Michael no podía quitarse de la cabeza el desagradable suceso. Había visto muchas veces morir a la gente... era parte de su trabajo. Pero no así.
Y además, le preocupaba lo que el señor Merriweather les había contado. Sabía que tenían un serio problema, y esta vez ni siquiera sabían exactamente a qué se enfrentaban.
- Suban ustedes -dijo, con la mirada perdida-. Les espero aquí...
No se sentía con fuerzas para volver a aquella planta.
¿Estas seguro Michael? la joven sabía que debía dar el pésame a la familia ya que habían pasado con aquel hombre los últimos minutos su vida consciente, pero no la hacía gracia dejar a su compañero en ese estado de animo ¿estarás bien?
Michael alzó la vista y sus ojos encontraron los de Sybill. Entonces se obligó a hacer algo que no solía hacer, esbozar una sonrisa.
- Sí, no te preocupes -dijo con un leve asentimiento-. Se me pasará...
Por un momento se sintió avergonzado. Él, un agente de policía, no podía dejar que sus nervios le traicionasen de ese modo. Pero aquella sangre, aquellos estertores... le habían recordado demasiadas vivencias que siempre se esforzaba por enterrar en lo más profundo de su memoria.
De acuerdo... Volveremos pronto ¿De acuerdo?-dijo palmeandole el hombro sano. Luego se acercó al profesor y al padre Alexander y comentó. Vayamos...
Lo mismo todo esto son sólo alucinaciones de un moribundo...
Sybill trataba todavía de convencerse de que todo aquello no era real, pero sabía que lo más probable es que fuese tan real como la anterior "aventura". Pero de ser así, por lo menos ahora iban preparados mentalmente para ello.
Cuando llegáis arriba la habitación está cerrada, y los familiares del difunto están sentados fuera. La mujer llora desconsolada y el hijo la consuela hasta que aparecéis los tres. En ese momento se levanta y cortésmente a la vez que serio os habla:
-Por favor, marchaos, mi madre necesita estar tranquila. No necesita que la alteren aún mas-pese a sus palabras corteses notais que no tiene ninguna gana de hablar con vosotros.
- De acuerdo Bertrand. - digo. Como quieras. No obstante voy a estar por la zona unos días. Si necesitais cualquier cosa decídmelo. ¿De acuerdo? - añado apoyando mi mano en su hombro.
- Estaré alojado en el Motel que está a las afueras de la ciudad en la carretera que comunica con Boston.
Lamento mucho lo ocurrido-añadió Sybill quedamente-presentele mis respetos a su madre cuando crea oportuno.
Despues, sin saber muy bien que hacer, la joven salió de la habitación. Aquella familia tenía que estar pasando momentos muy duros y lo mejor sería dejarles a solas.
El hombre se muestra esquivo, el echo de que nada mas dejar a solas a su padre con vosotros este muriera no hace que os aprecie demasiado. Pese a ello se muestra educado.
-Muchas gracias, así lo haré. Ahora si nos disculpan mi madre y yo nos gustaría estar a solas. Si desean algo mas...-dijo por educación pero con cara de no querer seguir manteniendo una conversación.
Al ver la pena reflejada en sus rostros Alexander no pudo sino decir unas palabras antes de irse.
Si necesitan cualquier cosa no duden en pedirla.
Alexander estuvo a punto de ofrecérselo como guia espiritual pero se contuvo. No estaba en su mejor momento.
- No, nada más Bertrand. Si es vuetro deseo os dejaremos a solas. - digo. Siento la pérdida de tu padre. Era un Gran Amigo. - añado con la mano aún sobre su hombro y lágrimas en los ojos.
El hombre asiente sin decir nada. Supones que dado que no tenias demasiado contacto con la familia en los ultimos años el hombre no se toma muy en serio tus palabras pero en cualquier caso os os da las gracias una vez mas.
Sybill salió de la habitación hacia la sala de espera. No le había gustado nada la mirada que les había dedicado el hijo de Merriweather. Parecía decir con la mirada que habían dicho a su padre algo que le había llevado a la tumba.
ppppffffffff
A los pocos minutos había llegado y vió al policía sentado, en la misma posición donde le habían dejado. Sybill se sentó a esperar a sus otros dos compañeros.
-Estan destrozados- dijo simplemente la joven -Lógico...¿Tú estás mejor?
