Partida Rol por web

Un pequeño problema se había convertido en un problema mayúsculo en breves instantes, pues entre la trampa de la ciénaga y los cocodrilos, había pasado a ser una trampa mortal, pero Eskol no se arredró. Con valentía se superaban los problemas, al menos así lo creía él.

- ¡Rápido, busquen todos algo, un tronco o liana, para sacarlo de ahí! ¡Si se acercan demasiado, los combatiremos!¡Aguanta amigo! - gritó Eskol.

En los días dedicados a recoletar alimento habían sacado todo el provecho posible del gran bosque y habían conseguido bastantes alimentos, aunque para el sexto día apenas pudieron encontrar algo de provecho. Jendalos también lamentaba no haber tenido más tiempo para explorar también otras áreas, aunque a primera vista aparentaran yermas seguro que había algo que pudieran aprovechar. Pero ya había pasado la oportunidad, tendrían que esperar a que volviera el buen tiempo antes de volver a intentar algo similar. Regresando del penúltimo día junto a Alistar y el pequeño grupo que los había asistido en la recolección, encontraron dos oseznos aparentemente solos que se paseaban por un lugar en el que se distinguían varias hierbas de las que podrían sacar provecho. Alistar tuvo la idea de atraparlos y llevarlos de vuelta al campamento, y aunque la idea de tener a un oso de mascota lo tentaba, ya que en una ocasión había visto como los kranogmen los usaban para combatir, no le hacía gracia acercarse ya que en su experiencia la madre siempre estaba cerca. Aunque la carne tampoco les vendría mal...

- No lo tengo muy claro - dijo aferrando su lanza y vigilando los alrededores en busca de la osa - No se si estan perdidos, pero los osos son animales muy sobreprotectores, puede que ahora mismo la madre no esté cerca pero no dudo de que aparezca de repente si intentamos hacer daño a los cachorros. Yo digo que los apartemos un poco sin molestarlos demasiado y nos llevemos esas hierbas. Sé que echaremos de menos un buen estofado en el futuro, pero creo que es mejor no arriesgarse.

Ha actuado mal. Eso es lo que piensa al ver como el oso ataca sin reparo al aldeano. ¿Y si hubiese hecho otra cosa? Pero no se puede cambiar. El aldeano recibe el ataque del oso, que está aun más nervioso por su culpa. Se ve incapaz de enfrentarse en solitario al oso así que baraja las opciones que tiene. 

Decide alejarse de allí con los demás aldeanos hasta salir del bosque. Volverá más tarde a por lo que quede del aldeano. Debe prepararse para las reprimendas que puedan caerle por no haber actuado como debería. Pero no puede dejar que eso influencie en lo que queda de la semana. Están en un territorio inhóspito y lleno de peligros y la muerte siempre está al acecho. Y la supervivencia de todos es lo primordial y para eso, deben hacerse con animales de crianza. Les mantendrá vivos durante el duro invierno.

La respuesta de Jendalos me desanimò un poco. Los oseznos estaban ahí, nosotros acá. Lo de la madre era cierto, cerca debìa estar, podríamos enfrentarnos a ella... ¿Le ganariamos? no lo sé. Pensarlo por ahora me alejaba del impulso inicial

- Tal vez tienes razón Jendalos, Creo que podrìamos atraparlo, pero si la madre está cerca sería un riesgo innecesario

Sí, era mejor alejarlos, por hoy ya habiamos tenido poca productividad, sería un mal día si nos quedáramos con menos comida o menos hombres. - Entonces, Como los ahuyentamos? si nos acercamos demasiado podrian venir a nosotros, y la madre venirse encima.

Cargando al jabali lo mas rápido que pudo en la carreta y montándose el mismo en ella, Erik arengó a los bueyes para que se alejaran de allí, ya tenía el jabali y había sido un buen día de caza a pesar de la herida y de ir solo.

