Partida Rol por web

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Martin mantuvo la mirada con Nadine-Puedo llegar a comprenderlo, el sentirse menos que nada, inútil y que su vida no tiene sentido, puede abocar al suicidio y no querer seguir viviendo. Pero si no tienes un aliciente, una motivación, alguien que te ayude, apoyo, no hay nada que hacer. Si no le encuentras sentido a la vida ¿para qué vivirla no?. - preguntó, él no era partidario del suicidio, pero respetaba tal decisión y la entendía.

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-¿Un juez? ¿Impartir justicia? Vamos no me hagas reír. Yo no creo en esa justicia ni en esa ley. Pienso que tiene que existir un orden unas reglas inquebrantables por su puesto, pero ésta justicia es una quimera, un mal chiste. ¿Que un violador de niñas sea encarcelado unos años y que luego lo dejen libre, porque “está rehabilitado” aún sabiendo el peligro que conlleva?. Para mi eso no hay justicia Nadine. Justicia es que el padre de esa niña se quede sólo con ese cerdo y que sufra la condena impartida por el padre.- volvió a mirar con intensidad a Nadine, no estaba tan lejos de su forma de pensar al fin y al cabo.

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los gritos de Nadie sirvieron para devolver la cordura a Martin. La furia desbocada que le inundaba fue desapareciendo poco a poco y la presión sobre las manos de Nadine se aflojó hasta que la navaja cayó al suelo. Lloraba desconsolada. Tenía razón ella había ido a su habitación pidiéndole ayuda y ahora las lágrimas caían por sus mejillas, no pudo evitarlo y desvió la vista unos instantes.

-Lo siento Nadine-dijo casi con tono de culpabilidad, se incorporó y fue hacia la mesilla de noche donde había una caja de cleenex cogiendo un par de ellos-toma, sécate por favor, no soporto ver llorar a una mujer-dijo acercándoselos. Volvió a respirar profundamente y la miró observando sus tobillos-te voy a quitar esto, no es necesario-dijo liberando sus pies para luego sentarse ante ella y volver a mirarla, la furia había desaparecido por completo.

-Antes has dicho que un amigo tuyo, Johny, te salvó la vida, ¿cómo ocurrió?- preguntó tranquilo.

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Estaba asustada. Las acciones de Martin eran bruscas e incoherentes. No sabía como actuar, temía que se volviese loco y la hiciese daño.

Por suerte la navaja fue inocua. Los ojos llorosos de Nadine se clavaron en los del secuestrador mostrando su vulnerabilidad. -Si lo sientes para de hacerme llorar. Para esta locura Martin. - le suplicó con voz afectada.

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Extendió la mano para coger los cleenex pero cuando Martin se lo acercó ella lo dejó caer al suelo a propósito. -Prefiero que veas mis lágrimas y recuerdes que me las has hecho tu. - su tono no era amenazante ni enfadado, más bien era decepción lo que sentía.

Ladeó la cabeza, apartando la vista de Martin y cubrió su rostro con la mano derecha. Suspiró cansada sin abrir los ojos, las marcas de sus lágrimas se veían en su rostro en un tono más claro en comparación al maquillaje. -Johnny es mi mejor amigo. Él me encontró inconsciente en el baño del instituto donde intenté quitarme la vida. - no le avergonzaba hablar de aquello aunque los recuerdos si le hacían sentirse mal. Después de unos años de psicoterapia y fármacos estaba curada, ella quería vivir. -Me vendó el brazo y me llevó al hospital. No pensó que una ambulancia sería mejor. Supongo que tenía miedo de que tardasen demasiado. - se encogió de hombros.
-Dejarás que me vaya? - preguntó mirándolo a los ojos.

