Partida Rol por web

ODIO-LOS-ENANOS!!! Y LOS SEMI-ORCOS!!! Antes que pueda llegar a apuntar, el maldito enano echa al resto de porteadores, y si no fuera por mis altos reflejos estaría aplastado debajo. El enano, con una visión que parece más de otras razas por lo bien que avanza el maldito, se cuela dentro. Ya está, cagada total y mejor que use las pocas fuerzas para escapar bien lejos de estas tierras...

y entonces, el enano grita que allí no hay nadie. Esta flecha cargada debería guardarla por Vas Dracken, pero mejor primero me cargo el enano y luego si acaso ya lo usaré para ponerme a la altura de su cabeza y ensartarle entre sus ojos un buen virote. Entonces oigo la voz de mando de Elbereth.

Sra.Blackwood, he escapado a tiempo. Que el enano no haga lo mismo por favor.

Dicho esto logro apartar la cortina y meto dentro la ballesta. Click. Esto se ha clavado en el enano, pero creo que no ha sido demasiado. En cualquier caso, espero que lo retrase lo suficiente para salir de allí... o al menos, si quiere matarme, que lo haga personalmente y no tirándome dardos de mierda o un palanquín vacio.

Mejor retrocedo algo para atrás por si intenta atacarme sin salir de allí, aunque pierda visión de tiro. Pero si se queda dentro del palanquín, me la trae al pario. A todo esto... ¿no estaba por aquí el bardo moribundo?

El guerrero posó la flecha en la cuerda del arco mientras lo sostenía frente de sí, escudriñando la niebla. Repasó la situación con la mente por un segundo, cuando una idea lo fulmino cual relámpago. Sonrió con malicia, mientras preparaba la garganta.

- ¡Por aquí, Milord! - Grito en voz alta, esperando penetrar en la bruma. - ¡Quedese detrás mio, la batalla aun no acaba! -

La voz resonó interpelando a un noble ausente, esperando atraer a su posición al noble o bien al bandido fuera del banco de niebla.

La voz de Aldair se impuso al escandalo de la batalla.

- ¡Por aquí, Milord! - Grito en voz alta, arrengando desesperado. - ¡Quedese detrás mio, la batalla aun no acaba! - El sonido penetró la intimidad del banco de niebla.

Cuando me doy cuenta de todo lo que ha sucedido y veo como en gnomo escapa me pongo altamente nerviosa. Después veo el cuerpo de Silverio tirado en el suelo y agonizando. En ese instante salgo corriendo hacia él dispuesta a ayudarle aunque no le conozca de nada. 

Los estúpidos bardos no sirven de nada, siempre abarcan mucho pero aprietan poco... ¿Dónde se ha visto usar instrumentos en lugar de espadas? 

El brillo rojizo de la escama de Flame se fue levemente tornando pálido y entonces un brillo envolvió el cuerpo de Silveiro. Poco a poco el bardo empezaba a recobrar las energías y por el momento dejaría de sangrar.

Los porteadores logran huir, cada uno por distintas calles. El banco de niebla se mantiene. Flame se interna en él... no ve absolutamente nada. Eso le obliga a caminar despacio. Casi choca con el palanquín, pero luego lo usa de guía para orientarse por su lateral.

Erbrahke, saliendo justo a tiempo de debajo del palanquín, dispara certeramente su ballesta causando una pequeña herida en el enano, que lanza un berrido. Tratándose de alejar de las represalias, tropieza con el cuerpo de Silverio y cae sentado sobre su tórax destrozado.

Elbereth nota que su estoque se ha clavado en algo. Apartando la cortina con su mano descubre que ese algo es un saco de patatas. También ve un segundo saco de patatas más allá, era lo que transportaban los semiorcos. Un gruñido animal se intercala con la respiración de Blackwood en el interior del palanquín... El enano acomete con su martillo de guerra, la batidora interpone el saco de patatas a modo de escudo y, cuando el martillo aplasta algunas patatas, un poco de puré sale disparado hacia su cara. Gira su barbudo rostro justo antes de quedarse ciego.

Aldair espera fuera de la niebla, con su flecha preparada, sin saber que unas cuantas libras de patatas sustitutas hacen su cebo inverosímil. Mientras, Vaati parece que se ha perdido en el caos de la bruma.

Elbereth observó cómo su estoque quedaba clavado en un saco de patatas y luego lo comparó con el golpe del enano que había reventado otro saco.

No parece una buena idea medirse cuerpo a cuerpo con el enano en solitario..

