Partida Rol por web

Volver había sido lento entre el herido y la buena fortuna de encontrar carne para el clan. Cuando finalmente llegamos y nos dirigieron al salón fue con los prisioneros. Islab pronunció lo que yo quería escuchar pero rápidamente varias voces se opusieron sepultando una decisión que a mi parecer era justa. Ellos nos invadieron y como perdieron resulta que casualmente son un grupo oprimido por una más poderoso. Uno que ya llevaba varios intentos de tomar lo que no era de ellos y encima habían entrado a saquear directamente sin importarle las bajas que produjeran entre nuestra gente.

En un momento tomó la palabra Wulfrig, mis ojos se abrieron como platos cuando sus palabras salieron de su boca. Yo quería tenerlos atados afuera, que pagaran el costo por su osadía y además tomarlos por sorpresa. Si alguno quedaba con vida y después de mucho tiempo valía la pena el clan ver de darle la oportunidad de ser parte del clan. Pero lo mío no era el liderazgo, lo mío era seguir órdenes aunque no confiara en nada las palabras lastimeras pronunciadas por los prisioneros que quedaron vivo. Uno tuvo suerte y se terminó muriendo pero el resto debería estar atado a un poste.

Como era de esperar, entre el tipo que había quedado apenas vivo tras el enfrentamiento, las heridas del resto de bandidos y las propias heridas de los guerreros Ládvir, el retorno al asentamiento con el resto del clan fue bastante más lento que la ida, e incluso eso no fue suficiente como para que el bandido moribundo sobreviviese al viaje y aunque decidieron transportar aun así su cuerpo para que se decidiese que hacer allí, lo cierto es que algunos como Asbjorn dijeron que lo mejor sería que lo dejasen allí mismo. Gunnar, por su parte, se mantuvo en silencio, pues lo mismo le daba una cosa u otra. Aun tardaron un par de horas más en llegar junto al resto del clan, y una vez allí, Fridtjof empezó a narrar lo sucedido.

¿Pedirles que se unan?- dijo Gunnar sin poder contenerse tras haber escuchado a Mikklas y a Wulfrig -¿Si hacemos que traicionen a ese Garra de Hielo, que les impedirá traicionarnos a nosotros en un futuro?- dijo, haciendo gala de su característica desconfianza hacia todo y hacia todos… excepto hacia Bjorn, claro estaba -Y a los prisioneros, dejémoslos aquí hasta que acabemos con los suyos- añadió.

Al ver que el grupo volvía cubierto de heridas y con varios prisioneros, Bjorn no pudo sino fruncir el ceño, pues, aunque al menos, todos habían vuelto con vida, y eso siempre era algo para celebrar, estaba claro que, fuese lo que fuese que hubiese pasado, aquello auguraba problemas. Y cuando Fridtjof narró lo ocurrido, sus sospechas no hicieron más que confirmarse.

Gunnar, viejo amigo, entiendo tus recelos, pero si lo que han dicho es cierto, su obediencia a ese Garra de Hielo es tan solo a causa del temor y de no tener más opciones- le dijo Bjorn a Gunnar -Y como Wulfrig bien ha dicho, darles cobijo es algo que les beneficiaría a ellos tanto como a nosotros- empezó a decir -Por eso, digo que descansemos, lavemos nuestras heridas y apacigüemos los sentimientos por el combate para ir mañana a buscarles- continuó -Llevemos con nosotros a sus guerreros para que puedan dar fe de nuestras intenciones, si en verdad están siendo oprimidos, no dudarán en unirse a nosotros- les dijo -Y respecto caído, estoy también con Wulfrig, murió luchado con honor, merece que lo tratemos con el mismo respeto que tendríamos con cualquiera de los nuestros- añadió.

