Partida Rol por web

Antes de hablar hizo una reverencia al consejo dio un paso hacia adelante y habló: - Señores gracias por dejarme hablar, como bien sabéis os hemos alertado del problema de los trasgos y hemos luchado contra el troll. Cosa que nos honra y sé que por eso estamos hoy aquí, y se nos honra contando los problemas que afectan a diferentes razas y a diferentes territorios. No hablaré de las demás misiones pues todas tienen su valía mostrada, solo la que me interesa. Soy de la Ciudad del Lago, y me gustaría ayudarlos no solo por ser de allí, si no porque hay bebes que están siendo raptados, y una extraña enfermedad que puede acabar con toda una población. Creo que podemos ser muy efectivos en esta misión pues Yedra puede reconocer el mal que atañe, es decir esa extraña enfermedad de donde proviene. Amaltea puede ser una rastreadora nata para dar con la guarida de los monstruos y salvar a los bebes, y Therusia y yo somos guerreros que podemos enfrentarnos a esos seres junto a los demás compañeros. Por ello le pedimos que dado que esta misión se necesita un grupo con muchas cualidades, y ya que la tenemos todas se nos encomiende esta misión en especial.  Al terminar hizo otra reverencia y dio un paso hacia atrás con pose marcial. 

—Hay gente muy capaz en este pueblo de combatir, rastrear y sanar. El Salón de la Montaña no destaca por ser hogar de gente poco cualificada precisamente. 

Excepto para trabajar la piedra, maldición

La pregunta que debemos hacernos no es "qué podemos hacer" sino si hay algo que podamos aportar en algún lugar que otros no puedan. Gloin ha manifestado su deseo de guardar a Balin y él mismo podrá constatar que será muy complicado para cualquiera que no sea enano encontrar rastros del Clan.— respondió Therusia posando la mano sobre el mapa para señalar la zona donde en teoría estaba el esquivo clan— Agradezco las palabras que has dedicado sobre mis habilidades en combate, más no soy una guerrera, maese Ingolt, aunque pueda defender mi vida y la de otros. Que yo vaya o no no supondrá una gran ventaja o inconveniente en ninguna de las otras dos misiones, pero si creo que puede otorgar la diferencia en estos.

¿Acaso no todos los humanos saben blandir un arma?

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   Me adelanto con unos pasos discretos y hablo en voz queda, pero clara, en cuanto se hace el silencio entre locución y locución.

   - A nuestro pueblo le gusta estar tranquilo y que se nos respete nuestra tranquilidad y por eso mismo, procuramos lo mismo con nuestros vecinos y no causarles la menor molestia, - aquí miro directamente a los enanos. - Pero aún y todo, estamos siempre atentos. Algo hemos oído del clan de las Montañas Nubladas, el que un día se separó de Moria y hace siglos siguieron caminos diferentes, como bien recordamos. -

   Recito con voz delicada unos versos, aunque más pareciera que lo digo para el salón, más que para nadie en particular.

"Aquellos a quienes los elfos llamaron naugrim,
los Khazâd de Khazad-dûm se separaron.
Un grupo partió de la Gran Mina del Enano,
y en las Montañas Nublados alejados se aposentaron.

Tal vez guarden grandes secretos, o tal vez quieran ser discretos.
Moria se perdió y el clan que había partido, se creyó también perdido.

Más ese no es el caso del aislado clan enano,
entre dos montañas, el paso enano aguarda.
Oculto a los ojos de quien no sabe buscar el paso,
ya que partiendo de las orillas, el Anduin lo guarda."

   Me giro hacia el anciano.

   - El paso para llegar a esos enanos está entre dos montañas, viniendo desde las orillas del Gran Río. Más sin este conocimiento y sin los ojos de un enano, es poco probable que ningún enviado que haya partido pueda haber encontrado el paso y por ende, el asentamiento. -

   Vuelvo la vista a Gloin.

   - Sé que en ocasiones, gusta a tu gente de salvaguardar secretos, pero vamos a necesitar todo lo que pudieras recordar para el paso, si consideras que es algo que los oídos que no sean enanos no deban oír... -

   Me giro y agarro a Therusia del hombro.

   - Sin duda, ella sí que podría oírlo. "

   Luego me vuelvo hacia los demás.

   - Beorn, a pesar de todo, está más a gusto con las gentes del Bosque que con los enanos. El Sendero Élfico mantiene a raya a las arañas, que deben dar grandes rodeos para evitarlo, la magia del Thranduil impide que pongan zarpa o telaraña alguna en él o que lo atraviesen. Además en Rhosgobel está Radagast, por no hablar de la Lámpara de Balthi cuya luz disipa las tinieblas...

