Partida Rol por web

A trompicones (como el caballo de Alice). Así entraron todos. Lo más doloroso fue pincharse con la pesada cadena de púas que la pelirroja echó al hueco de las escaleras. La entrada del enano, rodando por el suelo, no fue elegante. La de Rufus sí, saltando... cogiendo el palo de Klasius en el aire... estrellándose contra la pared interior del túnel...

La última en entrar fue la Capitana, y eso es que aún estaba estremecida por lo ocurrido. Cuando la humana cerró la trampilla, todo el túnel quedó a oscuras y en silencio. Bueno... de vez en cuando había algún "ay"... algún "que sea la última vez que me aterrizas encima"... algún "levanta tu pie de mis huevos, que me haces daño"...

Alice... había algo importante en el bosque...

Cierra el pico a tu canario o lo usaré de cebo con los lobos-amenazó el Barón Fortich.

Ahora que sí se había hecho el silencio dentro, fuera se empezaban a escuchar los ruidos del bosque. Se escuchó la llegada de los primeros lobos... Olisqueaban el suelo buscando el rastro fresco. No tardaron en encontar la trampilla. Sus zarpas arañaban la madera como si fuese tierra en la que pudiesen cavar.

Cuando lleguen aquí los lobos que se pueden poner sobre dos patas-dijo evitando nombrar la palabra licántropo-, usarán sus manos para abrir la trampilla. No hay nada con qué atrancarla. Así que empezad a caminar por el pasillo hasta el sótano de la posada. ¡Vamos! ¡Vamos!

Palpando las paredes, el túnel se muestra lo suficientemente ancho para una persona, y de un solo sentido.

El mediano mira la trampilla. Poco se puede hacer para que la trampilla no se habra. A menos que atemos a una cuerda un saco con peso. Así de primeras poco se le ocurría así que fue a la visagras y las toqueteó para que no funcionasen tan bien. El singular feriante buscaba que las visagras estuviesen deterioradas y se atascase a la hora de abrir. Para ello utilizará su equipo de ladrón, suciedad como polvo, arena y piedrecitas. Igual eso dificultaba la apertura y los lobos tardaban más en entrar. Ale, ya podemos irnos.

Antes de avanzar precipitadamente sería conveniente que alguien hiciese luz- dijo el guerrero- no se vosotros pero yo no puedo ver por donde mierdas piso. Leiath, ¿no puedes invocar el poder de tu dios para hacer luz o algo parecido? nos vendría de perlas.

Tras decir esto calla durante unos instantes, para añadir finalmente: decidme que alguien recogió mi arco del suelo- volvió a callarse durante otro rato mas hasta que recordó otro asunto importante- Flame, cuando la cosa se tranquilice un poco ya hablaremos sobre joder las espadas ajenas. 

- Si alguno tiene aceite yo tengo una lámpara. Si no, antorchas servirían- ¿Qué más dificultades podían tener?. Había gastado el aceite perdido en las brumas, donde la niebla había engullido toda la luz que había emitido su preciada lámpara. Si no tuvieran ninguna de esas cosas al menos Leiath podría conjurar la luz de Hala. Tras cerrarse la trampilla se habían quedado en la más absoluta oscuridad por lo que Onfale palpó a sus compañeros hasta encontrar el pelo revuelto de Fosco. 

-Id un poco  más adelante, necesito algo de espacio y  luz aquí.- Cuando consiguió hacerse un hueco, Onfale esperó a que se hiciera un poco de luz, ya fuera mágica o mundana.  Después ayudó a Fosco a inutilizar las bisagras. No se le daban mal los mecanismos y éstos parecían uno muy sencillo. El problema es cuánto tiempo detendrían a los lobos si, como decía el Barón, había bípedos entre ellos con inteligencia o fuerza bruta. Aún así, el perfumista se dedicó a tratar de hacer que la bisagra no girase, algo era algo. Al acabar sacó una bolsita de su petate y extendió su contenido justo después de la escalera.

- Espero que esto los ralentice un poco si consiguen bajar. Si volvemos por este túnel acordaos de que los puse aquí.- Extendió la bolsita de abrojos ocupando todo lo ancho del túnel, dejando tan solo, una pequeña franja (del ancho de su pie) en el borde libre de ellos. De esta forma, alguien que supiera que estaban ahí podía pasar pegando todo el cuerpo a la pared sin clavárselos. Cogió un poco de arena del suelo y la espolvoreó sobre los pinchos de hierro. Así ocultaría su olor y  cualquiera que viniera desprevenido, con poca luz, y con ansias de sangre, tendría más probabilidades de pisarlos.