Por otra parte, Mikklas tiene razón respecto a la lagunilla y las riadas, si confiamos únicamente en ellas para abastecernos, no duraremos mucho- dijo -En mi opinión, Creo que debemos sacar partido a lo único que estas tierras tienen por encima de las demás, sus montañas. Si logramos reabrir la mina de la que Asbjörn habló, podremos conseguir suficientes minerales como para comprar cuanta comida necesitemos- añadió.

La batalla había estado bien, y más su resultado. Después de las dos derrotas sufridas a monos del clan Rotensno, esta pequeña victoria servía de bálsamo a nuestro orgullo.

Además, llevábamos unos prisioneros, que también era algo importante. Podían sernos de utilidad, una vez que no habían querido ejecutarles allí mismo, sobre el campo de batalla. Parecía que Islab era el único que pretendía ejecutarlos, cosa que, gracias a dios, no fue apoyado por la mayoría.

Tras escuchar las palabras, tanto de los prisioneros como de algunas de las personas más influyentes del clan, decidí levantarme de mi sitio. A pesar de estar levantado, mi cabeza se quedaba a la misma altura que los enormes Varl, como Wulfrid y Asjborn, a los cuales sonreí.

Sinceramente, y tras haber pasado estas horas caminando hasta aquí, he podido reflexionar. Si, reflexionar, porque lo que deberíamos de haber ejecutado a los prisioneros, hacer un atillo con sus cabezas, haber reunido a nuestros guerreros e ido a por esa banda, descabezarlos y anexarlos a nuestro clan mientras hablaba, cerré el puño con fuerza, levantando el brazo pero eso ya ha pasado, ese momento voló bajo el brazo y abro la mano por lo que, creo que algunos tenéis razón. Lo mejor sería intentar ampliar nuestro clan. Si ellos están sufriendo, se puede entender que quieran defender lo que creían sus tierras, pero hay que hacerles ver que ha llegado un nuevo señor, que es el clan Lavidr. 

Eso se podrá hacer de dos formas: por las buenas, o por las malas. Quizás el jefecillo tenga dos dedos de frente y vea las posibilidades de unirse a nosotros, o quizás haya que acabar con él en un combate singular para evitar que otros muchos caigan. Me encojo de hombros

Sea como sea, yo me llevaría a los prisioneros con nosotros, para que el resto de los guerreros y la población vea que no somos unos salvajes en este caso miro a Islab podremos hacer que nos vean con buenos ojos y así inclinar la balanza a nuestro favor.

Descansemos, y vayamos a dialogar, en son de paz, pero mostrando nuestra fuerza.

Los héroes deliberaron por un largo tiempo respecto a los acontecimientos que habían acaecido durante el día, y a su vez, sobre el invierno que se avecinaba en los próximos. No hubo un consenso, e incluso Embla, la líder del clan prefirió no opinar al respecto. Y, aun así, la mayoría pudo tomar una decisión que, en sus mentes, era la más sensata. Por ello, habrían de descansar para ir a parlamentar al día siguiente con aquellos quienes intentaban saquearles. A la par, respecto al invierno, el consenso era acudir a la montaña e intentar a toda costa, sacarle provecho.

Habían dejado atrás su asentamiento, llevando con ellos a los dos prisioneros capturados en la pasada batalla, quienes ahora, habían aceptado jurar lealtad a su clan y unirse a sus filas. Eran en total 25 guerreros, sumando a los dos nuevos miembros del clan; dejando a su vez, a solo 6 guerreros para proteger el asentamiento.

Aquello parecía descabellado, pero si lo que aquellos dos les habían dicho era cierto, con esos 25 guerreros, apenas lograrían imponerse a los 23 guerreros montañeses a los que podrían tener que enfrentar. En palabras de los antiguos prisioneros, el líder de aquel grupo que intentaba saquearles era muy testarudo, y estaba convencido de que alcanzarían todas sus metas bajo el dominio de el clan Garra de Hielo, esto debido a que Melkas, que era el nombre de éste, tenía un carácter muy beligerante y era pronto a la sangre y el hacha. Del resto, seguramente habría unos pocos que le apoyarían, pero seguramente más de una decena serían fácilmente persuadidos, pues estaban ansiosos de poder salir de todo aquello.