   Creo, que es más urgente averiguar que ha pasado en el clan que decidió "perderse" en las Montañas Nubladas, después, podemos ayudar si hiciera falta en otros temas.

   Esta es mi opinión. -

   Y luego dejo de hablar.

   Creo que no he hablado tanto en la vida, pienso para mí.

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Gloin se aclara la garganta y con esfuerzo se levanta de su silla. Se nota que le cuesta hablar y mira hacia Yedra con una mezcla de admiración y rencor, pocas personas son capaces de sacar palabras y secretos a los enanos.

De sobra es conocida la historia del Reino de Moria y no tiene sentido repetirla aqui. Poco sabemos realmente del clan de las Montañas Nubladas que se alejó del Reino y gracias a eso sobrevivió. Apartado, en silencio, sin ayudar y sin pedir ayuda.

De vez en cuando teníamos noticias, intercambiábamos emisarios. Pero ya hace tiempo que eso no se produce. No han vuelto los cuervos que hemos enviado, no han vuelto los emisarios que hemos enviado... salvo uno. Y volvió envuelto en la locura. Ignoramos como pudo en su estado llegar a Erebor pero no hemos podido sacar nada en claro de sus palabras, no tienen sentido ninguno.

Cuando nos enfrentamos al Dragón teníamos un enemigo al que temer y vencer o perecer. Cuando el Daño de Durin nos robó nuestro Reino había llama y fuego que combatir o sufrir. Pero ahora sólo tenemos silencios y preguntas sin respuesta.

Ahora algunos piensan que lo mejor es olvidar al clan olvidado pero otros no podemos dejar de lado a nuestros hermanos aunque ellos se apartaran hace ya mucho tiempo. Si algo les ha pasado puede ser algo que después nos afecte a todos o tal vez sea casualidad pero.... los enanos no creemos en casualidades.

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   Me estiro pensativa un bucle de pelo... si tuviera barba estaría mesándome la barba pensativa, supongo.

   - Agradezco sus palabras. Más aúnque parecieran delirios sin sentido las palabras del enviado que retornó, si pudiera recordar que palabras inconexas decía su compatriota para poder apuntarlas, aunque ahora no seamos capaces de ver su utilidad, quizás si llegamos a la montaña cobren significado. -

   Y me apresuro a añadir, - en cuanto volvamos, si volvemos, haré todo lo que pueda para ayudar en su recuperación si no ha tenido mejoría. -

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     Mi dama, llegar a Kilir no es sencillo pues se encuentra en Erebor al cuidado de nuestros mejores médicos y cuando dejé la Montaña hace ya varias semanas no parecía que ninguna enfermedad le afectara más allá de la que trajera en su alma o su mente pues no había heridas en su cuerpo que explicaran su estado ni hay veneno conocido que provoque esos delirios.

     En cuanto a sus palabras no parecían ni del idioma común ni del habla enana,si repetía, en Khuzdûl, plata de forma repetitiva y sombra y hacha, pero quieres lo oían no podian más que interpretar sus balbuceos inconexos porque ningún sonido salía claro de su boca.

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   Levanto una ceja al oír esa palabra.

   - ¿Plata...? - Ordeno mis pensamientos y suelto la pregunta de lo que más temo.

   - ¿No se conoce como plata auténtica al Mithril? Veamos... se dice que se ha encontrado sólo en las Montañas Nubladas... ese clan está lo suficientemente cerca de las vetas de Moria para tener en cuenta esta posibilidad.

   Si de verdad encontraron ahí una veta aislada de plata auténtica ahí, es sobrada razón para querer estar aislados y que no haya demasiadas visitas. -

   Sigo dándole vueltas a lo de sombra y hacha, y a la conclusión que llego, no me gusta ni un pelo de la nariz.

   - Más me preocupa la expresión sombra y hacha, usada para nombrar al enemigo y a conflictos o lucha, respectivamente. Sugiero que vayamos primero ahí. Rápido y en silencio. Y que investiguemos si la Sombra del Enemigo ha podido meter su ponzoña en ese lugar. -

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Therusia escuchaba en silencio, interviniendo poco pero absorbiendo toda aquella información. Y lo que decían, le empezó a preocupar. No era habitual que los enanos sucumbiesen a la sombra. Tenían debilidades con respecto al oro, las joyas y su propio orgullo, pero la sombra era algo que resistían con fiereza.  La locura de la que hablaba Gloin podía ser un indicador de que aquel emisario había estado luchando contra ella. Si los humanos que la acompañaban caían en ella no resistirían tanto como aquel emisario

—Con tan poca información, no creo que haya mucho más que hablar— dijo en tono seco; aun suponiendo que Gloin les había dicho todo lo que tenían que decir, sentía que el enano ocultaba algo, pero no tenía sentido insistir en ello. Bastante habían contado teniendo en cuenta que hablaba con humanos y con una extraña— Deberíamos partir cuanto antes. Esperemos que esas noticias no inquen que la plata se ha corrompido.

