo débil del clérigo, que de repente lo ve todo borroso debido al tremendo impacto y daño del arma.

- Abandonemos al mediano!!!! Seguro que le encanta la fuerza bruta... - Pienso mientras miro al trasgo que tengo delante. Entonces desenvaino una de las dagas que me quedan.

-MUAHUAHUAHUAHUA trasgo de mierda te reto a combate singular. Tenemos que saludarnos cortésmente el uno al otro para que esto sea un duelo digno de caballeros como nosotros. - Le digo intentando que pierda la concentración.

El Trasgo se ríe en tu cara (Rufus) aunque sabes muy bien porqué, se ha dado cuenta de tu engaño y te responde con un tajo de su espada corta, te habla en un idioma chirriante incomprensible para ti, cosa que te hace pensar que no posee conocimiento de tu idioma para poder comunicaros, aunque no sabes muy bien si te entiende. Sus colmillos amarillos y su cara tachonada de un hocico achatado deja ver lo feo que son estos seres, rodeados a su vez de sus pieles apestosas y de sus primitivas armas, que solo son útiles en dinero como en uso cuando las roban como tesoro. Este caso es un claro ejemplo de ello ya que ves que la espada corta que esgrime no es un arma que haya sido confeccionada por esta raza.

El Osgo le habla al orco ¡MÁTALO! Ya sabes lo que le ha hecho a nuestro compañero, le ha rajado como si de un cerdo se tratara, debes de detenerlo ¡Ahora!

Uno de los orcos de la balista no pierde la esperanza de impactar sobre el bárbaro, su tiro estrepitoso impacta sobre el orco que había dejado inconsciente a Alaric. La enorme flecha atraviesa al fornido ser cayendo junto al clérigo representando la crudeza de toda una batalla naval que se está librando en la cubierta central.

Maldita sea, Alaric ha caído, por suerte el orco que estaba con él también; pensó mientras se daba cuenta de que no podía abandonar su posición ahora, la mejor ayuda que podía prestarle al clérigo sería evitar que el orco y el osgo llegaran hasta él y se prometió conseguirlo a toda costa.

Tenía que acabar rápido su trabajo allí, pero ya llevaba demasiados turnos aguantando a nada más y nada menos que a tres enemigos, e incluso había conseguido tomar ventaja, pero la fatiga empezó a hacerle mella y falló su mortífero ataque por muy poco, el orco fue más rápido que su anterior compañero y consiguió esquivar el tajo justo antes de que la espada lo alcanzara. A la siguiente no fallaría, ya se le había acabado la suerte al orco.

Todo ocurrió a camara lenta alrededor de Ingvar. Sus compañeros luchaban a vida o muerte, pero él empezaba a entrar en trance. Su respiración se aceleraba, y sus pupilas se dilataban, empezando a gruñir como un lobo desbocado. Dificilmente se podía cruzar palabra con él. El colofón fue ver caer al clérigo, así que miró al osgo y echó a correr hacia él, cogiendo el mandoble con ambas manos, y ensartándolo por la tripa, quedando su cara a la altura de la suya, mientras chorreaba, sonriéndole y enseñándole los dientes mientras moría.

- El Matabestias, hijo de puta, el Matabestias...

Al caer el cadáver, deslizó arma entre la carne, y a la par, lanzó un golpe lateral, clavando su arma en la cintura del orco, casi arrancándole media cadera, y haciéndolo caer contra el paladín que buenamente aguantaba.

Visto y no visto la furia se apodera del temible bárbaro al ver caer a su compañero, una oleada de rabia invade a Ingvar en el cual en su arrebato de cólera, mata salvajemente al orco y al osgo que estaban apostados en la puerta luchando el orco contra el paladín. El Osgo mientras se quejaba recibió también por incauto el temible espadazo del bárbaro, los dos murieron en el acto...

Viendo como los enemigos caían uno a uno, decido subir a por los orcos que molestaban con las balistas.

Mientras subo por las escaleras de la esquina superior derecha de la cubierta, escucho un grito. Al girar la cabeza veo como Alaric cae.

-Cubridle!!- grito a mis compañeros mientras me doy aún más prisa en subir para acabar con los orcos.

Al llegar arriba salgo corriendo hacia los orcos.

El semielfo contempla anonadado cómo cae Alaric, y mientras saca una flecha de su carcaj para detener al agresor, contempla como una versión gigante de sus flechas atraviesa el torso del orco en cuestión.

Al ver cómo Ivho sale corriendo hacia la parte superior, decido cambiar mi posición para atacar al orco más lejano a él y le disparo.

Sin duda me encontraba agitado por la reciente caída del clérigo, y el tiro con arco es una disciplina que requiere serenidad, tras rebotar la flecha en una de las maderas del barco me doy cuenta de que necesito tranquilizarme, así que respiro hondo, concentrándome para que el próximo disparo acierte en el blanco.

El otro orco que estaba todavía libre en la balista dispara al semielfo, aunque desde esa posición no sabía muy bien distinguirlo pero el arco que posee no le hace nada de gracia a este temible guerrero, que con un ademán de ¡AHHHHH! Debido no solo a su espíritu guerrero, sino a la tensión que estaba pasando de ver que ya un humano se había colado en la planta donde estaban, poniéndole nervioso.

El tiro como siempre falla pero la balista impacta sobre el mástil de la cubierta central derribándolo estrepitosamente.