Partida Rol por web

Cuando Le Noir le dio la nota al guardia este la miró e hizo una extraña mueca con la boca luego miró al inspector y confesó:

Señor, no... titubeó no puedo abandonar mi puesto, si lo hago sin un relevo me sancionarán... o algo peor.

sin más explicaciones extendió su brazo y devolvió la nota al casaca como si esta le quemara en las manos.

Por cierto, si se me permite, claro, no quisiera ser indiscreto... hace unos instantes un tipo con pinta de trabajar en los archivos me ha dicho que si veía a un par de inspectores Casacas Negras les dijera que se ha ido por ahí señaló una calle estrecha y sombría que parecía recorrer en paralelo la muralla divisoria. Supongo que son ustedes

Saludo marcialmente y se dispuso a  continuar con su vigilancia

Aquello no se lo esperaba, aunque el enfado visceral causado por el rechazo del guardia, y porque llevaba un mal día, se pasó rápidamente ante la declaración de este.

¿El hombre al que perseguía minutos antes ahora les marcaba el camino? ¿O era una trampa para hacerles perder tiempo? No estaba seguro, pero no quería dejar pasar una oportunidad como aquella.

Con una sonrisa intentando ser diplomático miró a su compañero.

- ¿Crees que podemos perder diez minutos Black? 

Todas las alarmas se dispararon en la mente de Antonie, cada palabra del guardia gritaban ¡TRAMPA!, pero no podían perder la oportunidad de descubrir algo que podía ser importante. Si el tipo aquel pertenecia al grupo de funcionarios que trabajaban en los archivos podía tener alguna información útil.

-Podemos perder algo más, mon amie- respondió a su compañero mientras miraba en la dirección que les había indicado el guardia -pero no tenemos muchas alternativas actualmente. Así que... prepárate para cualquier cosa- él mismo comprobó que su daga entraba y salía perfectamente de su vaina y que su pistola estaba cargada y lista para ser usada. No quería que le pillaran por sorpresa.

-Después de tí- dijo con un ademán. No pensaba dejar al descubierto a su compañero, era un seguro de vida, pero le gustaba crispar a Le Noir.

La pareja de inspectores avanzó por aquel callejón siguiendo la pared divisoria entre el distrito portuario y del mercado, a un lado la pared, al otro las partes trasera de los edificios de la zona y las callejas que llegaban a morir ahí.

Caminaron respirando a peligro en cada esquina que sorteaban y se posicionaron espalda con espalda hasta estar seguros de que no había emboscada alguna. Al fin llegaron al final, allí donde la pared moría a manos de la inmensa muralla exterior. Entonces sus temores se cumplieron, de la última calleja, la más pegada a la muralla exterior, aparecieron dos tipos embozados en capas y sombreros de ala ancha con penachos rojos empuñando ropera y mengauche. Tras hacerse notar al dar unos golpes con las espadas contra la muralla, de la calleja que quedaba ahora a sus espaldas salieron dos más.

Y allí estaba; la emboscada que había pensado sufrir apenas media hora antes, se presentaba ante él de manera peligrosa, amenazando su vida y su misión. En esos momentos, frente a cuatro hombres bien armados, agradecía dos cosas: la primera, y que siempre tenía en mente, era ser precavido y tener sus armas listas y su pistola cargada, cosa que, por suerte, había hecho hacía rato. La segunda, y que no sirviera de precedente, era tener a Black a su lado igual de preparado que él. 

Aquellos hombres debían de ser muy osados o muy tontos para enfrentarse a dos Casacas Negras en la ciudad, pero pronto descubrirían que tanto una cosa como la otra se pagaban caro en esa vida.

Desenfundó su arma, apuntando con ella a uno de los que habían aparecido primero y que golpeaban la fría piedra con su afilada espada, y repasó una vez más lo que estaba por venir. 

Disparo. Pistola al suelo. Desenvainar puñal y estoque. Parada, finta, fondo y romper. 

