Partida Rol por web

Elbereth miró al contratista un poco sorprendida al decirle su apellido.

Vaya...Das Vracken, voy a tener que revisar mis notas mentales y grabármelo a fuego, aunque ese apellido es de todo menos sencillo de pronunciar...

Escuchó con tranquilidad mientras sus exhaltados compañeros bombardeaban al señor Das Vracken, realmente un poco de acoso sí que se merecía, por muy burdo e infantil que lo viera. Pero Elbereth ya les había dicho que se calmaran, y esa discusión le comenzó a aburrir, así que no les increparía:

-Simplemente diré que espero que tengamos una audiencia con el cliente, pues es complicado escoltar a alguien sin ni siquiera sabemos cómo es, pues podrían darnos un cambiazo en cualquier momento de manera sencilla. Y desde luego opino que bien se han podido discutir todas estas cosas durante la contratación, y que oficialmente hemos aceptado el trabajo, cuyas condiciones no han cambiado, aunque la información es escasa. Comprenderá usted, señor Das Vracken que a todos nos gustará conocer más de los peligros que se sospechan que nos aguardan, pero dudo que éste, después de una batalla en la que hemos salido heridos, sea el mejor momento ni para decidir nada impetuosamente ni para hablar nada de esta índole. Por mi parte partiré en el barco y confío en que cuando nuestras mentes y nuestros cuerpos estén más serenos, tengamos la oportunidad de hablar de lo que sea, los que no les convenza el trabajo tienen toda la libertad para irse, aunque viendo la senda por la que trabaja Das Vracken, dudo que podáis obtener toda la información ni cómo va a ser de peligrosa la misión justo ahora, y si alguno tiene alguna experiencia anterior trabajando de mercernario, no debería sorprenderle.

Elbereth estaba algo cansada de la situación y miraba al barco con la esperanza de subir a él con prontitud.

No son un puñado de monedas, ese es el problema Silverio. - Dijo el guerrero ante la rabieta del músico - Si así lo fuera sería menos arriesgado emprender el viaje, ya que habría menos que perder. Pero es un dinero importante el que nos prometen, lo suficiente como para tomar precauciones. Aun así, embarcaré. Como lo mencionó Blackwood, el tiempo para este tipo de planteamientos fue otro. - Concluyo resignado el guerrero, preparándose para el salto de fe que le exigían. Podría ser obstinado pero la oferta era muy tentadora para no tomar el riesgo.

Flame se movió ágilmente y apuntó con su espada al cuello de Silverio.

- Mira, musiquillo, no te salvé YO la vida para que ahora te andes con estupideces. Harías un favor a todo el mundo si te marcharas de aquí y nos repartiéramos tu paga. No sé que pretendes, pero está claro que eres más un estorbo que una ayuda. Así que como sigas así, no respondo ante los actos de Ayash. Y lo que haga o deje de hacer por dinero no es cosa tuya sino mía. Estaría dispuesta a muchas cosas por un puñado de oro, ten en cuenta esto. Pero ten en cuenta también que como estés mucho tiempo cerca de mi podrás sufrir serias consecuencias...

Entonces la escama de la frente de Flame se tornó rojiza y un brillo inundó su cuerpo, esta vez el brillo no abarcaba a los miembros del barco sino que solo le afectaba a ella. Silverio empezó a notar que estar en contacto con el cuerpo de Flame le producía un grave y un doloroso escozor.

Y por cierto, Erb... no se qué, ten una cosa clara, tú no hiciste nada por Silverio, fui yo. Tus actos de sanación estaban siendo absurdos e ineficientes y tuve que actuar yo.

Después Flame soltó a Silverio de un empujón y se marchó de allí junto a Vaati. Estaba harto de aguantar la presencia de aquellos nuevos compañeros suyos. Y lo malo es que aún quedaba un laaargo recorrido...

Flame, ya basta. Déjale ir.

El gesto de Viktor se vuelve más severo. En palabras de Elbereth, Flame salvó la situación durante la emboscada. Si ahora mataba a alguien a sangre fría, los soldados de la guardia la detendrían y el Miseria tendría que partir sin el más valioso recluta de Das Vracken.

¡Venga! ¡Qué hacemos aún aquí! ¡Al barco! Quinientas monedas, entre cinco, son cien más a cada uno de vosotros.

Cinco, se ve que Das Vracken incluye a Altair en sus cuentas. Sin reproches. Ni siquiera mira a Raíces Negadas.

Los otros dos pagos serán para vuestro próximo compañero en Porth Makenna.

En el momento que Das Vracken mencionó que le tocarían ya sus monedas, Erbrahke pensó que era mejor callar la boca y no hacer enfadar más a Flame... aunque tenía la maldita certeza que cuando más tiempo pasaran con ella, más probable acabaría siendo un problema peor. Pero hasta justo ese instante, era desde luego la mejor opción para tenerla cerca cuando volvieran a aparecer problemas.

Erbrahke empezó a subir al barco, no le gustaba Das Vracken pero esperaba que, cuantos menos problemas le diera, menos le molestaría a él...

El bardo se empezaba a replantear muchas cosas

- Puñeta, de modo que fue ella quién me salvó la vida. Uy, pues se tiene que haber enfadado mogollón con las cosas que le he dicho, pero claro, ahora una disculpa de poco va a servirle. Tal vez pueda pagarle de otra forma. Pero le voy a pagar, palabra de bardo. 

Siguió cavilando en sus pensamientos tranquilamente

- Está bien, iré con vosotros. Podeis quedaros mi oro, no preciso más que lo justo para comer. Tengo una deuda con aquella que me salvó la vida. Saldada la deuda... ya veré que hago. 

Silverio se disponía a subir al barco cuando de repente...

El guerrero entendió su repentina admisión en la tripulación y sin medir más palabras se dispuso a abordar la nave. Varios pensamientos atravesaban su mente acerca de la fiabilidad de su contratante y las posibilidades de traición, pero eran acallados por la imagen de la importante paga.

El repentino arrepentimiento del músico le causó una cierta gracia, especialmente porque resignaba su paga. Se acercó al grupo que ya habia embarcado y aguardo junto a sus nuevos compañeros.

- No te preocupes yo guardaré tu paga y así me consideraré tu deuda saldada. No necesito que hagas nada más por mi. Bueno, quizá que  toques un poco durante el viaje, si es que te encuentras bien como para hacerlo. Y tal vez que me trates con más respeto la próxima vez

Flame no había montado nunca en barco, pero no dejaría que el resto de la tripulación se lo notase por lo que se mantuvo concentrada en que no le visitasen las nauseas.