Partida Rol por web

Tolgur se adelantó con Gimli para explicarle la situación.--Hay una cueva unos tres kilometros al norte, allí es donde se refugian, ademas de los huargos tienen un caragor con ellos. Aún no estoy seguro de si vienen en nuestra dirección pero mejor evitémosles para no perder tiempo ni recursos.--mientras esperaba la opinión de Gimli, le susurró algo a Groak-- Sobrevuelanos y avísame si se acercar amigo mio, de esa te has ganado la primera moneda brillante que encontremos en Moria.--dijo complacido para con el cuervo. 

--¡Ya habéis oído!¡El rugido del agua oculta nuestro ruido, a paso ligero en columna de a uno¡¡Abrid bien los ojos!--junto con Gimli, Tolgur encabezaba la marcha marcando un buen rimo de marcha y más para su avanzada edad. Mientras su cuervo emprendía el vuelo, bajo la atenta mirada del viejo mirnethron.

Gimli observa con seriedad al minerthron, había puesto en alerta a toda la columna pese a no haber peligro inmediato y tras sopesarlo un momento, decidió poner a su mejor guerrero adelante.

Por Durin, todos, paso redoblado, esta noche no dormiremos, marcharemos hasta llegar al jodido puente y si alguien se queda atrás, pues que Durin tenga piedad de su alma. 

Khazdor al frente, tú serás la punta de lanza, a la primera señal de peligro, da la orden de ataque sin vacilar y ay de aquel que no tiña de rojo su acero con la sangre de nuestros enemigos, pues yo me encargaré personalmente de afeitarle la barba con una cuchara. - bramó Gimli mientras se ponía en marcha.

Buen trabajo Tolgur. 

Pese a todo, Gimli me mandó al frente. Retiré la saeta de mi ballesta mientras me adelantaba en la formación, la devolví a su lugar sobre mi espalda y me armé con escudo y hacha.

-¡Al frente! -dije, obedeciendo la orden del jefe.

Salté hacia delante, marchando a paso ligero entre las piedras de la cañada. El esfuerzo físico, debajo de la insoportable capa de vestimenta y acero, se volvía insoportable y agobiante por momentos. Ni la brisa más refrescante, ni el dulce cantar de los rápidos parecía disminuir lo infernal de aquella carrera.

Que al final no tuviera que aguantar un ataque, con toda la emoción que había sentido, le decepcionó. Alzó su escudo y siguió las indicaciones, de mala gana. Se hizo crujir los huesos del cuello y los hombros, en ademán furioso. Ni siquiera se guardaba el escudo, sino que seguía llevándolo en su brazo, junto al hacha.

Farfulló en lo bajo un poco, pero no llegó a más. Ya tendría tiempo, pensó, de decir lo que pensara, después. Por el momento, debía marchar.

- ¡No desfallezcais compañeros!

Gwalin acató las órdenes sin rechistar. Además veía aquel sitio como una ratonera si les cogían, con lo que no le pareció mal moverse a un lugar mejor donde pudieran defender la posición como una unidad de enanos guerreros manda.

- ¡¡Vamos hijos de Mahal!!- animó el viejo guerrero a sus congéneres.

Cuando vi que mis compañeros aceleraban la marcha yo hice lo propio, no pensaba quedarme atrás y cargar con mas vergüenza que la que ya había ganado en el anterior combate.

- El último paga las rondas. 

El equipo era pesado, pero, no íbamos a quedarnos rezagados los más jóvenes del grupo "Estáis en buena forma, así me gusta, que la edad no pase demasiada factura en las piernas, enanos de pies callosos!!! JÁJOOOO" Dije gritando parcialmente con cada zancada, mientras respiraba más fuerte con cada paso, algunos entre el equipo llevaban un ritmo chistoso, por el peso del equipo y no podía evitar decirlo.

Tras veinticuatro horas de marcha forzada, llegan al emplazamiento del puente sólo para ver que parte de este ha sido derruido por el río. La corriente, inusualmente fuerte ha arrastrado unos cuantos botes y los ha estrellado contra las solumnas del puente causándoles un daño significativo, justo en la orilla del río ven los cadáveres de un elfo y dos humanos que al parecere fueron arrastrados por la corriente sin poder hacer nada por salvarse.

En ese momento la primera sensasión que sienten es de  frustración, pues se dan cuenta que van a tener que abandonar la carreta que compraron. Incluso hacer pasar a los ponis suponía un desafío enorme para ustedes, pero si querían llegar a Moria y no ser sorprendido por los orcos de los que habló Tolgur, pues tenían que cruzar el río cuanto antes.

Cuando llegamos, fui el primero, por encontrarme al frente, en divisar tanto el puente destruído como los cadáveres. Afortunadamente, la partida de orcos y huargos no nos había alcanzado. Afortunadamente para ellos, claro.

Me giré para hablarle a mis compañeros.

-Creo que no tenemos muchas opciones aquí -expresé-. Aunque podríamos reparar el puente. A los maestros arquitectos, ¿cuánto creen que nos podría llevar levantar el puente nuevamente?

A continuación, me dirigí al terco enano.

-Tolgur, ¿qué tan importante era el grupo de orcos que avistaste? 

Finalmente, me desplacé hasta donde se encontraban los muertos, e intenté averiguar que había sucedido.

Uno de los arquitectos se gira hacia Khazdor y ennarca una ceja.

Reparar este puente tardaría al menos dos semanas, su estructura está muy dañada, es más me sorprende que el río no se lo haya llevado por completo, así que no creo que podamos darnos ese lujo.

Además no sabemos que tan dañadas estén las columnas  y con esta corriente es imposible revisarlas, cualquier de nosotros que caiga al agua terminaría como esos tres blandengues de allí abajo. - responde un enano de constitución maciza el cual todos reconocían como uno de los mejores ingenieros de Erebor.

La posibilidad de recontruir el puente fue rápidamente sesgada por los expertos. En fin, deberían terminar dejando el carro y cruzando el río como pudieran.

-Maldición -dije ante las malas noticias-, lo que sí podríamos hacer mientras preparamos el cruce, es tenderles una emboscada a los orcos cazadores. Me gustaría que no volvieran a sus chozas.

Dicho esto, eché un vistazo, acercándome al borde del risco, a los cadáveres.

-Probaré suerte, no sabemos que podría ocultar. Además: ¿humanos y elfos? Esto plantea algunas dudas.

Comencé a deslizarme a través de las rocas, tras atar una soga a un árbol e intentando aferrarme a las afiladas y húmedas piedras.

Los Huargos no tardarían en llegar y Gwalin observo el pésimo panorama que tenían delante de ellos. En el río tres cadáveres de elfos y humanos. Al verlos Gwalin sacó una cuerda y se dispuso a bajar, pero se le adelantó Khazdor. El maestro de armas miró a su congénere y se encogió de hombros.

Tendiéndole la cuerda y viendo que él también se ataba le dijo:

- Ata uno de los cadáveres y lo sacamos para verlo aquí, quizás sea más fácil- propuso el viejo guerrero.