Partida Rol por web

La niebla es fría y cala los huesos. Tendido sobre la tierra, Nikeras mira el cielo blanco. Más brillante que la luz del día, los rayos de la luna llena se filtran por la bruma impidiéndole dormir. Durante horas, en la lejanía se han escuchado aullidos lupinos. Nikeras teme que se trate de Yuris Khan, pero esconderse en los túneles para dormir le parece tan aterrador y peligroso como hacerlo a la intemperie.

Despierta a Zicko para su guardia, le ordena que vigile. El druida se tapa los ojos para obtener oscuridad y algo de descanso. Cree dormir a ratos, aunque no tiene verdadera noción de si realmente concilia el sueño o se trata de una desquiciante fase rem que le está friendo los sesos a velocidades agigantadas. Zicko ladra. Nikeras abre los ojos. Por la puerta este se aproxima una figura.

He venido a por el delicioso perro, humano. Entrégamelo sin luchar y te perdonaré la vida-dice el Hadrimoi.

En sus cuatro manos porta cuatro espadas cortas, y más dagas en su cinto. Armado hasta los dientes para poder comer. Sus brazos muestran cortes sangrantes. Se lanza a la carrera hacia el centro del patio, a gran velocidad, para dar caza a su presa.

 Nikeras abrió los ojos y se incorporó mientras intentaba entender qué estaba sucediendo. Cuando apareció la maldita criatura que quemara su forma de subir y bajar, y que ahora pretendía comerse a Zicko.

 ¡Allí viene el mal nacido!

- A ti quería verte, mierdecilla. Me alegro que me hayas ahorrado el tener que ir a buscarte. 

 Bajando la lanza termina en un siseo.

- Lamentarás el haberme tocado las narices.

 Nada más pronunciarlo, el druida se sorprendió... la fatiga, la sensación de desorientación, el escaso éxito de sus pesquisa, el pánico por Khan, tal vez la niebla, todo el mundo pidiendo que sacrifique a su compañero; o un poco de todo... habían agriado el humor del druida, siempre de talante tranquilo y pacífico, ahora sentía como le bullía la sangre en su interior.

A toda velocidad, el humanoide monstruoso salva la distancia que le separa de Zicko y lo somete a una lluvia de cortes con sus pequeñas armas. Es portentosa la velocidad de ataque del monstruo, capaz de descargar toda su furia en una sutil y armoniosa danza mortal.

Mi nombre es Blazx, hijo de Txerk, y a partir de ahora seré conocido como Blazx el "Cazador de Perros". Temblad al oír mi nombre. Jujuju... perro rico...

Zicko ya ha sido moderadamente herido en tres tajos paralelos en su costado izquierdo, perfectamente simétricos, como si fueran una garra. Sus heridas sangran profusamente.

 Asombrado por la velocidad y la cantidad de ataques que hace con todas esas espadas, Nikeras a penas puede ponerse en guardia y orar a Madre para que les de fuerzas a Zicko y a él para hacer frente a esa pesadilla.

- Mam, Dyro hug cynorthwy-ydd i ni cyn y drwg goruwchnaturiol.

 Nada más formular la plegaria, el aire se lleno del quedo sonido de un crecimiento espontáneo de corteza recubrir el cuerpo del barbudo druida y de su compañero animal. Dándoles cierta protección contra la terrible criatura.

 Por su lado el can se defiende lanzando una fuerte dentellada que aprisiona una de las piernas de la criatura e intenta tumbarla para que se esté quieta...

- Criatura del averno ¡acabaré contigo!

Por un instante el mordisco de Zicko parece que le va a hacer caer, pero el Hadrimoi recoloca sus pies a gran velocidad volviendo a recuperar el equilibrio. El monstruo se mira la herida del mordisco, siente cómo duele, huele cómo sangra...

Sí... ¡El dolor me hace más fuerte! ¡Más dolor! ¡Más dolor! ¡Dolor para todos!

Su torso se flexiona, a izquierda y derecha, con mayor velocidad que antes del mordisco. Es como si se permitiese el lujo de estudiar a Zicko con su velocidad para elegir dónde cortar. Finalmente, la danza de cuchillas se abalanza sobre el perro causando más cortes y más profundos que antes, incluso a pesar del piel robliza conjurada por Nikeras.

 La maldita criatura lanzó un nuevo torrente de ataque sobre el can de oscuro pelaje, incluso más terrible que la anterior andanada, Nikeras estaba desesperando ante el dolor y sufrimiento que sentía su compañero. Sin perder más tiempo intentó sanar sus heridas. Con una caricia que desprendió un fulgor verdoso, parte de las heridas de Zicko se cerraron mientras este continuó lanzando dentelladas. 

 De nuevo atrapó una piernecilla y tiró de esta mientras la descarnaba.