No obstante, había un problema, muchos de aquellos guerreros tenían familias, familias que habían quedado bajo el cobijo del clan Garra de Hielo, y que, por tanto, podrían condicionar sus intensiones de unirse a Lavidr.

El grupo había avanzado ya un par de horas cuando Hjálmarr, quien había sido enviado a explorar, les envió la noticia de que el grupo de montañeses había avanzado ya y se encontraba ahora descansando junto a un arroyo, a solo unos pocos minutos de allí. A órdenes de Embla, el grupo avanzó en silencio, intentando llegar a una distancia tal, que facilitase la pronta rendición del enemigo y así evitar la batalla.

Las cosas salieron tal como esperaban, el grupo de montañeses pronto se vio sorprendido por la llegada de los lavidr, en números que claramente comprometían a sus fuerzas. Algunos soltaron sus armas al instante, en señal de rendición, pero otros, entre los que destacaba su líder, no lo hicieron así. En aquellos momentos, algo era claro, eran demasiados montañeses como para intimidarlos una vez que el efecto de haberles sorprendido hubiese pasado.

Y esto quedo claro cuando, tras Melkas, apuntar al Mender, una flecha certera viajo directo a la integridad de Fritjof, siendo detenida de ultimo momento por el duro escudo de Asbjorn, quien avanzando junto con otros 9 Varls, hicieron fácilmente tambalear las intensiones de los montañeses que parecían haber agarrado valor por un breve instante.

No le había gustado que hubieran aceptado en sus filas, así como así, a esos renegados. Podría tratarse de una estrategia para salvar el pellejo y que, para más inri, les lleváramos hasta sus amigos para que nos clavaran un cuchillo en la costilla sopor la espalda. Pero así eran las cosas, y la mayoría era quien mandaba, había que respetar,o si no querían caer en una anarquia o dictadura.

Al ver la flecha volver directa hacia mi, instintivamente echo el cuerpo hacia atrás, con los ojos muy abiertos mientras espero el dolor, o quizás no sintiera nada si me atravesaba el corazón. Pero ese momento no llego, gracias al escudo de Asjborn. Incrédulo ante el ataque al que había sido sometido, estire los brazos hacia abajo, con los dedos estirados ¿COMO OS ATREVÉIS, PUTOS COBARDES? VAIS A SENTIR EL PODER DE LOS CIELOS EN VUESTROS CUERPOS.  ÉSTOS digo señalando con la cabeza a los que habían sobrevivido y acudido hasta allí TUVIERON TAMBIÉN SU OPORTUNIDAD Y COMO VOSOTROS NOS ESCUPIERON. AHÍ TENÉIS VUESTRO MERECIDO 

Sin apenas dar tiempo al resto, subo las manos hacia el cielo para bajarlas nuevamente hacia alguien que estuviera cerca del arquero, para que le saltara y le dejara tieso ahí mismo. Quizás eso sirviera de escarmiento y podría evitar una carnicería.

El clima en el asentamiento fue tenso tras la reunión, se había optado por algo que nuevamente no había dejado conforme a todos. Ya era una costumbre que se estaba repitiendo demasiadas veces, entre Varls todo es más sencillo. Se piensa más en común aun con todas las diferencias que suele haber.

Tuve una charla breve con Hjálmarr que me expresó con sus pocas palabras cuales eran sus deseos para con los prisioneros. Le expliqué el porque me mi decisión que no le gustó pero la aceptó de todos modos. Aproveché para indicarle que se quedara detrás de los dos prisioneros por si las dudas intentaban algo que fuera en contra de nuestra salud.

Quedaron pocos guerreros cubriendo el asentamiento y eso demuestra cuanta falta nos hace falta engrosar las filas de nuestro clan. Una jugada arriesgada esperando que diera buenos frutos, todo dependía de como se sucedieran las cosas.

