Partida Rol por web

Harry ni se percata que Roger se marcha de la enfermería, estaba enfrascado en la operación.- ¡Gemma, Tristan se va, ha perdido mucha sangre!- Los monitores emitían pitidos no muy halagüeños.- Abre la nevera, en ella hay bolsas con sangre, busca una que ponga Tristan.- Por suerte, en un día de lucidez, Harry había sacado sangre de todos los miembros de la Greta para poder ser usado en caso de emergencia.

De repente un pitido largo y continuado indicó que Tristan había entrado en parada.- Mierda, joder, mierda.- Masculló el Doc- Prepara paletas a 250- mientras buscaba en uno de los cajones e inyectaba 1mg de epinefrina al ingeniero.- Retírate no sea que esto te deje seca- le pidió a la androide.- Tres, dos, uno.

El corazón de Tristan volvió a responder y el médico pudo continuar con la operación.

El ácido había perforado demasiado y la operación estaba siendo mucho más complicada de lo esperado. Había trozos de intestino que no podían ser salvados, el ingeniero tendría menos metros de intestino en su cuerpo cuando acabara, pero si las manos de Harry no temblaban mucho no necesitaría llevar una bolsa siempre conectada.

Las manos de Doc no eran sino el reflejo de todo el nerviosismo que rondaba por aquella habitación, en la cual la única que estaba tranquila era Gemma. 

Tristán hacía tiempo que ya no estaba consciente y nadie sabía si volvería a estarlo. 

Pero de lo peor, salió lo mejor. Todo lo que Doc sabía y podía hacer, pareció encontrar un lugar mágico entre las heridas y las vísceras del ingeniero. Abriéndose paso con rapidez, limpió la herida, cosió, remendó, y logró que las úlceras creadas desaparecieran. Claro que durante un tiempo, le dolería una burrada cada vez que tuviera que visitar al señor Roca, pero eso no duraría para siempre... esperaba.

Así, al cabo de media hora, la herida estaba cerrada y todo parecía solucionarse.

Un intestino más corto solo significaba que tendría algo menos de tiempo libre, pero ya está. A partir de ahora, a digerir despacito.

Pero al menos, estaba a salvo.

Al ver tanta sangre, me empecé a poner nervioso. Y al ponerme nervioso, me meaba más aún. Al mearme más, tenía que apretar más fuerte el esfínter, con lo que ya me dolía. Al dolerme y pensar que podía mearme encima, los nervios aumentaban. Era la pescadilla que se mordía la cola. Opté por no mirar la sangre y centrarme en mi primer cometido, buscar las cápsulas de hibernación.

-"¿Que qué ha pasado? Algo grave, seguro. Mire cuanta sangre, por dios. Creo que el camino recto nos llevaría al puente, así que podríamos mirar el que va a la izquierda. Puede que ahí estén las cápsulas. Tenga cuidado con ese arma, capitán, no debemos asustar a algún supuesto superviviente."

Me sobrepuse a la sensación escalofriante de ver tanta sangre y de pensar en lo que había pasado aquí.

John mantuvo la calma. Había visto sangre antes. Aunque algo elusivo, adentro de su cerebro, le decía que podía haber algo más grave.

Rook no se sorprendió al ver en el borde del contenedor a dos criaturas más. Se alejó con sumo cuidado de aquella caja de Pandora. Tomó la tapadera que utilizó Doc por el lado que no estaba impregnada de ácido y la utilizó como escudo, si de una cosa estaba seguro era que no podía herir a esas criaturas, no quería más sangre corroyendo la Greta. Empezó a caminar lentamente para salir del hangar, debía bloquear la puerta y aislar todas los conductos por donde pudieran pasar esos seres. Después tenía la intención de despresurizar aquel lugar para expulsar esos bichos al espacio.

McFadden llegó corriendo al hangar, encontrándose con Hate, que había agarrado la tapadera y estaba esgrimiéndola como escudo. Pero como escudo... ¿de qué?

No le costó mucho descubrirlo.

Había otras dos criaturas de aquellas saliendo del mismo huevo lo que fuese, y en ese preciso instante, comenzaron a avanzar por el suelo a gran velocidad, dirigiéndose hacia vosotros a toda velocidad.

Cogisteis el pasillo de la izquierda, avanzando en silencio y con precaución, sin distinguir nada llamativo, hasta llegar a otra estancia que parecía ser una nueva intersección o estancia, que podíais ver más adelante.

Todo seguía en calma, y aunque las luces no estaban activas más que de forma mínima y lanzaban pequeños chisporroteos de vez en cuando, no encontrasteis nuevas muestras de alarma.