Elbereth tomó aire para decir en voz bien alta:

-No te ha salido el trabajo como esperabas, ¿verdad enano patata? Pues ahora te cazaremos cómodamente, espero que disfrutes tus últimos segundos de vida. ¡Atentos todos, es nuestro!

Le lanzó una provocadora sonrisa al enano, manchado de patatas, antes de saltar hacia atrás del palanquín e internarse en la niebla.

Al salir se encontró con una silueta que creyó distinguir como Flame, a la cuál se acercó e hizo señas con la mano señalándole que diera un pequeño paso atrás, esperando que la hubiera visto y que comprendiera que si el enano la seguía tendría una oportunidad de emboscarlo por la espalda.

Silenciosamente, para que el enano no supiera por dónde había ido, siguió el lateral del palanquín hasta el lugar donde había dejado la ballesta, cuando llegó se encontró la pequeña figura de Erbrahke pero no podía permitirse decirle nada, pues estaba muy cerca del enano y no quería hacer ningún ruido. Cargó la ballesta rápidamente y respiró profundamente mientras escuchaba los pesados movimientos del enano.

Palidezco mortalmente  cuando veo al enano entre en la tienda, seguramente los ladrones solamente eran una mera distracción para poder acercarse a su verdadero objetivo,  apenas he dado un paso cuando oigo el grito de furia del enano al ver que ha desaparecido su objetivo. Me muestro claramente desconcertado, era inposible que hubiese escapado el noble tan deprisa....¿o quizas no?

El caos se desata cuando el enano comienza a lanzar flechazos entre la bruma, me encuentro sumamente aturdido entre la niebla que me rodea, asi que doy vueltas sobre mi mismo sin llegar a un rumbo claro, aun asi, permanezco atento por si alguno de los sonidos de flechas vienen hacia mi.

Erbrahke cae encima de algo, y el débil quejido le hace percatarse que ha encontrado el cuerpo de Silverio.

Sanar lo es lo mío, pero mejor salvarle... así con suerte evitaré que todas las broncas recaigan sobre mi.

Pûtleky intenta realizar una técnica gnomo para sanarlo, pero sin éxito.

Gente! Yo estoy con el bardo, para cuando acabéis con el enano del palanquín...

Intentaría seguir ayudando a "Doce Cuerdas", aunque una ayudita no iría del todo mal...

Ya situada desde dentro de la bruma trato de encontrar al enano, sé que Elbereth lo ha encontrado pero yo no veo ni oigo nada con lo que no puedo detectarle. 

Rápidamente cayó en cuenta el joven guerrero del fracaso de su treta. Utilizando las voces de mando de su capitana, se interno a paso ligero en la niebla hasta ubicarse a un lado del plaquín. Esperaba que la acción no hubiera terminado aun. La maldita bruma lo entorpecía todo, no terminaba de apreciar las bajas enemigas más allá de las declaraciones de la elfa. Debian apresurarse y rematar la escaramuza.

Elbereth no llega a dar unas señas demasiado inteligibles, y Flame entra en el palanquín en lugar de esperar a que el enano saliese. Sin quererlo ni beberlo, el enano ya se ha repuesto del puré en la cara, y golpea con el martillo a la humana según llega.

No se escucha ninguna flecha silbar en esta ocasión...

Mientras parece que hay movimiento en el palanquín, intento por segunda vez intentar hacer algo para estabilizar al bardo, pero está lejos de mis conocimientos sanar heridas tan severas.

La niebla pronto se disiparía, y entonces seguro que alguien más capacitado podría salvar de la muerte a "Doce Cuerdas". Ahora tenía que aprovechar la niebla para intentar protegerle a él frente al enano ladrón, ahora que parecía que no iba a poder salir con vida del palanquín.

Elbereth escuchó de nuevo el sonido amortiguado del martillo del enano chocando contra algo y deseó que fuera otra vez un saco de patatas, aún así con su ballesta en la mano, Elbereth estaba lista para actuar. Sin pensarlo, giró sobre sus talones de la manera que estaba acostumbrada, y pasó junto al gnomo guiándose con la mano izquierda palpando el palanquín hasta llegar a la otra abertura lateral, introduciéndose silenciosamente en el palanquín justo para ver cómo el enano estaba combatiendo ferozmente contra Flame, que por lo visto no había entendido lo de quedarse fuera esperando al enano.

Sin pensarlo apuntó a la espalda del enano, disparando un virote que buscaba sangre.

Vamos Flame resiste, ¿dónde diantres estarán Aldair y Vaati?

Flame había descubierto la posición del enano, y ahora sabía que de allí ya no podría escaparse así que le encajó un fuerte tajo en la yugular haciendo que comenzase a sangrar a gran velocidad.