No pasó mucho tiempo hasta que le dio la orden a Hjálmarr para que se adelantara y explorara lo que teníamos por delante, salió gustoso porque podía estirar sus patas y andar libre. Me situé detrás de los prisioneros esperando ver si alguno intentaba algo, les prometimos seguridad pero primero tenían que ganarse esa confianza.

Al poco tiempo Hjálmarr volvió con noticias que nos ponen en alerta. Así que mandó a toda la comitiva en pie de guerra. Yo haría lo mismo si no tuviera noticias de mi gente. Nos adelantamos en silencio y terminamos sorprendiendo al grupo atacante pero algunos se ressistieron a entregar sus armas.

Acto seguido veo que Fridtjof retrocede bruscamente y a mi hermano extender su escudo delante de él. No se que pasó exactamente pero algún ataque me imagino que habrá sido. Casi todos los varls están delante menos uno que le indiqué que se quedara custodiando a los dos prisioneros mientras avanzo a la primera fila.

Vi que cualquier cosa podría desatar el ataque y echar por tierra nuestros planes. Escuché los gritos del chispitas y su amenaza que tomaba forma y una muy peligrosa. - ¡ALTO! - Le grité tratando de frenar lo que podría ser una catástrofe empujándole para romperle su concentración. No quería ser la voz que hablara con el otro clan porque no me correspondía y por ello me limité a por lo menos intentar evitar el combate hasta que todo estuviera dicho.

Dejando en el asentamiento tan solo los guerreros imprescindibles para cuidar a su gente de posibles ataques de bestias mientras iban al encuentro de aquel clan de bandidos, Embla y Bjorn partieron a la cabeza de más de una veintena de guerreros para asegurarse de que aquel clan no ponía a los suyos en peligro, bien convenciéndoles para que se les uniesen, bien expulsándolos de sus tierras si se negaban… a la fuerza, si era necesario.

El encuentro, como era de esperar, fue tenso, pues aunque nuestra llegada en tan gran número, los sorprendió al punto de que algunos de ellos soltaron las armas para rendirse, su líder, de quien los recién incorporados miembros del clan les habían hablado, no solo no hizo gesto alguno de rendición, sino que incluso uno de sus hombres disparó una flecha contra el mender de los Lávidr, siendo detenida por el férreo escudo de Asbjorn. Por desgracia, aquello no había hecho sino provocar a Fridtjof, lo cual de por sí ya era sencillo.

¡DETENTE FRIDJOF!- le gritó Bjorn al mender, sumando su grito al de Wulfrig al percatarse que pretendía liberar su magia y atacar directamente al otro clan, tras lo cual, me giré hacia los antiguos prisioneros -No hemos venido a luchar, pero lo haremos si no nos queda más remedio… y no serán pocas las vidas que se pierdan por ello- les dijo -Nos habéis visto, sabéis que nuestra oferta es sincera… juntos, seremos más fuertes, ayudadnos a convencerles antes de que sea demasiado tarde- les pidió, consciente de que el otro clan escucharía antes una voz conocida, y esperando que el trato que les habíamos dado y el más que probable deseo de querer evitar que la sangre de sus antiguos hermanos se derramase en aquel lugar, les empujasen a hacer lo correcto.

Como era de esperar, el encuentro entre ambos clanes no fue precisamente amigable, pues aunque la sorpresa inicial había hecho que algunos de los guerreros de aquel clan soltasen sus armas, la mayoría de ellos parecían bien dispuestos a luchar contra los guerreros Lávidr.

DE no haber sido porque sabía que Bjorn buscaría que aquel grupo se uniese a ellos, Gunnar se habría lanzado al ataque en cuanto aquella flecha salió volando hacia Fridtjof… y a juzgar por los gritos de este, no era el único que opinaba aquello. Pero Bjorn quería que se uniesen, y no sería él quien fuese en contra de sus deseos, a menos que no quedase más remedio, claro.