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Las palabras de Nadine eran pura certeza. Ella vino buscando su ayuda, su apoyo y la recibió con violencia y furia. Martin no era como esos asesinos, él tenía corazón y tenía sentimientos.-¿Sabes Nadine? Cuando estás en la cárcel creas una coraza, escondes todo lo que pueda hacerte parecer vulnerable. Aquello es una jungla llena de asesinos, violadores y no tienes más remedio que defenderte y mostrar que no eres un blando-tragó saliva y se detuvo un momento recordando los eternos días y noches en esa jaula de acero-Y no tienes más remedio que usar la violencia par sobrevivir, no existe otro modo.-.

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Cuando vió que dejaba caer el cleenex al suelo Martin se puso en cuclillas ante ella, buscando su mirada-Nadine, por favor, mírame-dijo con ternura, ¿cuándo lo había hecho por última vez? Ya no lo recordaba.

Llevó su mano hasta la barbilla de Nadine sujetándola con delicadeza, como si tuviese miedo de romperse y notó como los dedos se mojaban por sus lágrimas que aún permanecían allí, no quería mirarle.-He sido un bestia, casi había olvidado lo que es ser un ser humano-dijo con cierta tristeza, mientras deslizaba el pulgar por su cálida y suave mejilla aún húmeda, odiaba ser el origen de todo eso.

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Martin seguía mirando a Nadine, no quería perder el contacto visual, ahora no-Es un buen amigo, poca gente tiene la suerte de contar con amistades tan sinceras y entregadas-Martin deslizó su mano hasta la de Nadine que tenía en el regazo con la esperanza de que no la retirase para sostenerla-Johny te protegió en esa ocasión, consiguió mantenerte con vida y yo quiero hacer lo mismo, mantenerte con vida y sacarte de aquí para que puedas volver a verle a él y a tus padres, tú no puedes morir aquí,
no lo permitiré Nadine, escaparemos de aquí te lo prometo, yo te ayudaré si tú me ayudas a mí pero...Si quieres irte, no te retendré, ya no puedo ni quiero hacerlo-dijo ensombreciendo el gesto con voz apagada.

Imaginó lo dura que había sido la vida para Martin estando preso en la cárcel. No sabía lo que era vivir con miedo rodeada de tanta gente indeseable. Sintió lástima por él.
-Entiendo que no quieres volver a la prisión pero os están buscando y el resto de clientes hará lo que sea para sobrevivir igual que vosotros. - pronto comprobarian que estaban solos frente a dos bandos y otro criminal muy peligroso.
Conmigo no tienes que usar la violencia. - pensó secandose las lágrimas.

Se arrodilló delante de ella pidiéndole que la mirase. Ahora parecía tierno con ella.

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Sonaba arrepentido por lo que alzó la vista y se fijo en sus bonitos ojos azules. Era consciente de las lágrimas pero también del sentimiento que crecía dentro de su corazón. Martin era muy valiente y había sufrido mucho igual que ella. Cada uno por unos motivos distintos.

Cuando su mano rozó con delicadeza su mejilla sintió una calma inexplicable. No tenía sentido, la había hecho llorar provocandole daño sin motivo. Cambió su fortaleza por un estado extremo de nervios, sin embargo aunque su caricia fuese la de una bestia ella no lo sentía así. -Martin... - su mano buscó temblorosa el rostro del criminal. Acarició su mejilla como hacía él. -No importa, pero no lo vuelvas a hacer.

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Cuando hubo terminado de contarle la historia sobre su suicidio se sorprendió por lo que dijo, quería protegerla y sin duda necesitaba su ayuda, aunque Nadine empezaba a creer que necesitaría más de el con el paso de las horas.
Asintió sin apartar su mano cuando Martin la tocó. -Necesito poder confiar en alguien. No quiero morir en este lugar. - miró a su alrededor llorosa la habitación destartalada de motel en la que estaban. Las lágrimas de antes se mezclaban con unas nuevas. Observó sus manos juntas y miró a Martin. -Yo tampoco dejaré que te pase nada. Estamos juntos en esto. - sonrió con suavidad a pesar de las lágrimas que bañaban su rostro.