Para el atardecer de aquel día, Erik llegó al asentamiento en el que los pocos hombres que habían quedado atrás, ya trabajaban en conseguir alimento y en los cimientos del gran salón. Aquella noche y todo el día siguiente descansó para sanar su herida y no correr ningún riesgo. Legado el quinto día de la semana y la proximidad del otoño, Erik se levantó de la cama con energías, pero aun disminuido, le costaba moverse rápido y seguro una jornada larga de cacería la causaría estragos en la pierna herida.

Eskol y los hombres bajo su mando se apresuraron a buscar algo con que rescatar al guerrero atrapado en la tierra movediza. La tarea fue algo fácil gracias a que había muchas ramas en toda la zona y entre todos, fácilmente pudieron dar con una lo suficientemente larga y resistente para que el guerrero pudiera asirse a ella con firmeza. Lamentablemente, mientras buscaban la rama, uno de los guerreros perdió dos dedos de su mano derecha al caer en las fauces de una enorme y agresiva tortuga que no dudo en atacarle para alejarle. Como pudo, el guerrero continuo con su labor y cuando los lagartos estuvieron demasiado cerca, ayudo en el circulo defensivo.

Debía haber en total una docena de cocodrilos, y el mas grande de ellos media unos atemorizante cuatro metros. Pero gracias a la pronta acción de todos, para cuando los cocodrilos empezaban a cerrarles todos los pasos, el guerrero atrapado logró salir de la arena y blandiendo una lanza, empezó a empujar a las hambrientas bestias junto a los demás.

Les tomo mas de cuatro horas de combate dejar a los cocodrilos atrás, y si bien no hubo perdidas que lamentar, en mas de una ocasión sintieron que no iban a salir de allí, pues apenas dejaban a unos cocodrilos atrás, otros mas aparecían para tomar su lugar. Era seguro que en aquel pequeño pantano había mas de cien de aquellas gigantescas bestias, y que cuando las aguas revoloteaban, todas corrían al lugar para intentar alimentarse en lo que formaba una vorágine sin control; en la cual estuvieron muy cerca de participar.

Cerca de iniciada la tarde, el grupo logró salir del pantano, y dado el esfuerzo no quedó mas que descansar, y ya solo recoger lo que hubiese caído en las trampas para marcharse antes del anochecer, pues una noche allí era algo que ninguno de ellos quería vivir.

Tras mas de una hora, Astryr pudo localizar a todos los otros aldeanos, se habían refugiado en arboles a las orillas del bosque y todos en distintas direcciones. E incluso le toma otra hora mas convencerlos de volver a internarse en el bosque pues mas de uno vio la muerte de su compañero y esas duras imágenes se quedan marcadas por siempre.

Tras ese largo tiempo, al regresar al lugar donde todo ocurrió solo encontraron un baño de sangre y un pie a medio devorar, seguramente por carroñeros que ya habían llegado al lugar. Del oso y el resto del cadáver no había mas que un rastro de sangre que se perdía en las partes internas de aquel gran bosque. Y aunque Astryr hubiese querido ir a buscarle para el menos despedirle, sabia bien que nadie la acompañaría, los aldeanos prácticamente estaban esperando a cualquier ruido para echarse a correr de nuevo.

Así, en el resto de aquel día ya no pudo trabajar en el bosque, tuvo que marcharse y descansar para continuar su labor en los siguientes y últimos días, ya sobre las llanuras.

Tras una leve charla, la decisión final fue ahuyentar a los oseznos, por duro que pudiese ser para Alistar quien ya se veía con una de aquellas criaturas como mascota. Y el como hacerlo fue fácil, solo basto con que Jendalos les diera un empujóncito con algo de fuerza para que se marcharan asustados. En ese momento, cuando los pequeños osos se perdían entre la maleza del bosque, el fuerte rugir de un oso adulto que probablemente era su madre se escuchó muy cerca.

Volver al bosque ha sido para recuperar el cuerpo no ha servido de nada y solo ha servido para hundir los ánimos de los que la acompañan. También la afecta a ella pues es uno de sus compañeros ha muerto en la recolección de animales para la crianza y la supervivencia del pueblo. Pero es una tierra inhóspita y todos pueden morir en cualquier momento. Ese día no se recogen los conejos que han atrapado.