¡SOLTAD LAS ARMAS!- gritó -¡Soltadlas para que podamos hablar... o no tedremos piedad!- añadió.

El camino había sido tranquilo hasta que me enviaron a explorar, me adelanté galopando tomando rápida distancia del grupo. En mi cabeza daban vueltas ideas todavía por todo lo acontecido, la votación salió totalmente en contra de lo que pensaba pero no de Wulfrig que obviamente salió conforme de la reunión del concejo y por eso mi cabeza era un berenjenal.

Corrí más rápido para concentrarme y tuve que frenar en seco cuando divisé a un grupo de gente, no lo dudé un segundo y busqué cobertura para espiarlos un momento y asegurarme que eran ellos. Se estaban dirigiendo hacia nuestro asentamiento pero por el lado del arroyo donde quizás buscarían agua y seguir su camino.

Mantengo la distancia y cuando confirmé el paradero salí raudo hacia el encuentro del clan antes de que llegaran y se los encontraran de manera sorpresiva. Embla dio las instrucciones y las seguimos, los sorprenderíamos y ya estaba pensando en como mis cascos pisarían a los caídos que nuevamente invaden nuestras tierras, basta de palabras.

El acercamiento fue exitoso y me quedé en un flanco buscando entrar por detrás y salir por el otro lado si se daba la oportunidad al menor indicio de combate. Los líderes se alzaron y el grupo invasor se sorprendió pero no del todo, algunos querían batalla y yo se las daría.

Un flechazo impactó en el escudo de Asborjn pero tenía como destino a Fridtjof y este comenzó la preparación de ese poder temible de hacer caer rayos desde los cielos. Busqué un blanco solitario entre todos que estuviera con un arco en la mano y estaba a punto de derribarlo cuando Wulfrig y Bjorn gritaron que se detuviera. No pude esconder mi molestia, pateé con mis coces el duro suelo y esperé ver si los invasores dejaban sus armas para parlamentar ante los líderes o bien caerían bajo el peso de nuestras armas.

...

...

"Todo esto podría haber ido mejorrrr"

La tensión se mascaba con un cuchillo. Aquellos guerreros desesperados ni se habían molestado en establecer ninguna clase de comitiva parlamentadora... igual que estaban haciendo ellos. Sí, tenían más razón porque les habían atacado antes, y tenían el derecho de las tierras, y blablablá, pero en esencia todo el mundo allí estaba peleándose con unas migajas y con el miedo a que los abismales dredge pasasen su mirada por el lugar como lo habían hecho en taantos otros lugares. El mundo se estaba muriendo y ahora quien no vivía bajo tu techo y compartía tu pan era literalmente tu enemigo de muerte.

"..."

El mundo estaba soberanamente jodido, los dioses muertos, y ellos a no mucho tardar.

-¡TODO EL MUNDO QUIETO!

Levantó las manos tras echarse el hacha al cinto de nuevo, tratando de interponerse entre las tensiones de un grupo y de otro, lo que siempre era una gran idea, en especial cuando había armas levantadas tanto de un lado como de otro.

-Habéis tratado de MATARNOS, cabrones -dijo Mikklas, a quien aquello tampoco le había gustado demasiado: era una píldora difícil de tratar- Sois apenas siervos del clan de las montañas. ¿No echáis de menos una época donde no teníais que responder a los designios de explotadores sin corazón? ¿Donde las únicas relaciones entre dos personas no eran matarse con palos y piedras, con hielo y hueso?

Sacudió la cabeza, haciendo que se removiesen las mejillas y que los copos que empezaban a asentársele en el pelo y la barba cayesen al suelo.

