Partida Rol por web

Quizás por el ataque en plena noche, la cabezada que dió Nikeras fue la mejor en mucho tiempo. Pero eso no era decir mucho. Soñó con Blazx, atacándole de nuevo. Una y otra vez fragmentos de lo mismo. En ocasiones Blazx vencía. Se llevaba a Zicko y dejaba a Nikeras llorando su muerte. Otras veces, Blazx huía por el túnel y Zicko le seguía dejando al druida atrás con la incertidumbre de si su perro estaría bien. Un retazo de la pesadilla fugaz terminaba con el Hadrimoi transformándose en una gigantesca araña, lo cual no tenía ningún sentido porque todo amante de la naturaleza sabe que las arañas tienen ocho patas, y los Hadrimoi dos piernas y cuatro manos.

Cuando despertó, Zicko gruñía amenazante a un Hadrimoi ya despierto. Blazx seguía atado, mirando con terror a lo que podría haber sido un desayuno apetitoso.

¡Quítamelo de encima, humano! ¡Llama a tu perro!

 Nikeras abrió los ojos, con la lanza entre las manos, miró la escena entre el maltrecho hadrimoi y Zicko. Ante los gritos del detestable ser, el barbudo Nikeras simplemente sacó un saquito con hierba, llenó la cazoleta de su pipa y, con paciencia, la encendió, dando profundas caladas de la pipa.

- Estate quieto, y no te gruñirá o lastimará.- Tras una nueva calada perfumada, añadió.- Le pedí que te vigilara para que no cometieras estupidez alguna. Sé bueno, y no te comerá. No como tu pretendiste comértelo.

 El entrecano druida dio unas cuantas bocanadas mientras rebuscó entre sus pertenencias les últimas bayas, tomó una de ellas y tanto él como Zicko se nutrieron de la fuerza de Madre. Luego centró su atención en aquel ser, estudiando como empezar, meditando entre caladas, con la lanza apoyada en su regazo.

- Creo recordar.- Empezó diciendo.- Que te llamas Blaszx, y que eres el último residente de este... enclave. ¿Donde están el resto de los moradores? ¿Qué hay en los distintos pasajes? No tengo interés en matarte o dañarte, muestra de ello está en que evite que murieras e incluso usé parte de mis aptitudes para sanarte y darte alimento. Si quedo satisfecho con la información te dejaré marchar. ¿Coperarás?

¿Me has salvado? Entonces eres mi Ihgarska. Ihgarska es una palabra de los Ushemoi que significa hermano. He contraído una deuda de sangre contigo. Te ayudaré, te lo contaré todo...

Escuchó con atención a Nikeras, mucho más quieto que antes.

Blazx-corrigió, para luego dar más énfasis a la pronunciación-. Me llamo Blazzzzzzx. Con ceta. No Blaszx. Blaszx sería un nombre ridículo.

El resto de los Ushemoi desaparecieron cuando yo era niño. Los Invasores tomaron nuestra guarida durante varios años y nos esclavizaron para obtener más cristales. Cuando tuvieron suficientes cristales, se llevaron a todos... como alimento.

Yo conseguí esconderme. Era una cría pequeña y rápida. Pude meterme en un resquicio. No fue suficiente. Los Invasores detectaban tus pensamientos. Tenía que dejar de pensar. Me golpeé la cabeza hasta quedar inconsciente. Cuando desperté, los demás ya no estaban. Ya no había nadie. Estaba solo.

Los Invasores rodeaban con sus cuatro tentáculos el cráneo de los Ushemoi y luego... y luego... Uggggh...-Blazx se estremece como si estuviese reviviendo la pesadilla-Comían cerebros. No se puede vivir sin cerebro. No se puede.

Las casas de los Ushemoi están por el mismo túnel por el que me viste salir hace un par de horas-el túnel este-. Era el núcleo de la colonia. Pero después nuestros sacerdotes nos hicieron cavar en esta dirección. Los Dioses lo ordenaban. Construimos el pasillo de la izquierda-el túnel sur-, y encontramos cristales. Cristales valiosos. Comerciamos en el exterior, les dimos a los extranjeros cristales y dejamos que sus objetos de vanidad y soberbia entraran en la colonia.

Después, Hodox IV ascendió al trono. Fue un Rey ejemplar, que supo mantener el control y la estabilidad gobernando con puño de hierro. El rey Hodox IV terminó con la casta de sacerdotes y prohibió el comercio con el exterior que traía la perdición moral a nuestra raza, recuperando así los viejos valores.