Era sencillo. Esgrima básica que bien realizada acabaría con aquellos matones a sueldo. 

Miró a Antoine de reojo, viendo como también se ponía en guardia, y sonrió. Aquello iba a ser interesante, pensó mientras aguardaba el momento, analizando la situación.

1. Perdón, me descuidé de pediros que también lanzaseis una tirada de iniciativa. Ésta descubierta
2. Si no entendéis algo de como jugar las iniciativas este es el momento.
3. Ah, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido regeneráis un puntito de magia

Con la pistola levantada a la altura de su mirada, cerró un ojo mientras apuntaba definitivamente al hombre que había dado los golpes sobre la muralla para alertar a sus compañeros o porque se sentía muy seguro de no necesitar el factor sorpresa. Ese caería primero.

Cuando aquellos embozados con las armas desenvainadas la cara de Antoine no varió ni un ápice, se esperaba la emboscada desde que entraron en el callejón. Incluso una leve sonrísa apareció en sus labios, como odiaba tener razón...

Cuando su compañero levantó su arma él hizo lo propio y, poniendo espalda contra espalda con su compañero, levantó su pistola y apuntó a uno de los atacantes que aparecieron en su retaguardia, era una maniobra clásica de la academia, apuntar, disparar y cargar. Estaban sobradamente preparados.

Mientras no dejaba de apuntar al sujeto de su derecha, sacó su daga y empuñándola con fuerza esperó. No había que precipitarse.

MALOTES:

Ataque:

espada y mein gauche: 8

espada: 7

mein gauche: 6

Defensa física:

con mein gauche: 8

normal: 7

Defensa mágica:

Física: 7

Mental: 2+dificultad

Puntos de vida: 14

Iniciativa: 2

Sin mediar palabra los inspectores se prepararon pistola en ristre lo que hizo que los maleates que emboscaban, véase por miedo a caer bajo el fuego o por las prisas de acabar rápido, se abalanzaron en una carga por ambos flancos con un discreto rugido.

Al percibir un movimiento que anunciaba el ataque de sus enemigos, el inspector apretó el gatillo de su pistola que cuidadosamente había mantenido apuntando al pecho de uno de ellos.

Acto seguido arrojó su arma hacia la pareja, más que con la intención de hacer daño, para detener minimamente su avance y, levantando su daga, esperó en posición de defensa.

Siguiente Le Noir

Siguiendo el ejemplo de su compañero apretó el gatillo en cuanto aquellos matones empezaron a correr hacia ellos, disfrutando el tronar de la pistola, el olor del humo y después el grito de rabia que uno de aquellos mercenarios profirió mientras la sangre hacía acto de presencia, haciéndole sonreír. 

Con un gesto de triunfo dejó caer el arma al suelo con calma, sin dejar que golpeara demasiado fuerte, y desenvainó ropera y puñal casi en el mismo movimiento, preparándose para el embate con la paciencia de quien se sabe superior a su enemigo.

Los disparos de los inspectores hicieron blanco. Le Noir impactó de forma certera en el costado de uno de asaltantes pero no lo derribó. La herida era fea y seguro que pagaría caro el seguir con la carga. Por su parte Antoine rasgó el hombro de forma fea y dolorosa a su objetivo, pero no lo suficiente como para hacerle retroceder.

El combate ahora estaba cerrado y empezaba el duelo desigual

Al ver como la bala rasgaba el hombro de su enemigo y la sangre brotaba por la herida abierta, Antoine puso en marcha su plan. Era arriesgado, pero no tendrían muchas posibilidades de sobrevivir contra cuatro enemigos.

Sabía que sus adversarios estaban preparados cuando les emboscaron, por lo que esperarían cualquier ataque por su parte, pero ahora, sorprendido y herido, aquel hombre era más susceptible a su ataque.

