Partida Rol por web

El servicio postal británico es envidiable. Siempre llega a tiempo a su destino gracias a estos héroes cotidianos. A diario, la buena de Mildred recoge la correspondencia del buzón de la entrada y la ordena en su despacho: las cartas a la izquierda, los paquetes en el centro, los sobres grandes a la derecha. La mesa de su escritorio, que normalmente está vacía, se llena provisionalmente de inestables montones de correspondencia.

A pesar de su quebradiza memoria, Holmes es consciente que se va a encontrar con inesperados regalos y objetos extraños enviados desde muy lejos. Habrá peticiones de entrevistas para alguna revista o para la radio, y múltiples súplicas de ayuda: una mascota extraviada, un anillo de bodas robado, un niño desaparecido, el robo del siglo, o un surtido de otras nimiedades desesperadas que era mejor no contestar. Aunque siguen proponiéndole que investigue algunos extraños casos, él estaba tan alejado de esa vida pasada que no quiere ni escucharlos.

También están los manuscritos en busca de publicación: engañosas obras de ficción basadas en sus aventuras pasadas -nunca a la altura de mi padre-, utópicos tratados de criminología, y halagadoras cartas en busca de promoción, de un comentario positivo para una futura portada o, tal vez, un prólogo al texto. Rara vez responde a alguna de ellas, y nunca se deja enredar por periodistas, escritores o gente en busca de publicidad.

Aun así, examina a conciencia cada carta que recibe y revisa el contenido de cada paquete que le envian. Inconscientemente, espera encontrar algo. Cada día, sin importar el calor o el frío propio de la estación, trabaja ante la mesa al calor de la chimenea, abriendo sobres y examinando la carta en cuestión antes de hacer una bola de papel y tirarla a las llamas.

Pasan los días.

LOS NUEVE DÍGITOS DE POLIBIO

Estamos llegando al final del viaje. Estoy triste. A Holmes le resulta difícil recordar los detalles de estos últimos días de travesía detectivesca. ¿Cómo es posible? Los acertijos, aunque lo han llenado como una comida saciante escocesa, parecen indescifrables a posteriori. Salpicados de vez en cuando en vagos recuerdos, son invariablemente olvidados de nuevo. Solo flotan en el ambiente débiles reminiscencias, que sorpresivamente se esfuman de la misma manera que llegan. Como una bocanada de humo de su pipa.

El 21 de marzo, la misma mañana del aniversario de la muerte de mi padre, publico los nueve dígitos de Polibio en el Times. Quiero comprobar si mi padrino sigue recordando a uno de los más importantes historiadores griegos, con quien tuvimos un affair en el pasado.

LOS NUEVE DÍGITOS DE POLIBIO

Estamos llegando al final del viaje. Estoy triste. A Holmes le resulta difícil recordar los detalles de estos últimos días de travesía detectivesca. ¿Cómo es posible? Los acertijos, aunque lo han llenado como una comida saciante escocesa, parecen indescifrables a posteriori. Salpicados de vez en cuando en vagos recuerdos, son invariablemente olvidados de nuevo. Solo flotan en el ambiente débiles reminiscencias, que sorpresivamente se esfuman de la misma manera que llegan. Como una bocanada de humo de su pipa.

El 21 de marzo, la misma mañana del aniversario de la muerte de mi padre, publico los nueve dígitos de Polibio en el Times. Quiero comprobar si mi padrino sigue recordando a uno de los más importantes historiadores griegos, con quien tuvimos un affair en el pasado.

-476235891- (Todos los numeros pegados)

NXD...

La única solución que se me viene a la mente ahora mismo con lo de Moriarty.

-345414- (Las posiciones en orden de descubrimiento lógico)

-102- (Sumadas las posiciones)

Este acertijo también resultó ser difícil, no por que fuera abstruso o especialmente complicado, sino porque tanto número de tres cifras le había servido para recordar cientos de vivencias en su antigua dirección de Baker Street. Es que le dio tantas alegrías. Sin embargo, pese al paso del tiempo, no tenía nostalgia ninguna, no echaba de menos el bullicio de las calles de Londres ni el discurrir por los laberínticos lodazales obra de ciertos criminales.

Extrañamente, a Holmes le satisfacía la plácida vida que llevaba en su granja de Sussex. La mayor parte de las horas del día las pasaba en la tranquila soledad de su despacho, al abrigo de su chimenea, rodeado de cientos de libros apilados por el suelo; o entre las metódicas criaturas que habitaban en sus colmenas. Se había acostumbrado al sopor compensatorio que le había traído la vida.

Aun así, toda esta elaborada planificación estaba resultando ser provechosa. Gracias a nuestro singular juego, Holmes había empezado a dar los últimos toques a sus cuatro volúmenes de El arte de la deducción, que había dejado apartado hace mucho tiempo. Estaba resultando ser una tediosa y laberíntica tarea, aunque gratificante, en parte porque estaba convencido que sería una colección indispensable cuando se publicara.

943

891

102

Pista 1

No hay ningún número con tres pares y hay uno solo con dos

579

Pista 2

El único número con dos pares es el 476. Tachamos todos los números que tienen un 4, un 7 o un 6. De los que quedan, solo hay uno que tiene un 2. Es el 235. Por último, tachamos los números que tienen un 3 o un 5. Sólo nos queda el 891. Y así la solución es única.

597

759

795

957

975

981

Pista 3

Polibio en su tablero nos ha enseñado cómo utilizar las coordenadas de la posición de cada número en una matriz como herramienta de descodificación, primero el número que marca la fila (de arriba abajo) y luego el de la columna (de izquierda a derecha).