Partida Rol por web

Sin detenerme de correr, Buff, buff,se-guid corriendo. Buff, Si hay...alguna embos-cada, Buff lo sa-bremos antes de...que estemos me-tidos buff de lleno en ella.

¿Qué le habrán hecho a Kolbein esos malditos bastardos? será otra cuenta más a saldar.

- Svala va con ellos, trae poderosos aliados. Quizá ahora si sea oportuno llamar a los espiritus del viento... pueden ayudarnos a desviar las flechas. O, si pretenden huir en un barco, impedir que los vientos les sean propicios.

Olaf es más tirillas que cualquiera de los presentes, pero aún así, aunque resopla y parece cansado, no lleva cargando ningún tipo de armadura y está relativamente fresco.

La vista de pájaro del cazador de advierte de dos extranos bultos a un lado del camino.

¡Alto, deteneos! más adelante veo algo, tal vez sólo sean dos cadáveres cubiertos por la nieve o enemigos que nos acechan, pero si no veis más que un topo en la niebla deberíais dejarme ir el primero.

Coloca una flecha en el arco y lo lleva a medio tensar mientras se acerca a los misteriosos bultos que tan sólo estan a 30 metros del Jarl.

Kirk sigue corriendo, resoplando y observando a su alrededor y escuchando, con toda la atención que pueda tener en semejante situación de agotamiento... no gasta energías en hablar, en realidad no tiene nada que decir, sólo actuar cuando llegue el momento...

 Brunhild permanece al lado de Tornbjorg... con su lanza y su escudo preparados...

mira alrededor por si puede advertir alguna cosa extraña en cuanto Ottar da la voz de alerta...

¿qué serán esos bultos...?

Si es una emboscada seguro que es para retrasarnos más que para acabar con nosotros comenta Sveim detrás de Tornb.

Aún estáis demasiado lejos del mar, la noche es oscura y no podéis todavía saber si el barco ha zarpado o no. A la llamada de Ottar, ambos grupos detienen su marcha, lo que permite al segundo alcanzar al Jarl. La tensión es evidente.

El cazador se adelanta, con una flecha preparada en su arco. Se mueve con cautela, sin dejar de mirar a todos lados. El terreno es prácticamente llano, aún más por la capa de nieve que lo recubre, aunque aquí no es demasiado espesa.

Ottar se adelanta con cautela. Cuando está un poco más cerca es para él evidente dada su gran experiencia que nada vivo podría camuflarse de esa manera bajo unos pocos centímetros de nieve, la hubiera derretido con su calor. Lo que sea que yace ahí no cree que esté vivo.

Decidiéndose tras un instante de incertidumbre, araña con su bota la superficie de la nieve. El conocido rostro de Olafersson, el Houscarl encargado de vigilar la muralla, aparece terriblemente desfigurado por el frío. Ha recibido un tremendo corte en su cuello que no le ha separado la cabeza del cuerpo por muy poco, aparentemente hecho desde atrás.

El otro bulto oculta a Jobär, su compañero. Sin duda debieron sospechar algo y Rumhird y los suyos lo tuvieron fácil cuando decidieron acabar con ellos, porque no hay signos de lucha. A Jobär parecen haberle ensartado por la espalda a la altura del corazón, el arma (a Ottar le perece que podrían haber usado una lanza, pues la herida es similar a la que presentaba Unn) le ha traspasado el cuerpo. Debió morir al instante.

Ottarse cerca a los bultos y rasca la nieve superficial con la bota, se agacha unos instantes y escupe a un lado maldiciendo y tratandod e alejar la mala suerte, luego se vuelve hacia el grupo.

Son Olafersson y Jobär, asesinados a traición. Que Urll les guíe hasta el Valhalla y que Odín les acoja en su mesa en eterno festín. ¡Arrrgh! que los espíritus de los bosques maldigan a ese eslavo y a toda su descendencia, no conocen el honor para matar así a dos houscarl.

Ottar siente estas pérdidas más que nunca, los Houscarl son sus hermanos ahora y le duele tanto perderlos como si hubiera muerto su propio padre.

Olaf, mira los cadáveres, sombrío:

- Sus espíritus irán a los salones del Valhala, no creas que no han tenido suerte. Peor será para los traidores. - Mira a Ottar con sus ojos glaucos, inquietantes. - ¡Lo he visto!

- Están con Odínn el sabio, regocíjate, beben y fornican por la eternidad en el salón de la sabiduría... y cantan!! Graaak

Agotados, llegáis por fin a las cabañas que usan los pescadores para salar y conservar las provisiones para el invierno. La oscuridad es total, y solo el agudo sentido de la orientación de Ottar os ha podido conducir hasta allí sin extraviaros. Os detenéis a cubierto tras las sencillas construcciones de madera, que solo podéis adivinar que se levantan ante vosotros porque ha amainado un poco el frío viento que, hasta ahora, castigaba vuestros rostros mientras os dirigíais al mar. Nada se escucha, salvo el calmado oleaje que va a morir a la cercana orilla.

Maldita sea esta oscuridad, que se traspasa al alma... - murmura el Jarl agotado, recostando pesadamente su corpachón contra la pared de madera de una de las cabañas - Encontraré a mi hija, y pagarán lo que han hecho... - añade, boqueando para tomar aliento. Por el sonido, sin duda está extenuado.

Aconsejo ahora cautela..., pues nada bueno puede esperaros en la playa. Si han partido, difícil será que les deis alcance... - susurra la dulce voz de Svala - Si os esperan, demasiado tiempo han tenido para prepararse para vuestra llegada. Sed sabio, Jarl, la imprudencia podría ser ahora vuestra peor enemiga.

Ottar hinca un arodilla en tierra para tomar aliento mientras vigila el horizonte buscando barcos fondedados en la playa.