-¡Mira a vuestros compañeros! -señaló hacia atrás abarcando hacie los dos que les acompañaban- Nos atacaron y aun así no están todos muertos. Salvamos a los heridos. Habla con ellos y verás que nuestras intenciones no son ser la nueva Garra. Somos el Clan Lávidr, y somos el nuevo Clan del lugar: nuestras son las tierras y tenemos a otro Clan como aliado; ni estamos solos ni lo estáis vosotros ahora. ¡Cambiad de señor y aprovechad la oportunidad de apuñalarlo por todo lo que os ha hecho cuando no podíais permitir desobedecer sin que vuestras familias pasen hambre! No seréis esclavos, ni vasallos, ni recogedores de palos: nosotros no somos la Garra de Hielo. Quien se une bajo nuestro techo se une a nuestra bandera, y es sangre de nuestra sangre -escupió al suelo- Como en los viejos tiempos, como siempre ha sido. Como se supone que debe pasar.

Fridtjof prácticamente no dio espacio a palabra alguna, apenás ser atacado, y repudiar a aquellos que lo habían hecho, procedió al instante a lanzar una cadena de relámpagos sobre aquellos guerreros montañeses, quienes recibieron de lleno el golpe. Al arquero, quien atacara antes a Fridtjof fue quien se llevó la peor parte; aunque seguía vivo, y tras recobrar el aliento por el dolor que le aquejaba, podría volver a intentarlo a pesar de las heridas, aunque siempre que aun tuviese el atrevimiento para hacerlo.

Wulfrig intentó detenerlo, pero no fue lo suficientemente rápido, a la par de que era imposible en aquel momento el saber que el aprendiz de mender haría aquello. Aunque si bien, el empujón propinado no evitó el ataque de Fridtjof si que le desestabilizó con facilidad, estrellándose probablemente contra el suelo de no ser por que Hodur, su guardaespaldas personal, quien estaba allí para sostenerle.

Bjorn también intentó contener al mender, pero sus palabras no llegaron a oídos de Fridtjof por lo que concentró sus esfuerzos en remediar la situación intentando que los nuevos miembros del clan, que fueran antes, uno, con aquellos guerreros, ayudaran a convencerles. Mientras tanto, Hjálmar y Gunnar se precipitaron a exigir a los guerreros montañeses que soltaran sus armas, cada uno a su manera. Para sorpresa de Bjorn que esperaba una pronta ayuda y de Mikklas que intentaba explicar sus intenciones y evitar un combate, la gran mayoría de los montañeses obedecieron.

El mero hecho de ver el poder de un mender, el tener que enfrentar a varios Varls y a su vez a aquellas extrañas criaturas mitad humano mitad caballo que parecían provenientes de un lejano cantar, les persuadió por completo. Aunque no era claro en aquel momento, el si solo se rendían, o si bien aceptaban unirse al clan.

Por todo ello, fue fácil para Mikklas que todos aquellos hombres tuviesen su atención presta en él, ya fuera para bien o para mal. Muchos asentían a sus palabras o parecían querer aceptar su propuesta, otros dudas y si miraban entre si, mientras que unos pocos le señalaba e intentaban calentar los ánimos del resto de guerreros, y Melkas era el primero de ellos.

Para cuando los dos nuevos miembros del clan Lávidr y ex compañeros de aquellos guerreros terminaran de hablar, los hechos ya estaban consumados. Entre abrazos, varios de los guerreros se unieron a sus compañeros integrándose a las filas de los Lávidr, lo cual no sentó nada bien en Melkas y sus seguidores, quienes armas en mano, aun se mostraban amenazantes y preparados para pagar caras sus vidas. Aunque, para aquel momento, lo más probable es que huyeran si tenían la oportunidad.

Justo cuando salieron los rayos del cielo para golpear al que había lanzado su flecha, todas las palabras de mis compañeros parecieran que estaban intentando detenerme. Por un segundo me pregunté si me habría precipitado, pero ¿que otra cosa podría haber hecho? ¿Se habían atrevido a dispararme una flecha y no iban a recibir su castigo? ¿O quizás tendríamos que haber puesto la otra mejilla para que nos abofetearan nuevamente?