Hodox IV ordenó la construcción del corredor de enfrente-túnel oeste-. Un largo pasillo al final del cual poder guardar los cristales para los Ushemoi y solo para los Ushemoi. Pero había Ushemois desobedientes, mal influenciados por los extranjeros, que trataron de robar. Sobretodo Hadrimois rápidos capaces de cruzar la enorme distancia de los túneles en poco tiempo. Así que el Rey mandó cavar hacia la derecha-túnel norte-para construir una prisión en la que castigar a los robacristales. Era un Rey sabio, así que ponía a los prisioneros a cavar y cavar para que estuviesen cansados y no intentasen escapar. Y así el pasillo de la derecha se convirtió en el más largo de todos.

 Nikeras asintió ante la corrección.

 - Blazx, no Blaszx, entiendido.- Repitió enmendando desliz.

 - Mi nombre es Nikeras y este es mi compañero Zicko.- Dijo acariciando el musculoso cuello peludo del perro lobo.

 Luego escuchó detenidamente el relato que el hadrimoi le contaba, recordando el extraño túnel en forma de círculo por el que regreso sin toparse sin ninguna intersección, el que contaba con los gravados en sus dibujos. Luego identificó el túnel que describió como las mazmorras... el más largo y el que contaba con aquella depresión en la que aparecían aquellos seres bestiales e irracionales. Nikeras se mesaba la barba entre caladas de su pipa mientras asentía, imaginando como podrían ser esos seres pulpo succionadores de cerebro.

 - Dime, Blazx, ¿cuanto tiempo hace de que esos Invasores se fueron con los ushemoi, cuanto tiempo que estás solo en este lugar? Y esas criaturas al fondo del túnel de las mazmorras, ¿cómo es que aparecen, con qué fin? Cuando me vieron se exaltaron y se lanzaron hasta el último contra nosotros... tuvimos que defendernos matando hasta el último de aquellas criaturas.

 Tras otra calada, añadió.

 - Que te abalanzaras sobre Zicko supongo que significa que no debe quedar comida alguna en la ciudad. ¿Por qué sigues aquí?

Los Invasores se fueron hace... no sé... Yo era una cría, y cuando me quedé solo no me preocupé de suplir las funciones del Heraldo del Calendario. Contar los días no es importante si tienes muchas cosas que hacer. Quizás veinte o treinta años. Puede que más.

Y ni idea de qué criaturas me hablas. Kak, kak. Yo no suelo venir por aquí. Solo dejé la zona de casas porque escuché el derrumbe. Luego vi pisadas hacia el pasillo de las mazmorras y decidí seguirlas. Y te encontré a ti.

Me quedo en la zona de casas porque es segura y hay muchos sitios en los que esconderse. Quería comerme a... a Zicko, porque allí solo tengo ese asqueroso naguki. Naguki para desayunar. Naguki para comer. Naguki para cenar. Siempre naguki.

Cuando era pequeño, los Invasores no solo se llevaron a los Ushemoi. También el ganado con cerebro: vacas, perros... Y dejaron atrás a los pulgones gigantes a los que no podían chuparles los sesos. Los ordeñé hasta que fui lo suficientemente grande para tirar de ellos hasta el matadero. Luego, cuando me comí al último pulgón, ya solo me quedó el maloliente naguki. Día tras día en el huerto, cultivando ese insípido hongo que solo sirve de pienso para las vacas. Puaj. No más naguki, gracias. No si hay perro. Perdón, quiero decir que cuando vi a Zicko me hice ilusiones de volver a comer carne de perro, como cuando era una cría y no había Invasores.

 A Nikeras le sorprendieron varias de las cosas que había dicho Blazx, fue asintiendo mecánicamente, mientras fumaba de su pipa.

 ¿Entonces por qué aparecen aquellas criaturas?, ¿Qué las manda hasta aquí y con qué fin?

 Cuando le dice cuanto tiempo hace que está solo aquí el druida parece atragantarse...

 Veinte o treinta años... ¿y no ha pensado en salir de aquí?

 - Veinte o treinta años... eso es mucho tiempo para estar solo. ¿Por qué te recluiste aquí, no podías salir, no sentías curiosidad por lo que había en la superficie?

Brlrlrlrlr... NO. Nononono... Prefiero comer cien años Naguki antes de ver el exterior y correr el riesgo de cruzarme con otro de esos Invasores comecerebros con tentáculos. Esto es más seguro. Allá fuera habría muerto hace mucho, mucho tiempo.

 Nikeras contempló la reacción de Balzx entre caladas, permaneció tranquilo.