Blazx empezaba a perder velocidad, hasta que recibió un nuevo mordisco de Zicko. Con fuerzas renovadas, el Hadrimoi recupera su agilidad y logra mantenerse en pie a pesar de los tirones del perro. Contraataca. De nuevo un enjambre de cuchilladas acosan a Zicko, pero esta vez la barda... el pelaje... y la carne endurecida como la corteza de un árbol, amortiguan por completo la totalidad de los golpes.

 La criatura seguía mostrandose con ganas de luchar, sus brazos parecían un borrón al moverse tan rápidamente acosando al mastín con las hojas afiladas.

 Nikeras, no dispuesto a dar tregua alguna, oró de nuevo suplicando a Madre. Esta vez los cuerpos del druida y su compañero sintieron como la fuerza de Madre les embriaga para hacer frente a la aberración. El oscuro perro lanzó una nueva dentellada, pero la criatura apercibida ya de los colmillos del can, estuvo lo suficientemente alerta como para esquivarlos... por el momento.

- Malnacido, criatura del averno. Habla, ¿qué es este lugar?

Blazx volvía a lanzar una andanada de estocadas, cada vez más despacio. Estaba perdiendo velocidad.

Mi gente era nómada. Vagábamos por el mundo como criaturas libres. Hasta que el líder decidió establecerse. Y creamos un refugio... con el tiempo un pueblo... con el tiempo una ciudad... Y los Ushemoi crecimos en número. Bienvenido a mi hogar, humano...

Y con un golpe certero, hirió de nuevo a Zicko. Y luego rió.

 Nikeras, lejos de detenerse, buscó flanquear a la criatura dando un leve rodeo lejos del alcance de las afiladas hojas del maldito engendro, para poder atacar más eficazmente a la criatura entre Zicko y él...

- Eso no es una ciudad, solo son unas mazmorras abandonadas. ¡Mientes!

 Las palabras distrajeron a la criatura, o por lo menos los suficiente, como para que el siguiente ataque de Zicko alcanzara la curva del cuello, clavando profundamente sus dientes en el cuerpo escuálido de la criatura y empezó a tirar de él. En ese momento Nikeras lanzó su primera estocada, alcanzando un muslo de la criatura... No era un combate honorable, era un combate para sobrevivir, para vivir un día más.

Blazx seguía con la mirada la maniobra envolvente de Nikeras. Por eso, y solo por eso, Zicko logró esta vez derribarle. El Hadrimoi se levantó con su característica velocidad, para acto seguido abalanzarse sobre Nikeras con una de las espadas cortas en alto.

¡Te dije que no intervinieses, sucio humano! ¡Ahora me cobraré tu vida! ¡AAAARGH...!

 Atentos, y en posición ventajosa, tanto Nikeras como el can atacaron al desquiciado ser. Colmillos y lanza dañaron el maltrecho cuerpo sangrante de tantas heridas.

 En cualquier caso las palabras del maldito ser le chocaron, ¿qué clase de perturbada mente podría suponer que él podría entregar a su compañero sin hacer todo lo que estuviera en su mano para defenderlo?

El cuerpo del Hadrimoi cae sin vida hacia delante, ensartándose en la lanza. Nikeras sintió un peso liviano en su brazo derecho, realmente no se trataba de un enemigo muy corpulento, y más cuando la Madre Naturaleza potencia tu fuerza interior. Eso sí, las heridas del humanoide gotearon sobre la ropa de Nikeras, ya manchada de ayer con la sangre de las dos docenas de farfulleros a las que se enfrentaron Zicko y él.

Eso no solucionaba nada. Sí, había eliminado a una amenaza... Pero seguían atrapados aquí abajo, y con dos túneles inexplorados por asegurar. El sur era completamente desconocido. El este era el que conducía al lugar en el que el Hadrimoi había pasado el día antes de atacar.

 Con un suspiro acarició al can un par de veces antes de apartar las espadas cortas, e inspeccionó al cuerpo del humanoide, mirando de detener las hemorragias más graves, usando para ello ropa del mismo Blazx. Ahora que estaba desarmado, y debilitado, tal vez fuera más dado a hablar pacíficamente...

 Una vez intentado salvar la vida de aquel ser, guardó las espadas en su mochila, al igual que cualquier otra cosa que pudiera tener ese ser y pudiera resultar peligroso de forma alguna. Al terminar sentía de nuevo como le golpeaba sordamente la fatiga acumulada de los últimos días.

Nikeras guardó todas las armas que encontró en Blazx. En total, cuatro espadas cortas y cuatro dagas, de no muy buena calidad. Al volver su atención sobre el paciente, comprobó que aún seguía con vida. Inconsciente, susurraba en sueños.

Muerte a los extranjeros...

...el dolor me hace más fuerte...

...hoy comeré pulpo.