Pero la semana no se acaba y tienen que volver al poblado a descansar. Así pues, sin recuperar ni los conejos ni el cuerpo del aldeano fallecido, vuelven al poblado a prepararse mentalmente para los otros tres días que quedan.

Deshacerse de los oseznos no supuso un gran esfuerzo, un par de gritos amenazantes y unos golpecitos con la base de la lanza bastaron para alejarlos de la zona en la que estaba las hierbas. Los animales les gruñeron de manera más adorable que temible al verse vistos apartados de su zona de juegos. Pero justo cuando se disponían a empezar a recoger las hierbas y regresar al campamento, un rugido de los de verdad los paralizó en el acto. La madre osa estaba cerca, después de todo, y no parecía contenta con que hubieran molestado a sus pequeños. 

Un duelo mental tenía lugar dentro de la cabeza de Jendalos. Por un lado, podían simplemente irse y no buscarse problemas. Por el otro, eran un buen puñado de hombres a pesar de ser civiles la mayoría, pero él confiaba en su lanza y Alistar, y el volver al campamento cargados con un oso de alimento y dos oseznos para cría lo tentaba, ya que seguramente se ganaría la admiración del clan. Aún así, no había que tomar la decisión a la ligera. La cosa podía torcerse en cualquier momento y en vez de regresar victoriosos podían regresar con alguna baja, y por tanto menos alimento. No sabía por que elección decantarse, por lo que prefirió esperar a ver que sucedía. Si el oso los atacaba primero, lo matarían. Si no, cada uno seguiría por su lado.

La herida en mi pierna dejó de sangrar con las atenciones necesarias, pero el dolor al moverla fue algo más grande de lo previsto. Al parecer, con la edad, las heridas sanan más lento y es más larga la recuperación. Es por eso que decido que lo mejor es quedarme en paz descansando y reponiendo fuerzas, para así recuperar todas mis energías y estar preparado para continuar con mi labor la próxima semana.

- Bien hecho muchachos - les dijo al resto, una vez salieron de aquel maldito lugar casi enteros. - Tú, céntrate en recuperarte y en vigilar, los demás haremos el resto del trabajo, pero si nos libras de tener que estar atentos, iremos más rápido. - dicho y hecho, con el guerrero herido vigilando, el resto se puso a recoger comida de ramas y trampas, con tan buena suerte que recogieron mucho más de lo esperado. 

Los días posteriores se alejaron de la ciénaga, pues no querían más problemas con aquellos cocodrilos y tortugas. Además, debían informar al resto del peligro tan mortal que era aquella zona. Tocaría limpiarla de tan peligrosos animales, y les costaría tiempo y probablemente, alguna que otra vida, pero era esencial mantener aquella zona bajo control. Quizá pudieran dejar algunos para crear una barrera defensiva natural contra posibles ataques por aquél lugar...

Montaron trampas, cazaron animales más grandes, buscaron insectos comestibles e incluso Eskol se preocupó de mirar si podía conseguir algo de miel sin morir en el intento, aplicando algo de humo al lugar para atontar a las abejas (si es que habían) antes de acercarse al panal...fueron días de mucho ajetreo.

El trabajo en las llanuras no estuvo mal, y aunque no fue tan bueno como para olvidar lo pasado, si lo fue como para que en el futuro pudiesen estar mas tranquilos y pudiesen progresar en aquellas duras tierras. Su trabajo estuvo concentrado en conseguir bueyes, los cuales ayudarían en múltiples tareas, y finalmente, ovejas que si bien son un importante recurso, también eran un importante alimento.

Tras aquellos tres últimos días en los que no hubo contratiempos, Astryr y el grupo de civiles que le ayudaba, regresaron al asentamiento del clan para descansar y darle la bienvenida al otoño.