La enana estaba tiesa, incómoda por el hecho de que uno de los suyos le estuviese ocultando información, aunque no estaba tampoco sorprendida. 

Escucho atenta todo lo que se dice en la sala, sobre todo a las historias de Yedra. Parece ser que al final sí iremos a las montañas, como era mi deseo. Estaba segura de que en esta misión descubriría algo sobre Beran, me lo decía una intuición. No sabía por qué, pero hacíamos lo correcto al ir en busca del clan perdido de enanos. Miré a los demás y asentí.

-"Sí, creo que demos de partir de inmediato y ponernos en camino." Dije serenamente.

- Lo siento, pero tengo que criticar la respuesta de Therusia, no es verdad que haya en este pueblo un sanador como Yedra, ya lo ha demostrado. Y nadie puede ser sanador de la noche a la mañana, unos vapores nocivos no son moco de pavo, además que necesitará de aventureros fuertes como nosotros para no sufrir el veneno que está inyectado en esos vapores. Therusia es muy fuerte por ser enana, Amaltea tiene también constitución recia por haber vivido tanto tiempo en la naturaleza, y es buena rastreadora, además que necesitará de un averiguador que sepa distinguir entre los que son humanos y los que no. Hay un camuflaje de los siervos de la noche, para ello necesita de intrépidos aventureros que sepan interrogar y aventurarse en la ciudad en sigilo. Ya hemos demostrado cómo pasamos la montaña y evitamos al ejército trasgo.

En cuanto al grupo desaparecido es un complejo de túneles nunca visto, no creo entonces que sea una ventaja que vaya el grupo teniendo una enana en nuestras filas. Lo de ver en la oscuridad hoy en día con un farol o antorcha se puede ver igual. Además, creo que una población como la ciudad de Lago ya dice la cifra de personas afectadas, y niños desaparecidos que puede provocar la extinción de neonatos. 

     El ambiente se va tensando cada vez más, los hombres de Valle apoyan las ideas de Ingolt y empiezan a exigir que igual que ellos dieron sus mejores hombres para defender el Bosque del Dragón ellos también quieren recibir la mejor ayuda. Gloin se incorpora y pasea dando círculos al lado de su silla murmurando y gruñendo aunque no sois capaces de entender sus palabras. Los hombres de Beorn hablan de ofensa a su pueblo pues parece que nadie tiene interés en sus problemas cuando ellos están luchando en las fronteras de sus tierras para proteger a los hombres del bosque.

     Hasta el fuego que arde se contagia y empieza a soltar humo cuando hasta ese momento había ardido con normalidad. Los Ancianos son incapaces de tranquilizar los ánimos aunque aseguran que toda petición de ayuda será respondida tal y como han hecho desde siempre, pero no parece ser suficiente.

     En mitad de un enfrentamiento directo entre uno de los beórnidas y uno de los hombres de Bardo sentís el frío helador del viento que llega desde el exterior y veis como las grandes puertas del Salón se abren de par en par empujadas por un elfo de cabellos claros como la luz de luna. El silencio llena la sala y los Ancianos miran  con estupor al hombre... elfo... que ha entrado sin ser invitado. Nadie esperaba su presencia, no es uno de los habitantes del Reino élfico y ni siquiera viene de Rivendel. El elfo hace una grácil reverencia: Ithildir, del Reino Elfico de Lorien, enviado por la Dama para traer luz en momentos de oscuridad el humo desaparece de la sala y el fuego vuelve a arder con fuerza iluminando aún más que antes como si hubiera respondido a las palabras del elfo.

Anclado en tal reverencial posición, el galadhel pasó fugazmente la vista sobre todos y cada uno de los presentes. El elfo no había conocido en persona a ningún integrante de alguna de las comunidades que allí tenía representante, pero por sus estudios y el aspecto de los mismos podía intuir de qué zona eran.

Alabada sea, pues hasta en eso tenía razón. Enanos. Gente del bosque, del sur y del norte. Esos deben ser del este por sus ropajes. Creo que has llegado en buen momento. Vamos, relájate, pensó mientras se reincorporaba. 