Michael aún notaba una sensación rara en el estómago. Se debatía entre una ola de sentimientos enfrentados, y no sabía cómo salir de aquella situación.
- Un poco mejor, sí... gracias -dijo, mirando una vez más a Sybill a los ojos-. Es sólo que... esperaba poder olvidar todo esto.
Pero ahora era consciente de que aquello no sería posible. Tenían que enfrentarse a ese nuevo caso, que prometía ser al menos tan espantoso como el de la casa Corbitt. Y aquella vez, podía ser que no saliesen tan bien parados...
-Ya...un poco complicado me parece -dijo sonriendo levemente- A mí me preocupa más el hecho de que parecen habernos ascendido a "cazafantasmas"
La joven sacudió la cabeza disgustada. Entendía que aquel hombre les pidiese ayuda a ellos, lo que no entendía era como esperaba que aceptasen...pero ahora el hombre estaba muerto y no podían mirar para otro lado. Aquel hombre, a lo largo de su vida, no había hecho nada para solucionar el problema que ellos mismos habían creado y les había dejado a ellos con todo el marrón.
Sybill no pudo evitar odiar un poco a aquel hombre. Además ya había muerto...probablemente no quedaría mucho tiempo hasta que aquella entidad de la que les había hablado despertase de nuevo. Tratando de alejar esos pensamientos de su mente, la joven miró las escaleras a la espera de que el padre Alexander y el profesor Rogers volvieran
Michael...¿Cuando vas a devolverme el arma?
El padre Alexander volvió en sí cuando escuchó hablar a la señora Leefolt con el agente. Antes de eso estuvo absorto en sus pensamientos.
Señora Leefolt, creo que debería dejar el tema de las armas para el agente. Además, no debería notificar a su marido lo que está haciendo. Después de pasar unos días en el hospital no creo que quiera verla envuelta en otro incidente. Sin dejar de lado el hecho de que vaya armada.
- Dejaos de chacharas. - digo andando. Debemos llegar a la Granja esa lo antes posible.
- Sra. Leefolt, ¿le importa devolverme la caja? Me gustaría echarle un vistazo
Sybill lanzó una dura mirada a Alexander
-Creo que en este país había algo llamado segunda enmienda ¿no? Además de derecho a la propiedad si mal no recuerdo. Respecto a John...le he estado llamando desde el hospital -obviamente sin decirle que estaba allí- y si antes dije que tenía que ausentarme era precisamente para avisarle de que tardaré unos días más.
Luego se giró hacia el profesor, a todas luces molesta por el comentario del cura y sacando la cajita respondió -Por supuesto Steve, tenga. Ahora si me disculpan voy a hacer una llamada...y teniendo en cuenta el historial que tenemos y que a saber si cerca de esa granja hay hospitales me pasaré tambien por la farmacia...
Como un tifón la joven se dirigió a la entrada del hospital pero antes de salir no pudo evitar girarse y replicar con la cabeza alta:
Ah, y los temas en los que yo me vea en vuelta...son exclusivamente míos. Que esté casada no significa que tenga que seguir ninguna orden.
- Relájese Sra. Leefolt. - digo. No conviene montar numeritos de este tipo en público. - añado recriminando ese estallido de ira.
- Chicos. - digo refiriéndome al grupo. Ahora no es el momento de hablar de ciertas cosas. Mejor cuando estemos a solas, ¿de acuerdo?
- Espere Sra. Leefolt. - comento. Le acompaño a la Farmacia. Me vendrá bien estirar las piernas y desconectar de lo que acaba de ocurrir.
-De acuerdo, vamos-gruñó la joven esperando a que el hombre saliese de la habitación.
Ahora me tocara buscarme una excusa para hablar a solas por telefono...¿Si llamo a Robert pillará que sigo necistando fingir? No..es idiota. Ese solo sabe de vender y publicitar novelas. No es capaz de pillar una indirecta
Alexander no dijo nada tras la explosiva contestación de la señora Leefolt.
Respeto la determinación de la señora Leefolt, pero este tipo de comportamiento no ayuda a mantener un matrimonio.
Desde luego si la mujer escuchara aquellos pensamientos la discusión podría extenderse demasiado tiempo. Sin duda esas discusiones son las que hacían que el matrimonio estuviera tan distanciado. Por lo menos es lo que Alexander pensaba.