Sea como fuere, mi dilema moral se evaporó al comprobar que la demostración de fuerza y determinación había hecho que la mayoría se unieran, salvo los seguidores más leales de ese tal Melkas 

Tú, Malkas, ¿que clase de líder eres que prefieres ver morir de frío y hambre a tus más leales guerreros en vez de unirte a nosotros y formar parte de un clan y hacerlo así más fuerte? 

Gracias a los dioses veo que hay muchos otros que lo tienen claro. Si tu deseo es ese, abandona estas tierras de inmediato, con una única arma y armadura por guerrero y no volváis a entrar en nuestros dominios bajo pena de muerte.

Era consciente de que estas palabras las debia de decir alguno de los lideres, Bjorn o Embla, pero no pude evitar aprovechar el miedo y respeto que habíamos ganado para lanzar el nuevo desafío, mirando a mis líderes, asintiendo con la cabeza, y encogiéndome de hombros, para hacerles ver que sigo respetando sus decisiones, pero que era algo que tenía quemo hacer.

Me encabrité al ver un rayo caer del cielo y golpear al incursor enemigo que con semejante demostración de poder quedó en pie. Los guerreros se rindieron en parte y otra no, algunos se abrazaron y otros se fastidiaron. Mi postura siguió siendo la misma.

Estudié a todo aquel que no se rindiera y portara un arco o algún tipo de arma a distancia como también a los que supuestamente se rindieron y estuvieran montando una trampa y nos atacaran por la espalda. Erguido para tener la mejor visión posible espero impasible por la pronta salida de los foráneos que no aceptaron la propuesta.

Cuando vi salir disparado hacia atrás al chispitas pensé que me había propasado. Por suerte el duro de Hodur lo supo recibir y frenar a tiempo para que no se rompiera algo y saltaran chispas para todos lados. He increíblemente cuando me doy vuelta pensando que se desataría la batalla contra quienes queríamos que se unieran bajo nuestros estandarte se dio todo lo contrario. 

Aunque por desgracia, la actuación de Fridtjof fue demasiado rápida para que pudiese ser detenida, en esta ocasión su ataque no solo no provocó un combate entre las fuerzas Ládivr y los guerreros montañeses, sino que la demostración de fuerza hizo que la mayoría perdiesen las ganas de luchar y bajasen las armas, y a no mucho tardar, se integraban en las filas de Ládivr como nuevos hermanos… aunque no todos.

Melkas- dijo Bjorn cuando el mender terminó de hablar, devolviéndole primero la mirada con una expresión que dejaba claro que tendríamos que hablar sobre su actuar una vez volviésemos con el resto del clan -Aunque impulsivas, no por ello las palabras de nuestro mender son menos ciertas. No dejes que tu orgullo os lleve a ti y a tus hombres a la muerte- empezó a decirle -El invierno se acerca, y en estas frías tierras temo que no podáis sobrevivir solos, así que volveré a insistir, recapacita y únete a nosotros- le dije, aunque mis palabras iban dirigidas más a sus hombres que al propio Melkas, avanzando hasta ponerse al frente de sus hermanos, con las armas envainadas en un gesto que claramente indicaba que no era su intención luchar -No os obligaremos a uniros a nosotros… pero si a abandonar nuestras tierras si no lo hacéis- les dijo, endureciendo el tono -Y si volvéis con intenciones de saquear o dañar a los nuestros de alguna forma, no dudéis que no mostraremos misericordia- les advirtió -Tenéis tres horas- añadió tras unos momentos, esperando que ese margen de tiempo permitiese que alguno de ellos recapacitase -Si para entonces no os habéis ido, lo consideraremos un ataque y responderemos del mismo modo- dijo.