Ésta era la primera vez que había sido enviado en solitario a realizar una empresa. La primera vez que no era el mero apoyo de un emisario, ni un consultor. Ahora él era todo eso, aunque en estos momentos de nerviosismo su mente simplemente tratara de agarrar todas sus experiencias anteriores para no echarlo a perder.

El joven da unos pasos hacia el interior. La ligera luz que llega a las puertas os permite ver que porta unos ropajes grisáceos y una capa azulada. Tiene una espada ceñida al cinto en una funda bien ornamentada. A la espalda una rodela común en buen estado, y una mochila de cuero. En el pecho y guardando la capa destaca un broche en forma de una hoja difícil de distinguir. Con su andar da la impresión de ser alguien noble.

Ithildir respira hondo y carraspea antes de continuar hablando, en vista de que nadie parece querer responderle. Comienza a hablar despacio, dubitativo, tratando de recordar las palabras precisas pues no lo hace en una lengua que practique a menudo. Pero poco a poco toma confianza y termina hablando como si fuera de Bree. 

—Disculpen mi... descortesía al irrumpir en esta importante... asamblea. Comprendo el recelo que puedan profesar sobre mi persona en estos momentos, o sobre mi pueblo, mas prometo que nuestro deseo no es otro que el de compartir la carga que pesa sobre todas las comunidades de esta región. La sombra se agita en las montañas, y en el gran bosque por igual —dijo antes de pararse a unos pasos de la gran mesa en una postura digna y reposada, expectante a la reacción de los allí presentes.

La tensión iba a peor e Ingolt no lo comprendía, sabía que se mandarían hombres a las demás misiones aquellos murmullos que se elevaron en griteríos hicieron que el soldado interviniese. - Calma señores como han dicho se mandarán emisarios para realizar las otras misiones no hay porqué impacientarse... Comentó queriendo quitar hierro al asunto, pues quizás con sus palabras había provocado, que los emisarios hubieran quedado a la altura de un comino. Fue cuando la puerta se abrió y apareció uno de los primeros nacidos presentándose. Ingolt entonces hizo una inclinación de cabeza y se encaminó con los hombres de bardo poniéndose en medio de aquel que estaba enfrentándose a uno de los beórnidas para que la sangre no corriese. 

     Ingolt se sentía algo culpable, había sido la nota discordante del grupo pero su sinceridad estaba por encima de esos detalles de política cultural. Había hablado con el corazón y sus ideas eran las que había planteado, aunque eso hubiera provocado cierta friccion entre cada una de las culturas presentes.

     Pero esa misma sinceridad hizo que cuando pidió calma entre el beórnida y el hombre de Valle ambos le hicieran caso. No intercedía por su conciudadano si no por la lógica necesidad de llegar a una solución que para todos era necesaria. Y todos debían entender que ahora simplemente estaban discutiendo dónde haría mejor cada grupo su función, el grupo presente eran los últimos héroes del Salón pero no había que olvidar que había una muy larga tradición de curanderos en el pueblo del bosque y Yedra podía haber mostrado una gran capacidad para curar las heridas de Balin pero en conocimientos de plantas y venenos había quien la superaba dentro de estas mismas paredes.

     La interevención de Ingolt junto a la aparición del elfo dejó en suspenso y casi en olvido la riña que se estaba iniciando. Todos los rostros se volvieron hacia el recién llegado que acaba de entrar y llenar con su presencia toda la sala esperando a que continuara sus palabras

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   Me mantengo en cauteloso silencio, he tenido ocasión en el pasado de ver a elfos y tratarlos brevemente. Aunque algunos son buena gente como dicen los cantos, también he visto a muchos más comportarse de forma algo soberbia con aquellos que no son de su raza. Así que mientras averiguo a cuál de los dos tipos es el recién llegado, decido que la mejor opción es observar en silencio.

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Therusia iba a afear el comportamiento de Ingolt por menospreciar las habilidades de los habitantes del Salón y a decirle que si realmente daba lo mismo que fuesen otros los que fuesen a investigar a su tierra natal. Sus palabras se vieron interrumpidas por la aparición del orejas picudas. Si bien había hecho buenas migas con aquella elfa del bosque, la opinión de la enana con respecto a los primeros nacidos no había cambiado. Especialmente cuando venían presentándose como la luz en la oscuridad. Engreídos y presuntuosos. Como siempre.

—No son buenas nuevas, ni buenas nuevas. Sabemos que la sombra avanza— gruñó— Y precisamente eso estábamos debatiendo. ¿Venís a sembrar más confusión? ¿Quizás una cuarta misión pidiéndonos ayuda? ¿O por el contrario venís a ayudar?