Tras los duros acontecimientos recientes, Eskol y los guerreros que le acompañaban decidieron cambiar de aires, y para mantenerse en la cacería para el clan, decidieron ahora concentrarse en los paramos cazando venados, felinos y primates, pero realmente hubo muy poca suerte por lo que ya en el quinto día decidieron cambiar a los insectos, en lo que trabajaron por dos días con buenos pronósticos antes que partir a la lagunilla, donde cazarían animales pequeños como roedores y esperaban que les fuese muy bien.

Jendalos decidió quedarse y ver que sucedía con el eso, y ante ese gesto de valor, los hombres que le acompañaron le siguieron, incluido Alistar. Pronto para su sorpresa, una gran osa salio de entre la maleza rugiendo furiosa en una clara acción de intimidación. No era claro si iba a atacarles, pero si no se marchaban o si avanzaban, era seguro que les atacaría.

Vi la situación, los nervios se tensaron, los dientes se apretaron. Las manos se enrollaron con fuerza alrededor del hacha. La osa estaba imponente frente a nosotros. Era enorme, su furia se sentía en el rugido. Pero nosotros, nosotros eramos mas fuertes que ella. Podiamos matarla, podíamos hacernos con su piel, podríamos quedarnos con los oseznos.

Cruce mirada con todos los soldados, así como con Jéndalos. No estaba seguro de como terminaría, pero pronto lo iba a saber - Jendalos, la providencia decidió por nosotros. Creo que sabemos lo que hay que hacer...

Tras tantos días trabajando duro, tocaba hacer recuento y volver a casa.

En verdad, los Dioses parecían haberles sonreído. Traían una gran cantidad de alimento y no habían tenido que lamentar ninguna pérdida de gravedad, así que Eskol se dio por satisfecho.

- Aún así, tengo que avisar al resto del Clan del peligro que supone ésa ciénaga y sus "habitantes". - pensó, mientras colocaba los alimentos de forma que fuera más cómodo llevarlos.

La osa salió de entre la maleza en busca de aquellos que habían importunado a sus pequeños. Aunque de momento se limitaba a rugir desde la distancia, estaba claro que su presencia allí la ponía de mal humor y que acabaría por intentar echarlos de su territorio. Vio como Alistar aferraba su hacha con firmeza, estaba claro que deseaba atacar y así lo hizo saber. Jendalos no lo tenía tan claro, puede que fueran superaran por bastante a la osa pero se trataba mayormente de civiles, no de guerreros. Aquello dependería sobretodo de él mismo y de su aguerrido compañero. 

Al final, también pudieron con él las ganas de regresar entre vítores al campamento y de contar la historia de semejante victoria, con la que tendrían carne para una semana por lo menos, además de la utilidad que le pudieran sacar a los cachorros de oso. Agarró firmemente su lanza - Yo la mantendré a raya con la lanza, intenta acercarte y atacarla con el hacha, el resto mantened la distancia si podéis y arrojad cualquier cosa que pueda hacerle daño - sería un combate difícil pero la recompensa valía la pena.

El cazador Alistar y el maestro lancero Jendalos decidieron casi al unisono, matar a la osa. Quizá fue la locura la que los movía, quizá fue la codicia, o quizá simplemente querían la gloria de vencer a aquella bestia y el trofeo que implicaba tener dos pequeños oseznos; los cuales de momento, se habían echado a correr. Fue la causa que fuese, Jendalos y Alistar se coordinaron para el combate mientras daban indicaciones a los seis aldeanos para que mantuvieran distancia y arrojaran cualquier cosa que encontrarán y pudiera hacerles daño.

Lo cierto era que los aldeanos solo iban armados con improvisadas lanzas, mas que nada palos de madera con puta, cuyo fin era solo defenderse de alguna bestia si era necesario; tenían también algunas herramientas para la recolección que podrían usar como cuchillos pequeños. Pero lo importante era que ellos solo eran civiles, no tenía entrenamiento como guerreros y seguramente no tenían el valor ni la experiencia para enfrentar a aquella bestia; y sin embargo, obedecieron, probablemente para no manchar su honor. Así, afianzándose a sus improvisadas lanzas, cogieron varias piedras para lanzárselas a la osa en cuanto esta se acercase.