Por suerte, entre el ataque del mender y la presencia de los varls, las exigencias tanto de Gunnar como de otros fueron cumplidas con facilidad al darse cuenta aquellos bandidos que enfrentarles sería un suicidio… lo cual, por supuesto, no quería decir que Gunnar confiase en ellos, por mucho que bajasen sus armas o aceptasen unirse al clan. Por eso, cuando Bjorn decidió avanzar al frente de todos con las armas desenvainadas y arriesgándose tanto a un ataque de los que aún seguían al tal Melkas, como a una traición de sus supuestos nuevos “hermanos de clan”, Gunnar empezó a maldecir por lo bajo sobre la temeridad de su líder, avanzando con rapidez hasta colocarse justo tras él, aunque sin salir del grupo, atento a cualquier indicio de amenaza hacia Bjorn.

Todo lo que Mikklas podía pensar fue

"Phew!"

ante cómo había salido todo: podía tener el valor suficiente como para tratar de poner paz entre la gente con fuego en la sangre, pero no tenía el suficiente cuajo como para no agradecer a cualquier dios que pudiese escucharlo que todo hubiese salido como había salido. Aparentemente, por aquella scaras, el hecho de que los Lávidr fueran desharrapados de las partes más extrañas del mundo (tenían hasta un mender, faltaría un dredge para ser una extraña comitiva de las eddas) era muy convincente.

Por ello, la gente empezó a avanzar de un bando a otro, cruzando la fila, mientras el tal Melkas que era su jefe los miraba como si quisiera matarlos con el veneno de su cuenca. Mala suerte, y si se le ocurría dar la orden de que alguien, quien fuera, levantara una flecha, o lanzara un cuchillo, o los detuviera siquiera... bueno... iba a tener un problema.

-Ya has oído a los jefes -dijo, aún con el arma guardada, los brazos cruzados por sobre la tripa el pecho- Sois bienvenidos a uniros como lo son el resto de tus compañeros, pero si lo que queréis es permanecer fieles a esos que sólo han hecho esclavizaros y convertiros en saqueadores... -sacudió la cabeza- No vamos a permitir nada así, tío. Podéis quedaros aquí, como, cero problemas, pero si volvéis bajo sus faldas o si lo que queréis es tomar venganza por lo que creéis que "os han hecho" nuestros nuevos compañeros...

Os cazaremos como los perros que habéis decidido ser, podría haber dicho, pero no hacía falta.

-Tenéis o toda la vida bajo nuestra bandera en lugar de la que os azotaba antes, o las tres horas que manda la tradición para tomar vuestras cosas y marcharos de aquí. Lo siento, pero si es lo que eliges, es lo que hay.
 

Melkas escupió al suelo con repugnancia ante quienes veía y lo que sucedía. -Los dioses están muertos- exclamó, -solo es cosa tiempo para que todos los mortales también caigamos- aunque cierto era que ya habían pasado años. -Somos hombres de las montañas, no viles labradores que se acuestan con cerdos. Volvamos por donde vivimos, y afrontemos el invierno como guerreros y no como cobardes- exclamó Melkas ante la exigencia de Embla, líder de los Lavidr y otros miembros más que le apoyaban.
Curiosamente el efecto fue mejor de lo que el mismo esperaba, pues ante las duras palabras de los Lavidr, muchos de aquellos guerreros dudaron respecto a si hacían bien, y prefirieron regresar ante lo ya conocido, por malo y despiadado que fuera.
Al final, solo 12 guerreros se unieron a ellos, y 11 más se marchaban ya tras demorarse por más de media hora en preparar sus cosas. Hubo incluso algunos ligeros altercados por los víveres con los que contaban, pues cada grupo creía merecerlo todo. Al final la presencia de los Varls y los Horseborn dejo toda discusión anulada, y aquellos 11 guerreros que regresaban con el gran clan de las montañas se llevaron apenas lo necesario para sobrevivir la travesía.
Los nuevos guerreros del clan, les informaron que probablemente aquellos 11 hombres tenían familias en las montañas y no veían garantías claras de poder rescatarlas o ser apoyados para conseguirlo.