Solo... estoy solo...

Cuidado con las llamas del dr... drrrr...

Ddddrrrrico perro estofado.

 Una vez detenidas las hemorragias, con la criatura estabilizada y parloteando entre agitados sueños, Nikeras suspira mientras mira sin terminar de creer de qué forma se complica la vida. A diferencia de la vez anterior, con esta criatura podía llegar a razonar, por hostil o agresiva que se mostrara, por lo menos podía responder. Y al fin y al cabo era una vida, y cuando atacó a Zicko, lo hizo como lo haría un lobo sobre una cría de venado. Pero ahora acababa de sumarse una responsabilidad más, una criatura que alimentar, y de la que cuidar mientras estuviera bajo su protección. Como si su situación no fuera suficientemente desesperada, atrapado en un agujero, sin cuerdas, y cada vez con menos provisiones... ni siquiera una fuente de luz estable.

 Con esos pensamientos el hombre se sentó de nuevo en el suelo, apoyado en la pared. Reflexionando en su situación, Zicko, sintiendo la inquietud del hombre se recostó junto a él, poniendo su cabeza sobre las piernas del barbudo druida. Con una familiar oración, Nikeras le preguntó a Zicko, mientras le acariciaba la cabeza.

- Descansemos un poco, cuando haya recuperado un poco el vigor, oraré a Madre para que nos de fuerzas para salir de aquí. Espero que este ser nos pueda contar qué hay en los otros túneles y nos ahorremos el ese tiempo en investigar y en caer en más trampas.- Tras una pausa acariciando tras las orejas al can añadió.- Intentaré hacer una cabezada, vigílale, no debería ser un peligro en su estado, pero será mejor tener un ojo sobre él.

Grrrr... Para ti ser fácil perdonar. No ser a ti a quién clavar colmillos de metal. Pero mejor este dos patas que un lagarto grande.

Zicko colocó las patas delanteras sobre el torso del humanoide y se le quedó gruñendo. Nikeras volvió a revisar el equipo del Hadrimoi. Si el filo de las espadas fuese de mithril, sería lo suficientemente fino para introducirlo entre los bloques de piedra de la mampostería. Si fuese de adamantina, podría hundir la espada en la piedra directamente. Pero aquello era acero del malo.

El Hadrimoi llevaba también una capa con capucha, chaleco y pantalón. Su cinto lucía las fundas para sus cuatro dagas y sus cuatro espadas cortas. Y sus botas... sus botan irradiaban magia.

Al examinar los brazos, Nikeras observa lo que ya sabía. Multitud de cortes en los brazos, como si se hubiese intentado cortar las venas una y otra vez. Pero Nikeras sabía que no se trataba de un intento de suicidio, sino de un método poco ortodoxo para que la adrenalina mantuviese a Blazx en plenitud de sus facultades físicas.

 - Ciertamente no fui yo quien recibió el daño, pero de haber sido el caso, de haberlo aguantado, hubiera actuado igual... y lo sabes. Igual que sabes que sin ti no lo hubiera logrado.- Tras un momento rascándole tras la oreja añade.- A ver si cuando salimos de aquí encontramos carne fresca para añadir a nuestras reservas. El mejor trozo será para ti.

 Sorprendido por la magia detectada en las botas de aquel ser, sin dudarlo, se las quitó y examinó, comprobándolas con sus pies. Tras inspeccionar el resto del contenido, los bolsillos de capa y chaleco, tomó la capa y rasgó tres largas tiras  de una pulgada de grosor. Y maniató los pares de manos al ser, dos delante, y dos detrás. Finalmente anudó una tercera tira en los tobillos descalzos. Luego le cubrió con los restos de su capa. 

 No era la mejor forma de descansar y menos estando tan mal herido. Sacó una de las últimas bayas y se la hizo tragar. Sería suficiente para saciarlo y evitar que las heridas empeoraran... o eso esperaba.

 Finalmente se tumbó y arrebujadó en su capa para tratar de descansar un poco.

¡Guau!

El ladrido de Zicko, bajo los efectos del hablar con los animales, debe ser atendido más como una interjección de alegría que como un ladrido en sí. El aura de las botas es transmutadora. ¡Brujería! ¡Malvada magia arcana que no tiene que ver con los conjuros de la Madre!

 Trasnmutación... el druida inspeccionó con recelo aquellas botas. Mirando si obraba algo en el inconsciente hadrimoi al quitárselas. Luego las olió y las toqueteó, mirando su suela y hebillas, buscando alguna inscripción u otro adorno. Luego las dejó en el suelo, luego las apoyó en la pared, finalmente las guardó en la mochila junto a las armas.

 Mejor que no las use el extraño hasta que no sepa para que pueden servir esas botas.

 Finalmente se recostó e intentó descansar hasta la hora de sus oraciones.