Partida Rol por web

- Me sigue resultando extraño que utilice un mantra sobre el amor, incluso ahora que las votaciones llegan a su fin. -
 

-Bueno, quizá estén enamorados... quizá eso explicaría algunas cosas... -digo con la mirada perdida en las burbujas de la cerveza, antes de pegar otro trago. Me deshago la coleta, dejo sueltas mis rastas y me masajeo la cabeza para intentar que se me vaya el dolor y para intentar relajarme en esta situación tan tensa.

Aún quedan algunos minutos para que el reloj marque la hora en punto, pero la encargada se sitúa frente a Nadine para hacerle entrega de la bala correspondiente.

- Otra hora, otra bala. – Sentencia en voz baja pero perfectamente audible para el conjunto de los clientes.

- Sr. Hawkings debería escribir su voto en la pizarra o pedir a alguien que lo haga por usted. Si no, no contará.

- No conosco el significado del mantra, solo me da tranquilidad, me lo enseño un amigo. - Mira a su alrededor... - ¿No habra cartas por lo menos para matar el tiempo? *baraja un mazo invisible* Igual esta partida ya termino para mi al parecer, suerte a los que se quedan!... - *deja el mazo invisible sobre la mesa*

-Om Kamadevaya Vimahe, Om Kamadevaya Vidmahe. - recibió la bala de manos de Inquietante. -Perdóname seas quien seas, no quiero hacer esto pero debo. Om Kamadevaya Vimahe, Om Kamadevaya Vidmahe. Adiós Walter. - su mano tembló mirándolo a los ojos. Si salgo viva de aquí estaré maldita.

Nadine, muy a su pesar, ha adquirido algo de aplomo durante las dos últimas horas. Ante una situación como la que le toca vivir, reacciona con mucha más tranquilidad de la esperada.

Con la mirada baja, apesadumbrada, se acerca al campista. El muchacho lleva más de media hora preparándose para lo que se le viene encima.

Perdóname seas quien seas, no quiero hacer esto pero debo. Om Kamadevaya Vimahe, Om Kamadevaya Vidmahe.
Adiós Walter.

Con la mano temblorosa, apunta el arma hacia Walter y, mirándolo a los ojos, aprieta el gatillo.

A pesar del ligero tembleque, la corta distancia a la que se encuentra hace que el disparo sea certero y mucho más limpio que el del señor Postillo. La bala entra justo por encima del entrecejo y no sale, ahorrando mucha sangre y casquería a los allí presentes.

La muerte es rápida y, presumiblemente, indolora.
El rostro de Walter refleja una gran calma. Quizá el mantra sí que ha resultado efectivo, después de todo.

Como si siempre hubiese estado ahí, Inquietante aparece junto al cuerpo tendido de Walter Crucce. Antes de que nadie tenga tiempo a reaccionar por la muerte de éste, la encargada cumple con su cometido y rebusca entre las pertenencias de Walter para verificar su identidad.

Al poco, extrae su cartera y comprueba los distintos documentos.

- En apariencia un simple campista, Walter Crucce era en realidad...

¡UN TURISTA NORMAL!

Espero que la próxima vez estén más acertados...