 Debe ser algún trastorno por el miedo pasado y los años de confinamiento. ¿Quien soy yo para sacarlo de este sitio? Quizás lo mejor para todo el mundo será que se quede aquí... ya tengo suficientes quebraderos de cabeza que ir por el mundo haciendo de terapeuta. Por cierto, ahora que tengo una idea de lo que hay en los otros dos túneles, tal vez haya llegado el momento de dejar de perder el tiempo e intentar hacer algo más útil. Aunque... tal vez, ya tenga algo... una ciudad subterránea, tal vez este pueda ser un refugio temporal adecuado.

- Lo entiendo, lo entiendo. Pero supongo que te alegrará saber que no he escuchado nada de esos... succionadores de mentes en la superficie, en esta región. Tal vez estaría bien que dieras un vistazo. Es más si quieres comer carne fresca, esperaba cazar algo pronto, se lo prometí a Zicko. Supongo que podría encontrar para ambos.

Blazx ignora la parte de la conversación en la que se le anima a salir de su autoconfinamiento. Probablemente eso sea debido a que la posibilidad de comer carne le resulta más interesante.

Tú... ¿en serio sabes cazar? Pffff... No, no, no, no... No hay nada aquí abajo que se pueda cazar. Oh... ¿Cazar fuera? ¿Es eso? Ufff.

Es como para pensárselo. Una buena costilleta, a cambio de aventurarse en el exterior. ¿Pero y si se pierden y luego no saben volver? ¿Realmente puede Blazx fiarse de un extranjero, cuando por todos es sabido que los extranjeros solo traen desgracias a los Ushemoi?

Si realmente fueses cazador, aún deberías llevar carne en tu mochila. Carne de alguna pieza cobrada hace poco. No te pido que me la des. Solo que me la enseñes. Si no has cazado nada en mucho tiempo, es que no hay nada que cazar en la, como tu lo llamaste, "la región". O la hay, y no está entre tus habilidades cazarla. Enséñame carne y te creeré tus fanfarronadas, Cazador.

Carne... Nikeras hace casi una semana que probó su último bocado de carne, y desde luego no lleva ningún resto en su equipaje. En las Brumas todo es más difícil, hasta encontrar alimento. En cualquier caso, Nikeras no necesita demostrar nada a nadie. Él sabe cazar, intentar demostrárselo a los demás es un acto de soberbia impropia de un druida serio.

 Nikeras continuó fumando de la pipa, escuchando a Balzx, cuando este le pidió una muestra, el druida comentó:

 - Hace días que estoy en este lugar, y no he podido cazar nada, la carne hace tiempo que se me terminó, las últimas comidas las he obtenido por gracia de Madre. Quien bendijo unas bayas para darnos sustento. Como la que usé para saciar tu hambre y salvarte de las puertas de la muerte. Así que no tengo muestra alguna para ti.

 Con otra calada comentó.

 - Pronto partiré de este lugar, pues parece que ya he hecho todo lo que tenía que hacer por aquí. Cuando salga serás libre de quedarte, o acompañarme.- Luego miró hacia el promontorio de tierra que levantó para auparse y ascender por la cuerda ahora quemada.- Por cierto, ¿fuiste tú quien prendiste fuego a la cuerda, verdad? Lo justo es que me indicaras como poder salir, ya que fuiste tú quien me cortó la salida.

 Tenía otra forma para salir en caso de ser necesario, pero no quería abusara de los regalos de Madre pudiendo evitarlo.

Jejeje... Sí, le prendí yo fuego... Aaaauwrl-gruñe, casi como en un resoplido-. El acceso original a este lugar está en la zona de casas. Una rampa sube hasta la Gran Estalactita. Después sigue subiendo por el interior de la roca. Nunca me he acercado lo suficiente para ver a dónde sale, pero según contaban mis mayores cuando yo era una cría, por allí los pioneros Ushemoi se habrieron paso hasta la seguridad de la caverna y empezaron a construir nuestra gloriosa ciudad.

 El canoso hombre se mesó la barba cuando Blazx pareció celebrar su idea de prender fuego a la cuerda. Eso tenía una cosa buena y otra mala, la buena es que parecía ratificar que por ahí no parecía haber otra gente. La mala, evidentemente, era que se le dificultaba la salida por ese punto. Había la posibilidad de ir por la ciudad subterránea, pero tras tantos años era de esperar que estuviera obstruido o habitado por otros moradores. A parte de que por muy sumiso y colaborador que se mostrara el hadrimoi, tal vez entre sus dominios cambiara de parecer.