Leiath suplicó a Hala un poco de luz y pronto el túnel quedó iluminado.

Cuando dejó de dar vueltas, el enano se mantuvo aún varios segundos sentado al pie de las escaleras con las manos en la cabeza tratando de calmar el mareo. Mientras tanto, alguno de sus compañeros preparó una desagradable sorpresa para quienquiera que pudiera seguirlos.

-¿Qué hace mi cadena armada aquí abajo?--se sorprendió al descubrirla tirada en el suelo--¿Será posible? Esto es una locura...

Poniéndose en pie, el viejo guerrero se sacudió el polvo y la tierra de encima antes de encabezar la comitiva por aquellos oscuros túneles. Su visión racial le proporcionaba una gran ventaja en semejante entorno.

-Os lo dije: bajo la superficie se está mucho más seguro. 

- Azarón, por cierto, tengo tu arco.- Onfale tendió el arco hacia el guardaespaldas de Leiath.

Extraigo un cetro solar de mi mochila pero, al ver que la bruja conjura una luz, no lo activo. Lo mantengo preparado en la mano del escudo por si se acaba el hechizo.

Examino la trampilla, buscando algo de donde se pueda agarrar una cuerda y luego busco por el suelo del pasadizo algún resto de madera o cuerda que pueda servir como cierre.

Tras hacer lo que pueda por evitar en la medida de lo posible la entrada de los licántropos me pongo en marcha aunque una idea cruza mi mente tras dar pocos pasos.

- Leiath, supongo que no podrás conjurar de nuevo esa bendición que usaste antes. Parece que los lobos no soportaban su contacto... aunque quizás fuera mejor guardarlo para después.

Gracias por recogerlo- debía empezar a dejar de tirar sus armas, o al menos de recogerlas. En cualquier caso, ahora tenían problemas mas inmediatos. 

Yo voy el último. Si los peludos logran pasar esta puerta y se acercan demasiado, los detendré todo lo que pueda- no le gustaba hacerse el héroe y esperaba que se moviesen lo suficientemente rápido como para no tener que hacerlo.

Flame miró con desaprobación la supuesta amenaza de Azaron. ¿Hablar de qué? Pensó tras las palabras del guerrero, quizá quisiera pedirle perdón o algo, por anteponer su espada a la suya. De todas formas la situación era demasiado peligrosa para comenzar una charla insustancia que lo más probable es que no terminase por llegar a nada.

Cuando el mediano abrió la boca, Flame se sorprendió, por algún motivo, pensaba que solo había uno con ellos, el carismático de Fosco, el otro había pasado tan desapercibido para la guerrera que apenas se había percatado de su presencia. Así que cuando le escuchó hablar sobre la divinidad de Leiath no pudo evitar sonreír, aunque quizá nadie entendiese la verdadera razón.

El guerrero se ofreció a colocarse en el final de la cola, pero Flame estaba dispuesta a ir también en la parte trasera. Confiaba en que el enano fuera capaz de guiarles por la oscuridad y que esta vez les diera algún motivo para mostrar que verdaderamente servía para algo y que no era una absoluta carga para el resto.

Tras usar el poder de la luz en un pequeño guijarro del suelo, se acercó hacia Onfale y Fosco para facilitarles la visión y que terminasen el trabajo lo más rápido posible.

Miró con detenimiento el estrecho túnel en el que se encontraban. Parecía una lobera. Bueno si en realidad ella iba a transformarse en una de esas horribles criaturas, podría escogerlo como su nuevo hogar - pensó con cierto humor negro. En esa esquina podría dejar los huesos de los trolls que se comiese, esa otra esquina para las heces...

La pregunta del mediano la sacó de sus lúgubres pensamientos.

Lo lamento Maese Klasius, necesitaría descansar y completar mis salmos para poder solicitar la bendición de Hala de nuevo. De hecho mi magia está casi consumida en su totalidad. Aun poseo algunos pergaminos de curación. Si alguien se encuentra mal herido, podría usarlo.

También conservo el conjuro de Purificar comida, quizás asi se atraganten los lobos cuando me coman...