Cuando llegasteis a la intersección, visteis que había unas escalerillas que conducían a la zona superior, seguramente, relacionada sobre todo con ingeniería, y también dos nuevos corredores, uno a vuestra derecha (a las 10 u 11 en punto) y otra a vuestra izquierda (a las 3 en punto).

No había sangre, ni ropa, ni cabinas de ninguna clase.

- ¡Pero que cojones! - Exclamó sobresaltado. - ¿Qué has hecho, Hate? 

No se podía creer que hubiera más seres de aquellos. Pero estaban allí. De forma instintiva alzó su pistola y disparó. La bala atravesó de lleno a uno de los seres y este estalló salpicando con su sangre corrosiva por todas partes. 

- ¡Cuidado Hate! - Alertó al navegante.

A cada paso que daban la tensión iba en aumento. John avanzaba a la vanguardia, con la pistola en alto, pese a que las probabilidades de encontrarse con alguien eran muy bajas. Relfexionó en voz alta.

- Jodidamente diabólico -maldijo. ¿Cuál es tu pálpito, Stamets? -le preguntó, más que nada para escuchar su propia voz, para darse ánimos, para no sentir la pesadez que el silencio y el frío que los acompañaban a cada paso. ¿Problema técnico? ¿Campo ultravioleta, rayos solares? Mi favorito es el factor humano. Somos una plaga que se expande en el cosmos, Stamets -filosofó, optimista como siempre. Vamos a infectar toda la maldita galaxia con nuestras mierdas egoístas.

Frenó en la bifurcación, mirando a ambos lados.

- ¿Hacia adonde ahora? -preguntó. El ingeniero parecía saber a dónde iban.

Esperaba encontrar pronto la sala donde estuvieran las cápsulas de hibernación, pero no las tenía todas conmigo. Me acerqué a un panel y empecé a teclear, buscando un mapa de esta cubierta. También busqué si había alguna sala donde se estuviera consumiendo más energía que en el resto, lo que indicaría también dónde podrían estar. Mientras, el capitán revisaba la sala.

-"Con todo el respeto, capitán, pero mi pálpito es que estoy a punto de reventar. No se si voy a poder aguantarme, llevo meándome desde que salimos de la Greta. Con respecto a esta nave, algo tuvo que ocurrir aquí, algo siniestro. Y probablemente la mano del hombre esté detrás de lo ocurrido. Espere un momento, estoy buscando la situación exacta de la sala o algo que me indique dónde está."

Aunque tu cuerpo parecía estar colocándote en una situación incómoda, tu mente empezó a funcionar, quizás empujada por la necesidad o simplemente porque ya no había nada más que pudieras hacer para salir de aquel laberinto. Entonces recordaste algunos diagramas que pudiste ver sobre otras clases de naves, estableciendo con claridad el de aquella en la que te encontrabas.

Ahora sí, sabías en dónde estabas. Demonios, tenías que haber caído antes.

Al instante, te vino a la cabeza un mapa de como debía ser la nave... además de saber por dónde debías ir para aliviarte, si es que podías quitarte el traje, claro.

—Noooo!! — McFadden apareció de la nada y disparó sin pensar en las posibles consecuencias—. Mierda!! Roger ¿quieres agujerear el fuselaje? —dijo gritando mientra se cubría las salpicaduras.

Una de las criaturas cayó completamente muerta en el suelo, y Hate logró protegerse del ácido que desprendió, a duras penas. Pero el otro bicho saltó sobre él, lanzando su cola extensible alrededor del cuello y cayendo prácticamente sobre el rostro del piloto.

Únicamente gracias a la que la tapadera continuaba en sus manos, fue que no logró acercarse y pegarse al rostro, pero la cola aprisionaba su cuello de tal manera, que en pocos segundos empezó a sentir tanto el dolor como la necesidad de respirar, y sus fuerzas comenzaron a flaquear.

con aquella criatura asfixiándola y sus brazos a punto de ceder, el piloto apenas tenía fuerzas para mantenerse así durante unos segundos más, antes de ceder y dejar que se adhiriese a su rostro.

McFadden se acercó a Hate y con una sola mano, la zurda, trató de apartar a aquella cosa de si compañero. No iba a soltar su arma y al fin y al cabo, aquel bicho era pequeño. No podía tener mucha fuerza...

John esperaba mientras Stamets tecleaba y se aguantaba las ganas de mear. Ahora resultaba que si no lograban presurizar y activar la energía de la nave no sólo iban a morir todos, sino que la primera en morir sería le vejiga del ingeniero. Si no encontraba la información o no se decidía, tomarían el pasillo de la derecha.