- Ya veo.- Fue todo lo que añadió el Nikeras antes de levantarse apoyándose en la lanza.- Tengo que hacer unas oraciones y agradecer a Madre su atención. Aprovecha para descansar.

 Dijo sin concretar más antes de orientarse al norte y tras sentarse en medio del espacio inundado de nieblas, el druida reflexionó sobre sus preceptos.

 Al terminar las oraciones, el barbudo humano se incorporó expulsando el polvo de sus ropas descoloridas y manchadas por la intemperie mientras se acerca de Blazx.

 - Bien, creo que Madre me ha ayudado a determinar mi siguiente movimiento.- O eso espero.- En mi egocentrismo creí que Madre me había puesto en este lugar para explorarlo, pero tras lo acaecido los últimos días... y mis encuentros, creo que simplemente fue casualidad, y que debo reanudar mis obligaciones antes de que sea demasiado tarde.

 Acarició el peludo cráneo de Zicko antes de pronunciar su súplica:

 - Mam, yn y cyfnod hwn o ddryswch y gall fy arwain i barhau i ymarfer fy nyletswydd.

 En respuesta a su súplica, un leve fulgor verdoso bañó por unos instantes las manos y los pies del druida y las patas de del perro lobo. Luego tras un momento de extrañez apoyó su mano en el muro y puso el pie contrario en su superficie... y cuando se dio cuenta ya estaba levantando el otro pie para apoyarlo en el muro un poco más arriba, quedando pegado a él pudiendo trepar por la superficie tallada como si fuera la cosa más sencilla del mundo.

 - Ven Zicko, ya no tenemos nada por hacer aquí.

 El can, siguió confiado los pasos de su compañero muro arriba. Hasta alcanzar su altura. Una vez en la cúspide, ante el asombro del maltrecho hadrimoi, el druida sacó una de las dagas, la sospesó un momento y la arrojó al humanoide para que este pueda liberarse de sus ataduras.

 - Me has servido respondiendo mis preguntas, y como te dije que haría, te libero.- Dijo apoyado con el asta de su lanza de fresno a modo de cayado.- Eres libre de quedarte en este lugar, ahora abierto y accesible a cualquier peligro tras el derrumbe del techo de esta sala, o acompañarme en la superficie. ¿Qué me dices, Blazx de los Ushemoi?

Aunque hubiese quedado muy emotivo responder que sí tras semejante demostración de Nikeras, lo cierto es que el cuerpo de Blazx seguía muy malherido como para embarcarse en ningún viaje. Trató de reunir sus menguadas fuerzas para girar su cuerpo sobre la tierra y acercarse a la daga pero, tras medio giro, el Hadrimoi volvió a su posición original. Boca arriba. Mirando al cielo brumoso.

Mi deber está en seguir a mi Ihgarska en pago por mi propia vida, pero me siento incapaz de seguir tu ritmo. En estos momentos solo te retrasaría. Así que antes de irte solo te pido que me liberes de mi obligación de honor. Dime que mi promesa está rota y vete dejándome aquí. Yo soy una decepción para mi raza.

 El druida escuchó las palabras del lastimero hadrimoi.

 - Doy por pagada tu deuda, Blazx. No por que estime en poco tu vida, sino por que me has sido de gran ayuda. Adiós Blazx, el último ushemoi.

 Sin añadir más a sus palabras el druida emprendió su marcha. Retomando la que tenía en mente en cuanto llegara aquí, días atrás. Dirigiéndose al este.

***

 Los primeros pasos, a pesar de la escasa visibilidad, le resultaron especialmente agradables, tras tantos días de aislamiento en aquellas ruinas, bajo tierra, por pasajes de oscuridad impenetrable, hacia un destino incierto. Los olores invadían de nuevo su olfato, la textura bajo sus botas, el aire, los sonidos. Era gratificante regresar al abrazo de Madre. Lo primero que hizo, dejándose vencer por las ganas de fruir de la gracia de la vida, y cumpliendo con sus palabras, buscó dar caza a una pequeña presa para alimentarse él y Zicko.

 Los sentidos de Nikeras se expandieron, escuchando, encontrando e identificando los distintos rastros que había por la zona más allá del tupido matorral de espinos. Allí encontró una cierva acompañado a su cría... la presa perfecta. Entre Zicko y el druido, sin mediar palabra, buscaron dar un rodeo a las presas, una vez ubicados, el Nikeras salió de la espesura y alcanzó de una lanzada a la cría, dejándola malherida, pero lo suficientemente viva como para intentar escapar... hacia las fauces de Zicko. 