Hmmm yo estoy herida Leiath dijo Fosco en su camino al segundo puesto. Yo iré segundo. No dijo nada más pues no sabía bien como decirlo. Aunque no viese también como el enano, ahora con esa luz, sus ojos brillantes podrían detectar algo en el camino...Barón Roko dijo pasando a su lado Le he visto en combate y si no llega a ser por usted... se detuvo porque no quería pensar en ello, tampoco quería terminar la frase y sólo añadió Gran combate! Digno de un gran hombre. ¿El camino es seguro o habrá trampas? Era una pregunta estúpida pues no le importaba la respuesta, no se fiaba del camino y que el barón conociese el camino no significaba que acostumbrase a ir. Y eso hizo, ponerse en segundo lugar.

Parecía que se ponían en marcha, así que Onfale ocupó su lugar en la cola (el tercero por el final, tras Azaón o Flame). El perfumista estaba preocupado, con el ceño fruncido. Como había dicho Leiath estaban cansados. ¿Cuánto duraría esta interminable persecución? No veía la salida. La visión de todos esos lobos le había hecho dudar de si la decisión de ir a Von Ziyden había sido la correcta.

- Apresurémonos.

Enano, anda rápido y no te pierdas- dijo Azaron. Era el que podía ver en la oscuridad, por lo que no tendría muchos problemas para guiarnos- Leiath, lo mejor es que vayas en medio con tu luz bien en alto. Así los que estamos detrás podremos seguirte.

Se me habían olvidado las heridas que había recibido Fosco y tras su petición de curación me acerco a él para utilizar otra de las cargas del cinturón.

Fosco sonríe a Klasius Sabes de perros, eres un gran guerrero y encima sabes curar. Eres toda una caja de sopresas. Gracias de nuevo. Y ya podían continuar su travesía...

La maga acaricio el plumaje del cuervo, sin prestar atención a las otras conversaciones, y en bajo le pregunta a su inseparable amigo. ¿Qué había hay fuera en el bosque, que vistes? Hollín, si te portas bien hoy te dejare jugar con una moneda de oro y te daré una ración doble de comida.

Las dimensiones del pasillo son incomodísimas. Los cuerpos se rozan cuando Onfale, Fosco y Klasius intentan bloquear la trampilla. En una situación de calma, lo idóneo sería tratar de levantar la trampilla para comprobar si está atascada, pero no con todos esos lobos allí fuera. Los cuerpos se vuelven a rozar cuando la gente trata de colocarse en un orden. Tanto contacto físico, el Barón Fortich lo está llevando muy mal. Trata de ignorar a Fosco y a sus vanales alabanzas, y no le responde. Cada vez está más saturado de todos estos extranjeros.

¡CRAAAAAC!-exclama eufórico Hollín ante la propuesta de Alice, pero una mala mirada de Fortich le vuelve a cerrar el pico.

Avanzan por el túnel, apretados antes y después de la luz de Hala. Al cabo de un rato, las paredes del pasillo presentan un nicho a la derecha. Pero no hay ningún cadáver en él... solo vasos extraños en un cajón desplegado¹: anchos, con un tubo en espiral que los une, y un surtido de pequeños viales que apestan a alcohol sin ni siquiera usar la nariz.

Los vinos de nuestros viñedos son famosos en todo el mundo... Vinos Andaas. Ese traidor de Mojic podía servir el mejor alcohol en su posada, y en lugar de ello se dedicaba a hacer bazofia en este alambique. Mi padre ya decía que era sospechoso que Mojic no nos comprase más género.

Un trozo de tela tapa el final del túnel. Al apartarlo, los supervivientes llegan al sótano de la posada de la Veta de Plata. Enormes barricas de pésimo licor ocupan toda una pared. También hay barriles y sacos tanto de licor como de alimentos. Algo de fruta se ha echado a perder con el paso de los días. En el lado opuesto a las barricas, unas escaleras suben a la posada.

Sigue tan segura como cuando los Barones la dejaron: con la puerta y las ventanas tapiadas. Salvo la madera utilizada en las ventanas, se han salvado bastantes mesas y sillas. Una puerta lleva a las cocinas, con sartenes y ollas, y una chimenea apagada para cocinar. Unas escaleras que suben al piso superior prometen buenas camas, y al fin un buen descanso que aplaque la fatiga de estos días.

Un paraíso en la tierra. Solo el afán de libertad llevó a los vorziydianos a salir del pueblo por el túnel del alambique, pues esta posada tenía todos los lujos si pagabas el precio de quedarte cautivo en el propio edificio.