Con su mano libre tocó su amuleto de Horus, y se concentró, relajando su cuerpo tanto como la situación le permitía. Miró fijamente a su enemigo y lanzó su ataque.

-¡Idiota!- le gritó -¡Estás atacando al bando equivocado!-

Incluso en aquella circunstancia disfrutaba viendo la cara de idiota de aquel tipo que no entendía por qué, de repente, estaba del lado equivocado.

-Ahi, está tu enemigo- dijo señalando al hombre que cargaba junto a él -¡Dale su merecido, maldita sea!¡Carga con todo lo que tengas!-.

No pudo evitar observar por el rabillo del ojo la maestría de su compañero y como, en aquella desesperada situación, sacaba un as de su manga para llevar las tornas en su favor; 3 contra 3 y dos de sus enemigos heridos. Sonrió. Ahora empezaba lo divertido, aunque estaba claro que el llevaba aún las de perder. 

- Acaba rápido con esos, ¡que necesitaré algo de ayuda por aquí! 

Las palabras salieron con calma, pero la urgencia era palpable. Mientras Black y su marioneta acababan con el matón de aquél dúo, él tendría que ingeniárselas para hacer frente a aquél par de asesinos. 

Aprovechando la carga de sus adversarios decidió no esperar en el sitio y dio un par de pasos al frente mientras se movía hacia el lado, acercándose de pronto al hombre herido que cargaba e intentando que su movimiento cortara su carrera en seco dándole unos preciosos segundos para atacar mientras su enemigo se reponía. 

Lanzó una estocada a fondo, recta, directa, pensada para perforar y salir rápido. Aquél hombre estaba casi acabado

Black alzó su voz y el rufián al que había herido de un disparo le cambió la cara y la trayectoria de carga, de un giro inesperado pivotando sobre sus talones y casi dejándose caer al suelo asestó una estocada que atravesó a su aliado sin dañar ningún órgano vital, el dolor era enorme y el alarido del asaltante así lo denotó. Casi sin tiempo a hacerse preguntas de lo que había pasado el asesino que había sido traicionado por su propio compañero inexplicablemente se quiso quitar de en medio a éste para poder llegar a su objetivo, Black, asestó una estocada directa al plexo solar que perforó un pulmón dejando fuera de combate a su compañero, después remató la jugada con un tajo con el mein gauche que hizo brotar la sangre de la yugular a borbotones... No había piedad en sus ojos.

A tan solo un paso de distancia había otro combate, Le Noir se enfrentaba a dos. Decidido atacó con una lanzada de su espada magistral que entró por un costado y seguramente dañó de gravedad algún órgano, pero no fue suficiente, el inspector quiso rematar la jugada con su daga, pero se vio venir la ropera de su adversario y obstaculizó con un choque de crucetas el que éste se hendiera más de la cuenta... la estocada de su enemigo había sido formidablemente mortal. Otra cuchilla amenazó, pero con un giro de muñeca usó la daga de nuevo con un uso defensivo excelente que seguramente le salvó de nuevo la vida. Dio un paso atrás para desempalarse y todos se dispusieron para continuar con la refriega que ya se había tomado la primera víctima.

La dulce sensación de triunfo que acompañó a la caída de su primer enemigo se tornó amargura al ver la estocada que casi acaba con laq vida de su compañero. Juntos tenían pocas posibilidades, él solo estaba perdido.

Era una pena que su marioneta hubiese caido tas el primer ataque, pero al menos había ablandado un tanto a su próximo adversario.
No tenía planteado utilizar sus poderes de manera tan continuada, pero era eso o acabar ensartado en ese maldito callejón. Agarró el medallón de Horus con todas sus fuerzas,tanto que los relieves del dibujo se clavaron en su carne, dándole un poco de seguridad extra.

Miró aquellos fríos ojos que se acercaban con intenciones asesinas y se concentró.
-!Te ordeno que ataques a ese!- gritó señalando al enemigo que se encontraba más entero (1b).