 Tras dar gracias a Madre el druida despiezó el cervatillo. Dejando que Zicko saciara su hambre con las partes que le gustaban más, mientras él separó unos trozos de carne y las empaló en unas ramas para poderlas cocer con un pequeño fuego que encendió para tal fin. Tras ese pequeño festín. Aún sobraba bastante carne. Allí sentado, contemplando la perenne niebla lechosa, Nikeras sintió el extraño impulso de dar parte de esta a aquel pobre diablo que sobrevivía en aquellas ruinas... Finalmente tomó la carne sobrante, no era mucha, pero sin lugar a dudas deseosa para alguien que soñaba con ella. Enrolló la carne con el pellejo y clavó una de las dagas de Blazx para mantener el hatillo unido y mandar con la daga un mensaje al hadrimoi. Atravesó de nuevo el matorral de espinos, hasta la sala abierta y tras dar un vistazo deslizó la carne en su interior.

Al volver al borde de las ruinas, miró hacia abajo. Blazx no estaba. En su lugar había quedado un enorme charco de sangre. También había uno de esos agresivos farfulleros, en solitario. Estaba a cuatro patas, lamiendo la sangre para beber.  No hay restos de un cadáver, ni huesos, ni ropa, ni carne. Esto exime al pequeño humanoide de ser responsable de la muerte de Blazx. Es probable que una criatura más grande lo comiera de un bocado (de ahí la ausencia de cuerpo), y que el farfullero solo esté jugando el papel de carroñero ocasional.

De momento el bichejo está solo, bebiendo sangre. No ha reparado en la presencia de Nikeras, con lo cual sería facilmente reducible en caso de bajar al patio. Por otro lado, en todo este tiempo el efecto del trepar cual arácnido ha difuminado su magia, con lo cual la movilidad de nuestro protagonista está más limitada que al principio de la mañana.

A espaldas del druida, suena la voz lastimera de Zicko, que quiere ir junto a su compañero de manada. Es solo que las espinas del matorral lo están disuadiendo de hacerlo.

 Al final el quedarte aquí te ha matado.

 Nikeras intentó hacer se una idea de si había algún rastro de las telas que usara para atar el hadrimoi, no le gustaría que lo que se hubiera zampado a Blazx lo hubiera podido hacer con él indefenso.

 Intentó hacerse una idea de qué clase de criatura podría haberse zampado de un bocado a un humanoide como Blazx de un solo bocado, idea con la que fue regresando junto a Zicko.

- Vayámonos, ya hemos estado demasiado tiempo aquí.- Dice con una nota de pesar en su voz cuando se agacha junto al can, a quién bendijo con una oración a Madre, que le permitió sanar poco a poco, pero a ojos vista, las distintas heridas que tenía de las cuchilladas.

 Sin añadir más se puso en marcha dirección este.

Nikeras y Zicko retomaron el camino entre la niebla, que hoy parecía menos densa. Eso permitía ver mejor el cielo y distinguir el sol para ubicar el este. Todo un bálsamo de esperanza para lo que habían sido las dos últimas semanas. Y al cabo de unas horas de buena caminata, Nikeras empezó a sentir una presencia inquietante... Pero se relajó. Si había algo allí, acechándole, el olfato de Zicko lo detectaría y su ladrido delataría a la amenaza.

Pero unos minutos después, la sombra ya no pudo aguantarse más las ganas. Su cuerpo etéreo abandonó la seguridad de la penumbra y fue finalmente divisado. Zicko lanzó un gruñido lacónico, y retrocedió para alejarse. El perro estaba inseguro, temeroso de lo sobrenatural. Nikeras también lo vió. Sin tiempo para reaccionar, vió a la sombra lanzarse en linea recta. Tenía unas formas redondeadas, rechonchas, como si en vida hubiese pertenecido a un enano. ¿Se trataba de aquel enano desmemoriado que conoció en las montañas Balinok? ¿Aquel que no recordaba su nombre y que ahora parecía haber también olvidado su cuerpo? El druida no conocía a ningún otro en la región.

El enano sombra se cruzó en su trayectoria con el brazo de Nikeras, rozándolo y haciéndole sentir un frío de sepulcro. Notó su brazo más pesado, como entumecido. Y sin embargo lo que no notó fue el contacto en su piel. Aquel manchón oscuro era insustancial, y por primera vez Nikeras se enfrentaba a algo de lo que el mordisco de Zicko no podría defenderle.